Lo que sucedió con El
caballero de la noche en el 2008 y con Thor
el año pasado me hicieron ir convencido de que este relanzamiento de la
saga de Spider Man iba a estar a la
altura de la publicidad desplegada. Nunca he sido un fanático de los comics de
Marvel y la verdad me he enterado de la existencia de Stan Lee gracias al culto
que le fabricó Kevin Smith, pero me gocé de principio a fin Los Vengadores y no tenía dudas de que
acá me iba a pasar lo mismo.
En los primeros veinte minutos parece que todo está
funcionando. Si, por supuesto que aparecen los lugares comunes, el nerdo con su
patinetica a lo Martin Mcfly, el matón de colegio intimidando a los que llevan
gafas e inhalador y de una vez sabes que estás al frente de un producto
diseñado para un público adolescente. Una vez puestas las reglas del juego
sobre la mesa las aceptas y tratas de ser un niño de nuevo. Los Lumiere no solo
inventaron el aparato que vence a la muerte sino que en cierta forma es una
máquina del tiempo.
A la primera hora puedes decir que la estás pasando bien. Siempre
es divertido ver como un tipo común y corriente (Uno de los grandes aciertos de
Stan Lee fue haber creado sus súper héroes con los defectos y debilidades que
tenemos la mayoría de los seres humanos) va descubriendo que tiene poderes,
como tiene que sufrir para aprenderlos a controlar. Acá el joven Peter Parker
no necesita de ningún maestro, eso él haciendo cabriolas con su patineta va
aprendiendo de las caídas. En una de esas como sucede desde que fue escrita
hace décadas el tío de Parker muere y el man como es natural quiere venganza.
La mayoría de paramilitares y asesinos en serie empiezan así y un justiciero
enmascarado no es más que eso, un paraco. El jefe de la policía está
obsesionado con ese enmascarado y es muy divertido para los que no estamos muy
emparentados con el comic de Spider Man ver
como el tombo es ni más ni menos que el suegro del arácnido justiciero.
Hasta allí todo bien. Pero pasada la hora, cuando aparece el
villano, un lagarto completamente manipulado por los malditos efectos de un
computador es que a mi juicio la película se viene abajo. Entonces entiendes
que Marc Webb (el director de la primera parte de esta nueva saga) carece del
talento de Keneth Branaght (Thor) o del magnífico Cristopher Nolan (Batman).
Los tíos de Peter, interpretados por dos actores tan capaces y curtidos como
Martin Sheen y Sally Field son sombras que se mueven en la película sin que
tengan ningún peso. La pobre Field quien hace años no la veía vive pegado a ese
lavaplatos como si toda su existencia se redujera a estar en la cocina. En
ningún momento te enganchas con la historia de amor y eso que a mi Emma Stone
me encanta y que no lo duden, Andrew Garfield es mucho más actor que Tobey
Mcguire.
Cuando empiezan a destruir Nueva York te das cuenta que ya,
que te hastiaste de que cada dos meses destruyan La gran manzana, que te has
hastiado de los súper héroes, que a la industria le encanta agarrar un tema y
exprimirlo hasta dejar el bagazo. Y mientras estas historias siguen funcionando
en taquilla van a aparecer una y otra vez.
Son sagas que se acaban y vuelven a empezar, algo eterno
como la Kundalini, la serpiente que se muerde la cola. Ojo que con esto no
quiere decir que no esté emocionado porque el viernes estrenen la última parte
del Caballero de la noche. Nolan es un genio y transformó a Batman en puro cine
negro.
Para el que quiera desparcharse vaya y la ve. Le recomiendo
que se fume un buen porro antes de entrar y la vean en 3D. Total es una época
estéril donde no hay mucho por hacer en la calle. La sala de cine sigue siendo uno de los pocos
lugares donde uno todavía se puede sentir seguro, más si está en el hombre
araña cuidándote.
A los fanáticos del comic y de los súper héroes seguro les
va a encantar. Este servidor definitivamente ya se mamó de eso.
Uy compadre si le parecio una película interesante thor, mas bien no sigo leyendo, hasta avengers la cosa era interesante, cuando hablo de la los paracos la cosa tomaba cuerpo, pero cuando dijo eso de thor, nah la cosa se desplomo
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