Los Croods viven la mayor parte del tiempo en su cueva. Salir
de ella significa exponerse a peligros inimaginables. Si quieren sobrevivir
deben tener sus precauciones, sus métodos. El padre (Nicholas Cage) es
sobreprotector, cada historia que cuenta al final de la noche trata de lo
desastroso que puede ser para ellos exponerse a lo nuevo, a cambiar sus
rutinas. Tienen que obedecer a
rajatabla lo que él dice si no quieren terminar en las fauces de alguno de los
feroces animales que acechan el exterior.
A su hija adolescente (Emma Stone) esa política ultraconservadora no le convence.
Su edad la impulsa a vivir aventuras. Una noche un extraño resplandor la
despierta. Contrariando todas las reglas sale de la cueva e hipnotizada
persigue la mancha luminosa que deambula entre las rocas. Después de
perseguirla unos cuantos metros encuentra la antorcha, detrás de ella está un
extraño ser con cabeza de jabalí, ella toma una roca y está dispuesta a estallársela
en la cara, cuando el ser levanta la cabeza de jabalí y descubre su verdadero
rostro de adolescente. Este personaje le enseña que el fuego no solo se
puede hacer sino que también se puede controlar y le recomienda no abusar tanto
de la fuerza y si usar de tanto en tanto el cerebro. Además le advierte que
el mundo se está acabando y que en pocas horas esa cueva donde su familia
vive será arrasada por el fin.
Después del fracaso de El
origen de los guardianes, Dreamworks continúa contradiciendo las reglas de
la industria y se embarca no en la continuidad de una franquicia sino que se
arriesga a contar la historia de una familia justo al final de una era. El resultado
al menos desde el punto de vista estético
es más que satisfactorio. Decir que Los Croods es una película original es una exageración. Los lugares comunes y
los tópicos archiconocidos abundan por doquier. El padre sobreprotector ya lo
habíamos visto hace poco en Hotel
Transilvania, la adolescente indomable la disfrutamos en Brave, el éxodo de una familia en el fin
del mundo la sufrimos en la saga de La
Era del Hielo.
Lo que cambia es la manera como Chris Sanders (Director de Como entrenar a tu dragón) logra armar
las piezas y construir un relato lleno de un humor negro un tanto inusual en
este tipo de películas. Los recursos visuales son fascinantes y logra componer
unas criaturas prehistóricas completamente surrealistas y propias de la atmósfera
que impuso Sanders dentro del filme. Las personificaciones de Cage y Stone son
entrañables hasta el punto de que sufres y te angustias con el destino que
puedan tener sus personajes. Los recursos dramáticos y las estupendas
animaciones convierten a Los Croods en
la mejor película animada de los últimos cinco años.
Parte del éxito del filme se lo deben a la colaboración
dentro de la escritura del guión del genial John Cleese, miembro del club Monty
Python y culpable de la mayoría de los graciosos juegos de palabras y humor
negro que respira la película en grandes tramos de su relato.
Recomiendo que vean la película en 3D, pocas veces me ha
impresionado tanto una producción hecha en este formato. Acá marca una
verdadera diferencia y sin duda podrás por fin entender por qué se espera que para
el próximo año la totalidad de los Blockbusters vengan en tercera dimensión.
Con Los Croods Dreamworks
ha desplazado definitivamente a Pixar quien cada vez se entierra más y más en
las edulcoradas tierras movedizas de Disney. Este es un entretenimiento válido
no solo para los más pequeños sino para los padres y tíos que disfrutamos por
un momento de la gracia de ser niños otra vez. No duden un momento en verla,
recuperarán la fe que tenían en las películas animadas y que se había perdido
por culpa de las cada vez más insoportables sagas.
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