31 de julio de 2012

MEXICO, TAN CERCA DE ESTADOS UNIDOS...TAN LEJOS DE DIOS.


John Huston estuvo en el D.F pocos años después de la revolución. Decía que el paseo de la Reforma era una imponente calle  cercada por hermosas casas coloniales. Habían charros orgullosos en sus caballos, cortejando a la más bonita, matando cuando tenían que hacerlo. El autor de El juez del patíbulo como tantos otros artistas cayeron rendidos ante Tenotchitlan. Allí Burroughs mató a una esposa mientras jugaba a Guillermo Tell con una pistola bastante “nerviosa”. Eisenstein y Trosky huyeron de Stalin encontrando en México en un principio un paraíso para súbitamente después convertirse en un infierno: el cineasta hizo una de sus peores películas hipnotizado por esa tierra de donde emergía la energía que había insuflado a Pancho Villa, el político que era un escritor cayó bajo el hacha traidora de Mercader.

México es una potencia que nosotros los latinoamericanos no hemos podido entender.  Las nuevas generaciones terminaron subestimando esa cultura. Asociamos las películas mexicanas por ejemplo con incitaciones permanentes a la borrachera, la ranchera y el machismo. Ignoramos que durante las décadas del 40 y el 50 paralelo al periodo dorado de Hollywood, el cine mexicano vivía una época de esplendor.  En todo el continente  la gente se agolpaba en los teatros para ver la última cinta de sus ídolos. Sobre la pantalla se lloraba con Arturo de Córdova, se reía con Tin-Tan, se gozaba y se sufría con Jorge Negrete. Los hombres se dejaban el bigote emulando a Pedro Infante.

En un instinto natural de matar al padre los jóvenes en los noventa creímos que lo mejor era mirar al sur. Todo lo mexicano era considerado mañé, a pesar de que crecimos con las ocurrencias de Chespirito, con el drama de Jaime Palillo.  Apenas nos salió barba borramos el pasado azteca y centramos nuestros intereses en Buenos Aires. Entonces era muy cool creer que Piazolla era mejor que Ezquivel, que Caifanes no le llegaba ni a los talones a Soda Stereo, que Borges era un maestro mientras Rulfo era un aprendiz, que Homero Manzi sabía narrar mejor en imágenes que Ismael Rodríguez.
Además el argentino parece un europeo mientras el mexicano se parece a nosotros. En una sola década olvidamos la grandeza del Indio Fernández, la potencia actoral de Pedro Armendáriz, las maravillosas películas que Buñuel filmó en suelo azteca. De los dos  focos culturales latinoamericanos nos quedamos con el snobismo porteño.

Conozco a México a través de sus películas, de sus escritores, de sus pinturas. Miro a México con los ojos de los artistas que estuvieron allí y que hablaron de ella. Para un norteamericano culto de mediados del siglo XX, cruzar la frontera era imbuirse en el tiempo, internarse en la ficción. Por eso Kerouac habló de ello al igual que Lowry.
Pero no solo los escritores cayeron bajo el embrujo azteca, a México llegaron brujos, entre ellos el más poderoso de todos, Alesteir Crowley. Cuando recién llegaba a la tierna edad de sus treinta años el mago subió la montaña mas escarpada, el Iztaccihualt y desde el pico entonó un hechizo. La diosa de los vientos arrastró la invocación a través del Atlántico, llegó a Londres, se internó en la cama de la reina Victoria agonizante y la mató. El siglo nacía y el eterno reinado de Victoria acabaría por obra y gracia de la poderosa invocación de un brujo. “México era el catalizador ideal para lanzar el hechizo” Escribiría el maestro en uno de sus diarios.

Buenos aires hoy en día está lleno de colombianos que por fin pueden conocer el país de sus sueños. Se paran en Lavalle y Florida y empiezan a adivinar cuales son Cronopios y cuales Famas. Las mujeres del país por fin pueden acostarse con rubios ojiazules, tan escasos por estas latitudes. Estudian cine en sus universidades y aprenden a tomar mate, descubriendo un poco tarde que es un laxante poderoso. Aprenden el acento y se vuelven hinchas de Boca o River. Sin embargo son cada vez menos los que viajan al DF seducidos no solo por sus cafés, sus librerías, las huellas que dejaron los maestros allí sino por su pasado, su glorioso pasado cuando eran los únicos, los hijos del sol.
Fumarse un porro en Teotihuacan, recorrer los caminos traicioneros de la Maliche, ver donde fue que Cortez sedujo a Moctezuma y le sacó el tesoro. Entre el humo espeso de la vareta podré ver también ha Quetzalcoalt convertirse en la Virgen de Guadalupe. Sincretismo total, energía que fluye, que construye y destruye. Todo termina y empieza en ese país.

Así Juan Villoro diga que el DF es una ciudad post-apocalíptica, México aún es un país en formación, inacabado. Vivía un periodo de esplendor cuando llegaron los hombres con cara de cal en sus cáscaras de nuez. Lo que quedó fue una añoranza. Dicen que Buenos Aires es triste porque todavía se vivía la nostalgia del inmigrante. Eso es mentira, esa ciudad es así porque los porteños creen que esa es la onda, estar tristes, amargados, tomar dos Fernett y a la cama. En México todo es extremo, por eso se le rinde tanto culto a la muerte, pero nadie llora, todos ante la evidencia del final viven sus vidas al máximo, tómate toda la puta botella, mira que puede ser la última.
Me alisto desde ya a sentir sus sabores, sus colores. A recibir la energía de un suelo teñido de sangre, gloria y muchísimo tequila. En México el encuentro constante con la muerte les ha enseñado el valor de la vida. No importa que estén tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios, lo importante es que han sobrevivido a todo incluso al mismísimo apocalipsis.

28 de julio de 2012

BATMAN EL CABALLERO DE LA NOCHE ASCIENDE. Nolan en su laberinto.


Había tantas ganas de ver la épica conclusión. Cuatro años después teníamos aún la lengua seca como un estropajo por culpa de la adrenalina destilada. Una montaña rusa muy bien estructurada, perfecta., con actuaciones llenas de intensidad,  un villano demoniaco precedido de la leyenda de su propia muerte. Si alguien tuvo alguna duda de quién era Cristopher Nolan pues estas habían quedado absolutamente despejadas, El caballero de la noche era un clásico inmediato no en el fascistoide género de los super héroes sino del cine negro.

Larga fue la espera de la última parte de la trilogía. Decían que se habían tomado el tiempo suficiente para cerrar con una conclusión épica. Se contó con el mismo casting, el mismo equipo técnico. Faltaba Heath Leadger, cierto, pero ¿Qué iban a hacer? Los conjuros para sacar a los muertos de sus tumbas han terminado para siempre.  A cambio del guasón se incorporaron dos actrices maravillosas, Marion Cotillard y Anne Hathaway. La primera encarna un personaje que lleva la tan mentada épica conclusión en un filme demasiado largo, insoportable…incoherente. La ex chica Disney en cambio sostiene con toda su gracia los pocos momentos destacados que tiene esta fatigosa aventura.
El desespero que tenía DC comics para hacerle contrapeso a la hegemonía de Marvel empezó a hacer mella dentro de la producción de la película. Una catarata de memorandos caían sobre el escritorio del director de Memento. Se le exigía que terminara a como diera lugar el capítulo final de la trilogía, ya que se cansaron de ver arriba, en los rankings de taquilla que justifican esta industria a alguna de las creaciones de Stan Lee.

