A años luz de sus antecesoras se posiciona la parte final de
esta extraña trilogía impulsada por el afán infame e insaciable que tienen los
grandes estudios de amasar fortunas. Los chicos están de vuelta aunque se nota
que ya están cansados de tantas aventuras, sobre todo ahora que se reúnen en
torno a una tragedia. La fiesta definitivamente ha pasado a la historia.
Vale la pena preguntarse si la manada sólo se junta para
drogarse y perder la memoria en esas fiestas extremas y si el nombre en inglés
hace clara referencia a nuestro popular “Guayabo” ¿Por qué se llama así el
cierre de la trilogía si sólo en los minutos finales aparece y casi como un
embutido lo han puesto para justificar el Hangover?.
La película está hecha solo para el lucimiento de Seth
Galifianakis, el cómico del momento. El guión olvida por completo a los
personajes de Bradley Cooper y Ed Helms quienes son sombras que deambulan
entorno al rollizo y desadaptado comediante. Ninguno de ellos dos tienen situaciones o diálogos graciosos, parecen otros personajes sacados de otra película. A Cooper siempre lo va a salvar la pinta pero el que sin duda se ve más descuidado es Helms quien luce serio, casi estreñido, sin una pizca de emoción como si estuviera dentro del proyecto por física inercia.
Y eso que todo empieza con un potente acto surrealista realmente poderoso.
Alan conduce su auto, enganchado en la parte de atrás del mismo en un planchón
va una jirafa. Esta es descabezada por un puente muy bajo produciendo un choque
multiple en la autopista. Furioso el padre de Alan se da cuenta de que su hijo
a los 42 años es un completo desadaptado. La familia entera se reúne y deciden
hacerle una intervención. Llegarán a la conclusión de que lo mejor que puede
hacer nuestro desadaptado favorito es internarse un rato en uno de esos campos
de concentración donde vuelven a los raros “Normales”. Para apaciguar la ira de
Alan los muchachos deciden acompañarlo.
Pero en el camino encontrarán un temible contratiempo. Otra vez
Leslie Chow, el maldito oriental vuelve a hacer de las suyas.
Ni siquiera las apariciones de John Godman y Mellisa McCarthy
logran remontar el desastre. Uso esta palabra teniendo en cuenta de que se
trata del cierre de la trilogía más graciosa del cine norteamericano
contemporáneo y que esperábamos algo más digno. Si uno desapegara de que es la
tercera parte de Hangover podría ser menos exigente y decir por ejemplo de que
la película por momentos funciona. Leslie Chow sigue siendo el depravado más
carismático de la gran pantalla y el dúo que hace con Allan es desternillante. Hay
escenas además muy, muy graciosas como el reencuentro de Allan con Carlitos y
sobre todo los tres minutos finales (Aconsejo no abandonar la sala después de
ver los primeros créditos finales)
En síntesis Hangover 3
debe ser vista por todos los que amaron las dos primeras partes y seguro muchos
se divertirán bastante. Pero por favor no esperen demasiado ni cometan el error
(Inevitable en últimas) de compararla con sus predecesoras, sólo así podrán
relajarse y disfrutar de las ardientes aventuras de Alan y el gran sátiro
Leslie Chow.
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