16 de diciembre de 2009

UN HOMBRE ENFRENTÁNDOSE A DIOS CON SU MÚSICA


Había algo que no lo dejaba dormir. Se la pasaba las noches dando vueltas en la cama. No sabía qué Dios lo estaba tocando. Entonces un día se despierta y se encierra en el ático. Suzanne lo llama pero éste le responde de detrás del tabique. Le dice que no se preocupe, que por fin ha encontrado la espina que lo está atormentando. Durante tres días no bebió ni comió nada. En el ático sólo se escuchaban las estridentes notas de su saxofón.

Al cuarto día se escucharon sus pasos bajar por la escalera de madera. Se había sacado los demonios, Elice lo vio bajar y aún hoy en día se emociona evocando ese momento “Era como Moisés bajando de la montaña, fue tan bonito. Bajó y tenía esa alegría, esa paz en el rostro, tranquilidad. De manera que le dije : ‘Explícamelo todo, no te he visto en cuatro días’.” Él le dijo “Ésta es la primera vez que me ha llegado toda la música que quiero grabar, en una suite. Ésta es la primera vez que lo tengo todo, todo listo”. Había nacido A love supreme la ofrenda de un pobre mortal a Dios.

El camino que emprendió John Coltrane para llegar a esta joya de perfección y precisión no había sido fácil, tuvo que vencer sus propios demonios, derrotar su terrible adicción a la heroína que cada día deterioraba más y más su talento. Todavía se acordaba con claridad la noche en que Miles Davis lo había humillado en público propinándole dos puñetazos en la cara sólo porque él ya no estaba allí, él era un cuerpo que comenzaba a podrirse. No tenía ni el amor propio para responderle a Miles. Poco después sería echado del grupo, tocaba fondo pero no se dejó ahogar. Se retiró al desierto como Cristo y volvió renovado listo para acompañar a Davis, es en ese ascenso al Everest que es Kind of blue, pero Coltrane quería tener una voz propia, y con Giant Steps vislumbró las cosas que podía llegar a realizar. Pero nadie se imaginó que este negro taciturno fuera un pobre enviado de Dios en la tierra destinado a ofrendar a su creador.


Desde Bach nadie se preocupó tanto por ofrendar su música al creador. La dedicatoria en la contratapa “Esto es para ti Señor” es muy poco comparado con el fervor que le dedicó Coltrane a este disco. En una época donde el miedo atómico devastaba al mundo, donde los existencialistas proclamaban la muerte de Dios e imponían la absurda presencia de la nada, Coltrane volvía a hablar de paz, de amor y entonces la música empezó a cambiar y los jóvenes supieron del poder del jazz y del amor.

Como su hermano Kind of blue, éste es un disco que ha influenciado a cientos de músicos. Todos recuerdan la primera vez que lo escucharon. Bono fue uno de los que sintió la presencia de Dios al escucha esta creación de Coltrane “Hay tanta maldad en el mundo… pero la belleza es nuestro premio de consolación…la belleza de la voz aflautada de Coltrane, sus susurros, su astucia, su sexualidad maliciosa, su alabanza a la creación. De esta manera empecé a entender a Coltrane. Pulsé el botón de repeat y me quedé despierto escuchando a un hombre enfrentándose a Dios con el don de su música”

Este hombre no podía descansar porque siempre tenía la música en la cabeza. Era una especia de asceta, de un viejo artista del medioevo empecinado en encontrar esa presencia divina, la voz con la que se pueda comunicar con Dios. Con toda la humildad que tenía le hizo un poema a su creador, se lo entregó en sus pies y recitó una oración.

Coltrane su murió sin saber que su humilde ofrenda había superado a su Dios.

10 de diciembre de 2009

BOLESKINE HOUSE, LAS BRUJAS RECUERDAN A ALEISTER CROWLEY

Cada año miles de turistas van a Escocia con el único anhelo de ver al monstruo que afirman existen en ese lago. Unas pocas personas de todas partes del mundo van a ese mismo sitio a asentarse en la orilla sureste del lago Ness. Más que turistas podríamos hablar de peregrinos. El objeto de su búsqueda es una vieja mansión oculta por la vegetación muerta que la rodea Se trata de Boleskine House el lugar donde se inició en el misticismo el gran mago del Siglo XX: Aleister Crowley.


