Durante semanas llevaba escuchando maravillas de esta
sorpresa en las pasadas nominaciones a los premios de la academia. Aun así
tenía mis reservas. Nunca me han gustado las películas de Wes Anderson, su
atmósfera tan particular que lo ha llevado irreductiblemente a crear un
lenguaje y una lógica propia me han alejado de su cine. Ha sacrificado la
posibilidad de crear personajes auténticos para tener una estética particular. Por
eso es que en sus películas los niños son personajes más reales que los
adultos. Estos siempre están confundidos, sumidos en algún tipo de tara.
Eso es precisamente lo que me molesta de su cine, esa
artificialidad tan pretenciosa. Fui a ver Moonrise
Kingdom alentado por la que consideraban casi que un unanimidad la mejor de
sus películas desde Academia Rushmore.
Es muy difícil no sentirte identificado con el par de niños que hastiados del
mundo de los adultos planean escaparse a donde no hay nadie. Por momentos
llegas incluso a conmoverte con los debutantes Jared GIlman y Kara Hayward. Él es
un huérfano que no tiene nada, todo lo que sabe lo ha aprendido con los Scout,
ella está harta de sentirse la freak de una familia que se desmorona con cada
segundo que pasa.
Han pasado tres cuartas partes de la película y no lo puedes
creer, Wes Anderson ha dejado de lado toda su pedantería para narrarnos un
relato coherente, lejos de la frialdad a la que nos tiene acostumbrados. Eso
sí, en ese punto del filme ya te das cuenta que los personajes de los adultos
son simples caricaturas desprovistas de cualquier tipo de humanidad pero igual
lo aceptas, te encoges de hombros y dices “Que diablos… es una Anderson movie”.
También alcanzas a ver su particular arquitectura que nos remite a los filmes
de Jaques Tati. Sin embargo estás enganchado, sufriendo por la parejita de
protagonistas que en medio de su huida del mundo real tienen que protegerse de
la tormenta más furiosa que se recuerde en mucho tiempo.
Sin pensarlo estás emocionado, viviendo de lleno el
maravilloso 1965. Todo es hermoso, el tocadiscos portátil de Suzy, la carpa
amarilla, los paisajes.
El problema viene en
el último cuarto de hora, justo cuando sobreviene la inundación y Wes Anderson
se acuerda de que es un genio y empieza a imprimir su estética particular.
Entonces aparece lo ilógico, lo absurdo, lo “loco”. Me
esfuerzo desde mi butaca para sumarme a la opinión generalizada de que esta es
una nueva obra maestra pero lamentablemente termino ahogado en la inundación.
Soy inmune al encanto de Wes Anderson como soy alérgico al de los hermanos
Coen. Entiendo toda esa gente que me maldice porque amo a Tarantino. Hay
directores que definitivamente no nos pueden llegar y este es uno de ellos.
Esto no quiere decir que Moonrise Kingdom sea una mala película. Los que
aman el cine de Anderson la vana
disfrutar enormemente y aquellos que busquen una experiencia diferente en
una sala de cine pues no duden, búsquenla en el teatro más cercano y ábranse a
su particular atmósfera. Yo salí una vez más decepcionado, inmune todavía al
encanto de Wes Anderson y su cine.
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ResponderEliminar¿La vio en cine?
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ResponderEliminarNo soy seguidor de Wes Anderson y sin embargo este largometraje me llegó, es verdad que la película se cae un poco al final con una artificialidad más propia de los viejos filmes para televisión de Walt Disney que de una obra independiente. Pero eso se equilibra con el inédito papel y protagonismo de Bruce Willis, una actuación tan auténtica que no veía de este "duro" de Hollywood desde tiempos inmemoriales, eso es impagable.
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