A Hitler le encantaban sus películas, por eso mandó a Goebbles para que le cumpliera su capricho:
quería que Fritz Lang dirigiera la UFA. Cuando
vio al flaco deforme, con un gabán que le colgaba ridículamente sobre los
hombres, parado ante su puerta, dictándole los mandatos del Fuhrer, pues el
querido señor Lang le dijo que listo, que mañana pasaba por allá y hablaban un
rato mientras concretaban los pormenores de su vinculación. El ministro de la
propaganda y filósofo de pacotilla se subió contento a su auto pensando en las
buenas nuevas que le iba a dar a Adolf.
Lang no lo pensó mucho. Esa misma noche metió sus cosas en
una maleta y como muchísimos otros directores alemanes de la época, decidió
cruzar el Atlántico. Era 1935.
Su reputación lo precedía así que no tuvo muchos problemas
para conseguir trabajo en Hollywood. Es más, dos años después ya había filmado Furia uno de sus filmes más importantes
de su carrera.
Joe Wilson es un tipo humilde que ha conocido a la chica de
su vida y quiere casarse con ella. Lamentablemente no tiene el billete que le
asegure poder darle una vida digna. Así que con todo el dolor la pareja de
enamorados se despiden. El se concentra en su trabajo, ahorra, reúne la plata
necesaria para poner una gasolinera. Al fin puede ir a visitar a su novia,
proponerle algo serio. Hasta ahí uno cree estar viendo otra oda al sueño
americano. Pero recuerden, son los 30, el sueño se había roto. En la mitad del
camino a Joe lo detiene la policía, lo acusan de haber secuestrado a una niña,
lo encierran.
El pueblo tiene ganas de divertirse. Se reúnen en el bar, se
ponen de acuerdo. Eso es mejor pasar por encima de la ley, romper la celda y
asarlo allí mismo. Milagrosamente Joe escapa y ahora cuando todos lo dan por
muerto es cuando planea su venganza. Quiere llevarlos a un juicio y quiere ver
a los 22 hombres que entraron a la fuerza a la cárcel, colgados.
En los primeros planos a los rostros, en el ambiente
claustrofóbico, se rebela todavía al Lang expresionista. Parte de la potencia
que tiene Furia se lo debe a que es un
filme absolutamente visual. Estaba convencido, como muchos otros directores,
que la aparición del cine sonoro había significado un retroceso para el
lenguaje cinematográfico. La cámara forma parte integral de la historia, es un
personaje más por eso nos encontramos con algún rostro histérico o asustado, mirándonos
directamente a los ojos, intimidándonos o pidiendo clemencia.
En el guión nada está escrito al azar. Si a Joe su prometida
la entrega un anillo es porque ese anillo va a ser vital en el desarrollo de la
historia. Lo mismo pasa con el mani, con una leve rasgadura de un gabán y el
posterior remiendo. Todo forma parte del rompecabezas.
Cuando Hitchcock hizo Chantaje
lo llamaron “El Lang inglés” por eso resulta injusto que hoy se le
considere a Fritz como el “Hitchcock alemán”. Lo puntilloso que el autor de Vértigo era con los detalles lo sacó del
autor de Las tres luces. Esa es la
clave de un triller, unir las piezas que conforman el acertijo.
Pero por encima de todo Furia
es una reflexión sobre lo peligroso que puede ser la masa. Cuando 22 hombres
se juntan con odio para lograr un fin por lo general se comete un crimen. Toda una
metáfora sobre la asfixiante situación que se vivía en la Alemania de Hitler en
1937. La furia enceguece no solo al opresor sino al oprimido cuando sobrevive. En
el odio no se puede sembrar una idea.
Seguramente ese final feliz de Spencer Tracy y Silvia Sidney
en medio del tribunal sea una imposición de Joseph L. Mankiewicz. Ni siquiera
ese beso nos puede sacar de la boca el sabor amargo de haber presenciado los
oscuros rincones del alma humana. Lang, como el Dios de los judíos condenaría
en la hoguera hasta a una madre con su hijo en brazos. El odio es un mutante
que tiene la capacidad de transformarse hasta en el ser más inofensivo del
planeta.
Para los actores no era muy fácil trabajar con el director
alemán. Tenía fama de tratarlos como si fueran ganado. Se sabe por ejemplo que
Spencer Tracy terminó el rodaje en muy malos términos con él y juró que en su
vida jamás volvería a compartir un set con el autor de Metrópolis. Si bien no era un gran dialoguista, en muchas partes de
la película hablan como si estuvieran recitando una traducción, su sangriento
método hacía que a nivel expresivo los actores dieran lo mejor de si. O si no
recuerden la cara de Tracy llegando a la casa de sus hermanos en su “Resurrección”
parece que hubiese visto con sus propios ojos las llamas del infierno. O el
rostro de Silvia Sidney cuando se da cuenta por la carta anónima que Joe está
vivo. Era todavía cine mudo.
Furia es una
película fundamental no solo para aprender cómo se construye el lenguaje
cinematográfico sino para comprender que no hay asesino más despiadado que una
turba embravecida.
fila online shop
ResponderEliminaryeezys
michael kors outlet
air max 2017
vapormax
kobe 11
lebron 15
louboutins
hermes birkin bag
adidas gazelle sale