Nosotros no podemos entender la idolatría que despierta un tipo como Maradona en el pueblo argentino simplemente porque no hemos tenido a alguien tan grande. El único hombre al cual se le reverencia y venera como a un santo es a Pablo Escobar Gaviria. Es coherente que en tierra de futbolistas se idolatre al más grande de ellos y que en tierra de paracos y criminales se le pongan veladoras al asesino más sanguinario de todos.
Se le criticó a Emir Kusturica el hecho de que el apareciera en casi todos los planos del filme y que en cierta forma él fuera más importante que el personaje sobre el que se centra el documental. A mi me parece que lo que quiso hacer el director serbio fue una declaración de amor al jugador más grande de todos los tiempos, mostrarlo no desde su pedestal de ídolo sino como un hombre, en la casa de sus papás distraído porque mientras las cámaras siempre impertinentes lo enfocan él solo quiere ver el partido que su selección disputa por la eliminatoria mundialistas. Como un Fantomás moderno Maradona ha adoptado infinidad de rostros, desde que era un niño moviendo la pelota como nadie en su natal Villa Fiorito, hasta su gordura excesiva a finales de la década del 90 a causa del consumo de cocaína y alcohol en cantidades industriales.
Medía uno sesenta y pesaba setenta kilos en su mejor momento en el Napoli. Parecía el propietario de una próspera pizzería y no el pelafustán con una habilidad que demolía a las defensas rivales. A diferencia de otros deportes en el fútbol tú puedes ser un enano gordo y a la vez ser el mejor jugador de todos los tiempos. No se necesita ser un atleta, tan solo tener un poco de imaginación.
Cuando se escucha hablar a Maradona se entiende un poco por qué la gente en Argentina jamás considerará a Messi como un ídolo. El astro del Barcelona no tiene nada que decir, sus respuestas son mecánicas, un robot que siempre hace la jugada correcta, poseedor de un slalom envidiable pero que cuando tiene que jugar con su selección simple y llanamente se acaba porque jamás podrá tener el carácter del pibe de oro. A Diego no le importa ser políticamente incorrecto. Una vez le iban a entregar un premio en Estados Unidos y a la vez uno en la Habana, prefirió Cuba que el imperio “Fidel tendrá cosas más importantes que decir que Clinton. Además Fidel es mi ídolo” Y muestra el tatuaje que se mandó a grabar en los gemelos con el rostro del Comandante. Su vida se asemeja más a la de un rock star. Todo lo que ha tenido lo ha perdido en su insaciable afán de autodestrucción. Es imposible no amarlo y el pueblo siempre le perdonará todo, incluso el pobre desempeño que tuvo como seleccionador nacional.
“Te imaginas la clase de jugador que yo hubiese sido si no hubiera consumido cocaína” Le dice a Kusturica el Diez. Jugaba drogado a pesar de la cocaína y jugaba como nadie lo ha podido hacer, ni siquiera Pelé, el muñequito de Mastercard Pelé, el educado ídolo brasilero de predicciones desacertadas, de vida inmaculada, el alcahueta de la FIFA. Diego se le impuso al mafioso de Joao Havelange en su eterno reino, una jugada suya habilitó a Caniggia, el pájaro eludió a Taffarel y convirtió el gol que sacaría a Brasil de la copa del mundo “Havelange y los de la Cosa Nostra tenían todo montado para que la final del 90 la jugara Italia y Brasil. Nosotros los sacamos a los dos. Nunca me perdonaron eso” Al año siguiente estalló el escándalo y el ídolo a los 31 años comenzaba su caída final.
A medida que va a avanzando la película, Kusturica intercala imágenes de sus películas Te acuerdas de Dolly Bell?, La vida es un milagro, Gato Negro Gato Blanco y Papá salió en un viaje de negocios, para constatar que sus intereses siempre han sido los mismos y sobre todo que ha escogido a Diego Armando Maradona porque perfectamente podría ser el personaje principal de cualquiera de sus filmes. Nadie ha visto al ídolo de esta forma a pesar de la extensa filmografía que ha tenido el Diego, tuvo que venir este cineasta serbio a dar su visión de lo que para él es el Dios del Fútbol.
La película presenta picos de emoción muy altos como cuando el ídolo después de haber sobrevivido al decimonoveno ataque de nervios celebra con sus amigos la resurrección en un bar porteño mientras canta La mano de Dios, la emocionante canción que le compuso Rodrigo. Saltan las lágrimas de todo el mundo en el glorioso y futbolero coro, o al final cuando Manu Chao le canta al Diez La vida es una tómbola, cuando este se aprestaba a entrar en su casa.
Maradona por Kusturica es una declaración de amor a un juego, a un hombre y a una ciudad, la eterna Buenos Aires. Si un marciano necesita saber por qué 5 mil millones de personas se concentran en el rodar de una pelota mientras 22 bárbaros la buscan para patearla deben ver este documental maravilloso. Un lujo que ningún ser de la galaxia se debe perder.
EXCELENTE!
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