 Nolan se encerró solo en un guión laberíntico, confuso. Apremiado por el tiempo no nos pudo explicar de donde viene Gatúbela, cuáles son sus motivaciones para robar. Si, por ahí nos dicen que es como una especie de Robin Hood, le encanta meterse con el rico para darle de comer al pobre. El cine es de comparaciones y no pude dejar de pensar en Michelle Pfeiffer, no porque la cocainómana esposa de Tony Montana sea mejor actriz que Hathaway sino porque la solidez del guión de Daniel Waters, asesorado por el mismísimo Bob Kane, le daba a la Selina Kayne de Tim Burton  una personalidad, un origen de su maldad. Esta vez la señorita Kayne aparece vestida de mucama, robándole un collar de perlas a Bruce, pero en realidad lo que quiere es sus huellas digitales, algo muy sucio se cocina en las empresas Wayne. Pero de eso no sabemos mucho, solo lo que nuestras pobres entendederas pueden llegar a intuir
Todo el tiempo estás pensando en que ya, por fin, el diálogo farragoso, aburrido, va a pasar y aparecerán las grandes secuencias de acción, pero cuando llega la tan anunciada tormenta la verdad no pasa nada. Tan solo al principio cuando los hombres de Bane van a rescatarlo en el avión es que vislumbramos un poco de lo que puede ser capaz un hombre como Nolan, pero esos momentos no son más que un espejismo, una ilusión. El guión lleno de diálogos insulsos es capaz de lo imposible: ver al gran Michael Caine convertido en una triste caricatura, en un anciano insoportable que no hace otra cosa que llorar. Otro que se ve afectado por la pobreza dramatúrgica es el veteranísimo Morgan Freeman, el señor Fox esta vez es solo una triste sombra que deambula por ahí, sin pena ni gloria.
A Wayne lo encierran en una prisión que, según el guión,  enloquecería al más guapo. Si querían darle un verdadero castigo “algo peor que la muerte” deberían llevarlo a la picota en Bogotá, en el patio donde están los pobres. Allí sufriría la tortura de compartir una celda con siete delincuentes. En esa prisión hay espacio suficiente, no hay guardias y lo mejor, hay enfermeros que te curan las heridas. La alimentación es buenísima, tanto que en menos de cinco meses a Wayne le vuelven a salir los músculos, consigue la fuerza suficiente para derrotar al poderoso Baine.

El terror que debería significar la destrucción de Gótica no lo sentimos. Se caen los puentes, se desploma la superficie de un campo de fútbol americano, presenciamos el climax y…. no pasa nada. Lo que queremos es que la bomba nuclear explote por fin y nos podamos ir a la casa, a soñar con películas mejores. Batman salva a gótica, Batman muere pero está vivo, Marion Cotillard es la amada, no, no perdón es la villana. Pobre Nolan, desde el laberinto que el mismo creó no encuentra la salida y empieza a dar tumbos desesperados. Si, si también está Robin, el detestable Robin con toda su maldita moralidad. Se cierra la trilogía pero a la vez se abre otra, DC comics no puede darse el lujo de matar a la gallina de los huevos de oro, al contrario, es mejor dejarla viva, esperar un par de años y empollar una nueva trilogía ya con un Robin muy bien peinadito y afeitado cuidando las calles de gótica.
Los momentos más altos de esta anticlimática conclusión se lo debemos a la deliciosa Gatúbela y a la formidable música de Hans Zimmer, de resto es una película que se sostiene solo en su leyenda y que seguramente le ganará la pugna por la taquilla a Marvel, no por este filme sea mejor que Los vengadores sino porque tuvieron la suerte de que un loco acribillara a doce personas en su estreno en Colorado. En algunos casos una masacre puede ser la más oportuna de las publicidades.

26 de julio de 2012

FURIA DE FRITZ LANG. El pueblo pide sangre.


A Hitler le encantaban sus películas, por eso mandó  a Goebbles para que le cumpliera su capricho: quería que  Fritz Lang dirigiera la UFA. Cuando vio al flaco deforme, con un gabán que le colgaba ridículamente sobre los hombres, parado ante su puerta, dictándole los mandatos del Fuhrer, pues el querido señor Lang le dijo que listo, que mañana pasaba por allá y hablaban un rato mientras concretaban los pormenores de su vinculación. El ministro de la propaganda y filósofo de pacotilla se subió contento a su auto pensando en las buenas nuevas que le iba a dar a Adolf.

Lang no lo pensó mucho. Esa misma noche metió sus cosas en una maleta y como muchísimos otros directores alemanes de la época, decidió cruzar el Atlántico. Era 1935.
Su reputación lo precedía así que no tuvo muchos problemas para conseguir trabajo en Hollywood. Es más, dos años después ya había filmado Furia uno de sus filmes más importantes de su carrera.
Joe Wilson es un tipo humilde que ha conocido a la chica de su vida y quiere casarse con ella. Lamentablemente no tiene el billete que le asegure poder darle una vida digna. Así que con todo el dolor la pareja de enamorados se despiden. El se concentra en su trabajo, ahorra, reúne la plata necesaria para poner una gasolinera. Al fin puede ir a visitar a su novia, proponerle algo serio. Hasta ahí uno cree estar viendo otra oda al sueño americano. Pero recuerden, son los 30, el sueño se había roto. En la mitad del camino a Joe lo detiene la policía, lo acusan de haber secuestrado a una niña, lo encierran.

 El pueblo tiene ganas de divertirse. Se reúnen en el bar, se ponen de acuerdo. Eso es mejor pasar por encima de la ley, romper la celda y asarlo allí mismo. Milagrosamente Joe escapa y ahora cuando todos lo dan por muerto es cuando planea su venganza. Quiere llevarlos a un juicio y quiere ver a los 22 hombres que entraron a la fuerza a la cárcel, colgados.
En los primeros planos a los rostros, en el ambiente claustrofóbico, se rebela todavía al Lang expresionista. Parte de la potencia que tiene Furia se lo debe a que es un filme absolutamente visual. Estaba convencido, como muchos otros directores, que la aparición del cine sonoro había significado un retroceso para el lenguaje cinematográfico. La cámara forma parte integral de la historia, es un personaje más por eso nos encontramos con algún rostro histérico o asustado, mirándonos directamente a los ojos, intimidándonos o pidiendo clemencia.

En el guión nada está escrito al azar. Si a Joe su prometida la entrega un anillo es porque ese anillo va a ser vital en el desarrollo de la historia. Lo mismo pasa con el mani, con una leve rasgadura de un gabán y el posterior remiendo. Todo forma parte del rompecabezas.
Cuando Hitchcock hizo Chantaje lo llamaron “El Lang inglés” por eso resulta injusto que hoy se le considere a Fritz como el “Hitchcock alemán”. Lo puntilloso que el autor de Vértigo era con los detalles lo sacó del autor de Las tres luces. Esa es la clave de un triller, unir las piezas que conforman el acertijo.
Pero por encima de todo Furia es una reflexión sobre lo peligroso que puede ser la masa. Cuando 22 hombres se juntan con odio para lograr un fin por lo general se comete un crimen. Toda una metáfora sobre la asfixiante situación que se vivía en la Alemania de Hitler en 1937. La furia enceguece no solo al opresor sino al oprimido cuando sobrevive. En el odio no se puede sembrar una idea.

Seguramente ese final feliz de Spencer Tracy y Silvia Sidney en medio del tribunal sea una imposición de Joseph L. Mankiewicz. Ni siquiera ese beso nos puede sacar de la boca el sabor amargo de haber presenciado los oscuros rincones del alma humana. Lang, como el Dios de los judíos condenaría en la hoguera hasta a una madre con su hijo en brazos. El odio es un mutante que tiene la capacidad de transformarse hasta en el ser más inofensivo del planeta.
Para los actores no era muy fácil trabajar con el director alemán. Tenía fama de tratarlos como si fueran ganado. Se sabe por ejemplo que Spencer Tracy terminó el rodaje en muy malos términos con él y juró que en su vida jamás volvería a compartir un set con el autor de Metrópolis. Si bien no era un gran dialoguista, en muchas partes de la película hablan como si estuvieran recitando una traducción, su sangriento método hacía que a nivel expresivo los actores dieran lo mejor de si. O si no recuerden la cara de Tracy llegando a la casa de sus hermanos en su “Resurrección” parece que hubiese visto con sus propios ojos las llamas del infierno. O el rostro de Silvia Sidney cuando se da cuenta por la carta anónima que Joe está vivo.  Era todavía cine mudo.
Furia es una película fundamental no solo para aprender cómo se construye el lenguaje cinematográfico sino para comprender que no hay asesino más despiadado que una turba embravecida.

DESESPERACIÓN. Crónicas de la violencia.