Era la Inglaterra victoriana, nadie podía tirarse un pedo sin escandalizarse, llegó él y lo revolvió todo. Aleister se creó así mismo, dijo que había sido siete magos antes de ser quien era, Crowley era Cagliostro y Leví, era Merlín y La Gran Bestia. Su filosofía consistía en abolir el pecado, todo nos está permitido porque Dios está muerto. Él dinamitó el caduco cristianismo que se practicaba en ese siglo languidecerte, él profetizó el horror por el que pasaríamos en el siglo que nacía.

Fue en Boleskine House donde pudo desarrollar su sistema mágico y donde empezó a darse cuenta de que podía formar una filosofía. Decían que la casa estaba maldita que había sido construida con las ruinas de una abadía destruida en el siglo X, que en las rocas que la conformaban habían quedado grabadas los últimos estertores de los feligreses que murieron chamuscados en ella. El propio Crowley afirmaba que las habitaciones se volvían oscuras en medio de un día soleado. “Puedo escuchar cómo la casa respira, cómo se mueve y tiene vida propia” escribió en sus memorias. Cuando se bloqueaba en medio de sus soliloquios solía recorrer el túnel secreto que unía a la casa con un cementerio cercano donde las brujas solían celebrar sus aquelarres. Hoy en día, el cementerio todavía se conserva y llama la atención que todas las tumbas tengan el mismo nombre grabado: Fraser.

Crowley estaría allí hasta 1913 cuando abrió vuelo y quiso conquistar el mundo con su filosofía. La casa volvería a cobrar notoriedad cuando Jimmy Page, seguidor de Alesteir Crowley hasta la actualidad, comprara la mansión en 1968. En un intento por devolver el tiempo y vivir en la misma casa en la que vivió Crowley, con su propia energía, con la necesidad de verlo caminar por sus pasillos el guitarrista llamó al satanista Charles Pierce quien redecoró la casa. Cuenta Jimmy Page que “Han ocurrido cosas extrañas en esta casa que no tienen nada que ver con Crowley, un hombre fue decapitado allí antes de que Crowley llegara. Por supuesto, después hubo suicidios, gente ingresada en hospitales mentales…”. Los que osaban pasar la noche allí decían que en la mitad del sueño eran despertados por la pesada respiración de un perro que trataba de entrar en la habitación arañando la puerta. Después se escuchaba un golpe fuertísimo sobre ella como el de una explosión. Page vendió la mansión en 1985.

La leyenda de la casa y del mago están más vivos que nunca. Él fue un adelantado, un visionario, un hombre que llevaba la vida de una estrella de rock mucho antes de que ellos irrumpieran en la escena. Dicen que si no se hubiese internado en el satanismo hubiese sido un gran poeta. Por lo pronto nos conformamos con las leyendas que el mismo despertó. En el epígrafe de la gran Biografía que sobre él escribió John Symonds hay una frase que refleja la necesidad que tenía de forjarse una leyenda: “Siempre estoy pensando que dirá de mi la historia cuando yo haya muerto”. La historia dice mucho. Boleskine House es un episodio pequeño comparado con lo que de él se dice, con lo que las brujas cuentan…
Por Juilana Ospina

9 de diciembre de 2009

NUESTRO HERMANO EL S.S.

Comentario acerca de la publicación en español de "La especie humana" de Robert Antelme.


En 1943 el joven Robert Antelme era -junto con su esposa Marguerite Duras y su amigo François Miterrand- la cabeza pensante de la cada vez más fortalecida resistencia francesa. Envalentonados moralmente al tener la certeza de que los alemanes no podrían ganar una guerra en dos frentes, la Resistencia, no la que lideraba desde el exilio el general de Gaulle sino la que sostenía la inteligencia francesa contra la atrocidad Nazi, aumentaban los ataques a la Gestapo y a altos miembros de la S.S. Sin embargo se comete un error y en una redada cae preso Antelme.

