Para los rastafaris Haile Selassie, emperador de Etiopía, la otrora Abisinia es lo más parecido a un Dios. Cada plon de bareta que se pegan es una invocación al corazón de león con el que se asocia al mandatario. Sin embargo Selassie es el precursor del hambre asesina en ese país. Él como nadie supo que la hambruna es un poderoso aliado a la hora de someter a un pueblo. Este enclenque hombrecillo duró más de sesenta años en el poder hasta que los Etíopes cansados de sus abusos y megalomanías lo derribaron en 1975. Dicen que en algunas casas de ese devastado país todavía le encienden una vela al retrato del Emperador.
Hoy en día habrán todavía veladoras encendidas en honor a Álvaro Uribe Vélez. Si bien su popularidad ha descendido al sesenta y ocho por ciento sigue siendo muy alta, sobre todo si se tiene en cuenta que el gobierno de Santos ha destapado ya una docena de ollas podridas que había dejado el creador de la “Seguridad Democrática”. Él hecho de que Bernardo Moreno, el ex ministro de agricultura Arias, los hermanos Nule, la directora del DAS y ahora lo que se viene en la DIAN comprueban que la necesidad que tenía Uribe de hacerse elegir por tercera vez era para seguir ocultando estos hechos nefastos para el país. Poco a poco se ha instaurado dentro de esta sociedad obtusa la imagen de que el pasado pudo haber sido el gobierno más corrupto de la historia. Ahora falta comprobar que fue el más asesino.
Cada vez que el gobierno de Santos manda investigar a alguno de sus lugartenientes el gamonal salta y en su lenguaje soez ataca. Hay que tener miedo con esta serpiente acorralada por que viene dando dentelladas a diestra y siniestra. En una de esas es capaz de hacer un golpe de estado. La historia se repite, los que creíamos que una víbora como Laureano Gómez nunca más iría a aparecer pues ahí está compañeros, este Laureanito ha vuelto en versión desmejorada por supuesto, porque así sus fans digan que Uribe es una persona brillante basta escucharlo hablar para extrañar al hombre que instauró en sus cardenales la necesidad de proclamar desde el púlpito que “Matar liberales no era pecado”.
Ha Uribe solo le basta hablar como un obispo para que este país de católicos le crea. Uribe heredó el lenguaje de los inquisidores. Por eso no dudaba en señalar como terroristas a todos sus críticos, en bandidos a una fuerza insurgente que existe hace sesenta años. Su desprecio hacia la democracia solo se podía comparar al desprecio que sentía por la legalidad.
En su afán de tapar, de ocultar, de crear cortinas de humo se trenzó en una absurda batalla verbal con el loco de al lado donde ambos mandatarios usaron el fervor nacionalista para ocultar los graves defectos que tenían sus administraciones. Incluso instauró en este pueblo sediento de sangre la necesidad de un conflicto bélico contra Venezuela. La historia a comprobado que lo mas fácil que puede haber es encausar a un pueblo ignorante en el autodestructivo ejercicio de la guerra. Cuando fue elegido Santos creímos que la guerra sería inevitable porque veíamos en ese candidato otro peón de Uribe, pero apenas se sentó en el sillón presidencial lo primero que hizo fue arreglar los problemas con su vecino y de paso recomponer la maltrecha política internacional.
El dictador no se habrá sentido cómodo cuando su aliado comenzó a coquetear con Chávez, él sabía que ese sería el primer paso para que llegaran a justo término las investigaciones contra su corrupto gobierno.
Se ha comprobado hasta la saciedad que Uribe no piensa con el cerebro sino con el odio. Odio es lo que destila su cuenta de Twiter, odio es lo que irradian sus fieles. El pie de fuerza aumentó de 30 mil efectivos a 150 mil en ocho años. Las recientes incursiones guerrilleras demostraron que todo ese sacrificio por parte del pueblo no sirvió de nada simple y llanamente porque la guerra es el negocio que más réditos va al corrupto de turno. Desde que los muertos sean campesinos o de los estratos más bajos de la sociedad, la guerra es un negocio éticamente aceptable.
En ocho años no hubo por parte del gobierno la necesidad de pensar el conflicto. Tan solo había que atacar sin detenerse a reflexionar sobre las razones por las cuales la brecha entre ricos y pobre aumentan día a día, porque sin justicia social no podía haber paz. Pueden aniquilar esta guerrilla pero si se mantienen los problemas de corrupción estructurales que carcomen el estado colombiano se generaría otro clima de inconformidad que llevaría a que se armara otro grupo de personas buscando afanosamente la justicia que el estado es incapaz de darle.
Así ya no esté en el sillón en que tan bien se sentía, Uribe sigue con su viejo sueño de desestabilizar las relaciones con Venezuela y tratar de formar a como de lugar un conflicto armado que ayude a tapar todas estas investigaciones que va a dar como resultado final que su insignificante humanidad termine sus días enrejado. Ayer uno de sus generales fieles, los generales que siguen amenazando la democracia, dijo que en Venezuela se escondía células de las FARC y ELN, fenómeno que se viene dando desde finales de la década del setenta y que ningún mandatario había pensado en denunciar, tan solo se atrevió Uribe porque ya tiene destinado los recursos que van a ganar con la guerra. Santos salió a decir la verdad, que tanto allá como acá existen fuerzas muy poderosas a las cuales no les conviene que entre los dos países exista el normal flujo de relaciones que deben tener dos países vecinos, dos países hermanos.
Necesitamos urgentemente que Uribe cierre la boca y el twiter y empiece a aceptar que nunca más volverá a ser presidente. No le pedimos que acepte sus culpas pero si le aconsejamos que vaya empacando y pida asilo en la casa de Tony Blair, de Asnar o de Bush, únicos lugares en la tierra donde podía ser bien recibido, porque todas las investigaciones apuntan hacia su insignificante humanidad. Al parecer su megalomanía no le permitirá aceptar que ha perdido la contienda con la justicia y que para placer de los que odiamos todo lo que su figura representa, terminará sus miserables días pudriéndose en cualquier cárcel. Entonces tendrá el destino que todos los sátrapas se merecen.
Definitivemente me parecen más interesantes sus artículos sobre cine... ¡es que lo de Uribe ya está muy trillado!
ResponderEliminarAunque tiene razón en todo, deberíamos ignorar a ese personaje nefasto y esperar que el tiempo haga lo suyo... ya sabemos que la justicia cojea pero llega...
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