Llevaba varios días escupiendo sangre. La úlcera se lo estaba carcomiendo por dentro. Doña Prudencia lo vio más flaco, amarillo. Los niños no estaban mejor. Cuando ella les abrió la puerta de la casa no se pusieron a correr por ahí. Al contrario, estaban muy cansados, lo único que esperaban era acostarse en un rincón. La vida era mejor cuando se dormía.
Curillo no había cambiado. Seguía siendo el mismo pueblo miserable. Ni siquiera los papeles multicolores que adornaban las calles podían quitarle ese color gris. Todos sus habitantes querían salir pronto de allí. La selva no es un buen sitio para los seres humanos. 
                                                     Ramón Reyes tenía 54 años


Pero Ramón Reyes regresaba y no volvía solo. Tenía a cuestas a su esposa y a sus cinco hijos de 12, 9, 8, 6 años y un bebé de cinco meses. Dicen que los hijos son una bendición pero para él no eran más que una carga muy pesada.
Se acomodaron como pudieron en una habitación húmeda. En la noche se levantaba sumido en el sopor de la desesperación. Las paredes parecían que se estuvieran estrechando con cada minuto que pasara. En el campo vivían con muy poco. El mismo había conseguido las tablas, con sus manos armó la casa. Cuando llovía el techo frágil no podía soportar la embestida de la tormenta. Cuando hacía sol el sitio se convertía en un inmenso horno micro-ondas.  No era el mejor lugar para estar pero estaban mejor que ahí, arrumados en un rincón, viviendo la humillación de sentirse arrimados en la casa de su mamá.
“Usted no se haga ilusiones con que lo voy a poder mantener a usted y a la parentela” Le decía sin mirarlo Doña Prudencia. Para subsistir la señora de setenta años vendía almuerzos en el primer piso de la casa. Esa semana le había ido bien. En el pueblo se celebraban las fiestas sampedrinas. Los borrachos caminaban como zombies todo el día por las calles polvorientas. Muchos llegaban enguayabados a comer como condenados. La mamá cumplía con darles la comida. A Ramón le quedaba comerse su dolor y caminar por ahí a ver que conseguía.  Fue a la Personería a que le resolvieran el problema pero como suele suceder estas instituciones están allí para justificar cuotas políticas. Le dijeron que tuviera paciencia.
                                                          La casa de Prudencia

El presidente de la vereda de donde había llegado estaba en Curillo llenando su abultada panza de cerdo y trago. Supo que Ramón estaba en el pueblo, lo fue a visitar a la casa. Lo conmovió el estado en el que estaba “Los niños lloran todo el día y parte de la noche- Le contaba un Ramón apunto de llorar- el hambre no me los deja dormir…. Lo peor es que yo no puedo hacer nada” al presidente le conmovieron los ojos acristalados del hambre. Buscó en su carriel, vio unos billetes sudados, revueltos, escogió uno, se los puso en la mano. Hacía rato que Ramón no veía un billete de cincuenta mil pesos.
Ese día salió a comprar un pedazo de carne. Al lado de la iglesia se encontró con un amigo. Le contó la historia, el tipo le regaló un pedazo de pan. Le recomendó además que se pusiera a rezar. “Dios es el último refugio de los desesperados” Pensó el hombre cuando partía el pan entre sus cinco hijos y hacía milagros con el pedacito de carne que consiguió.
Las amigas de doña Prudencia criticaban el descaro del hijo. Como era posible que llegaran así, de una manera tan abusiva “buscando que usted los mantenga a él, la mujer y los cinco pelados”. Al final de la tarde, cuando el pueblo se empezaba a envolver en una nube de vallenato, tabaco y guaro, Prudencia fue al cuarto y le preguntó a su hijo cuanto tiempo iba a permanecer allí “El menor tiempo posible mamá, ya estoy afilando el machete, lo tengo listo por si en cualquier momento me sale alguna cosita”. Le dijo que era lo mejor y le repitió lo que para ella era un mantra “Acá la situación está muy verraca y escasamente tengo para mi”.

                                                                 El horror

A pesar del incesante ruido que destilaban los bafles desperdigados por el  pueblo todos en la casa se sumieron en un sueño profundo. Todos menos Ramón. El dolor se le incrustaba en la boca del estómago como  una puñalada.  Se levantó antes de las doce y fue hasta el cuarto de Prudencia. La despertó. Le dijo que le preparara un jugo de sábila para aliviarle “Este dolor que me está enloqueciendo” de mala gana la vieja se puso en pie, refunfuñando maldiciones. Bajó hasta el primer piso y se puso a hacer el jugo. Escuchó unos gritos y murmuró para sí misma “Borrachos hijueputas”. Se demoró un cuarto de hora, el tiempo suficiente para que Ramón hubiera sacado el machete de la funda y se lo hubiera clavado en el cuello a sus cinco hijos. La esposa alcanzó a distinguir el brillo metálico del arma en la oscuridad. Trató de correr hasta la puerta pero allí la alcanzó su marido. Tres machetazos en el cuello fueron más que suficientes para sacarle la vida.
Cuando la vieja llegó con el jugo de sábila al cuarto e intentó abrir la puerta no pudo. El cuerpo despedazado de su nuera se lo impedía. Ramón todavía estaba ahí, de pie, viendo los pedacitos de carne regados por el piso de lo que alguna vez había sido su familia. La vieja lo vio por la rendija y a pesar de que le gritó una y otra vez que no lo hiciera Ramón sonrió y se pasó el machete por el pescuezo.
Nadie en el pueblo escuchó los gritos desesperados de Prudencia.

24 de julio de 2012

EL TIEMPO. 101 años al servicio de la democracia.


Stalin tenía Pravda, Fidel Granma, Chávez Últimas noticias y Uribe tuvo El tiempo. Durante los seis primeros años de su dictadura el periódico de los Santos fue su pasquín ideológico.
En el 2001 después de una dura crisis económica El espectador pasó de ser un diario a convertirse en semanario . La inclemente  persecución de la que fue objeto en la década de los ochenta por cuenta del Cartel de Medellín lo hirieron de muerte. El espectador fue el único diario que decidió hacerle frente a Pablo Escobar y su pandilla de sicarios. Dejaron solo a Don Guillermo , los Santos iban detrasito, con su silencio sospechoso. Esa fidelidad fue recompensada en el 2002 cuando le encontraron puesto a Pachito, el hijo bobo, elquenosirviópaunamierda, le dieron un cargo que estaba hecho a su medida: La vicepresidencia de la república.

En el Valle de la muerte todo llega tarde y podrido. No hay vías de exceso, los burros son cada vez más lentos. El espectador acostumbra a llegar un día después. Nadie protesta, a nadie le importa, nadie lee por acá. Todos son muy pobres o muy ricos. A los primeros el hambre no los deja leer, los segundos están muy ocupados cavando huecos. El tiempo si llega. Para ese si hay aviones. Llegan muchísimos, los viejitos los compran, sobre todo los domingos. Por lo general acostumbran armar los fascículos que salen sobre la última enciclopedia de la salud.

No quería comprarlo pero necesitaba enterarme de lo que pasaba en el Cauca. No me fijé en la portada, había un soldado llorando. El titular decía algo así como que el rostro de ese soldado reflejaba la indignación que sentía un país. Adentro, en el desarrollo de la noticia venía un perfil del sargento ese (La verdad no recuerdo el rango y no me voy a poner el tiempo googleando porque lo que quiero es escribir) donde la mamá decía que el muchacho le había salido así de bueno porque lo había criado como deben criarse los hijos en este país “En una mano el pan y en la otra el rejo” El periodista hacía una reflexión sobre esta frase “Sabia y contundente”.
El tiempo tiene ese tipo de cosas encantadoras. Inevitablemente lo llevan a uno a la nostalgia. Yo creo que así eran los periódicos franquistas, con  un cura oligarca y ruin de columnista como el padre Llanos.

No es coincidencia que la primera vez que los narcos quisieron apoderarse del país El tiempo se hizo el pendejo y El espectador denunció. Mientras a este le mataron al director y a bombazo limpio le destruyeron su casa editorial El tiempo vivía una época de esplendor. La segunda vez cuando los paras empiezan su ofensiva militar y ponen en el poder a el patrón de Escobar, el diario de los Cano desaparece y el los Santos se instaura como el único periódico de circulación nacional.
Las competencias en este país se ganan no asumiendo riesgos y sobre todo jugando sucio, Sirviéndole al más poderoso, al que pone las lucas. El tiempo se convirtió en la voz de Colombia y por eso es tan peligroso. La voz de Colombia es la de una viejita inculta y prejuiciosa. Chillona. Se te destiemplan los dientes cuando la escuchas.
Con lo del Cauca se demostró que este país necesita urgentemente una ley de medios. La libertad de prensa se acaba cuando los grupos económicos controlan las noticias. El espectador volvió a ser un diario en el 2008 pero no tiene nada que ver con lo que era antes de desaparecer. Ellos también aprendieron a sobrevivir, a no decir toda la verdad. El precio es muy alto. Con todo y que todavía le falta mucho para ser un periódico serio está infinitamente mejor escrito que El tiempo. Prefiero mil veces a un mamerto como Molano a una vieja hijueputa como Salud Hernández.

El país estuvo a punto de tener su verdadera revolución hace unos días y los medios cumplieron su cometido; lo que no se ve no existe. Nada quedó de la lucha de los indígenas, en vez de verse a una etnia luchando por su dignidad , lo que leímos, lo que vimos fue a un grupo de indios malparidos maltratando a un inocente soldadito.
Medios como El tiempo o RCN le han enseñado la receta a los grupos económicos que gobiernan este país para  mantener la democracia más antigua del continente : Embrutece al pueblo, miéntele. Ellos creerán todo lo que le digas.