Para Duras y Miterrand estaba claro que difícilmente volverían a ver con vida a su amigo. Pasaron esos dos últimos años infernales y por fin cae el Tercer Reich. Ante el mundo se abren las puertas de los campos de exterminio, las montañas de cadáveres evocaban cuadros como los que pintó Dierics Bouts “el viejo”. Miterrand, quien sería después uno de los más grandes presidentes de Francia, entró a uno de los campos. Había cráteres rellenos de cuerpos, una retroexcavadora los amontonaba y luego los incineraba. Eran tantos que no había tiempo ni siquiera para pensar en enterrarlos. El aire olía a carne quemada. De entre una pila de muertos vio que algo se movía. Ya había escuchado el festín que se propinaban las ratas con toda esa carne. Sin embargo François Miterrand se acercó y vio que una mano se movía. La fue sacando lentamente con miedo de que esa montaña putrefacta cediera. A pesar de que su piel estaba forrada en sus huesos pudo reconocer a Robert Antelme.

Dicen que no se cayó un instante, que era impresionante ver cómo un cadáver podía hablar con tanta energía. “En el camino al hospital no preguntó por Marguerite ni nos hizo ningún tipo de preguntas. Lo único que quería era contar todas esas imágenes que pasaban por sus ojos”. No importaba la fiebre, la deshidratación, todo ese horror del que salía. Él lo único que quería era contar.


Después de una recuperación de un año Robert Antelme quiso escribir todo lo que le había pasado, es así que en 1947 publica La especie humana. Anti-literatura pura, algo que roza con la filosofía que nos deja desolados. Para Antelme lo que pasó no es producto de la política es casi que un problema biológico, podemos ser muy buenos pero también muy perversos: “El S.S. no es diferente de nosotros- escribe en sus encendidas páginas Antelme- la inocencia personal, por muy profunda que se le suponga, nada vale al lado de esa solidaridad forzosa con la especie portadora de mal, de muerte, de fuego. No hay humanismo en eso. Nuestro hermano S.S podría decir la inhumanidad que hay en el hombre”.

Lo que todos creyeron iba a ser un tratado sobre una época llena de horrores que nadie quisiera volver a vivir hoy vemos con rabia como el horror se sigue repitiendo, se eterniza, forma parte de la especie humana.

El dolor de Antelme, como el de tantos otros, ha sido totalmente en vano. Pertenecemos a una especie carroñera, infame, diabólica. Lo que queda vivo es su testimonio, Robert Antelme no fue testigo del horror que perpetraron los Nazis sino de la maldad que puede contener la Especie Humana.
*Foto arriba: Dionys Mascolo, Marguerite Duras y Robert Antelme.
Foto abajo-der: Robert Antelme.

7 de diciembre de 2009

LOS HIJOS DE LA HIENA O EL ALEGATO DE UN LOCO

¿Qué pasará cuando al tirano se le caigan las máscaras? ¿La misma gente que hoy lo apoya saldrá a la calle a celebrar su caída? Para mi que piensan que es eterno, que nada lo puede tumbar, sobre todo ahora que recibió de rodillas la bendición de la virgen de Fátima, me imagino en Colombia a todas las mamás y a los jóvenes buenos hijos celebrando esta nueva prueba de santidad de su presidente.


El problema en Colombia es que hay mucha mamá y mucho buen hijo que tiene derecho a votar. Recuerdo que Andrés Pastrana fue elegido por todas las madres de Colombia porque era mas buen mozo que Serpa, ¿Se imagina a Serpa comiendo sancocho en la Casa Blanca con ese bigote embadurnado en grasa de cerdo? Uribe si no fue culpa de las madres, a Uribe lo escogieron por ser Paramilitar, Mafioso y Asesino. Eso da mucho estatus en mi país, reunía todas las características que posee la Aristocracia Criolla.

No hay salida posible, 38 mil muertos al año y hasta el momento el único detenido es un estudiante universitario que tuvo la gran idea de hacer un grupo en Facebook donde se exhortaba a matar a los dos cachorros de la hiena. El pobre muchacho está preso y seguirá preso como tanto inocente en Colombia mientras los hijos del chacal seguirán en sus acostumbradas y costosas orgías.

