27 de diciembre de 2012

EL PASEO 2 DE Harold Trompetero. Más putas y enanos


Los colombianos estamos convencidos de que somos muy graciosos porque cuando estamos borrachos en nuestras fiestas interminables nos da por contar chistes verdes. Para nosotros los gringos no tienen gracia porque la mayoría de sus comedias renuncian a la grosería, a lo escatológico. Esta actitud se refleja en la programación que despliegan los canales criollos. A pesar de lo absurda, cruel y ridícula que es la política en este país no hay un solo programa que intente atacar con humor la corrupción y mediocridad en la que viven sumergidos los servidores públicos.

El humor lo sigue dictando como desde hace cuarenta años Sábados felices. La razón de la inusitada longevidad de este programa es que ha renunciado a cambiar. Su fórmula es la misma desde sus orígenes, chistes costumbristas, tontos y unos sketches donde los cuentos son eternamente reciclados.
No existe espacio para la experimentación, para construir historias que pongan al protagonista en situaciones desternillantes, ilógicas y por qué no  usar el humor como una herramienta para arrinconar al espectador y obligarlo a preguntarse por qué demonios estamos tan mal.
Si la televisión no funciona uno creería que las películas podrían ser un vehículo coherente e innovador del humor. Nada de esto sucede. Dago García se ha convertido en nuestro Chuck Lorre o Larry David. Todo lo que él escriba tiene el sello indeleble del éxito. Ha encontrado una fórmula a la cual se ha aferrado con la misma tenacidad que se aferra un niño que no sabe nadar al borde de la piscina.
La fórmula consiste en mostrar el estereotipo del colombiano que ellos mismos han creado. Los personajes masculinos que construye son por lo general  seres despreciables, ruidosos, borrachines, promiscuos, morbosos, ordinarios, lobos, estafadores e incultos. Cuando es el caso de escribir un personaje femenino sus características son igual de limitadas. Ellas casi siempre se caracterizan por ser mujeres interesadas que sueñan con operarse que caen rendidas ante un acento extranjero, en otros casos, es simplemente una madre o una esposa abnegada. En la tercera opción está la suegra insufrible que vive pensando en lo buen partido que era el ex novio de su hija y se lamenta de lo feo y pobre que es su yerno.

Cuando Dago García escribe una película no piensa en llegarle a un público que acostumbre a ir al cine. Eso es sobre todo lo que lo ha convertido sus películas en éxitos rotundos de taquilla. Para disfrutar una de sus producciones es obligatorio no estar muy familiarizado con el lenguaje cinematográfico, él como en el nuevo porno, va de una al primerísimo primer plano, de entrada recurre al madrazo que garantiza una sonora carcajada.
Sus películas están más emparentadas con Chispazos, Sábados felices y sobre todo con los viejos comerciales de frutiño. Recicla sin piedad las frases hechas que caracterizan nuestra colombianidad esas que buscan desesperadamente identificarse con el espectador. Una de ellas  es Listo papito, si es ya es ya o El que no llora no mamá, frases hechas que resaltan por supuesto la malicia indígena que nos hace tan especiales.
Sumado a todo esto está el ataque constante a los argentinos. Me da vergüenza cuando se hacen referencias al cinco- cero, ya vamos para 20 años con esos chistes de “choque esos cinco” y de la venganza chibcha al glamour porteño. El que estaba al lado mío como toda la sala estallaba en carcajadas cuando Leguizamo se burlaba “De ese hijuemadre argentino”
Así los escriba él mismo, decir que las últimas películas de Dago García tienen guión es una exageración. A lo sumo son un conjunto de sketches que conforman una historia raquítica. Uno no sabe muy bien de qué tratan sus películas. Bueno, tampoco sé muy bien de que va El sentido de la vida pero cumplía, era graciosa, delirantemente graciosa. Acá el problema con los sketches, es que definitivamente no tienen gracia.
103 mil espectadores vieron el pasado 25 de diciembre el estreno de El paseo 2.Desde ya se perfila como el filme más taquillera de nuestra historia desbancando a la primera parte de El paseo.
La gran mayoría de los que la vieron aseguran haber salido conformes, felices y de una regaron por las redes sociales el rumor de que esta era la mejor opción para las vacaciones. Salieron orgullosos de ser colombianos, de lo bonita que es Cartagena y sobre todo de lo graciosos que somos.
Debería ser gratificante que  una producción nacional recaudara tanto dinero. Podríamos imaginar que con la plata conseguida acá Dago invirtiera una parte para hacer una película personal, algo parecido a la formidable Pena Máxima. Pero desde ya sabemos que los billetes obtenidos con esta película se invertirán en hacer una tercera parte. Irán a Girardot y harán las delicias del público haciendo juegos de palabras con Chontaduro, Totumo y Borojó.