22 de julio de 2012

VALIENTE DE PIXAR. El hechizo no se rompe.


Si Valiente no llevara el sello de Pixar creo que nunca la hubiera ido a ver. Es que a mi esas historias de princesas rebeldes que escupen la corona y quieren combatir como un guerrero feroz no me interesan. En el primer cuarto de hora cuando aparece una que otra cancioncilla tuve la tentación de irme. El infierno se compone de una sucesión interminable de canciones  de Disney, todas compuestas e interpretadas por Thalía. Maldije que ese proyecto que revolucionó la animación a finales de la década de los ochenta hubiera caído en manos de los mercenarios de la casa de Mickey. Pero mi mal humor no tardó en desaparecer. Como un espectro del pasado comenzó a volverse a vers la figura de Pixar
.
Se ve que decidieron pagarle el tributo a Disney en el primer cuarto de hora para imponer después su visión de cómo se hacen las películas. Créanme, acá se rompen los clichés. Mérida, la princesa rebelde no es una guerrera machorra sino una niña hiperactiva que disfruta con el ejercicio físico, divertirse un poco con el arco y sufrir la cantaleta constante de su querida y esmerada madre.
La reina Elinor ha convocado a los clanes que se disgregan como ovejas salvajes en los verdes prados de Escocia. La idea es convocar a unos juegos para decidir quien se va  a quedar con la mano de la indomable princesa. Los tres clanes más importantes del país presentan a sus candidatos. A diferencia de cualquier otra película que abordara una trama como estas, ni los tres competidores, ni Mérida quieren casarse. Están allí porque son obedientes y no quieren tener problemas con sus tiránicos padres.

Desesperada por la situación que la obliga a convertirse en una reina sicorígida cabalga con su caballo por el bosque hasta encontrarse con unas luces mágicas. Las sigue hasta encontrar una cabaña lo más de mona entre los árboles. Entra y encuentra a una viejita narizona y fea que utiliza su tiempo libre en tallar figuritas de osos. Mérida no tarda en darse cuenta que la artesana no es más que una bruja. En vez de poner pies en polvorosa al darse cuenta de la verdad la jovencita impertinente le suplica que le haga un conjuro, quiere cambiar a la reina Elinor, que se quite la idea de casarla. La bruja prepara un hechizo y le da un pastelito.
La reina está preocupada porque los jefes de clanes parecen estar  impacientes, ansiosos por conocer cuál de ellos tendrá el honor de pertenecer a la familia real. Si no llega a resolver este inconveniente con rapidez el disgusto podría convertirse en guerra. Mérida, sin importarle mucho lo que pase con el reino, le ofrece el pastelito a su mamá. Ésta a regañadientes come un pedacito y después de dar unos pasos comienza a sentirse mal. Decide recostarse un momento. Mérida espantada ve como a los pocos instantes la refinada reina Elinor se ha convertido en un oso.

Cuando pensábamos que nos íbamos a adentrar en una trillada y aburrida historia épica encontramos con una película completamente diferente. En Valiente no hay villanos. Acá no existe el concepto de familia real disfuncional. Mérida tiene una madre que la ama y un papá que literalmente es un bacán y es usado dentro de la historia como el personaje que refresca, que hace reír sin llegar a convertirse en un payaso. La bruja es más bien una viejita arrepentida que ahora está mas interesada en sus artesanías que en sus hechizos. El rey convertido en un oso salvaje no es más que una víctima. Los pretendientes de Mérida no quieren casarse. No hay una gran historia de amor ni una heroína con súper poderes.
Valiente sin ser una obra maestra como Up o Wall-E, si consigue distanciar a Pixar aún más de sus archirrivales de Dreamworks quienes siguen interesados únicamente en sacar productos para niños y no es contar una historia o mejor aún en hacer una película de verdad.
Van a disfrutarlo sin duda. Los trillizos pelirrojos son absolutamente divertidos y créanme que no hay personajes empalagosos ni sosos. Recuerden que es un Pixar y esto señores es una garantía absoluta.

19 de julio de 2012

EL DICTADOR DE LARRY CHARLES. La carcajada inmoral.



Dejen todo lo que están haciendo, olvídense por un momento que tienen responsabilidades, la ciudad está de fiesta, hay una película de Sasha Baron Cohen en cartelera. Tenía mis dudas, el tráiler no me convencía, eso de que el dictador perdiera su identidad y se convirtiera en un pordiosero ayudado por una asociación democrática izquierdosa me sonaba a una asquerosa declaración de principios. ¿Sería que el bárbaro iba a aprender en este viaje iniciático a la miseria lo horrible que es sentirse oprimido? Para nada, ahí está el hombre que fue Borat, cargando encima el peso de ser judío e inglés, combinación demoledora a la hora de hacer humor.

Cuando creíamos que nada podíamos escandalizarnos aparece nuestro judío preferido (con el perdón del señor Konigsberg) para recordarnos que nada es sagrado, ni la maternidad, ni el culto a los muertos, ni los activistas sociales de izquierda  ni los feroces sátrapas de derecha. No importa mucho la trama, como tampoco nos importaban los hilos conductores en las películas de Monty Phyton, lo que importa acá como en el viejo slapstick, son las situaciones graciosas, los gags. Y créanme que en la película no se van a agotar. Es una sucesión interminable de chistes con humor negrísimo, de situaciones absurdas, ridículas, despiadadas que evocan al grupo que lideró John Cleese a finales de los sesenta.

Wadiya es un país sometido a los caprichos de su dictador. El organiza unos juegos olímpicos donde acomoda todas las reglas para ganar 14 preseas doradas, hace remakes de clásicos como Indiana Jones y acapara todos los premios que llevan su nombre y su cara. Con la chequera abultada por petrodólares, Aladdin no tiene nada que envidiarle a un jeque o a Chávez. Pero la ONU está por ahí algo molesta con su dictadura. No es que le preocupe tanto el tema de los presos políticos sino que se le imposibilite a las grandes multinacionales explotar el petróleo que guarda su desierto. Necesitan una excusa pues ahí la tienen, este tipo está experimentando con armas de destrucción masiva, las pruebas son contudentes así que para prevenir el ataque lo mejor es viajar a Nueva York y aclararlo todo en plena asamblea de naciones.
Pero en la primera noche el plan para asesinarlo creado por su primer ministro empieza a funcionar. El empleado del hotel no es más que un agente de la CIA. Mientras Aladdin está amarrado a una silla le va mostrando los objetos con los cuales lo va a torturar antes de matarlo. El dictador va criticando cada uno de esos instrumentos, dicen que en Estados Unidos “Están muy desactualizados en esa materia” y comienza a criticar los artefactos hasta el punto que hace avergonzar a su torturador. ¿Han leído bien? Todo está en ese tono único, terriblemente despiadado, original, genial.

Sasha Baron Cohen está haciendo algo que hace unos años creíamos imposible, está descubriendo otros caminos para hacer reír y eso que estábamos convencidos que todos estaban cerrados. La escena de los dos paisanos de Wadiya subidos en el helicóptero tratando de convencer a dos paranoicos e histéricos norteamericanos de mediana edad de que ellos eran sus compatriotas es delirante.
Un poderoso empresario chino le paga a Edward Norton, Viggo Mortensen y Harvey Keitel por hacerles sexo oral y disfrutar de un abundante cum shot facial. Aladdin se follaba no solo a Lindsay Lohan o a Megan Fox sino que tuvo sus devaneos con Swarzeneger disfrazado de Terminator, un viejo sueño erótico que muchos adolescentes tuvieron alguna vez.

Es una carcajada constante, culpable. Los imbéciles se han atrevido a decir que Sasha Baron Cohen es un fascista, un antisemita irresoluto y cruel. Se equivocan otra vez. Cohen no solo es judío sino que es un judío practicante. Él es de los que revisa la ensalada que le sirven en un restaurante para comprobar que no hay rastro de jamón u otra forma en que venga camuflado un cerdo. Hace una especie de comedia- documental que a la vez es una denuncia, pero una denuncia ¿a qué?.
Para él hombre que fue un reportero kasako todos somos una partida de bastardos infelices. Es un humor amargo que invita a la desesperanza, que nos recuerda esa máxima de Ciorán, “No te preocupes porque camino debes escoger, igual siempre escogerás el equivocado” Entre la democracia norteamericana y la dictadura de un país árabe o veneco no hay diferencias. Todas las elecciones están compradas, así no haya fraude mi hermano, la mayoría nunca tiene la razón.
Es la dictadura de la subjetividad, el voto de un hombre ilustrado vale lo mismo que el voto de un hombre pobre e ignorante. Con el hambre se obtienen los tronos en países tan pobres como Colombia o Estados Unidos de América.
La película te lleva a este tipo de reflexiones sin olvidar que es una comedia, una comedia que te hace reír hasta que te duele la quijada, hasta que te sientes culpables, porque otra vez el hombre que fue Ali G nos vuelve a mostrar lo implacables que somos, la bestia que tenemos dentro y que todos los viernes en la noche quiere salir a divertirse.
Denle gusto a la bestia, llénenla con hora y media de pura carcajada inmoral. Nada es sagrado y si lo dice un genio como Sasha Baron Cohen alguna razón tendrá.

