La televisión mundial no para de sorprendernos. Esta vez es
Francia la que nos deleita con la primera temporada de los Revenants, el más
original planteamiento de muertos que vuelven a la vida de la cual hayamos sido
testigos. Muchos de mis lectores se quejan todo el tiempo de mi entusiasmo, de
que no es nada más que salga una serie nueva para yo cante el eureka. No
señores, tranquilos que esto no se trata de tener una religión, yo no tengo la
culpa de que estemos viviendo la edad dorada de las series y si hace cincuenta
años los cinéfilos estaban felices porque cada año había un Rohmer, un
Truffaut, un Buñuel o un Billy Wilder, acá disfrutamos la época que nos tocó
vivir y gozamos con The Shield, The
Walking Dead, Mad men, la grandiosisima Games
of Thrones y le rendimos tributo a Walter White. No es cuestión de casarnos
con cualquiera, es cuestión de disfrutar
El principal beneficiado de esta promiscuidad es el público
que ha logrado combatir su soledad, su aburrimiento, gracias a los personajes
que nos acompañan ahora diariamente en nuestras series preferidas. Les revenants se desarrolla en esos
infiernos grandes que son los pueblos pequeños. Cuando una historia transcurre
en un pueblo surcado por montañas y con una enigmática presa de telón de fondo
uno se tiene que remitir, inevitablemente a Twin
Peaks. Sin el humor de la alucinante serie creada por Mark Frost y David
Lynch, esta historia de resucitados comparte su ambiente y su atmósfera
misteriosa.
En estos primeros ocho capítulos no nos ha quedado claro de
dónde han venido Simone, Camille, Víctor, los muertos que llevaban años
enterrados y de buenas a primeras aparecen, cómo cualquier Jesucristo,
resucitados con todo y huesos y carne. No son unos zombis del montón, esta
gente no gruñe y a pesar de que se la pasan con hambre no tienen el mal gusto
de arrancarnos el corazón a mordiscos. Tienen sentimientos y en algunos casos,
como el de Víctor, un niño cruelmente asesinado junto con su familia hace 35
años, pueden despertar profunda compasión. Aparentemente ellos no saben porque
están allí, son parte de ese misterio. Si hubiera sucedido en España o en
Italia lo más seguro es que el cura local mandaría a doblar campanas y a proclamar
el milagro, o habrían suicidios colectivos ya que en el apocalipsis se anuncia
que el fin llegará justamente cuando los muertos se levantan de sus tumbas. Pero
estamos en Francia, la tierra de Descartes, en donde todo se analiza y se
piensa. El imperio de la razón. Lo mejor es tomar el fenómeno de una manera
fría y pensar, pensar de donde viene el misterio ¿Qué es lo que buscan? ¿Quiénes
son ellos? Y de pronto pedir que nos respondan la pregunta que desde nacemos
nos atormenta ¿Existe algo más allá de la muerte?
Ninguno de ellos recuerda haber estado en alguna parte
después de muertos. Es como si hubieran estado sumidos en un profundo sueño en
donde todo era oscuridad y nada. Debe ser muy aburridor eso de la eternidad,
uno estar de rodillas en un piso de nubes gozando de la dicha de estar con el
señor. Pero ellos no experimentaron nada, tan sólo volvieron, sin siquiera
estar conscientes de que un día se fueron. Volvieron y tienen hambre e
insomnio, no pueden descansar. Alguno pensará que no es justo que sigan
durmiendo si ya durmieron, en la estrechez del ataúd, durante años. Que a lo
mejor no quieren descansar porque necesitan recuperar el tiempo perdido. Pero esa
incertidumbre, esa tristeza es lo que no los deja conciliar el sueño, como si
estuvieran esperando algo, como si disfrutaran con la zozobra que puede generar
un resucitado mirándote dormir desde el
sofá.
La idea la sacaron de una película del 2004 que no tuvo
mucha trascendencia. Claro, hay historias que necesitan de tiempo para
desarrollar sus personajes y me imagino que en 120 minutos debe ser muy
complicado para los creadores de la historia poder desarrollar completamente el
relato. Ahora, con la serie, han dividido cada uno de los ocho capítulos de la
primera temporada partiendo de cada uno de los personajes principales. Entonces,
ahora si, lo sabemos todo y a la vez sabemos menos. Es impresionante como estos
escritores de series pueden ser capaces de mantener el misterio, de no
develarnos nada, porque al final estamos como al principio y sólo vemos que la
presa se está secando y que el viejo pueblo, que lleva décadas sumergido en el
lago, ha vuelto a aparecer.
Les revenants es
la gran serie europea del momento. Elegante, sofisticada y con un suspenso que
poco a poco se va transformando en terror, cumple con las expectativas del
espectador más exigente. En Latinoamérica la podemos ver por el fabuloso canal
Max. Para los que no tienen telefónica les recomiendo buscarla en internet, hay
varios blogueros que han subido íntegramente su primera temporada. Si no
soportan un día más sin Mad Men o Breaking Bad, si creen que ya no hay
nada bueno por estos días, sumérjanse en la angustia de estos seres que, sin
pedirlo, han vuelto a la vida.
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