Resulta inaudito que un tipo que ha trabajado con Brian De Palma o Baz Luhrmann, que ha compartido escenas con Al Pacino, Ewan Mcgregor y Dennis Hopper salga a decir que Harold Trompetero ha sacado lo mejor de sí, que el guión de Dago es de lo mejor que él ha podido leer. Es increíble que Leguizamo no haya opinado sobre la pobreza de su personaje, lo paupérrimo de las situaciones como esa competencia con los Ortiz, con carrera de costal incluida, no sólo es ridícula sino anacrónica, sabemos que el otrora ganador de un Tony está pasando por un momento muy bajo pero de ahí a haber aceptado aparecer en este esperpento es algo que en realidad no esperábamos. Debe ser que en su completo desconocimiento del cine colombiano creerá que lo único que se hace acá son este tipo de sainetes de colegio.
Lo triste es que con El paseo 2 el público que habitualmente va al cine va a seguir creyendo que el cine Colombiano no es más que una pobre imitación del legendario programa peruano Risas y salsas. Los jóvenes talentosos que en este país quieren llevar a la pantalla grande sus historias verán como la masa crítica los desprecia y como el gran e ignorante público les exige más madrazos y suegras cansonas.
La gloria de unos es la desgracia de otros.

24 de diciembre de 2012

10 PELICULAS PARA VER EN VACACIONES. LA VIDA DE PI De Ang Lee


En Estados Unidos la crítica aplaudió con una unanimidad La vida de Pi. No podía ser de otra manera. Pocas veces la calidad técnica de un director va de la mano con tanta sensibilidad. Desde Hugo no veíamos potenciadas los recursos que puede tener el 3D. Tu no ves el filme sino que estás dentro de él, sientes las olas estallando contra tu butaca, ves como las luces del barco tenuemente se van apagando dentro del mar, te estremeces ante la risa de la hiena y te asustas ante el hambre voraz de Richard Parker.

La verdad fui a verla porque la cartelera local ofrecía El Hobbit, que ya la había visto y una comedia romántica con Jennifer López. El tráiler dibujaba una historia dulzona con elementos fantásticos que a mí la verdad me aburren infinitamente. Creí que el tigre hablaba y el orangután y la cebrita. La verdad nada de eso ocurre. Desde que en el colegio leí por obligación Relato de un náufrago quedé prendado de este tipo de aventuras. NI hablar cuando después llegó a mis manos las vicisitudes de Álvar Nuñez Cabeza de Vaca. Todos los relatos de naufragio se parecen. Cuando estás en medio del océano y lo único que te sostiene en ese desierto es una balsa es inevitable no entrar en contacto con Dios.
Por eso no entiendo porque a los críticos latinoamericanos les haya molestado tanto la película. Debe ser por aquello de que por estos lares ser ateo es sinónimo de inteligencia. Todo lo que suene a religión es de una vez encerrado en el horrible género de la superación personal.

Pues no se dejen engañar, La vida de Pi es una película emocionante, hermosamente fotografiada y magníficamente narrada. Una película con una profundidad que yo en realidad no estoy en condiciones de explicar, no sé si como algunos dicen, el porro pre película me está afectando los nervios o si los años me están convirtiendo en un inmenso merengón pero la última película de Ang Lee es de esas obras que perduran en el tiempo porque tienen la capacidad de gustarle a todo el mundo. A todo el mundo menos a los viejos dinosaurios marxistas.
Cuatro años duró el creador de El tigre y el dragón sumido en el proyecto. Cuando la novela homónima de Yann Martel fue publicada en el 2001 las ofertas para llevar su relato al cine comenzaron a lloverle al escritor. Directores de la talla de Alfonso Cuarón, M. Night Shyamalan y Jean-Pierre Jeaunet se le midieron al proyecto pero todos claudicaron porque consideraban que la novela era sencillamente inadaptable. Después de muchas reescrituras Ang Lee encontró la manera de narrar la aventura.