17 de julio de 2012

¿QUIEN TOCA MI PUERTA? DE MARTIN SCORSESE. La piedra angular del Nuevo Hollywood.


Era un chico asmático, muy pequeño para su edad. Creció en los suburbios de Nueva York, en medio de aspirantes a gángsters. En las mañanas lo levantaba la voz de Enrico Caruso y Tony Bennet que salían de los apartamentos que colindaban con el suyo. Tenía un buen oído pero no era músico. El oído lo favoreció para escribir diálogos. Entró a la universidad a estudiar cine simplemente porque no le interesaba otra cosa. Se destacó como un tipo organizado, obsesivo. Era un autor, desde siempre lo fue. Hablaba de lo que sabía, lo que le interesaba. La pequeña Italia. Todos esos muchachos tan bien vestidos, con sus zapatos perfectamente lustrados.

Junto con su compañero de estudio y amigo, Martin Mardik construyeron el guión de un medio metraje. Se llamaría Lo dijo primero. Pusieron un aviso en el periódico buscando un actor. Llegaron varios aspirantes pero el que se quedó con el papel principal fue un tipo de cara de zorro hijo de polacos. Un tipo duro pero a la vez con una extraña inocencia. Necesitaba ser el alter ego de Scorsese, todo lo que no pudo ser. Se llamaba Harvey Keitel.
Rodaron con muy poco presupuesto. Cuando obtuvieron el resultado final se dieron cuenta de que nadie quería comprar un mediometraje. Necesitaban alárgalo más. En cinco años Quien toca mi puerta? Dejó de ser un proyecto estudiantil para convertirse en la ópera prima de uno de los más grandes directores de cine norteamericano de todos los tiempos.

J. D es un muchacho italo-americano que ha seguido con obediencia los preceptos y temores católicos con los que ha sido criado. Es bastante básico, su vida es estar de joda con los muchachos del barrio, bebiendo o andando por ahí golpeando al que se les atraviese.
Una tarde mientras está en un ferry conoce a una muchacha, hija de los sesenta, que lee revistas en francés, vive sola en su apartamento y no tiene televisor.  La excusa para empezar a hablar fue una foto de John Wayne en The searchers. Una escena realmente magnífica. Scorsese pone en la boca de su alter ego todo lo que piensa de la película de John Ford. A ella le cuesta aceptar que le gustan las películas de vaqueros. Es tan difícil para alguien con pretensiones intelectuales en esa época   como hoy en día lo es para un mamerto aceptar que la pasó bien viendo Los vengadores. En esta escena ya queda condensada su estilo. Lo que en otro director sería una simple y aburrida conversación filmada en plano medio Scorsese siguiendo su instinto aprovecha todo el área. Deberían ver una y otra vez esta escena todos aquellos que aspiran a dirigir una película algún día.
Hay algo salvaje en J.D que la atrae. Comienzan a salir, una vez en el apartamento de J se besan apasionadamente. El se detiene, ella no entiende muy bien que es lo que pasa. El trata de explicarle. No la quiere de esa forma, hay chicas y perras como le dice después de ver Rio Bravo. Con las chicas uno no se acuesta sino después del matrimonio. Con las perras uno se divierte, con las chicas se habla de cosas serias. Con educación y respeto.

Ella le cuenta  que un día un muchacho la violó. J no le cree. Si la violó fue porque algo le hizo creer que sería posible estar con el “Además tienes que saber con qué hombres sales”. Se empieza a provocar la ruptura. Los muchachos están ahí en la barra, con ganas de emborracharse, de mostrar sus armas de reafirmar su hombría.
Muchos asocian las películas de Scorsese con la ultra-violencia. No existe un director en los últimos cuarenta años que esté más emparentado con las inquietudes y contradicciones que puede tener la religión.  Quien toca a mi puerta?  Está emparentado con el cine de Dreyer, de Bresson, de Buñuel, de todos aquellos que decidieron adentrarse en el alma humana. Además es el testimonio de una época donde el mundo estaba cambiando. La idea surgió muchos años antes de que Dennis Hopper estrenara su sobrevalorada Easy Ryder y muchos vieron en este manifiesto la película fundacional del Nuevo Hollywood. Pero esto no es así.
Es con la opera prima de Scorsese con ese proyecto estudiantil que empezó como medio metraje que empezó de verdad a despertarse la fiebre por destruir a los estudios, por enterrar a los viejos productores y llenar a la industria de historias personales donde aparecía gente de verdad y no simples estrellitas. Scorsese empezó su carrera siendo ayudante de John Cassavetes y esto se nota en su primera película, se nota que idolatraba Shadows y sobre todo Faces.
Quien toca mi puerta? Es una película fundamental no solo para entender como funciona la mente de un machista, de un católico inconsecuente (Si peco y rezo empato) sino que es la piedra angular sobre el cual se gestó el último gran movimiento creativo en Norteamerica. Que se mueran los independientes de los años noventa pero no le llegan ni a los tobillos a esa explosión creativa que significó a finales de los sesenta el nuevo Hollywood.

16 de julio de 2012

LAS NOCHES DE LUNA LLENA DE Eric Rohmer.


Eric Rohmer está a la altura de los grandes novelistas. Su manera de escribir es un tanto particular. No necesita de una máquina de escribir o un papel y un lápiz. Se provee de actores, los riega en un plató y con cámara en mano comienza a delinear, a crear personajes.
En Las noches de  luna llena toma a una mujer despreciable. La clásica mujer frívola que además pasa por culta, por una mujer cosmopolita, de avanzada. Vive de gorra en la casa de su novio, un tenista retirado que posee una sólida cuenta bancaria. Ella planea irse del lado de la casa ubicada en el campo para irse a un apartamento en el centro de París. Allí no podrá perturbarlo con sus continuas salidas porque Louise tiene muchos amigos, casi todos reputados intelectuales y artistas. El mas cercano de ellos es Octavio, el clásico snob pretencioso que se la pasa hablando de lo mucho que trabaja en sus artículos y en todo momento lo sorprende la inspiración. Por eso tiene en el bolsillo de su gabán una libreta de apuntes.

A Remy el pedido de su novia no le gusta demasiado. Es más no puede aceptar ese tipo de relación desapegada, sin compromiso ni renuncias. Si uno está con alguien es para entregarse completamente a una persona. Para ella lo mejor es disfrutar de las noches de luna llena bailando en las discos de moda, al lado de hombres que no te den ningún tipo de estabilidad. Bestias nocturnas dispuestas a despedazarte. Cuando nota que Remy ha empezado a salir con otras mujeres Louise se resiente y allí vemos que su discursito barato de vivir juntos pero a la vez separados y sin códigos morales que te aten es solo eso;  una forma de acomodarse, de aprovecharse de la otra persona.
Rohmer veía con preocupación como la juventud de los ochenta había abandonado para siempre los ideales, los sueños, la innovación que se planteaba veinte años antes. Louise quiere un apartamento para estar completamente sola sin embargo vemos que en la primera noche se la pasa buscando en su agenda números telefónicos para invitar a salir a sus numerosos amigos. Cuando no queda otro recurso que quedarse esa noche en el apartamento tiene que ponerse a leer hasta que la venza el sueño. Al otro día cuando habla con Octave le dice que la pasó maravillosamente en soledad “Leyendo dos horas seguidas, había olvidado lo fantástico que es todo esto”.

