14 de mayo de 2013

LADRONA DE IDENTIDADES. Una comedia de peso.


La mujer se sienta en la barra y ordena una ronda de tequila para todos los que estén en el bar. En un momento tendrá la atención de todo el mundo, será la reina de la noche a pesar de que su tejido adiposo apenas la deje respirar. Por la cuenta no se preocupen, desde el otro lado del país Sandy Biguelow Patterson, un responsable y luchador padre de familia pagará. Esa noche dormirá tranquilo, rodeado de una familia sacada de un cuadro de Norman Rockwell. Los problemas vendrán al otro día, cuando vaya a echarle gasolina al auto y se dé cuenta de que su tarjeta de crédito ha sido rechazada.
Pobre Sandy, no sólo tuvo que luchar desde abajo con su horrible nombre de mujer si no que ahora, cuando su destino parecía encausarse, cuando había recibido la oferta laboral más importante de su carrera, una loca a cientos kilómetros de allí le había robado su identidad. La policía no podrá hacer nada y el tendrá que dejar a su insípida esposa y sus dos lindas niñas para traer de vuelta a la criminal, obligarla a confesar y así poder recuperar su vida.

Sin pretenderlo Ladrona de identidades se ha convertido en un sorpresivo éxito de taquilla. El mérito de Seth Gordon ha sido la austeridad. No se hizo una estruendosa campaña publicitaria sino que se apoyaron en el siempre efectivo voz a voz. Aunque está lejos de ser una gran película Ladrona  es una comedia efectiva que cumple lo que promete, no te aburrirás un solo momento.
Las virtudes de la película residen casi todas en la actuación de Mellisa McCarthey. La gordita se consagra en su interpretación de una ladrona con problemas de autoestima. Gracias a ella se nos olvida un poco la incongruencia de un guion hecho con desgana, las actuaciones secundarias desprovistas de cualquier tipo de gracia (Genesis Rodriguez roza el amateurismo) y los problemas que acechan nuestra cotidianidad.
Para echar a andar su trama Seth Gordon recortó y pegó los clichés de la comedia americana contemporánea, en alguna parte hay una persecución, en otra el viaje en coche con un ser que desprecias al lado, el flaco y la gorda, los golpes violentos que todavía nos sacan una que otra carcajada. Sin la gracia de McCarthey sin duda nos hubiéramos aburrido pero gracias a su inmenso y hermoso rostro hemos pasado un rato bastante agradable.
Ha sido tal el nivel de las películas vistas en salas de cine este año que incluso algo tan poco inspirado como Ladrona de identidades no ha desatado nuestra ira santa sino al contrario, nos ha relajado y hasta nos ha hecho sonreír. Algo que teniendo en cuenta las últimas decepciones, hemos sabido agradecer.

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