Un joven encerrado en un bote con un tigre en medio del mar… ya con esa premisa es inevitable no hacerse conjeturas, no tener la mínima curiosidad para ir al cine a ver como es que el bueno del Pi pudo salir de allí.
Desde ya La vida de pi se perfila como seria candidata a ser la más ganadora de la temporada. Al menos tendrá asegurado dos premios, el de mejores efectos especiales y sobre todo al de mejor fotografía. Esto último estuvo a cargo del gran Claudio Miranda quien fuera el fotógrafo de la sobrevalorada Benjamin Button y de Tron. Es impresionante como entre Miranda y el director taiwanés pueden determinar un territorio a partir del encuadre. Pi necesita marcar su territoriedad con el tigre y con el mismísimo mar si pretende sobrevivir. Revelándose como lo que es, un maestro del encuadre, Ang Lee resuelve todos estos problemas de una manera visual, cinematográfica.


No les de miedo ir a verla, igual mi fe en que no existe Dios salió intacta. No le tengan miedo a los que la llaman un panfleto católico insoportable, en cierta manera El evangelio Según San Mateo de Bach también lo es, al igual que la obra de Miguel Ángel o del mismísimo Dante. El cine es entretenimiento puro y si quieren darle un poco de aventura a sus vidas apagadas vivan con Pi la claustrofóbica paradoja de estar encerrado en el mar.

10 PELICULAS PARA VER EN VACACIONES. EXCISIÓN De Richard Bates Jr.


Sofocado por las vacaciones necesitaba urgentemente conocer páginas nuevas en donde poder ver online películas raras, con subtítulos decentes y una imagen que se dejara ver. Con la desaparición de Cuevana todos quedamos huérfanos. Mi amigo Javier Barrero me recomendó Internetcine. Org, me metí directamente a la sección de terror y allí descubrí 16 páginas enteras con los títulos más raros y retorcidos. Con ganas de ver algo realmente extremo decidí darle la oportunidad a Excisión. Me dejé llevar por el instinto. De ella solo conocía el afiche donde se dejaban ver los sellos de Sundance (Ninguna garantía) y que había sido realizada en este moribundo año.

Pauline es una adolescente con problemas. Su piel es cetrina y está reventada de acné. Dice las cosas como las siente. Tiene problemas en su casa de estricta moral católica y en su colegio. Todo ser humano en la pubertad es un enfermo sexual… pero las fantasías de Pauline sobrepasan cualquier límite. En sus sueños se ve montando el cuerpo mutilado de un muerto joven, con sus manos extasiada se pasa las manos untadas de sangre por el rostro. En clase le pregunta al profesor de educación sexual si follarse a los muertos no puede traer alguna enfermedad venérea. La puritana de su madre, interpretada irónicamente por Traci Lords, reina del porno en los ochenta, no sabe qué hacer con su hija. Ella le pide que por favor la lleve a un siquiatra pero la mamá sometida a la fe en cristo decide llevarla a donde un cura incompetente, que es objeto de burla por parte de Pauline. Si se fijan bien en el reverendo William podrán ver allí el rostro del mítico John Waters. Resignado el sacerdote le propone a la abnegada madre que lleve a ese freak urgentemente a un sicólogo.

En unas cuatro ocasiones vamos a ver a la descreída Pauline hablando con Dios. Las conversaciones nos recuerda a Ordet de Dreyer y por supuesto a la Emily Watson de Rompiendo las olas son crudas y desafiantes. Hace rato no veíamos algo tan provocador, tan descarnadamente antireligioso. La única persona por la que Pauline puede sentir afecto es por su hermanita menor, seriamente afectada por una infección pulmonar. Ella le pide a esa divinidad ausente que la salve y que de paso se lleve a su acaparadora mamá. La adolescente deja de ir a clases para perderse en la biblioteca a estudiar la enfermedad de su hermana en los libros viejos de medicina. Pauline sabe que algún día el infierno de la escuela terminará y ella podrá estudiar medicina en una universidad y allí ella dará lo mejor de sí. Dejará de parecer un monstruo para ser una renombrada científica.
Como en la magistral Tenemos que hablar de Kevin vuelve a aparecer la premisa de adolescente problema que odia profundamente a su madre. A diferencia del pequeño monstruo de Tilda Swinton, Pauline tiene sentimientos, es más cae en el abismo profundo tratando de salvar a su pobre hermanita. En una sociedad que no estuviera enferma ella sería un genio y no la sociópata que todo el mundo señala.