Su trabajo es completamente mediocre. Dice ser artista pero en realidad lo que hace son unas horrendas lámparas que a nadie le interesa comprar. Claro que en sus ratos libres ejerce la arquitectura pero de entrada Rohmer la muestra como una persona completamente desinteresada por su pasión. En Las noches de  luna llena Rohmer muestra a una generación preocupada únicamente por pasarla bien, por no sufrir nunca más.
La declarada admiración de Rohmer y por Hitchcock se nota en esta película. El personaje principal es un tenista como sucedía con Farley Granger en Extraños en un tren y aplicando el concepto hitchckoniano de los objetos veremos al protagonista apoyarse en raquetas, usar términos tenísiticos, que sea el tenis precisamente la fuente de los problemas que tiene con su pareja.
En escenas como la del baño de París, cuando Louis descubre que Remy está en París, él que tanto detesta salir, tiene que esperar un tiempo considerable y respiramos el suspenso más genuino. Octave sentado en la silla, escribiendo un” magnífico” artículo que acaba de ocurrírsele le parece haber visto a Remy con una mujer. Pero todo es bastante impreciso, casi que fantasmal.
Está además la alusión a Jean Renoir y La regla de juego. Octavio es el amigo fiel, incondicional que está al lado de Louis como un perrito faldero. En el fondo no es más que un hombre completamente apasionado por su amiga y que hará lo imposible por tenerla, como el Octavio de La regla de juego.
Si quisiéramos explicarle a los marcianos como era un joven, la música, la estética de los años ochenta tendríamos que mostrar Las noches de luna llena, seguramente después de ver lo que sucedió en esos años donde los jóvenes se reconocieron frívolos, desinteresados y tontos podrían entender la crisis que actualmente vivimos.

Rohmer está a la altura de Stendhal. La valoración que se le puede hacer a sus personajes es bastante compleja. No crea estereotipos sino seres humanos. La vida en sus películas transcurre con normalidad, fue el cineasta que mejor supo retratar la realidad. A Rohmer no solamente se mira sino que también se lee.

13 de julio de 2012

PEQUEÑAS MISERIAS. Apuntes de Renson Said sobre las elecciones de la UFPS


Lo que ha sucedido en esta campaña política hacia la rectoría de la  Universidad Francisco de Paula Santander es vergonzoso. Grupos enfrentados como perros rabiosos que se muestran el colmillo. Campañas sucias. Vandalismo. Compra de votos a cambio de notas. Persecución académica y política. Discursos vacíos que no se diferencian en nada de aquellas arengas del demagogo tradicional de vereda. Programas que no buscan la modernización de la universidad sino el sometimiento brutal de todo un aparato institucional a una pequeña élite corrupta hasta los tuétanos.

La campaña oficialista de Héctor Parra, por ejemplo, está salpicada de toda clase de escándalos. Parra ha sido denunciado ante la fiscalía por celebración indebida de contratos, enriquecimiento ilícito y usurpación de funciones públicas. Lo denunció el abogado Luis Arturo Melo quien destapó la olla podrida de la universidad: el carrusel de contrataciones por más de 12 mil millones de pesos que firmó Héctor Parra días antes de dejar la rectoría en manos de Claudia Toloza, su factótum de bolsillo. Y con ello amarrar su quinto reinado. En estos últimos doce años, la Ufps ocupa el puesto 66 entre 68 universidades en investigacion segun el boletín científico Sapiens Research (el grupo que dio a conocer el ranking de las mejores universidades del país) en investigación.  Eso equivale a 1,68 sobre 100, lo cual significa que la investigación es inexistente. Y en esos mismos doce años la universidad ha acreditado una sola carrera. El resultado, como ven, es pobre, y cuestiona la labor de Parra como directivo.

Esa brillante y exitosísima operación de hipnotismo que maneja la rectoría, para que la mayoría de los estudiantes no se den cuenta de la necesidad histórica de un cambio, podría llevar a la Universidad hacia un subdesarrollo intelectual y académico. Porque el subdesarrollo lo determina el estatismo, las doctrinas dogmáticas, la inmovilidad intelectual, académicamente improductivas y ciegamente conformistas. Y todo esto es el resultado de una absoluta irresponsabilidad civil. ¿Por qué no asistió Héctor Parra al debate con los otros candidatos? Porque en vez de argumentos lo que tiene Parra es un desastre administrativo.

En esta campaña se ha coartado la libertad de expresión. No ha habido tolerancia. No ha habido uso de la razón: los tres aspectos que, desde el siglo XVIII, han identificado a la universidad en el mundo occidental

Al candidato Carlos Flórez le boicotearon la oficina, le robaron la publicidad de su campaña y no le han permitido enfrentarse en igualdad de condiciones con el candidato Héctor Parra. Porque la demagogia, la pobreza crítica, la ambición al enriquecimiento ilícito han estado por encima del debate y la inteligencia.

Yo creo que si Héctor Parra no hubiera ambicionado una quinta rectoría, hubiera podido jubilarse con un poco de tranquilidad. Pero ahora le toca enfrentarse a un lío judicial del que probablemente no salga bien librado y otra vez será la universidad la que pierda. Un cambio de rectoría le haría bien a la Universidad y a la sociedad. Y yo creo que Carlos Flórez o Álvaro Pedraza están en la condiciones de limpiar  a la Ufps de las pequeñas miserias de las que se ha embadurnado en los últimos doce años.

11 de julio de 2012

EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA. Me cansé de los paracos.


Lo que sucedió con El caballero de la noche en el 2008 y con Thor el año pasado me hicieron ir convencido de que este relanzamiento de la saga de Spider Man iba a estar a la altura de la publicidad desplegada. Nunca he sido un fanático de los comics de Marvel y la verdad me he enterado de la existencia de Stan Lee gracias al culto que le fabricó Kevin Smith, pero me gocé de principio a fin Los Vengadores y no tenía dudas de que acá me iba a pasar lo mismo.

En los primeros veinte minutos parece que todo está funcionando. Si, por supuesto que aparecen los lugares comunes, el nerdo con su patinetica a lo Martin Mcfly, el matón de colegio intimidando a los que llevan gafas e inhalador y de una vez sabes que estás al frente de un producto diseñado para un público adolescente. Una vez puestas las reglas del juego sobre la mesa las aceptas y tratas de ser un niño de nuevo. Los Lumiere no solo inventaron el aparato que vence a la muerte sino que en cierta forma es una máquina del tiempo.
A la primera hora puedes decir que la estás pasando bien. Siempre es divertido ver como un tipo común y corriente (Uno de los grandes aciertos de Stan Lee fue haber creado sus súper héroes con los defectos y debilidades que tenemos la mayoría de los seres humanos) va descubriendo que tiene poderes, como tiene que sufrir para aprenderlos a controlar. Acá el joven Peter Parker no necesita de ningún maestro, eso él haciendo cabriolas con su patineta va aprendiendo de las caídas. En una de esas como sucede desde que fue escrita hace décadas el tío de Parker muere y el man como es natural quiere venganza. La mayoría de paramilitares y asesinos en serie empiezan así y un justiciero enmascarado no es más que eso, un paraco. El jefe de la policía está obsesionado con ese enmascarado y es muy divertido para los que no estamos muy emparentados con el comic de Spider Man ver como el tombo es ni más ni menos que el suegro del arácnido justiciero.

Hasta allí todo bien. Pero pasada la hora, cuando aparece el villano, un lagarto completamente manipulado por los malditos efectos de un computador es que a mi juicio la película se viene abajo. Entonces entiendes que Marc Webb (el director de la primera parte de esta nueva saga) carece del talento de Keneth Branaght (Thor) o del magnífico Cristopher Nolan (Batman). Los tíos de Peter, interpretados por dos actores tan capaces y curtidos como Martin Sheen y Sally Field son sombras que se mueven en la película sin que tengan ningún peso. La pobre Field quien hace años no la veía vive pegado a ese lavaplatos como si toda su existencia se redujera a estar en la cocina. En ningún momento te enganchas con la historia de amor y eso que a mi Emma Stone me encanta y que no lo duden, Andrew Garfield es mucho más actor que Tobey Mcguire.
Cuando empiezan a destruir Nueva York te das cuenta que ya, que te hastiaste de que cada dos meses destruyan La gran manzana, que te has hastiado de los súper héroes, que a la industria le encanta agarrar un tema y exprimirlo hasta dejar el bagazo. Y mientras estas historias siguen funcionando en taquilla van a aparecer una y otra vez.

Son sagas que se acaban y vuelven a empezar, algo eterno como la Kundalini, la serpiente que se muerde la cola. Ojo que con esto no quiere decir que no esté emocionado porque el viernes estrenen la última parte del Caballero de la noche. Nolan es un genio y transformó a Batman en puro cine negro.
Para el que quiera desparcharse vaya y la ve. Le recomiendo que se fume un buen porro antes de entrar y la vean en 3D. Total es una época estéril donde no hay mucho por hacer en la calle.  La sala de cine sigue siendo uno de los pocos lugares donde uno todavía se puede sentir seguro, más si está en el hombre araña cuidándote.
A los fanáticos del comic y de los súper héroes seguro les va a encantar. Este servidor definitivamente ya se mamó de eso.

