Para muchos todavía es incomprensible como un cabito cualquiera con un bigote ridículo que buscaba imitar torpemente a Chaplin pudo regir los destinos del país mas culto más civilizado del planeta. Si bien el tratado de Versalles con el que se puso fin a la primera guerra mundial dejaba contra la pared a Alemania, imponiéndole obligaciones que eran imposibles de cumplir , causando entre la población un descontento y un rencor no tanto con las potencias extranjeras sino con las fuerzas judeizantes que gobernaban el país explica mucho porque la masa necesitaba mas que una democracia, un caudillo que lograra sacar del fango el alicaído orgullo teutón.
Pero esas condiciones no bastaron para convencer a mentes tan prodigiosas como las de Martin Heidegger sino que el jefe del Nacional Socialismo Alemán puso como su mano derecha al culto e inteligente Doctor Goebbles un filósofo que entre otras dotes tenía la de ser un excelente sicólogo de masas. Gracias a él el nazismo pudo disponer a sus anchas de todo un arsenal de publicidad que ayudó a movilizar masas. Esto es algo típico de todos los regímenes totalitarios.
El siglo XX no solo fue el siglo donde los progresos tecnológicos hicieron creer al hombre que todo sería posible. Volar, viajar a la luna, tener en una cajita, como si fuera la caja de pandora, todo el saber del universo. Todo era posible y también manipular mentes a través de esa caja fue posible. En el siglo XX supimos gracias a la publicidad que se puede vender todo incluso el paraíso en esta tierra. El problema que ha traído no restringir los espacios publicitarios se nota en la poca o casi nula importancia que se le da por parte de los jóvenes a la necesidad de ser únicos e independientes. La publicidad nos ha enseñado a querer ser diferentes vistiéndonos igual.
Las tácticas del Doctor Goebbles para impulsar a un país a la hecatombe para mentalizar a una sociedad hambrienta de que el problema eran los judíos y que por lo tanto había que exterminarlos si se quería a una Alemania nueva, nos hizo concientizar de lo suceptible que podemos ser los seres humanos cuando insistentemente se nos recomienda algo. Y eso que los nazis todavía no contaban con ese gran hipnotizador de masas que es el televisor. Les basto tan solo con los periódicos, la radio, unos cuantos afiches para hacerles creer a la gente que Adolfo Hitler era Odin.
Ahora los grupos económicos utilizan los medios de comunicación como conductos no para informar a la gente sino para vender sus productos. No importa que sea, desde un jabón hasta una gaseosa, detenerse a ver una propaganda, con muy pocas excepciones, es ver la necesidad absoluta y casi absurda que tienen estos grupos de vender a como de lugar. Gente con el físico de Brad Pitt se come con una sonrisa una hamburguesa en Burger King. No hablemos de las desventajas probadas que puede tener comer diariamente una hamburguesa en estos lugares sino que hablemos de lugares que conozco alejados del casco urbano. Pongamos un ejemplo, los caseríos que rodean el municipio de Tibú en Norte de Santander donde provistos de una planta eléctrica tres familias se reúnen cada noche para ver la novela. Si bien la mayoría de telenovelas se ha convertido en otro espacio publicitario es infame para esos seres alejados del mundo, en su gran mayoría con serios problemas de desnutrición, sin agua corriente, destinados tan solo a comer un pedazo de yuca o papa a falta de otro alimento ver como propaganda tras propaganda se le vende las grasientas propiedades de una jugosa hamburguesa.
En los grandes festivales de cine hay un apartado especial para aquellas compañías que preocupadas por el impacto de la publicidad se dedican a hacer cortometrajes de sus productos dejando un mensaje destinado casi siempre a vender pero con responsabilidad. Cineastas como Dennis Hopper o Alejandro Gonzales Iñarritu desplegaron su talento en un puñado de minutos donde demostraban que se podía hacer publicidad responsable, llevando un mensaje claro y conciso con los pros y los contras que puede traer comprar por ejemplo una camioneta. Lamentablemente estas producciones están condenadas al ostracismo que generan los restringidos festivales de cine. El tiempo en televisión es oro y pensar en pasar una publicidad de mas de un minuto es casi una herejía. Así que tenemos que conformarnos con ver estas propagandas en el privado placer culposo del youtube.
En un país con los problemas de desigualdad como el nuestro es infame que no exista un control de la publicidad. Se trastocan los valores, se destrozan, se reinventan. No eres nadie si no tienes el último Toyota, no eres un hombre si tu novia no se parece a Angelina Jolie. Las mujeres soñamos con Ashton Kushner y creemos que toda nuestra universidad se tiene que parecer a la de los niños lindos de Melrose place. Vivimos en la internet, en la televisión, la publicidad nos hace vivir una vida ajena. Si el país en el que viviéramos al menos no tuviera los problemas de violencia con los que convivimos o la pobreza, la crueldad de la guerra y la corrupción no fuera moneda corriente no habría ninguna necesidad de hacer un llamado de conciencia. Pero resulta que vivimos en Colombia el país donde anualmente mueren 35 mil personas por hechos violentos donde las mujeres son maltratadas, tomadas como botines de guerra como si estuviéramos aún en el Medioevo, la publicidad no debería ser solo una herramienta para vender productos sino para concientizar a las masas de un problema que está ahí, latente, amenazante como una cobra mirándonos a los ojos.