Dirigida por un desconocido Richard Bates jr, quien decidió alargar un cortometraje de su propia autoría a los ochenta minutos que dura este largo, Excisión está cargada de imágenes que se te pegaran para siempre en tu inconsciente azotándote los sueños. Es una fina evocación a la condesa Erzhebet Bathory quien en su medieval castillo húngaro solía tomarse baños con la sangre de sus doncellas. Pero Bates no sólo se revela como un maestro de la imagen sino que descubrimos en él a un brillante director de actores. Le supo exprimir todo lo que tenía a la talentosa Annalyne Mccord de la cual no teníamos ni una sola referencia. Sobre sus espaldas reposa la película y ella está a la altura de las circunstancias.
Bates también es el autor de un guión brillante, consistente, coherente, de esos que le hacen falta al género, aunque pensándolo mejor ¿A qué género puede pertenecer Excisión? No es la clásica película independiente aburrida, tampoco es terror y su carga sicológica es muy amplia para encerrarla en el gore. Se escapa a cualquier tipo de encasillamiento. Es una película absolutamente original, poderosísima con uno de esos finales en los cuales uno se levanta de la butaca se pasa la mano por la cabeza y se murmura casi que inconscientemente “¿Qué es esta mierda?”.

Es una pena que no le haya ido muy bien en circuito comercial. Una película con poco presente pero con mucho futuro. Dentro de poco sus seguidores la transformarán en una peli de culto. Los que estén interesados la pueden ver en  internetcine. Org. Por favor, cuéntenme como les pareció. Vale la pena seguir la carrera de Bates, ojalá las pérdidas sufridas con Excisión le permitan continuar con su carrera. Es una pena valga tanto billete hacer una película.

22 de diciembre de 2012

THE GIRL. Hitch y su obsesión por las rubias


Era un domingo cualquiera, con su frialdad habitual iba pelando las naranjas que acostumbraba comer cuando con preocupación veía en la báscula que su inmenso cuerpo se había extendido un kilo más. Alma pacientemente escuchaba de labios de su esposo una nueva idea para iniciar Los pájaros filme que en ese momento preparaba cuando vio en la televisión el rostro de una rubia imponente. “Tienes que ver esto”. El gordo de párpados caídos dejó la naranja a un lado, con meticulosidad se limpió las manos con una toalla y vio los 20 segundos que le restaban al anuncio. Esto fue suficiente para tomar una decisión, ya sabía quién iba a protagonizar su próxima película.

Con Tippi Hedren Hitchcock quería demostrar en la práctica que actuar era algo muy fácil. Lo único que tenía que hacer el que estaba delante de la cámara era no hacer nada, actuar lo menos posible. En The girl podemos ver un poco como era su método de trabajo. Si Bresson hacía sus casting por teléfono Hitch lo único que necesitaba era que el actor hiciera solamente lo que el dijera. El set era una inmensa casa de muñecas con la cual él jugaba a su antojo. En su obsesión trataba de filmar en estudio para no dejarle al azar el estado del tiempo. Con Los pájaros accedió a dirigir en exteriores pero esto deterioraba su impasible humor, este error no lo cometería en Marnie, por algo la historia de la ladrona es la más expresionista de sus películas.
Ha empezado la década del sesenta. El esplendor de Hollywood comienza a declinar. Las estrellas están muy viejas, no tienen el brillo de antes. Ni Cary Grant, ni Jimmy Stewart están para interpretar a jovencitos en problemas. Lo más grave para Hitchcock es que sus rubias habituales han perdido su lozanía. Ingrid Bergman empieza a rozar los cincuenta, Vera Miles no fue la misma desde que había quedado embarazada (Para Hitch que una de sus actrices se embarazara era una traición inclasificable) ya nadie creía en Kim Novak y para colmo de males, su rubia preferida, la más hermosa de todas, Grace Kelly, había transformado su vida en un cuento de hadas y ahora era una princesa. Por eso descubrir a Tippi era como volver así fuera por un instante a una época dorada que estaba por extinguirse. El autor de Rebeca jugó a Pigmalión e intentó transformar a la modelo en una actriz, logro que se ve palpable en las dos películas que hicieron juntos, Los pájaros y sobre todo en Marnie la ladrona.