10 de julio de 2012

HUMOR COLOMBIANO. DE FLACAS TONTAS A GORDAS FABIOLAS


A pesar de que siempre estamos en los primeros lugares de ese absurdo ranking que mide cuál es el país más feliz del mundo, los colombianos carecemos de sentido del humor. El problema radica en que nos tomamos demasiado en serio. Somos la raza que creó a Pablo Escobar a Carlos Castaño, a Mancuso a Álvaro Uribe, gente profundamente admirada no solamente por todo ese aura de poder que tienen sino porque son unos berracos que no permiten que nadie se ría de ellos. Son gente seria que se hacen respetar donde se paren.
En casos bastante raros existieron comediantes que trataron de socavar la podredumbre social y política. Uno de ellos fue el recordado Jaime Garzón. Con su programa Zoociedad, fruto de la unión creativa  con Karl Troller y Eduardo Arias pudieron burlarse de toda la corrupta clase política en una época todavía más complicada que esta en cuanto a libertad de expresión se refiere, el principio de la década del noventa. Nueve años después Garzón pagó el precio y terminó estrellado en su camioneta con el cuerpo destrozado por las balas paracas.

Así responden los machos en Colombia cuando se meten con ellos, frentiando porque si no frentías perdés el honor y de ahí para adelante hasta marica te volvés.
El fundamento principal del sentido del humor es poder burlarse de todo, lo sagrado, lo profano, de los demás y sobre todo de uno mismo. En los ocho años de Uribe el colombiano aprendió a amar y a respetar su bandera, su tierrita. Esta inyección de nacionalismo produjo un conato de guerra con Venezuela y Ecuador. Los paisas, resguardados en sus montañas estaban dispuestos a dar la vida con tal de defender ese país tan hermoso que Dios les había dado: Antioquia. Hubo varios frentes de resistencia humorística, pero ni los Rencauchados, ni Francotiradores,  me hicieron reir. Yo creo que es porque se recurría siempre al chiste tonto, a forzar una situación para hacerla graciosa y no tuvieron la capacidad de ver que con solo mostrar la realidad era más que suficiente para despertar el humor.
Colombia es de los pocos países en el mundo (junto con Bolivia y Paraguay) donde todavía sus canales de televisión creen que el único instrumento del humor es el chiste. Por eso en cada fiesta tenemos a un maldito borracho contándonos un poco de cuentos verdes, subidos de tonos, repetidos hasta el cansancio, machistas, violentos, sosos, aburridos, inaceptables. Nadie es capaz de contar por ejemplo sus propias desgracias. No hay nada más gracioso que nuestros propios fracasos porque nos rebelan lo que somos: Miserables piojos en la cola de un elefante.

Los judíos si que saben explotar ese humor hasta el cansancio. Sasha Baron Cohen en su personaje de Borat asume el papel de un periodista de Kaskistán abiertamente antisemita. En Colombia, como todo se toma de una manera literal muchos creen que Baron Cohen es un tipo que odia a los judíos cuando en realidad no solo pertenece a esa raza sino que es un practicante acérrimo y consecuente, de esos que revisan una ensalada para comprobar si no se le ha colado al chef un pedacito de cerdo.
Woody Allen, Larry David, Jerry Seindfield también son representantes del gran humor judío, los tres no solo se ríen de ellos mismos sino que se atreven a ironizar sobre lo absurdo que es la vida, lo cursi que son los conceptos de patria y religión. Se orinan encima de todas esas guevonadas que nosotros como fieles representantes del tercer mundo creemos sagradas.
Somos literales, básicos. No sabemos leer entre líneas. Por eso creemos que los gringos son tontos “Porque se ríen de unas bobadas….” Ni hablar de los ingleses. Acá en los setenta nuestros papás adoraban a Benny Hill porque en una época mojigata el carnicero inglés les traía viejas casi que empelotas. Este es uno de los pocos países en occidente donde las películas de Eddie Murphy se reciben bien y fue el único país de Latinoamérica donde la tercera entrega de  Mi abuela es un peligro fue un éxito absoluto de taquilla.
Hay esfuerzos independientes de gente linda, super refinada, gente de vanguardia me entiendes que quieren que dejemos de ser los herederos de Montecristo y Alfonso Lizarazo para convertirnos en Sarah Jessica Parker. Chicas muy sofisticadas son las que llevan la batuta. Una de ellas es Isabella Santo domingo quien desde que escribió Los caballeros las prefieren rubias está convencida de que es la Diablo Cody colombiana. Lo peor es que muchas peladas que pasaron por una universidad bien creen que Isabella y su maldita serie (Porque el libro se ha convertido en una serie) les están mostrando el camino de la tan mentada liberación femenina; estudia, consíguete un buen puesto donde te paguen súper bien y te veas muy linda para que lleves a la cama al hombre que quieras.

Isabella como su hija, o su homúncula, Alejandra Ascárate están convencidas de que son dos mujeres super inteligentes y además hermosas. Gente muy interesante, de lo más graneadito que ha dado la pobre oligarquía colombiana. Muchachas (eternamente muchachas) que van cuando quieren a París, se comen a un argelino muy bueno, pagando muy bien por supuesto y luego llegan a Colombia a enseñarnos como es que por allá en esos países fríos la gente se ríe.
Yo no tengo nada contra la gente bruta, muchos son amigos míos y la gran mayoría viven felices. Lo que no soporto es a un imbécil dándoselas de interesante. Peor, a una idiota dándoselas de graciosa. La columna de la Azcárate no es mala porque se metió con las gordas, es mala y merece toda nuestra desaprobación es porque simple y llanamente no es graciosa. Cualquier palabra que yo diga sobra, todo eso ya lo escribió el gran Ricardo Silva Romero en su columna de El Tiempo.
Lo bueno que dejó la metida de patas de la Azcárate es que abrió un debate sobre el pobre nivel en que se encuentra el humor nacional. Desde el cine donde Dago encontró una fórmula y ya no se preocupa por contratar a un guionista sino que va pegando chiste tras chiste como si una película fuera un chorizo hasta en la radio donde el Cuenta huesos y Risa Loca son los reyes de la tarde.
El otro punto bueno es que posiblemente a Alejandra no le den trabajo durante un resto de tiempo. Y eso me alegra porque yo aborrezco a gente como ella, la niña que juega a ser loca, irreverente. Una copia extraña y anémica de Carolina Sabino cuando estaba de moda en los noventa. En el programa más asqueroso que se recuerde en mucho tiempo, Colombia tiene talento Alejandra jugaba a ser despiadada con ese poco de indigentes que se presentaban sobre ese inmundo escenario a hacer lo que más sabe hacer el colombiano promedio: el ridículo. Ella estaba convencida de que era la versión latina y hot de Simon Cowell.
Azcárate, Santo Domingo, el imbécil ese del Santiago Rodríguez, Suso el paspi, Pirry, en fin todo ese humor frívolo, con ese falso desparpajo, esa falsa denuncia, representa la imposición total del fascismo en este país. Por algo vienen con el sello de calidad RCN. Yo la verdad prefiero seguir viendo al genial Jorge Velosa en el Chinche, con todo y que para dolor de los que extrañamos esa serie tenemos que comprobar cada noche lo mucho que envejece.
Al parecer solo los pueblos civilizados y cultos pueden reírse de si mismos. Nosotros estamos demasiado felices y orgullosos de nosotros mismos para poder hacerlo. Desde que esto permanezca así estaremos condenados a dos flagelos: las flacas frívolas y las gordas fabiolas.

9 de julio de 2012

POR LA TARDE


El viejo estaba balanceándose en la mecedora. La sombra de la gorra le cubría media cara, el sol no lo enceguese, puede ver como los coyotes han dejado de comer la burra podrida, se dispersan asustados por los cascos de caballo que estremecen las piedras.
Con el miserable movimiento que le permitían sus piernas, detuvo la mecedora y se levantó crujiendo como si los huesos se le astillaran. En tres pasos llegó a la puerta, tomó el rifle y tambaleante se lo llevó al hombro.
"Todo se acaba menos la vista" pensaba el viejo "Si dejo de mirar, si los ojos se cierran es porque estoy muerto". La polvareda precedía  a la pandilla "Fue ella, la morena, tenía hambre, yo no le puedo dar nada, que voy a hacer, ella tiene el derecho de ganarse la vida como se le de la gana".
Eran tres. Al cabalgar el sombrero del rubio volaba en el cañón como un buitre más. "El sol le da de lleno en la frente, como si Dios hubiera sacado uno sus dedos de entre las nubes y me hubiera dicho Tu dispara Visconti, tu hala el gatillo que yo te la llevo hasta allá". El viejo sintió como el hombro se le desencajaba ante el primer culatazo "Primero se escucha la explosión, como si la tierra se tragara un trueno y pasará un momento, el tiempo justo para secarte el sudor que te cubre la frente para que veas como el hombre cae, como muerde el polvo".

