Belgrano está lleno de fuerzas malignas, sin embargo nosotros disfrutamos mucho Belgrano. Nos gustan las embajadas y los Mercedes Benz que de ella salen. Apreciamos mucho el lujo ajeno. Si yo hubiese aprendido a modelar mis cuadros seguramente hoy en día sería un pintor multimillonario, sin embargo nadie creyó en mí. No entendieron que los garabatos sólo eran una puerta que se abría ante un poema. Cómo lamento haber quemado todos esos cuadernos. Gracias a mí dos bolas y un palo dejaban de ser un burdo aparato reproductor masculino para convertirse en la viva imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Él estaba en el cielo viendo todo el día a su país Colombia. Desde el cielo su país sólo es un reguero de hormigas moviéndose a diestra y siniestra porque Dios les ha dado esa libertad. Las dos bolitas son dos enjambres de abejas. Quería hacer una gran serie de bolas y palitos y abajo grabar en letras de oro que glorificaba el cambio de mando, porque desde el último terremoto de Cúcuta el Diablo pasó a gobernar a Colombia. El poema carecía de cualquier pretensión métrica decimal, lo único que guardaba era la humilde esperanza de convertirse en Los Nibelungos colombianos. Le mostraba mis dibujos a los más encumbrados especialistas del país pero ellos escupían sobre mis bolitas y mis palitos y los más atrevidos me escupían en la cara. Un día no aguanté más y me vine para Buenos Aires. Renuncié a pintar y por eso ahora me dedico junto a J. a la noble tarea de tomarle fotos a las casas embrujadas de nuestro barrio.
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