Lidia de Cadaqués fue la creadora del método paranoico-práctico. Tenía el extraño don de enhebrar la lectura de dos libros completamente diferentes y hacerlos uno solo. Todos los libros el mismo libro. Lovecraft solo leyó cuatro novelas en su vida. Las releía constantemente dandoles en cada lectura la interpretación que en su momento buscaba.
Ese es el método Paranoico-Practico.
Lidia murió en un asilo de ancianos, encerrada en una habitación atestada de libros de Eugenio D'ors. Ella pensaba que el escritor se comunicaba con ella a través de sus páginas. A mi me pasa lo mismo con ciertos libros. Hace unas noche releí Crimen y Castigo. Los libros cambian y ahora creo entender mas el sufrimiento de Raskolnikov. Si bien sabía que es el asesinato de Lizaveta lo que carga de culpa al joven y genial estudiante no entendía porque lo desgarraba por dentro ese dolor si con la plata robada a la usurera podía salvar a Sonia y a sus hermanos huerfanos. Ahora cuando vuelvo a sucumbir ante la fiebre peterburguesa me doy cuenta que a los treinta y dos años mi espiritu se ha vuelto mas sensible que el que tenía hace tres años. Con cada año que pasa existe un vínculo mas fuerte con la vida, creo que ya no mataré a nadie y dudo mucho que en algún momento, por mas desesperada que pueda ser una situación vaya a optar por volarme la tapa de los sesos. La vida es lo único que existe.
Ese es el método Paranoico-Practico.
Constatar que los libros y las pinturas y la música tienen vida propia, crecen con uno, son nuestros daimones.
Lidia de Cadaqués lo entendió. Creó el vínculo con un solo autor, con el gran Eugenio D'ors. Cada verano el escritor se iba al balneareo y se quedaba varios días en la cada de Lidia. Era tanta la admiración que sentía por esta sencilla mujer que incluso La bien plantada es un retrato a ella. Existe una anécdota que desenboca en la invocación con la cual Lidia funda el método. Uno de los hijos de Lidia había llevado a D'ors a pescar con él. Sin tener la mas mínima consideración por su huesped y este volvió mareado y descompuesto lo que motivó a Lidia a prodigar sus atenciones al escritor y a regañar severamente a su hijo. En su Vida secreta Salvador Dalí narra con su particular estilo esta anécdota "Lo vió, lo comprendió todo. Y tuvo, para reñir a su hijo, una voz agria, no conocida aún por aquel. Pero ahora el joven pescador se las tuvo tieso. Asperamente acusó a su vez. Acusó a su madre y señora de querer estimar mas a un sobrevenido que a los de su propia sangre. Entonces la Lidia, con los ojos furiosos, espuma en la boca y un aire que el escritor no pudo mas que encontrar Sibelino, pronunció, acompañado con gestos las actitudes de un Miguel Angel de la sixtina una palabra extraña; una de aquellas palabras que han de marear, a lo largo de la presente historia, los hitos de una demoniaca inspiración. Dijo descarada y solemne: La miel es mas dulce que la sangre"
Esta fue la invocación de una poderosa hechicera. Los mares se abrieron y crearon un abismo. Lidia había creado una manera de pensar. La miel es la obsesion, las ganas de crear, la sangre un yugo, la opresión de lo preconsebido. En el cambio está la obsesión, en el constante devenir de las cosas. Dalí lo entendió y pintó el momento. Lo inmortalizó.
Pobre Lidia, murió sola en ese oscuro cuarto. Al final ya no podía leer ninguna de las letras que le escribía en sus libros Eugenio D'ors. Hoy son pocos los que la recuerdan en Cadaqués.
No hay comentarios:
Publicar un comentario