Quedaban dos más, no se detuvieron a mirar como estaba el rubio. Al Grande la rabia le recorría las venas. Romperían cien mil murallas para sacar ese corazón. El viejo miró el suelo de su porche, se buscó una bala, una puta bala entre el pantalón, en el bolsillo de su camisa, se quitó el sombrero y arrojó el rifle al suelo.
"Con que esas tenemos viejo conchudo" Pensaba el grande mientras agarraba con fuerza las riendas del caballo "Apelando a la caridad cristiana gran hijueputa, no tuviera yo esas ganas de sacarle esa alma a balazos y mandarla directica al infierno, tuviera yo la paciencia que usted tuvo malparido para abrirle el pescuezo a mi papá y sacarle la lengua por ese hueco". La piel del caballo se abría en un surco sanguinolento, la carne exponiéndose al sol, la tierra dándole de lleno en los ojos del Grande. "Agradézcale a Dios que no me dió imaginación, que me hizo un guevón impaciente, un hambriado que quiere comer sin respirar, sin disfrutar. Porque era para deleitarme cortándolo por pedacitos, dejándole las heridas abiertas pa que los buitres bajaran y se atragantaran con usted".
El viejo salió del porche, siempre con las manos arriba. El Grande se detuvo unos pasos antes de llegar a la casa, el otro hermano se había retrasado. El grande puso el cañón de su rifle en su brazo extendido, vió una borrosa y redonda mancha en el visor,  respiró y presionó. La bala como un ave de rapiña se le llevó medio brazo. Los hilachos de carne salpicaron la pared.
El Grande se bajó del caballo, arrojo el rifle entre las piedras y desenfundó una pistola. "Santa María que estás en el cielo, tiene que existir un alma, esto no se puede acabar así. ¿Cierto que existe usted Dios? que se esconde es solo para asustarnos, para que la gente madrugue y sea laboriosa y devota como todos nosotros. Cierto que si Dios?." Al grande la rabia lo desbordaba. "Ojalá no me vaya a pedir perdón porque ahí si se me sale lo sádico y puedo caer hasta en el pecado de la tortura. No, no, que no me pida perdón. Bastante tiene con el sofoco que le espera en el infierno"
El sol aplastaba la casa. El  caballo del otro hermano tenía la lengua por fuera. Le clavó las espuelas en seco. Tuvo que agarrarse al cuello del animal para que el impulso no lo hiciera caer. Se apeó, caminó tres pasos hasta que el estallido de un revólver lo hizo detenerse. Desde donde estaba alcanzó a ver como el viejo caía con la cabeza abierta en la madera que el mismo había pulido.

LA CHISPA DE LA VIDA De Alex de la Iglesia. España en tiempos de crisis.


Un gran autor tiene que ser un testigo y un cronista de su época. Cuando Alex de la Iglesia anunció que su próximo proyecto se centraría en el drama de la crisis económica que azota a su país.  Esperamos ansiosos la visión que tendía el director bilbaíno.

Sin temores de asumir riesgos asume la historia del publicista que creó el famoso slogan de Coca-Cola, La chispa de la vida. Ahora todo para Roberto Gómez va en picada. Nadie quiere darle trabajo, como a miles de españoles. De nada le sirve tener un brillante curriculum, todo el mundo le cierra la puerta en la cara. Lo único que le da sentido a su existencia es su hermosa esposa mexicana interpretada por Salma Hayek. Ella es el prototipo de la esposa abnegada, encerrada en una cocina, alguien que no pide nada, que solo da.
Agobiado por las deudas, por el desempleo,  decide liberarse un poco de la tensión y darle una sopresa a su querida esposita; busca el hotel donde pasó la luna de miel, no vendría mal pasar un fin de semana en la hermosa Cartagena española. Pero el lugar ha sido derrumbado por que justo allí se han encontrado los restos de un teatro romano. Roberto asustado por un policia que le pregunta Que coño está haciendo en la zona prohibida, da un paso en falso y se aferra a una escultura gigante para no caer en el vacío, una secuencia realmente brillante que logra comprimir toda la poderosa imaginación de Alex de la Iglesia. Mientras el policía trata de rescatar al hombre, el alcalde inaugura el complejo arqueológico. Todos los medios nacionales, locales y extranjeros están allí para reportar el hallazgo. Mientras tanto  el pobre Roberto no logra soportar más y  cae sobre una reja. Al parecer todo está bien, puede hablar, mueve las manos, está en perfecto estado... sino fuera por esa maldita barra de hierro que tiene enterrada en la cabeza.

A diferencia de No man's land acá no sentimos la angustia del hombre que si quiere permanecer vivo debe estar absolutamente inmóvil. La razón está en que Denis Tanovic eligió seguir con su comedia ácida y no se vio tentado como De la iglesia en caer en la trampa de la denuncia, de ceder ante la exigencia de un drama que lograra sintetizar la angustia de millones de españoles que hoy ven como esos sueños que se tejieron en los noventa se desploman como una antigua escultura romana. Cae en la provocación estéril de señalar a los medios como grandes creadores del caos, de la explotación del dolor ajeno. Cuando los hermosos ojos de la presentadora local se llenan de lágrimas mientras realiza una "Emotiva" entrevista a Ramón que irremediablemente agoniza ante las cámaras, tenemos la incómoda certeza de que De la Iglesia se está tomando en serio, que quiere chantajearnos emocionalmente, el que ha sido tan ácido, tan radical, tan brillante.
Quiso hacer un drama y todo salió mal. Los personajes no son más que un conjunto de caricaturas donde los malos son ricos, tienen batas de seda, son gordos y en sus fiestas las únicas invitadas son una docena de prostitutas. Los pobres son las víctimas del capitalismo infame que todo lo corrompe. Esas imágenes de cientos de personas llenando el coliseo Romano con pancartas de "Todos somos roberto" es francamente patética, sobre todo porque comprobamos que Roberto Gómez es España agonizando. Alex de la Iglesia creyó tener la responsabilidad de mostrarnos el camino, se vio que en sus noches de insomio una obsesión lo habrá asaltado "Debo sentar una posición, como genio que soy, sobre la crisis que azota a mi país". Siempre en su tono, en su estilo, pero cayendo por momentos en la estúpida solemnidad de un guión completamente ajeno a sus atmósferas.

Pero esto no es todo, a los errores del guión hay que sumarle el error de haber escogido a  Salma Hayek para interpretar a la esposa. Esta odiada actriz  es una de las peores  que este miserable crítico haya tenido oportunidad de conocer. La mexicana está a la altura de sus compatriotas Adela Noriega, Thalia o de la colombiana Maritza Rodriguez. Desde el tono de la voz hasta sus gestos los aprendió de los grandes directores que tuvo mientras protagonizaba telenovelas exitosas en su México lindo y querido.
Esa escena final, un pretendido homenaje a El tercer hombre donde Salma le escupe la dignidad en la cara al oscuro productor de televisión no es más que una parodia por culpa de la incapacidad histriónica de esta Frida Kalho post-moderna.
Lo que esperábamos fuera la Network española termina convertida en un curioso y estéril hibrido. Mitad drama, mitad satira, mitad denuncia. Muy poco de Alex de la Iglesia. Lástima, perdimos la oportunidad de ver la gran película sobre la crisis. igual más de uno la va a disfrutar, van a decir que fue una aguda y profunda crítica a esos medios que todo lo explotan, que todo lo venden. Acá solo se señala y no se ahonda, no se mete el dedo en la llaga, solo atina a decir que ellos son los malos y nosotros, los pobres que no tenemos trabajo somos los buenos y esta coyuntura es mucho más compleja y esperábamos que un genio pudiera explicarnosla pero no ha podido ser asi.
Paradójicamente en películas de hace más de diez años como El día de la bestia o La comunidad se pueden encontrar esas razones. Mientras todos celebraban la bonanza, el despilfarro, Alex de la Iglesia ironizaba y parodiaba una sociedad que había tenido un súbito ataque de riqueza. Para eso están los grandes artistas, para ver antes que nadie el horror que se puede cernir sobre un país o una civilización. Si quieren saber las razones de la crisis no vean La chispa de la vida mas bien revisiten una y otra vez El día de la bestia.