Existe al menos la necesidad del placer estético. No tenemos porque pretender salvar al mundo por medio de la publicidad pero si hacer trabajos realmente creativos. El mundo sería un lugar mucho mejor si tuviéramos alrededor mas cosas hermosas. Necesitamos vender menos y preocuparnos más por el arte, por nuestro arte. Esa debería ser la primera responsabilidad. En el pasado reciente el país vivió algo muy parecido a una dictadura. Nadie en las primeras elecciones donde ganó Uribe conocía su programa pero todos conocían la frasesita esa ridícula de Corazón grande y la foto puesta sobre un cielo azul. La clave de la victoria de Alvaro Uribe fue la contratación de Duque como publicista de la campaña. Nos vendieron una imagen y nosotros sin dudar la aceptamos. Los postulados del Doctor Goebbles se vuelven a imponer.
Durante la pasada campaña presidencial conocimos la oscura imagen de JJ Rendón el hombre que le vendió a la derecha la manera de cómo asentarse en el poder. País por país, banana republic tras banana republic todos los candidatos compraron gustosos las ideas refritas que vendía candidato tras candidato. Y con eso fue suficiente. Una campaña de difamación en un país miserable como el nuestro puede mas que mil propuestas de cambio.
Necesitamos pensar la publicidad. El compromiso que genera nuestro oficio está completamente sobrevalorado incluso por nosotros mismos. Creemos que es chic, que es nice, que es lindo ser publicista porque es una carrera cool de niños bien creativos. Y eso no es asi. Nuestro compromiso es con la masa, con los hombres que dia a dia tienen que salir al trabajo y desde que toman el autobús están escogiendo. Se escoge todo el tiempo y nosotros somos casi que jueces. Por una elección mal dada un hombre puede perder su cabello o una mujer puede adquirir un cáncer.
Un publicista no es una prostituta que se vende al mejor portor, como en casi todas las actividades de la vida el publicista debe hacer su trabajo regido por los parámetros básicos que le puede imponer su moral. En tiempos donde el discurso político ha terminado, en tiempos donde la imagen tiene el poder de diez mil palabras, al publicista se le presenta la oportunidad histórica de regir sobre la conciencia de los hombres. Es un papel para el cual no está preparado, pero en esa encrucijada lo ha puesto esta época. No es necesario ya salir a la calle para verse influenciado por el poder de la imagen. El rey inmerso en su torre de marfil podrá ver el mundo con tan solo encender un teléfono celular, el naufrago en una isla, provisto de un radio satelital pensará en lo refrescante que puede ser una coca-cola ya que el mensaje está inmerso en él y ya nadie se lo podrá sacar. Como en la reciente película de Cristopher Nolan El origen, el publicista ha entrado en la conciencia de la gente y a incepcionado su mensaje en esa caja fuerte donde descansa su inconsciente.
Cuando Lenin sube al poder, luego de que la revolución rusa triunfara y lograra derrumbar a Nicolás II el primer comunicado que emite es justamente el de la necesidad de crear una cinematografía ya que el fue el primer mandatario que logró intuir que el cine era el soporte por el que se manejaba las masas. De ese esfuerzo nace una generación impresionante de cineastas encabezados por Eisenstein quien con su obra Octubre logró crear una regla fundamental del lenguaje visual que es el montaje. Por medio del montaje se puede modificar el pensamiento de la masa.
El nazismo, bajo la batuta de Goebbels logró crear una cinematografía si bien desigual, ya que contrario a lo que pasó en la revolución rusa donde los cineastas se sintieron identificados con los bolcheviques, en Alemania el grueso de los autores que surgieron en la década del 20 que tenían algún talento se fueron. Los que quedaron se vieron avocados a hacer películas donde se ensalsaban los ideales del partido nazi, la gran mayoría de esos filmes hoy solo sirven como material de estudio para entender como era la mentalidad nazi. Sin embargo la cineasta preferida del Fuhrer, Lina Reifensthan, quien con dos documentales descomunales, Olimpia y El triunfo de la libertad, fueron obras maestras indiscutidas que aún hoy, a pesar de la terrible ideología que profesan, se puede apreciar la belleza pictórica de las mismas.
En los pasados años aciagos que se vivieron en el país hubo un impulso inusitado a la cinematografía nacional. Sin embargo no podemos acusar al uribismo de crear películas que alabaran su mandato. Se han creado películas de infinito valor y se nota que se ha llegado a un profesionalismo cinematográfico que en los ochenta por ejemplo era impensado. El lunar no fueron las películas sino los noticieros, en especial lo que se gestó desde RCN. Ver el noticiero del mediodía era un acto infame, sobre todo cuando Vicky Dávila, la prostituta mayor del régimen, salía en su Cosa Política a mamarle gallo a los gobiernos vecinos y alabar de una manera grosera a su patrón Uribe.
Es que la publicidad no solo son comerciales, publicidad es la noticia que se escoge, la verdad que se oculta. El publicista en Colombia, en los años que pasaron fue un títere. Campañas como Colombia es pasión eliminaban cualquier tipo de análisis sobre el conflicto y buscaba desesperadamente crear un nacionalismo. Había que sentirse orgulloso del país sin importar que este fuera el más asesino de la tierra. Había que estar orgulloso solo porque en él mandaba Alvaro Uribe Velez.
Necesitamos una publicidad limpia cuyo único propósito no sea el de vender un producto sino que también sea una pequeña obra de arte, un vehículo que ayude a pensar al comprador y no que lo condicione. En un pueblo con los niveles de analfabetismo como el nuestro la publicidad puede convertirse sin duda en un medio de instrucción, de educación, de formación de valores. Valores no que busquen condicionar a la persona sino que lo enseñen a pensar por si misma, a buscar lo único que nos puede hacer libres y es pensar por nosotros mismos.
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