The girl está basado en el libro de Donald Spoto donde cuenta la tormentosa relación que sostuvo la modelo con el genio creador de Vértigo. Es una película hecha para televisión gracias a los esfuerzos de HBO y la BBC y que sirve de antesala a lo que significará el próximo año el estreno de la esperada Hitchcock, protagonizada por Anthony Hopkins. Está dirigida correctamente por el director inglés Julian Jarrold y cuenta con las soberbias interpretaciones de Toby Jones y una sorprendente Sienna Miller. Lo único que me molestó de la película y que no es poca cosa es haberse atenido solo a las declaraciones de un solo testigo. La visión es solo la de “Tippi” quien en 1963 decidió rescindir de un jugoso contrato con la que la unía a Hitch por diez años más. En declaraciones posteriores, hechas sobre todo por su hija, Melanie Griffith se dio a conocer el supuesto acoso sexual que el director le había propinado a la actriz.
Películas como Vértigo delatan la personalidad de un pervertido sexual pero acaso ¿No todos lo somos?. Hitch había trabajado con las mujeres más hermosas de Hollywood y todas hablaron maravillas del director, ¿Ahora porqué venía esta modelito de Minnesota a decir que el gordo aprovechaba los rincones del set para implorarle que por favor lo tocara así fuera un poquito? Como decía la propia Alma Reville, ¿Qué es lo que tiene esta que no hayan tenido las otras?
A mi me resulta altamente sospechoso que la carrera de la actriz nunca haya podido cuajar después de despegar con dos obras maestras absolutas. Nadie supo dirigirla como él y ya va siendo hora de que esta octogenaria y su ridículo hija le agradezcan al creador de La ventana indiscreta el haberle otorgado con los papeles de Melanie y Marnie un sitio en la historia del cine. Solo él le pudo sacar lo mejor.
Además tan malos recuerdos no debe tener si en 1985 decidió participar en un capítulo de la serie Alfred Hitchcock presenta o diez años después protagonizó la fallida secuela de Los pájaros.

Pero lo anterior es secundario y no debe afectar mi juicio sobre esta película que sin duda se deja ver y que además habla de un tema que nos apasiona a todos, el cine dentro del cine. Jarrold nos mete en el set de mister Cinema y nos revela algunos métodos, obsesiones y dudas que tenía uno de los genios más grandes del siglo XX. La película está nominada a varios globos de oro y pronto dará mucho de qué hablar. Cuando tengan oportunidad de verla no duden en hacerlo y únanse a esta discusión legendaria. 

15 de diciembre de 2012

EL HOBBIT De Peter Jackson. Sobre las dificultades de convertir un cuento en una trilogía.


Hace diez años la crítica y el público se rendían a los pies de Peter Jackson. El poder que había adquirido hacía recordar a un Cecil B. De Mille a bordo de una carroza romana, convertido en un emperador dispuesto a conquistar no sólo los horrendos campos de Moldor si no el viejo imperio de Hollywood.

Con su trilogía de El señor de los anillos demostró que todavía se podían hacer mega producciones de carácter épico con un alto impacto entre el ciudadano de a pie. Poco importaba que los nombres de los personajes, castillos, imperios y países salidos de la mente de Tolkien proliferaran como hongos después de la lluvia, los muchachos estaban dispuestos a aprender a hablar si era posible el idioma de Sauron o recitar de memoria los conjuros de Saruman con tal de sentirse parte así sea un momento de ese universo.
Una década ha pasado y Peter Jackson ha vuelto a sus dominios. De entrada sabía al peligro al que se exponía. Va a ser muy difícil convencer a su público que esta película no tiene nada que ver con su trilogía. Tolkien escribió El hobbit  como un cuento para su hijo. El escrito que no rebosa las cincuenta páginas está ante todo cargado de humor. No existe como en El señor de los anillos una lucha férrea entre el bien y el mal, es solo la búsqueda de los enanos por recuperar su amada Erebor, ahora en manos de un temible Dragon que ha llegado hasta allí atraído por el oro que guardaba celosamente su rey. Para recuperar el reino Gandalf ha pensado en Bilbo Bolson. Si bien los Hobbits no se caracterizan por su espíritu guerrero tienen unos pies y un corazón grande; a veces eso puede ser suficiente para vencer cualquier cosa… incluso a un terrible Dragón Tira Fuego.

El reto de Jackson era volver ese relato corto en una trilogía. No creo que esto tenga nada que ver con lo que se pudiera recoger en taquilla (Cifra que sin duda no va a ser una bicoca) si no a su ego coppoliano. Lo anterior no es una crítica. Al cine de nuestros días lo que le hace falta es precisamente eso, alguien que se arriesgue, que ponga sus millones en sus sueños y que luche, como un Hobbit, contra los gigantes de la industria que imponen a como de lugar sus criterios. Jackson ha convertido las primeras 20 páginas del libro en una espectacular película de tres horas, cargada de diálogos inteligentes, situaciones extremas llenas de resoluciones ingeniosas, magos adictos a las sustancias alucinógenas y un dragón al cual tememos pero que aún no hemos visto.

