Había tantas ganas de ver la épica conclusión. Cuatro años
después teníamos aún la lengua seca como un estropajo por culpa de la
adrenalina destilada. Una montaña rusa muy bien estructurada, perfecta., con
actuaciones llenas de intensidad, un
villano demoniaco precedido de la leyenda de su propia muerte. Si alguien tuvo
alguna duda de quién era Cristopher Nolan pues estas habían quedado
absolutamente despejadas, El caballero de
la noche era un clásico inmediato no en el fascistoide género de los super
héroes sino del cine negro.
Larga fue la espera de la última parte de la trilogía. Decían
que se habían tomado el tiempo suficiente para cerrar con una conclusión épica.
Se contó con el mismo casting, el mismo equipo técnico. Faltaba Heath Leadger,
cierto, pero ¿Qué iban a hacer? Los conjuros para sacar a los muertos de sus
tumbas han terminado para siempre. A cambio
del guasón se incorporaron dos actrices maravillosas, Marion Cotillard y Anne
Hathaway. La primera encarna un personaje que lleva la tan mentada épica
conclusión en un filme demasiado largo, insoportable…incoherente. La ex chica
Disney en cambio sostiene con toda su gracia los pocos momentos destacados que
tiene esta fatigosa aventura.
El desespero que tenía DC comics para hacerle contrapeso a
la hegemonía de Marvel empezó a hacer mella dentro de la producción de la
película. Una catarata de memorandos caían sobre el escritorio del director de Memento. Se le exigía que terminara a
como diera lugar el capítulo final de la trilogía, ya que se cansaron de ver
arriba, en los rankings de taquilla que justifican esta industria a alguna de
las creaciones de Stan Lee.
Nolan se encerró solo
en un guión laberíntico, confuso. Apremiado por el tiempo no nos pudo explicar
de donde viene Gatúbela, cuáles son sus motivaciones para robar. Si, por ahí
nos dicen que es como una especie de Robin Hood, le encanta meterse con el rico
para darle de comer al pobre. El cine es de comparaciones y no pude dejar de
pensar en Michelle Pfeiffer, no porque la cocainómana esposa de Tony Montana
sea mejor actriz que Hathaway sino porque la solidez del guión de Daniel
Waters, asesorado por el mismísimo Bob Kane, le daba a la Selina Kayne de Tim
Burton una personalidad, un origen de su
maldad. Esta vez la señorita Kayne aparece vestida de mucama, robándole un
collar de perlas a Bruce, pero en realidad lo que quiere es sus huellas
digitales, algo muy sucio se cocina en las empresas Wayne. Pero de eso no
sabemos mucho, solo lo que nuestras pobres entendederas pueden llegar a intuir
Todo el tiempo estás pensando en que ya, por fin, el diálogo
farragoso, aburrido, va a pasar y aparecerán las grandes secuencias de acción,
pero cuando llega la tan anunciada tormenta la verdad no pasa nada. Tan solo al
principio cuando los hombres de Bane van a rescatarlo en el avión es que
vislumbramos un poco de lo que puede ser capaz un hombre como Nolan, pero esos
momentos no son más que un espejismo, una ilusión. El guión lleno de diálogos
insulsos es capaz de lo imposible: ver al gran Michael Caine convertido en una
triste caricatura, en un anciano insoportable que no hace otra cosa que llorar.
Otro que se ve afectado por la pobreza dramatúrgica es el veteranísimo Morgan
Freeman, el señor Fox esta vez es solo una triste sombra que deambula por ahí,
sin pena ni gloria.
A Wayne lo encierran en una prisión que, según el guión, enloquecería al más guapo. Si querían darle un
verdadero castigo “algo peor que la muerte” deberían llevarlo a la picota en
Bogotá, en el patio donde están los pobres. Allí sufriría la tortura de
compartir una celda con siete delincuentes. En esa prisión hay espacio
suficiente, no hay guardias y lo mejor, hay enfermeros que te curan las
heridas. La alimentación es buenísima, tanto que en menos de cinco meses a
Wayne le vuelven a salir los músculos, consigue la fuerza suficiente para
derrotar al poderoso Baine.
El terror que debería significar la destrucción de Gótica no
lo sentimos. Se caen los puentes, se desploma la superficie de un campo de
fútbol americano, presenciamos el climax y…. no pasa nada. Lo que queremos es
que la bomba nuclear explote por fin y nos podamos ir a la casa, a soñar con
películas mejores. Batman salva a gótica, Batman muere pero está vivo, Marion
Cotillard es la amada, no, no perdón es la villana. Pobre Nolan, desde el
laberinto que el mismo creó no encuentra la salida y empieza a dar tumbos
desesperados. Si, si también está Robin, el detestable Robin con toda su
maldita moralidad. Se cierra la trilogía pero a la vez se abre otra, DC comics
no puede darse el lujo de matar a la gallina de los huevos de oro, al
contrario, es mejor dejarla viva, esperar un par de años y empollar una nueva
trilogía ya con un Robin muy bien peinadito y afeitado cuidando las calles de
gótica.
Los momentos más altos de esta anticlimática conclusión se
lo debemos a la deliciosa Gatúbela y a la formidable música de Hans Zimmer, de
resto es una película que se sostiene solo en su leyenda y que seguramente le
ganará la pugna por la taquilla a Marvel, no por este filme sea mejor que Los vengadores sino porque tuvieron la
suerte de que un loco acribillara a doce personas en su estreno en Colorado. En
algunos casos una masacre puede ser la más oportuna de las publicidades.
leerla es deliciooooooso
ResponderEliminarcomo es posible que estes en el anonimáto con tan buen contenido en su fuerte critério. ud es leyenda.
ResponderEliminarBuena crítica señor. A mi no me convenció la historia, se quedó lejos de las espectativas.
ResponderEliminarExcelente critica senor, ud no deberia estar en el anonimato, en que ciudad vive ud?
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