Como soy masoquista, entro todos los días a la página de El Tiempo a regodearme en la mierda. El desempleo sube, estamos aislados del resto de Latinoamérica y poco a poco nos vamos acostumbrando a que hechos como los de Andrés Castro se repitan. En Colombia es muy fácil instaurar una dictadura porque ya tenemos la mentalidad de borregos. Hay que afrontarlo, no somos inteligentes. En Colombia no existe una inteligentzia, no hay intelectuales con un proyecto político. La gente le tiene miedo a la izquierda y con justa razón, por culpa de las FARC que han caído en la trampa de atentar con la población civil. No tenemos un gran escritor, ni un artista que se atreva a decir las cosas. Somos un país de muertos.

Lo preocupante no es que esté Uribe, lo preocupante es que no se esté pensando el problema, que no exista desde adentro y desde afuera un contrapeso intelectual. El sistema es tan perfecto que lo ha aniquilado a punta de telenovelas y de reinas.

El nuestro es un paisito miserable, más cercano a África que al propio continente. Un país de creyentes, de rumberos, de gente feliz que no piensa, que le duele pensar. Uribe es el resultado de esos años ochenta que acabaron con todo un partido político, después de Pizarro no vino a nadie. Nos mataron a todos, desde el infierno es de donde hablamos, desde acá vemos cómo las malditas hienas se comen las pocas cosas que quedaron vivas.

6 de diciembre de 2009

EL JOVEN AKIRA KUROSAWA CONOCE EL HORROR.


Era un domingo cualquiera. El niño se pone sus sandalias y sale de la casa. Es temprano en la mañana, el calor arrecia, no se mueve una sola hoja de los árboles. El niño aprieta la moneda de cinco yenes en la mano, la aprieta con fuerza hasta hacerla sudar. Los perros se esconden del sol y desde la sombra comienzan a aullar. Las pocas viejitas que compran legumbres a esa hora comentan lo extraño del comportamiento de los perros. El niño va llegando al mercado cuando de pronto escucha el sonido de una tormenta, ve como al lado del Monte Fuji se van arremolinando las nubes y desde la tierra tres rayos van a chocarse contra el cielo. Entonces la tierra comienza a bambolearse. Desesperado se aferra a un poste de telégrafo cierra los ojos y escucha cómo las edificaciones de papel comienzan a desmoronarse. Sería la primera vez que Tokio fuera arrasada pero no sería la última en este siglo que le había tocado a vivir. No supo cuánto tiempo pasó, cuando abrió los ojos la ciudad no estaba. Se fue corriendo a su casa que todavía permanecía en pie. La madre estaba impávida mirando una tetera de plata. El padre también permanecía inmóvil pero de pie. Parecían como petrificados, como si el tiempo hubiera caído sobre ellos con toda la fuerza. El niño se encerró en el cuarto y se tapó los ojos con una venda para negarle la entrada al mundo. Pasaron pocos minutos cuando descorrieron la puerta de su cuarto. Era su hermano Heigo. Le hizo quitar la venda que le cubría los ojos y le ordenó que lo acompañara a la excursión que pensaba hacer al centro de la ciudad. A pesar del ruego del jovencito Heigo fue implacable. A los pocos pasos de estar en la calle se dio cuenta de la magnitud de la tragedia. “En medio de la extensión de nauseabunda rojez yacían toda clase de cadáveres imaginables. Vi cuerpos negros abrazados, cuerpos medio quemados, cuerpos flotando en el río, cuerpos amontonados en ríos, cuerpos bloqueando toda una calle en un cruce, y todo tipo de muertes humanas posibles en aquellos cuerpos. Cuando involuntariamente miré a otro lado mi hermano me riñó, me dijo: ‘Akira mira bien, ahora mismo’”.