A pesar de todo esto y a un día de haberse estrenado mundialmente las críticas no son las mejores. La gente al parecer había pagado la boleta para volver a ver a Frodo retozar con sus amiguitos en una de las camas de la tierra media. Acusan al Hobbit de ser demasiado larga, de que hay tantos nombres que uno no puede hacer otra cosa que confundirse, de que hay demasiados diálogos y poca acción, cosa que por supuesto nos alegramos porque no existe nada que nos pueda confundir más que esas batallas. Claro que hay momentos de acción y de tensión, lo que hace Peter Jackson es dilatarlos para crear el suspenso necesario y cuando sea el momento lo deja rodar como un tronco en llamas y TRAS! El impacto es más contundente.
Eso sí, con unanimidad se dijo que la imagen de la película era una belleza lo cual no es un elogio menor teniendo en cuenta de que el cine es un arte audiovisual. La música conserva la potencia de la trilogía y por momentos la supera. Esa canción de los enanos añorando Erebor te pone los pelos de punta así nunca hayas pasado vacaciones en ese país.
Yo en realidad no sentí en ningún momento las cacareadas tres horas. Estuve todo el tiempo con Bilbo y Gandalf sumergido en la aventura, riéndome de los chistes, disfrutando de las conversaciones y haciendo fuerza porque los desterrados vuelvan a su hogar. Me desligué por completo de El señor de los anillos y comencé a sentirme parte de esta nueva aventura, menos densa que la anterior pero a la vez más entrañable y divertida.

Con El hobbit Peter Jackson vuelve a demostrar que es un maestro, algo que empezamos a dudar después de el desperdicio de King Kong y la simplona Desde mi cielo de un cuento ha podido construir una trilogía de nueve horas. No sé ustedes pero desde ya me apresto a seguir la aventura de estos enanos con su poderoso mago y su valiente Hobbit.
No escuchen a sus vecinos, no lo duden, vayan a verla.

10 de diciembre de 2012

MAD MEN. Bourbon, humo y machismo


Ahora todo el mundo grita a los cuatro vientos que la televisión por fin está dejando un legado, que al cabo de sesenta años pudo hacerse a un lenguaje propio y que poco a poco está desplazando al cine como el más completo de las artes audiovisuales. Se equivocan porque este no es un fenómeno nuevo. A finales de los años setenta Fassbinder había demostrado sus posibilidades con los diez capítulos de Berlín Alexanderplatz. Para adaptar la novela de Alfred Doblin se necesitaba del tiempo necesario para dilatar y desarrollar sus personajes y la trama que con lentitud va mostrando la terrible transformación de Franz Biberkof. En un solo hombre se muestra el destino de la Alemania dominada por los nacionalsocialistas.
En 1984 otro alemán, Edgar Reitz, consiguió hacer una obra imborrable con su Heimat. A principios de los noventa y esta vez en Estados Unidos David Lynch nos rompió la cabeza con Twin Peaks. Los críticos, por cierto, se enfrascaban en decir que si bien la comedia era mucho más divertida dentro de la caja boba, los grandes dramas humanos, sus complejidades, sólo podían retratarse en la gran pantalla.

Solo a mediados de la década pasada empezó a entenderse por completo los recursos narrativos que podían desplegarse dentro de una temporada de una serie. Las películas estaban sometidas por el acoso del tiempo. En un promedio de noventa minutos se tenían que desarrollar no solo una historia sino los personajes. En una serie prácticamente no habían límites. Los largometrajes terminaron convertidos en cuentos, las series son las novelas de esta civilización post-literario. Como dijo el gran Roger Ebert, si Shakespeare viviera hoy trabajaría escribiendo series de televisión.
Me costó trabajo hacerle caso a los amigos que me hablaban del nuevo fenómeno de la televisión. Con reticencia vi la primera temporada de Breaking bad, me bastó un solo capítulo para entender porque la serie había despertado tantas emoción en Estados Unidos. La historia de Walter White se deja ver como si fuera una final de copa mundo, de pie y con un crucifijo en la boca. Breaking Bad es adrenalina, emoción pura. Lamentablemente no pude continuar viéndola porque tal vez una de las debilidades del nuevo formato rey es que hay que tener la disposición y el tiempo para verlas. Pretender verla por televisión, justo cuando se emiten los capítulos es poco menos que imposible. La solución está en descargar las temporadas completas o en ir al San Andresito más cercano y comprarlos.

