No se necesitaba ser un gran analista político para prever que el baño de sangre vivido hace tres semanas en Páez, un olvidado caserío del Cauca debería tener sus retaliaciones. Estas no se hicieron esperar. La ejecución de los cuatro prisioneros de guerra es desde todo punto de vista lamentable pero vale la pena aclarar que el gatillo no solo fue apretado por los dedos asesinos de las FARC sino que el gobierno también ayudó a oprimirlo.
No se puede hablar de diálogo sino existe una voluntad para sentarse a hablar no solo por parte de las Farc sino de parte del gobierno. Los más de 2.000 secuestrados que todavía están en manos de ese ejército serían en un país medianamente civilizado una garantía para realizar una mediación. ¿Cómo es que el estado no hace nada, no demuestra ni siquiera la voluntad para devolverlos sanos y salvos a la cotidianidad de sus días?.
Cano era de un corte más político que Timochenko. Él era el hombre que podía convencer a sus tropas de entregar las armas. Los tiros de gracia encontrados en el cuerpo de Cano sepultaron cualquier tipo de esperanza de que el conflicto por fin tuviera un desenlace. Timochenko confirmó el sábado su corte guerrerista. Los cuatro cuerpos masacrados de los uniformados son todo un manifiesto de lo que va a seguir de ahora en adelante. Herida de muerte, la guerrilla es una fiera que se va a defender atacando y muchas veces lo va a hacer con crueldad. Las bombas caerán inclementes sobre la selva colombiana y los pedacitos de cráneos insurgentes ensuciarán la espesa vegetación. Pero el gobierno colombiano ya debe empezar a pensar que todavía no se han hecho las bombas para desmoralizar a este ejército en sus 60 años de existencia. Esa resistencia, apoyada en métodos tan despreciables como el secuestro, el asesinato, la extorción y el narcotráfico, ya en si misma es digna de reconocimiento. El pueblo colombiano no puede ser tan ciego, ellos están allí como una garrapata gigante pegada al cuello de la nación, una garrapata que se ha insertado en la carne con sus aguijones de acero.
Los medios no han desaprovechado la oportunidad para azuzar con su característica sevicia el fuego de la guerra. RCN vuelve a entrar al juego y en los titulares la figura de Uribe ha reaparecido. Las presentadoras de noticiero van a trabajar vestidas de negro para despertar la indignación de un pueblo lobotomizado. Hablan hasta la saciedad del asesinato a mansalva de los secuestrados olvidando que los oficiales no eran sino prisioneros de guerra y que no fueron masacrados sino ejecutados. El colombiano promedio ya empieza a pedir cabezas. Cabezas para el desayuno, hacer sancochos con las vísceras de los guerrilleros monstruosos. No hay forma de que los colombianos de bien, que lamentablemente están volviendo a aparecer, entiendan que demonios es un conflicto.
Las FARC han demostrado que la opinión pública le importa poco. Ellos saben que no pueden aspirar a hacer política porque solo uno de esos chavistas rabiosos que abundan en los parques colombianos podría votar por ellos. Una negociación con este grupo consistiría en sacarlos del país, en vivir al lado de un lago en Ginebra donde tanto los respetan. Con estas ejecuciones las FARC se han distanciado aún más del pueblo colombiano y lo que es peor ha despertado el espíritu fascista que albergan en sus corazones y al que tanto apeló Uribe para mantener su régimen sangriento durante ocho años.
Viendo lo que coloca la mayoría de los amigos de Facebook veo que ha vuelto el espíritu de odio, de irracionalidad. Ha vuelto el uribismo. Y eso hay que agradecérselo a la guerrilla y a esa necesidad que tiene para cerrar todos los caminos. Se ha perdido otra oportunidad y ellos han elegido cerrar con candado la puerta del diálogo. El gobierno planea nuevos ataques, abundantes bombardeos para borrar de la faz de la tierra a todo el secretariado. Correrá más sangre, más odio, nuevas cabezas que servirán como dijes para el collar de un gigante. La tierra será de nuevo martirizada y la paz será solo la más lejana de las utopías
Bueno Iván Darío, como decía Joselo hace algunos años; cuando veíamos la televisión venezolana. “Eso se veía venir” desde que tomó el mando Timochenko. Pero lo más desagradable son los paracaidistas de la sensación RCN, pareciera que este canal lo estuviera dirigiendo WILLIAM RANDOLH HEARST, periodista y magnate de la prensa Estadounidense su vida fue reflejada bajo nombre ficticio en la película de Orson Wellles la que a usted más le ha gustado CITIZEN KANE, recuerda que una de sus máximas era “yo hago la noticia” así estamos acá en nuestro país solo hay afán por el reating a veces sin importar a quien se le hace daño.
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