14 de septiembre de 2009

EL EXTRAÑO CASO DE JEFFERSON: EL NIÑO CHAVISTA DE MEDELLIN


Por: Policarpo Salaba y Rieta

Nadie sabe por qué pero Jefferson resultó un día con la camiseta del Ché. Antes de que la lluvia de pasteles de arroz y mangos podridos cayeran sobre su integridad las moscas detuvieron su vuelo. Jefferson subió a su cuarto sin comer, los papás se encogían de hombros porque ni ellos saben por qué un domingo empezó a ver Aló presidente mientras comía sus amados pasteles de pollo. En el barrio Laureles todos eran colombianos de bien, hasta el mismo papá de Jefferson ofreció su casa en Circasia para que el presidente fuera a dar el consejo comunitario desde allí. Eran colombianos de bien como cualquiera de ustedes que se levantan un día festivo al mes para cumplir con la sagrada labor de acompañar a este gobierno de la usurpación chavista.

El caso de Jefferson empezó a preocuparles a los papás cuando vieron que repartía toda la comida con sus amigos, era clemente con la pintoresca sirvientela y tolerante con los negros. Pero lo que terminó por llenar la paciencia fue la extraña capacidad que adquirió de hablar incansablemente. Hablaba comiendo, dormido, miccionando y hablaba bobadas sobre su barriga inmensa como si ese fuera su único reino. Los papás, fervientes católicos, llamaron al cura para infringirle un exorcismo, pero Jefferson fue inclaudicable y no cesó su empeño hasta llegar al desmán de ponerse una camiseta del Ché. Desde acá encomendamos nuestro rezo al señor para que el impida que este temible fenómeno se repita así sea una sola vez más.

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