El joven Akira Kurosawa era testigo de una de las más espantosas tragedias del siglo XX, el terremoto de Kanto, ocurrido el 1 de septiembre de 1923 en el que fueron arrasadas las ciudades de Yokohama y Tokio y donde perdieron la vida más de 100.000 personas. Estas impresiones tan fuertes ayudaron a ese niño a convertirse en un artista. En ese momento aprendió lo que podía significar la fuerza de la naturaleza y a las atrocidades que podían llegar a hacer los seres humanos cuando se les nublaba la conciencia. Pocas horas después del cataclismo hordas tokistas racistas masacraron a 839 coreanos que vivían en la ciudad culpándolos del castigo que les había propinado la naturaleza.

Después de ver el horror, Kurosawa creyó que nunca más podría conciliar el sueño y que si lo haría se le presentarían a él visiones infernales, pensó incluso que las pesadillas lo atormentarían hasta el final de sus días. Pero nada de esto fue así. Durmió plácidamente hasta el otro día. Le pareció tan extraño que le preguntó a su hermano cómo podía ser eso. Heigo le respondió así “Si cierras los ojos ante una visión horrible, acabarás asustado. Si miras las cosas de frente no hay nada de qué asustarse”. Kurosawa reflexiona sobre esa tarde en sus memorias de la siguiente forma: “Ahora que pienso en aquella excursión, me doy cuenta de que también para mi hermano tuvo que ser espantosa. Fue una expedición para conquistar el miedo”.

4 de diciembre de 2009

SONATA DE OTOÑO: LOS BERGMAN SE ENCUENTRAN PARA HACER UNA PELICULA


Todo el mundo quería ver trabajando juntos a los dos Bergman más conocidos de Suecia. Desde hacía diez años a los dos les rondaba la idea de hacerlo. En 1977 el director Roberto Rosellini muere después de una larga agonía. Ella, Ingrid Bergman, lo había dejado todo por él. Todo significaba un esposo, una hija, y su gloria en Hollywood. Rosellini no aceptaba que trabajase con otro director, sin embargo ella ya estaba enferma y él -un poco para que se olvidase de la enfermedad- le dijo: “Me encantaría que trabajaras con él, es el único que podría sacar lo mejor de ti”.

Ingmar Bergman fue al aeropuerto de Estocolmo a recogerla. En el camino ella le contó lo feliz que se sentía su esposo Roberto de que ella trabajara con Bergman. Éste detiene súbitamente el carro y se larga a llorar. Rosellini fue, para una generación de cineastas, Dios. En La linterna mágica dice que fue el mejor halago que le hicieron jamás.

Filmaron en Noruega renunciando a filmar en su entrañable e inexpugnable reducto de Faro. Se sintió a gusto en los primitivos estudios de las afueras de Oslo eso lo convenció de salir de su territorio, Bergman él que ya tenía un aura que le permitía hacer lo que quisiera. Ingrid también y ese fue el problema. Si bien había trabajado con Renoir y Rosellini, ella definitivamente estaba habituada a la forma de trabajar de los grandes estudios donde las películas las hacían las estrellas. Ingmar tenía un grupo establecido, una familia compuesta de rituales. Al final de cada rodaje se acostumbraba a tomar una copa y a ver una película escogida por el propio Bergman y la veían en la sala de cine que había acondicionado en su casa, cuenta Liv Ullman que a todos les sorprendió que a los cinco minutos Ingrid se levantara y murmurara: “No puedo perder el tiempo viendo esta porquería” se levantó y se fue. Por supuesto esto no le granjeó el cariño de Ingmar.


Y sin embargo admiraba la valentía que tuvo de ir hasta allá a pesar de su terrible enfermedad. Ingrid, como Juana de Arco (su gran ídolo y a quien interpretara en una célebre obra de teatro en los cincuenta), se crecía ante el dolor y la adversidad. Los elementos que tiene su personaje Charlotte, una afamada pianista, fueron añadidos por la propia Ingrid, sacados de su propia vida, como el dolor constante de espalda, la pérdida del compañero de toda la vida. El dolor del cáncer y de perder a Roberto. La película se sostiene a partir del monólogo de la Bergman. Es ella la que nos cuenta su vida, sus dudas, la mala conciencia de haber abandonado a su familia, todo por ser fiel a su demonio.

