Hace un par de días justamente hablábamos de las debilidades
que tenían los viejitos de la academia por los discapacitados. No es sino
presentar a uno para que sobre él lluevan las nominaciones. Si bien The sessions no se llevó las
distinciones que en algún momento pretendía si alcanzó para que Helen Hunt
compita por el Óscar a mejor actriz.
The Sessions está
lejos de ser la agradable película que prometía su trailler. La compasión al
final le gana a la ironía, a las ganas de burlarse de uno mismo. A pesar de la acertadísima
actuación de John Hawkes quien le da toda la dignidad posible a su personaje se
termina recurriendo casi con desesperación al drama aleccionador a los que nos
tiene acostumbrados canales como Halkmart.
La historia podía prestarse para hacer de ella una gran
comedia. Mark O’Brien de niño contrajo polio, la enfermedad hizo que se le
paralizara el cuerpo y el resto de su vida tendría que vivir inmóvil, confinado
en su cama, soportando la culpa de haber visto como por culpa de su
discapacidad las personas más cercanas sucumbían ante el dolor de verlo así. Si
leen lo anterior pensarán que soy un sádico pero es que Mark no sólo se quedó
en eso, se convirtió en poeta, en un periodista activo y es precisamente la
investigación que realiza para uno de sus artículos lo que le da forma y
sentido a la película. El mismo tendrá que hacer entrevistas y al ver que gente
muy parecida a él ha tenido sexo se decide a sus 38 años a dejar atrás el
fantasma de la virginidad.
Ni siquiera el sentido del humor desparpajado de O’brien
convence a Ben Lewis a caer en algunos momentos en la compasión, en la lástima.
Los momentos maravillosos del principio son sepultados en los minutos finales
cuando cae definitivamente en la trampa de la lástima.
Estoy harto además de que en las películas reseñadas en este
blog que compiten por un óscar en alguna modalidad estén desprovistas de
cualquier riesgo visual o narrativo. Además de ser planas la gran mayoría de
estas producciones son manipuladoras, tramposas y sobre todo pobres. Como la
maldita distribución no se ha atrevido a traer al fin del mundo las que parecen
ser las mejores producciones del año, Lincoln
y sobre todo Django, tenemos que
conformarnos con recorrer la galería de ancianos, bipolares, poliomielíticos
que nos han ofrecido las nominadas este año.
Que tristeza que la academia siga creyendo que el cine puede
servir como terapia de superación. Hoy en día entrar a cine es como adentrarse
en un libro de Paulo Coelho o Walter Rizo. Lo peor es que la gente sale
convencida de que vio una película de temática seria, se va al cine no ha
recibir un gozo estético sino por interés, para llenar todos los huecos de la
incultura para aprender más de la vida. No se va al cine por el placer de ver
películas sino por el interés de parecer una persona culta sin haber leído un
puto libro.
Ese es el riesgo que tienen películas como The Sessions con todo su aire
independiente, con todos los premios que puede tener a cuestas. Hace unos meses
vimos Amigos donde mostraban a un cuadrapléjico por el cual no sentíamos
ningún tipo de compasión, al contrario, por momento llegamos a envidiar al
infeliz, era un tipo muy apuesto, muy inteligente con un retorcido sentido del
humor. Acá nada de esto sucede. Funciona por momentos la relación con el
sacerdote, brillantemente interpretado por William H. Macy, un cura con el pelo
largo, con la torpeza que sólo puede dar la sinceridad aconsejando y sobre todo
escuchando a su feligrés.
La relación que sostiene con su terapista sexual empieza muy
bien, Hellen Hunt consigue distanciarse de su paciente y nos muestra una de los
trabajos más complicados que hay en el mundo. Una de las mejores escenas de la
película es cuando ella sale corriendo del cuarto olvidando el dinero, queda
claro que no lo hacía por plata sino por la simpatía que le despertaba su
paciente.
De pronto más de uno la va a ver y no va a estar de acuerdo
conmigo pero es que considérenme, toda la basura que he tenido que ver todo el
año porque no había nada más que ver, toda la indulgencia, la necesidad de
convencerse de que se tiene que tener compasión porque no todas las películas
pueden ser obras maestras han hecho que a esta altura del partido esté
absolutamente cansado, molesto con eso que todos los días vemos en las salas y
que aunque venga en un formato parecido no es cine ni por el putas.
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