Nunca antes en la historia de la humanidad se ha consumido tanta música. Los espacios virtuales (Algo que desafía a la física porque son espacios que no están pero nosotros estamos en ellos, como si un agujero negro nos hubiera chupado a todos) cada día expectoran cientos de grupos nuevos, cada uno con una nueva tendencia, los D.J’S están ahí afuera, con una servilleta guindando del cuello y cubiertos en cada mano esperando por devorar el nuevo sonido que sonó hoy, mañana por supuesto ese sonido se aniquilará en la papelera de reciclaje y el D.J se quedará con el sonido de uno solo. En la noche mostrará al pequeño monstruo ante una multitud empastillada y eufórica que quiere mover las caderas al ritmo frenético de lo que hizo un niño con la computadora de papá.
Y todos esos ritmos no son nuevos, son remexclas de canciones viejas, remakes computarizados de una horrenda canción ochentera. Ya la música que antes servía para escuchar, para enamorarse, para fumarse un porro ha dejado de existir. Yo entiendo que todos los ritmos evolucionan pero parece que internet ha puesto a la música en una carrera frenética a un desbarrancadero. El debate si el D.J es un verdadero músico o no se perdió hace rato, parece que esa figura llegó para quedarse. Es mas barato para una Disco pagarle a un guevón para que mezcle música a pagarle a una banda que tiene instrumentos de verdad, que hacen música ahí en vivo en un momento irrepetible. Yo no entiendo nada de lo que pasa en una de esas fiestas, me tengo que tomar una pepa para que el L.S.D cumpla la función de hacerme olvidar que estoy ahí, de sacarme de ahí porque si no me resulta absolutamente imposible aguantarme el ruido, los gritos de cientos de adolescentes histéricas.
Entiendo perfectamente que a los adolescentes esta música les guste pero lo que no soporto es ver a todos esos malparidos de la edad de uno regocijándose con la nueva mezcla que hizo el D.J Trippi, que agarró El baile del perrito y lo remezcló con una de los Pibes Chorros y luego le puso la Sweet Dreams de Marilyn Manson y dicen “Uy boludo que locura esto, me parte la cabeza” A mi me provoca agarrar un mazo y machacarle los sesos pero casi siempre estoy muy drogado asi que estiro mi pulgar y le digo que todo está bien. Y después se levantan con la tensión alta a prepararse una aguita de toronjil a buscar más cosas en My Space, a ver “Lo último que salió” para ser olvidado mañana, para ser desechado como una toalla higuienica mañana. La música pasa pero el que pone los discos queda.
Pero esto no es mas que un reflejo de esta época de mierda que nos tocó vivir. Yo estoy a favor de una música electrónica, me parece que Daf Punk, los Chemical Brother, Bassemant Jaxx, Prodigy, es música que se puede escuchar, es que sueltos se pueden escuchar pero no los mezclen man. Bueno y lo peor es tener que estar acá para ver como La cumbia villera, el reggetón y la champeta han tomado un status intelectual. Porque si, todos esos hijueputas que en los noventa escuchaban Nirvana y Pearl Jam ahora reniegan del rock y se van a abrazarse a esos ritmos cochambrosos y sirvientisticos. Y en ningún otra parte ese snobismo pulula tanto como en Buenos Aires, imagínense acá a esas fiestas de cumbia villera y champeta las llaman “Las fiestas Zizek” si, como el filósofo, solo para conseguir ese estatus tan anhelado “Somos tan abiertos” dicen los intelectuales “Que disfrutamos de estos placeres de la villa” Me imagino el desprecio que debe sentir un man de Fuerte Apache al ver a todos estos chetos intelectualoides moviendo torpetemente sus caderas al ritmo del Bombón Asesino, porque ese es ritmo de ellos, ustedes no lo pueden entender, no pueden comprender lo que es una bailanta, eso que hacen en sus clubes lujosos es tan absurdo como hacer una ópera en Manaos, como cantar vallenatos en inglés. Búsquense su propia música, díganle al D.J de turno que prepare una pócima mágica de anfetas, rock y porquería y bébansela y escúpanla mañana, escúpanla con todo el whisky y la nicotina que han invadido sus venas.
Tienes razón querido Lou, es mejor serenarse, esto forma parte de los últimos días. Ya el apocalipsis no se manifiesta en espadas de fuego surcando el cielo, el apocalipsis es esas pistas llenas de gente saltando y un idiota arriba con una gorra poniendo las canciones de hoy y la basura de mañana. Terminemos de hacer la maleta, metámonos en el Bunker, falta poco para el final.
hay gente que opina que el internerd tiene a toda la humanidad enfilada hacia un despeñadero, pero a mí me parece evidente que lo único que hizo el internerd fue poner a la humanidad frente a sí misma de forma eficiente. obviamente no nos gustó el resultado
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