Esta fue la solución que adopté con Mad Men. Cansando de los elogios que despertaba la serie en la crítica mundial decidí vivir la experiencia. Viendo los dos primeros capítulos no entendía muy bien porque hacía tanto ruido. Una de las claves de cualquier tipo de dramaturgia es atrapar al espectador de entrada. En Twin Peaks por ejemplo la historia se abría con el terrible asesinato de una hermosa joven. Acá solo vemos a un conjunto de publicistas muy bien vestidos, fumando con elegancia, haciendo lluvias de ideas mientras se mojan los labios con vodka o whisky. De entrada te impresiona esa cantidad de detalles que te transportan a 1960. Los vestidos de las mujeres destilan colores que te enceguecen, a los hombres se les nota la brillantina y los pliegues de sus impecables trajes. Se deja ver además que Don Draper es un tipo duro, cabeza de hogar de una familia perfecta sacada de un cuadro de Norman Rockwell pero que por dentro está carcomida por las infidelidades, los secretos, el silencio de mister Draper.

Después del tercer capitulo te das cuenta que estás subiendo. Mad Men es una montaña que vas ascendiendo hasta que poco antes de llegar a la cima te hace falta, literalmente la respiración.
Descubres que no es la historia de Sterling Cooper, una exitosa empresa publicitaria que tiene como clientes entre otros a Clearacil o al candidato republicano a la presidencia Richard Nixon. La habilidad de los creadores de la serie es hacer el retrato de Estados Unidos en su década más convulsionada: Los años sesenta. En esta primera temporada ves como estos hombres perfectamente vestidos transformaron para siempre los valores mercantiles. Al crear la publicidad tal y como hoy se conoce cambiaron para siempre los intereses y las necesidades de la humanidad. No eras nadie si no podías tener el perfume de moda, las esposas eran desdichadas si no podían cocinar sus pavos en una estufa marca Acne. Los sucios beatniks que en uno de los capítulos fuman marihuana con Draper se lo hacen saber. Pero no vayan a esperar que la serie vaya a tener algún tipo de piedad con la gente que allí se retrata. Los beatniks son una partida de vagos que se reúnen en un bar ha recitarse unos a otros los poemas donde se describe la cagada estreñida de un perro pekinés quinceañero. Los hombres de la publicidad son despiadados, entre más poder adquieren más crueles son, las amas de casa son robots perfectamente entrenados para servir al marido y a sus hijos. Pero como se tiene el tiempo suficiente para desarrollar a los personajes vamos a ver que los publicistas en el fondo son como niños que juegan a ser grandes, tienen dudas, culpas y a pesar de todo despiertan simpatía. Que las amas de casa esconden frustraciones muy grandes y muchas veces tienen que contentarse con la loca vibración de una lavadora descompuesta.
El machismo se muestra con sutileza. Para ser violento con una mujer no se necesitan golpearla ni gritarla. Con tan solo quitarle el derecho de trabajar, de pensar por ellas mismas, de evitar cualquier tipo de diálogo de mirarlas como bultos de carne lujuriosos es suficiente para degradarlas a simples adornos, a instrumentos sexuales que no merecen ningún tipo de consideración o respeto.
Y además está el humo…. Que lindo se ve el humo en la pantalla, el humo espeso saliendo de unos labios carnosos como una nube cargada de erotismo. En Mad Men todos fuman, jóvenes aspirantes a yuppies, mujeres embarazadas, amas de casa delante de sus bebés, viejos recuperándose de un infarto. De vez en cuando miran con desprecio a todos esos alarmistas que tienen la osadía de comentar que el consumo excesivo de cigarrillos puede causar cáncer de pulmón…. Habrase visto!

Anoche, cinco años después de que haya sido puesta al aire, terminé por fin la primera temporada. El secreto que esconde Don Draper no es mucho peor que el que han escondido otros hombres que han forjado la grandeza de los Estados Unidos de América. Como en la vida nadie es tan malo… ni tan bueno. En el siglo de las guerras de exterminio nadie es inocente y a la vez todos somos víctimas. Desde el sitio donde he quedado puedo divisar las escarpadas cuestas que nos resta por subir. Los comentarios que despertaron la quinta y última temporada apuntan a que esta puede ser la mejor serie de la historia.
Los que hablan de la decadencia de una época, los aguafiestas como Vargas Llosa que tienen el mal gusto de llorar por el pasado glorioso donde Moliere estrenaba en algún oscuro teatro parisino El enfermo imaginario se equivocan completamente. Mad Men demuestra que todavía se pueden realizar obras maestras y que el público las aprecia y las respeta, las convierte en objeto de culto. Todavía hay mucho por decir, las historias no están muertas. El cine es una cárcel de dos horas, la televisión no, acá puedes tener paciencia, tienes seis meses para atrapar a tu público para hacer que se identifiquen con tus personajes así estos sean tan ásperos, tan duros como Don Draper.

