La crítica ha sido unánime, Shame es un filme inolvidable, un terremoto, un clásico. Hasta un
tipo como Roger Ebert le da cuatro estrellas y se atreve a decir que todo lo
que prometió Hanger, la ópera prima
de Steve McQueen, se consolidaba en esta segunda película.
La busqué por todas partes hasta que la encontré. Creí que
la iba a disfrutar pero a la media hora ya sentía el malestar. Las escenas de
sexo me causaban la misma repulsión que sentía Alexander de Large después de
ser sometido al método Ludovico. Tenía ganas de vomitar, me había convertido en
una viejita puritana.
Shame es una película
que no hace concesiones.
No se parece a nada de lo que llega por acá. Cada plano
se toma su tiempo, es una composición y a veces entras a ver una película
porque no te provoca ir al museo. La actuación de Fassbender es fantástica,
todo un ejemplo de contención. Sientes con el todo su dolor pero sabes que
pasa? Que te vas haciendo viejo y ya te duelen las coyunturas y de pronto
quieres estar cómodo y suplicas porque venga alguien a contarte una historia, a
explicarte de donde puede venir esa adicción al sexo, porque esa relación tan disfuncional con su hermana. Tratas de
escuchar en la oscuridad de la sala al viejo Ebert “Si lo dice tiene razón” y
te quedas los 100 minutos que dura, perdido en el paisaje del rostro de
Fassbender, creyendo que si, que el homónimo de Bullit es un maestro porque ha
hecho algo terriblemente pesado, gris, aburrido.
Visualmente es perturbadora. Narrativamente es tediosa. Nunca
la veas después de las diez así sea la mejor hora para ver una película, no
pongas tu zapatos en la otra butaca, no pienses en ponerte cómodo porque
correrás el riesgo de quedar allí, con la boca abierta, despertado por el
bolillazo de un celador.
El tipo en la pantalla todo el tiempo quiere sexo. No le
importa si es con su mano, con una prostituta o con un hombre. Tiene la
computadora de su oficina infestada de virus, baja toda la pornografía posible.
Es un enfermo, un erotómano. Es muy fácil ser un adicto al sexo si te ves como
Michael Fassbender. La gran virtud del genial actor inglés es que lo hace
creíble, claro que si. Es su película, su papel. Los del Globo de oro
estuvieron ciegos, de pronto Roger Ebert y toda su corte de críticos también.
En Argentina hay un cineasta que se llama Lisandro Alonso. Ha
ganado varios premios en festivales precisamente porque encontró la manera de
cautivar a críticos y a jurados. Sus películas son lentas, tediosas, “artísticas”.Cuando
no tienes la capacidad de narrar nada, cuando tartamudeas pues lo mejor es
pararte en una tarima bajarte los pantalones y masturbarte. Entonces serás un
artista. Steve Mcqueen comenzó su carrera dirigiendo esos adefesios que se
conocen como video arte. Luego hizo una gran reflexión sobre el Ira llamada Hanger, protagonizada por el mismo
Fassbender, acá extremadamente delgado y decidido a morirse de hambre si no le
reconocen sus derechos. Los que la vimos pudimos comprobar el talento del joven
director inglés. Ahora parece que encontró la fórmula para descrestar a la
crítica más exigente y a los festivales europeos.
No digas nada, abúrrelos. No concedas, nunca te pongas
directivo. Todo es serio, caótico. A esos señores que están sobre una mesa
visionando las películas les encanta las cosas densas. Mira como tratan de bien
a Reygadas, mira como se doblegan ante Alonso. Si no puedes tene la taquilla al
menos seduce a los seudos. Steve Mcqueen ha encontrado la fórmula.
Iván no estoy de acuerdo con su crítica. Pude ver "Shame" en el pasado Festival de Cine de Cartagena y junto con "Una separación" fue lo mejor de la muestra internacional. Esta es una película acerca de la decadencia de occidente pero individualizada en este oscuro y maniaco personaje. Es lenta sí, pero eso no es un pecado, es un estilo narrativo de McQueen para desarrollar las actuaciones pero sobre todo, para que se noten claramente las máscaras, mentiras y farsa de los personajes que habitan un mundo aparentemente bien estructurado en la capital del mundo, Nueva York. La escena de clímax final es durísima, desatada y cruel. Es la liberación absoluta del thanatos humano, que lleva al dolor más egoísta posible. No coincidimos en este punto de vista pero seguramente en otro sí. Un gran abrazo.
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