Vuelve a sonar Shadowplays. No ha caído polvo sobre esa canción. Treinta y dos años jueputa justo la edad que tengo yo. Sobre mi si ha caído el lodo en cambio el cuerpo de Ian Curtis continua joven, hermoso, guindando sobre una viga, desde el silencio de la muerte puedo ver como la cuerda destroza el cuello. Cuanta consideración con su esposa, con su madre es que si, es más fácil limpiarle la mierda a un ahorcado que recoger pedacitos de cerebro después de haber apretado el gatillo de una Colt 44. Pero eso no podría ser a Ian no le gustaban las armas.
Dicen que venía dvastado con lo del divorcio y que los ataques empezaban a repetirse con preocupante regularidad. Joy División abriendo venas, pateando puertas ametrallando al aburguesado mundillo del rock de finales de los setenta. Nada que ver con The Clash o Sex pistols, ellos no eran trash, escuchenlos, vean la riqueza en los acordes tenían eso tan ajeno al punk que es la melodía. Y estaba él, ungido por la gracia que Satán le da a los poetas, en un confesionario negro hacían fila centenares de asesinos en serie, de sicopatas y suicidas para que el escribiera sobre ellos y la sangre derramada.
Quedaron de reunirse a las dos de la tardepero Ian Curtis no aparecía. Dijo que pasarían en la noche Strozek, la vería por quinta vez en el año. El heroe herzoguiano encarnado era él, delen un machete y dejenlo en la espesura de la selva, seguramente no abrirá camino, seguramente construirá una casa con bejucos y escribirá desde allí. En silencio como siempre estuvo, daba la impresión que no necesitaba de nadie. Imagino que se sintió tentado, un puñado de canciones y a dormir. Vió la vida y se sintió tentado, la cuerda tensada partiéndole el cuello.
Un par de discos no más, un puñado de poemas 23 años men, 23 miserables años. No me importa el legado, no me importa que Bono diga que ellos son lo que son gracias a Joy Division, me importa es de todo lo que me estoy perdiendo por culpa del dedo de dios que arrinconó contra una pared la vida de un genio. Otra vez pasó, el genio sucumbiendo ante un mundo que le es ajeno, otro epiléptico con ganas de expresarse de contar su dolor, imaginen a Dostoyevsky convulsionando sobre un escenario diciendo entre la babasa del último ataque
Está el centro de la ciudad donde todos los caminos se encuentran esperandote
en las profundidades del oceano esperandote
Me estaba moviendo a través del silencio sin movimientos
Buscandore
En una habitación con ventana encontré la verdad.
Fue una bocanada de aire fresco en la cloaca del punk. Fue breve y hermoso como un orgasmo. Una puñalada en la yugular al monstruo aburrido de la post-modernidad. Cuando supimos de él ya estaba muerto y entonces nos tocó conformarnos con Kurt Cobain
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