Las invasiones marcianas en el cine se recrudecen con la
paranoia de la Guerra Fría. Títulos como El
ataque del planeta rojo dejaba muy en claro el miedo que podía generar en
la sana y pura población norteamericana las infiltraciones comunistas. Con el
desplome de la Unión Soviética las invasiones tienen otro tipo de significado. En
El día de la independencia (1996)
Rolan Emmerich demostró que nadie puede con los Estados Unidos y que el cuatro
de julio debería ser una fecha que se celebrara en todo el mundo.
Fue la
confirmación absoluta de que el capitalismo había ganado y sólo quedaba en pie
una sola potencia, algo que parodió con maestría Tim Burton con su Mars Attacks maravillosa ópera bufa que
no sólo es un homenaje a la obra de Ed Wood sino toda una sátira a la
prepotencia yankee.
Pero entre todas las películas de invasiones extraterrestre
post- guerra fría me quedo sin dudarlo con La
guerra de los mundos. Cuando salió en el verano del 2005 los críticos la
acribillaron por completo, fue tal el rechazo que Spielberg no volvió a
incursionar en el género en el cual es todo un maestro; la ciencia ficción. Tomando
con cierta fidelidad la novela homónima de H.G Wells, el autor de E.T mostró una vez más el miedo que
sienten los americanos hacia las invasiones bárbaras. La particular ferocidad
con que los trípodes aniquilan todo lo que ven tiene que ver con las imágenes
aún frescas de los ataques del 11 de septiembre. Esta vez los norteamericanos
habían visto cómo sus miedos ancestrales se hacían realidad. La realidad le
había copiado a la ficción.
Tom Cruise y sus hijos no vivirán un solo momento de paz. La
impresionante escena de los campos regados con sangre nos da una visión directa
de lo que es el infierno. Spielberg, reconocido en todo el mundo por ser un
director “Para toda la familia” cuando muestra el horror es implacable, o si no
vuelvan a ver La lista de Schindler o
la soledad absoluta del androide que quería ser niño en la infravalorada Inteligencia Artificial.
Las invasiones no podrían ser mostradas de la misma manera.
El horror de ver como las dos torres que simbolizaban el capitalismo se
desplomaban no por un ataque comunista, sino un ataque talibán, los mismos
muchachos que aparecían como héroes repeliendo a los soviéticos en Afganistán,
ahora venían a Estados Unidos con la seria intención de, como cualquier
Godzilla, destruir Nueva York. Por eso vemos el miedo reflejado en cada uno de
los protagonistas principales. El hijo le pregunta a Cruise en algún momento si
el ataque no lo están haciendo “Los europeos” respondiendo al terror ancestral
que tienen los gringos hacia ese continente.
Esta invasión tiene un fuerte componente de autocrítica. Los
trípodes que aplastan como gusanos a los humanos y que los secuestran para
después succionarles la sangra también simboliza la ocupación norteamericana en
Irak. La superioridad de la potencia atacando a un país pobre, la frialdad con
la que se mata y al final la sentencia de Ovigly “Todas las invasiones están
destinadas a fracasar” deja entrever la abierta postura anti-bush del director
de esta película.
Pero Spielberg no se conforma con mostrar la invasión sino
que a la trama le agrega un ingrediente más y es justamente el problema que
tiene el personaje de Cruise para interactuar con sus hijos. Al parecer su vida
es un desastre y los chicos lo saben. Otra vez la figura paterna ausente
aparece en una de sus películas, lo interesante de La guerra de los mundos es ver como el papá vuelve a ganarse la
confianza de sus hijos. No se puede dejar toda la tensión en los efectos especiales,
para hacer una buena película se necesita crear desde el guión personajes con
los cuales nos podemos identificar.
A pesar de que ganamos porque las invasiones están
destinadas a fracasar, ha sido tanto el horror que hemos visto en la hora y media
que dura el imperio de los trípodes, que el final no atenúa el dolor que
sentimos. La volví a ver hace unos días, tenía ganas de no hacer nada, de
relajarme, de disfrutar cualquier porquería y me encontré con una de las
mejores películas que se han hecho en Hollywood en los últimos años.
Nunca hay que despreciar a Spielberg.
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