9 de diciembre de 2012

CHAVEZ. EL ENFERMO IMAGINARIO


Todo empezó en Santo Domingo en el 2008. Roco Squillachi en esa época era un oscuro oficinista de la CIA que ocasionalmente era invitado por la república bananera de turno para asistir a cualquier cumbre de naciones que convocara el imperio en esta parte del mundo. De él fue la idea de inocular el cáncer a los países que querían apartarse de los mandatos yanquis. En uno de los descansos de la cumbre, mientras se apartaba del nutrido grupo de guardaespaldas que lo importunaban constantemente el obispo Lugo ordenó un café. Lo tenía entre sus manos mientras un hombre largo y flaco como un fideo monstruoso se le acercó a hablarle con un acento raro. Conversaron animadamente entre otras cosas de las ventajas que había traído a Latinoamérica el Concilio Vaticano II y la agónica eliminación de los guaraníes en octavos de final del mundial de Francia. Mientras el presidente recordaba lo mucho que detestaba a José Luis Chilavert, Squillachi sacó de uno de los bolsillos de su guayabera un sobre con un polvo blanco que vertió por completo en la taza del mandatario. Alejandrino Genes, uno de los guardaespaldas que presenció la escena dice que Lugo vio de reojo cuando el oficinista echó el misterioso polvo en su café y que no reaccionó porque creyó ver en el rostro del mandatario “Una mueca bastante parecida a la risa”.

Al cabo de un par de meses a Fernando Lugo le detectaron cáncer. Lo mismo pasó con Lula y el carismático Néstor Kitchner,  quien en un descuido de su esposa decidió tomar un poco de la botella de coca- cola que guardaba celosamente en su Louis Vutton. La labor de Squillachi fue premiada en la CIA subiéndolo por fin al estatus de espía. Hoy el paradero de este italoamericano es un completo misterio.
Como nunca antes en sus cuatro años de mandato el pueblo argentino rodeó a su Nueva Evita . Masivamente la reeligieron. Néstor era más importante para ella muerto que vivo. Chávez quien estuvo en las exequias se dio cuenta del poder que tenía en el tercer mundo la compasión. Las cosas en su país se complicaron. El chorro petrolero amenazaba con cerrarse. Convertir a los militares en los nuevos ricos de Venezuela había sido una tarea bastante costosa. Lo mejor era inventarse encuentros con Squillachi, decir que había sido víctima del complot de la CIA, que una madrugada mientras plácidamente se tocaba los testículos se dio cuenta de que tenía una pelotica del tamaño de una garrapata gigante.

En Cuba fue asesorado por médicos que jugaron a su antojo con su imagen. Un día aparecía cadavérico, al otro hinchado como un globo de helio. El odio que despertaba en sus opositores hizo que el rumor se esparciera como una metástasis. Los medios de comunicación latinoamericanos no se preocupan por confirmar las noticias. Desde Miami los médicos que huyeron de La Habana decían que al chafalote le quedaban semanas de vida… quizás días.
Desde Miraflores se guardaba un enigmático silencio. La táctica funcionaba a la perfección. El pueblo venezolano oraba por su líder. Las estadísticas se inclinaban a favor del presidente. Se hacían mesas redondas en las universidades averiguando si era posible que un hombre enfermo pudiera manejar los enredados hilos de una petrodemocracia. A pocos días de las elecciones Chávez dio un discurso ante sus fervorosos holligans. El discurso duró cuatro horas. No se cayó ni un segundo, todo el tiempo de pie. El comandante estaba sano gracias a la intervención divina. José Gregorio Hernández le apostaba al rojo rojito.
Contrario a las anteriores elecciones la victoria no fue aplastante. El sifrino imbécil del Capriles le había arrebatado más de seis millones de votos. Sin la enfermedad se puede pensar que el Chávez hubiera perdido la presidencia. Anoche a una semana de las elecciones regionales la misteriosa enfermedad reapareció, esta vez con más fuerza. Incluso se atrevió a decir que votaran por Maduro porque el muy posiblemente no podrá continuar con su reinado eterno después de la operación al que será sometido en Cuba.

Dentro de unos días reaparecerá en Miraflores, hablará durante seis horas, con un look diferente. Fantomas y Maradona son los únicos que le pueden igualar en sus cambios de apariencia. La enfermedad desaparecerá un par de años hasta que se avecinen unas nuevas elecciones. De ser posible morirá y resucitará al tercer día. Su imagen será venerada y el pueblo venezolano comprenderá que Cristo ha vuelto y es venezolano vale.