Sin duda que el director sueco sabía que Ingrid estaba dando lo mejor de sí y cuando ella lo hacía sólo podía competirle Sarah Bernhardt que hacía décadas estaba durmiendo el sueño eterno. Sin embargo era inevitable el conflicto y no era un problema de falta de colaboración, de desgano era un problema de lenguaje: “Ya el primer día cuando leímos juntos el guión en el estudio de ensayos, descubrí que había preparado todo su papel delante del espejo con acento y gestos. Era evidente que su visión de la profesión no coincidía con la que teníamos nosotros”. Ingmar por primera vez deja sola a Liv Ullman, no la apoya, y toda su fuerza se va en contener ese río desbordado, esa fuerza de la naturaleza que era Ingrid Bergman. La Ullman se puede defender sola y está magnífica en los monólogos donde la hija le reprocha a la madre la indiferencia en que la ha mantenido a través de sus años de éxito. Bergman filma esos dos rostros que son como dos paisajes. En esos dos rostros el alma humana contenida.

Sonata de Otoño fue tomada con indiferencia por parte de la crítica. Lo acusaron de estar copiándose. Bergman estuvo de acuerdo con esto: “Amo y admiro a Tarkovsky, me parece que es uno de los mas grandes. Mi admiración por Fellini es ilimitada. Pero me parece que Tarkovsky empezó a hacer películas de Tarkovsky y que Fellini últimamente ha empezado a hacer algunas películas de Fellini. Kurosawa nunca ha hecho una película de Kurosawa. Ha llegado por tanto el momento de mirarse al espejo y preguntar: ¿Qué es lo que pasa en realidad, Bergman ha empezado a hacer películas de Bergman? A mi me parece que Sonata de otoño es un triste ejemplo de eso”.

Anoche volví a ver la película y el tiempo ha contradecido al propio Bergman. Sonata de otoño tiene un ritmo e intensidad que la convierten en una hija de nuestra época. Ingrid sí lo intuyó, por eso a pesar de que estaba exhausta, de que el cáncer no le daba tregua, de su incesante disputa con Ingmar, ella estaba feliz y segura de que esta película consolidaría aún más su lugar entre las grandes actrices del siglo XX. Esta fue su última película.

3 de diciembre de 2009

TODOS DEBERIAN TENER "KIND OF BLUE"



Físicamente es imposible comenzar un álbum con So What y pretender mantener una intensidad durante los cuarenta minutos siguientes, puedes resignarte a tocarla y luego dejar que las canciones se acaben solas. Pero en Kind of blue todo es pirotecnia, desenfreno y también introspección. El lugar que ocupa el jazz actualmente dentro de la vida del hombre radica en este álbum donde justo coinciden, eclosionan, se mimetizan cuatro de los músicos más importantes del siglo XX. Dos blancos y dos negros que no están a lado y lado de la calle dispuestos a enfrentarse, se contemplan y cada uno va soltando lo que tiene, lo que siente, lo que sabe. Kind of blue  es un contrapunto constante. El que establecía Coltrane con Bill Evans, el que Miles Davis sostenía con Gil Evans. Juegan al ping-pong y nosotros los miramos. Después de este álbum uno debe conformarse con no ser más que un testigo, los que están en el estudio de grabación son los que están construyendo la historia.





Descuartizaron a Joaquin Rodrigo y pintaron la España que ellos fabricaron en su cabeza, las dunas que evocan a Africa también evocan a Nueva York. Pero en Kind of blue no hay imágenes hay música pura. Uno se los imagina en trance, por ahí de pronto cuando Coltrane suelta unos acordes uno puede evocar un callejón en la noche, los gatos escarbando entre la basura y el humo espeso del subte saliendo por las rendijas. Y después todo vuelve a disolverse hasta que aparecen las notas. España y el mundo en cuarenta y cinco minutos. 
Todos los músicos aspiran a hacer su Kind of blue , todos pretenden ser como Miles. Es el epítome del músico del hombre libre. Destruyó la armonía, la volvió a ensamblar. Dice Quincy Trourpe que se murió pensando en hacer un álbum de rap. A finales de los sesenta cuando presentó Bitches Brew en la Isla de Wright los puristas del jazz le dieron la espalda pero a él poco o nada le importó, su amigo Jimmy Hendrix le enseñó que el rock era el futuro, que ese público desaliñado y enmarihuanado que los miraba eran los hombres que iban a transformar el tiempo. Por eso Miles fue un vampiro, un inmortal, un hombre que se fue camaleonando como la época se lo pedía. Pero más que eso también sometió a la época a su gusto, a su manera de sentir la música. Por eso dicen que es el Picasso de la música.
En un momento en que el jazz comenzaba a aburrir, embistió Kind of blue anunciando el cataclismo que generarían grupos como los Stones en los sesenta. Los cuatro talentos convergieron en el momento adecuado y marcaron el camino. En cada uno de sus biografías aparece el reclamo de la autoría del disco. Bill Evans en su delirio heroinómano dijo hasta el final de sus días que Blue Green era de su completa autoría, cosa que parece ser cierta para todos los que estuvieron para allí menos para Miles. No tienen de qué preocuparse, los cuatro tienen su lugar asegurado en el Olimpo del jazz.
Aconsejo al que no lo tenga a comprar Kind of blue, sobre todo en esta época donde cualquiera con un computador puede hacer el hit del momento. Parafraseando a Cortázar, ésta es la música que tocarían los ángeles en el caso de que hubieran renunciado a las harpas.

EL FRUSTRADO "NAPOLEÓN" DE KUBRICK


Es normal que un ajedrecista consumado, un controlador compulsivo, un tipo que dirigía a sus actores como si fueran soldados quisiera hacer su Napoleón. Desde que estaba rodando The Killing podía ver los ejércitos, el fango, el olor a pólvora a sangre y a mierda. El problema es que era muy joven y nadie le daba bola. Para ese proyecto tenía que ganarse el respeto y diez años después con el éxito de taquilla y crítica obtenido por 2001, Odisea del espacio, Kubrick tenía a la Metro comiendo de su mano. Le pedían que se documentara, por Dios, tenía dos bibliotecas llenas con el tema, contrató un chef italiano para que le preparara los platos que más le gustaba comer a Napoleón ¿Es cierto que alguna vez él y sus hombres tuvieron que comer un burro asado que estuvo tan bien preparado que parecía pollo? Despertaba a su chef personal para hacerle preguntas como estas: ¿Cómo digeriría el emperador el burro? ¿Lo habría vuelto más fuerte, más sabio?


Sólo él podía tener ese tipo de obsesiones. Podía llamar a su guionista 15 veces una noche. El día que murió todos sus allegados dijeron haber recibido una llamada suya, es difícil que mientan. Ya vivía en su palacio de Abotts Mets en las afueras de Londres. No quería viajar más, los exteriores tenían que ser allí. “Este campo podría ser Austerlitz” y veía al emperador andando en su caballo, con la frente en alto y las piernitas escurriéndosele por la barriga del animal. Empezó a hacer casting, tenía al Napoleón perfecto, un joven y desconocido actor que tan sólo había tenido un pequeño papel destacable en La tiendita del horror de Roger Corman. Se trataba de Jack Nicholson. Se lo llevó a vivir a su castillo, largas charlas, discusiones interminables sobre la manera en que agarraría los cubiertos el emperador, sobre la manera de masticar, de caminar, etc. No quería recrear esa época, quería crear una máquina del tiempo y filmar desde allí. Si hubiera vivido un poco más lo hubiera logrado. Como Napoleón, su alter ego, no había nada imposible para él.


Pero los de MGM comenzaban a asustarse. La petición desmedida del director de contratar a diez mil hombres del ejército irlandés para formar el ejército napoleónico era imposible de realizar. Con él no habían opciones, o se cumplía lo que se pedía o se iba a la mierda. La Warner comenzaba a coquetearle. Era una época en que a las grandes compañías les interesaba tener entre sus filas a grandes autores, todavía creían en el prestigio y en los oscares por supuesto. Stanley Kubrick era un hombre joven, tenía 40 años y ya había hecho Senderos de Gloria, Espartaco y 2001, Odisea del espacio, películas de un alto presupuesto que en ningún momento se le habían escapado de su control. Súbitamente rompe con MGM y firma un contrato de exclusividad con la Warner BROS, compañía con la que trabajaría hasta su muerte. Entonces tenía todo el dinero a su disposición. En una época de proyectos locos a Kubrick le suena la idea de adaptar La naranja mecánica, Mick Jagger sería Alexander de Large. Napoleón podría esperar, Stanley podría jugar con la naturaleza, bajo su batuta se regía la vida de los hombres.

Filmaría la novela de Anthony Burguess como un ensayo para su soñado proyecto, hay algunas cosas que se han salido de su cause. Jagger rompe el contrato ya que sale de gira con los Stones, Burguess no está de acuerdo con el guión de la película y de pronto todo estalla, se quiebra, como esa tarde en Waterloo comienza a llover y todo se va al carajo: Dino de Laurentis anuncia el estreno de Waterloo, proagonizada por Rod Steiger y Orson Welles. La película se filma en secreto. El fracaso de taquilla obtenido por el filme hizo que la Warner viera que la gente ya no quería ver dramas épicos.

Kubrick lo intentó por todos los medios, adapta Barry Lyndon para probarle a sus productores que se puede hacer algo de época que guste a la gente pero a pesar de ser una de las mas hermosas películas jamás filmadas Lyndon resultó ser un fracaso de taquilla y de crítica, el único que tuvo en su carrera.

En 1975 Napoleón ya era un elefante blanco. Kubrick nunca abandonó ese proyecto, y aunque después hizo tres películas más, siempre soñó con filmarla. Será de las pocas cosas que se arrepintió de no haber hecho la noche en que la muerte lo sorprendió durmiendo.

1 de diciembre de 2009

EL TEATRO ES UN VIEJO INSTRUMENTO



Impresiones de Tras el ensayo de Ingmar Bergman

El cine le sirvió a Ingmar Bergman como llave para entrar al alma del hombre. Por eso cuando en 1983 dice que ya no va a volver a hacer cine no es porque no tenga más historias que contar sino porque al cine se le habían agotado los recursos que su extenuante exploración al espíritu necesitaba. El único recurso que le queda para adentrarse más es el teatro, pero Bergman rompe los esquemas y como un alquimista funde en una sola, el teatro y el cine para mostrar que el hombre es una máscara, un actor. Tras el ensayo es mucho más que teatro dentro del cine, es resumir la humanidad en un director que trata de imponer lo que sabe, lo que cree más conveniente y una actriz que se rebela y que no quiere aprender.


Bergman ya no necesita más personajes, ya puede consumir el mundo con muy pocos soldados. ¿Cuán extenuante tuvo que ser para Lena Olin enfrentarse al reto de reemplazar y asumir a Bibi Andersson y Liv Ulman? Todas las mujeres contenidas en una sola mirada. En las indicaciones de Earland Josephson podemos vislumbrar el trabajo del mismo Bergman, obsesionado por crear imágenes a partir de diálogos como el magistral dramaturgo que era motivaba a sus actrices diciéndoles “Muévete como si fueras una bestia enjaulada”. Olin es toda la humanidad. El animismo que mueve al hijo del pastor evangélico está contenido en una frase absolutamente hegeliana “Imagino la cantidad de hombres que constituye este teatro”. Las paredes conteniendo las voces de los que alguna vez estuvieron allí, toda la energía vertida en el cemento del teatro.


El gran titiritero puede violar a Strinberg y sacarle por la boca El sueño. Una presencia tan fuerte que tenía que imponerse donde fuera, no para darse gusto a si mismo sino para obedecer a los demonios que lo corroían por dentro. Para él un teatro es como instrumento, como los violinistas son sensibles al paso de los años de sus instrumentos. Para Bergman el teatro es una extensión de su mano. Por eso no existen adaptaciones en su obra, él las asume, las consume, las conquista. Para él Shakespeare es un continente. El está dispuesto a cruzarlo.

Es una lástima que estas exploraciones al interior del ser se hayan extinguido con la desaparición de Bergman. Por eso es tan importante su testimonio filosófico. Cada fotograma es una página de su tratado sobre el hombre. Hay que volver siempre a él. Gracias a Tras el ensayo lo pude hacer.