7 de febrero de 2011

100 PELICULAS. 72. HAXAN O LA BRUJERIA A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS. DIR: Benjamin Christensen (1922)

Mientras que en Estados Unidos o Francia se hacían innumerable películas sobre la tarde fatídica en que en el Gólgota un loco egocéntrico se dejó crucificar para salvar a toda la humanidad, los alemanes y escandinavos, acaso influenciados por sus selvas negras que apenas dejaban entrar un resquicio del brillo de un sol agonizante. Usaron el cinematógrafo (Como años antes habían usado la literatura y la pintura) para internarse en los incandescentes caminos del infierno.
Películas tan importantes y tan tempranas en la historia del cine como Nosferatu o las Páginas del libro de Satán dirigidos por los grandes maestros Murnau y Dreyer respectivamente atestiguan el interés que tenían estos países por seguir los senderos que habían abierto con sus plumas Tieck o Hoffman. Además estos filmes constatan que para los europeos del norte el terror no era un género menospreciado sino casi una forma de vida que se acercaba peligrosamente al documental.
Hoy no hablaremos de grandes genios buscando el trincho de Asmodeo sino que hablaremos de un director que en su haber solo tiene una obra maestra. Benjamin Cristensen debe ser el primer caso de tantos otros directores en que después de un comienzo esperanzador sus obras naufragaron en las tormentosas aguas de la mediocridad. Christensen era un reputado actor que trabajaba bajo el auspicio de el que es considerado el padre del cine escandinavo Peter Magnussen. Consagrado como actor decidió quemar sus naves y ponerse a contar a 24 fotos por segundo una historia que nadie se había animado a relatar a ese ritmo.
A pesar de su nula experiencia como director, Christensen tenía claro lo que quería decir y como lo quería contar. A diferencia de muchos de los directores de la época él creía posible separar la literatura del cine; buscaba mostrar y no decir. Fue de los primeros que pensó cinematográficamente una película, no hay que olvidar que el cine es el arte del vouyer por excelencia.
Esa es una de las razones por las cuales Haxan (O La brujería a través de los tiempos) es una película que apenas ha envejecido a pesar de que se realizó en 1922 año en el que el cine apenas estaba dando sus primeros pasos. Durante dos horas, Christensen pretende contar, como si fuese un documental, la influencia que ha tenido la nigromancia y las supersticiones en el comportamiento de los hombres.
Ni más está decir que el escándalo que produjo en su momento fue mayúsculo. Los surrealistas hambrientos de novedades y casi siempre con los bolsillos repletos de guijarros ansiaban apedrear las anquilosadas costumbres que aún se arrastraban desde el siglo pasado, adoraron ese demonio jueguetón y hermoso que el mismo director interpretó y adoptaron esta como su película favorita….hasta que Dalí y Buñuel les pasaron por la cara Un perro Andaluz.
El realizador danés supo sacarle provecho al escándalo y se dejó llevar a Hollywood. En América no tendría el éxito que su ópera prima le había augurado y apenas alcanzó a realizar cuatro películas que si bien estuvieron lejos del nivel de Haxan si alcanzaron como para considerar a Christensen como uno de los hombres que ayudaron a desarrollar el cine fantástico y de terror.
A pesar de lo ideológicamente lejos que estaba Dreyer de Christensen, de las posiciones irreconciliables que tenía el uno con el otro, el maestro que creó la inmortal Vampyr supo reconocer en su momento el gran aporte técnico que Haxan dejaba al cine “Así pues Bejamin Christensen ha conseguido combinar el plano general y el primer plano de tal modo que le permiten ilustrar a la vez la causa y la consecuencia. Estos progresos técnicos son de gran importancia pues a mayor perfección técnica de una película para asumir ciertos números de tareas en la escena teatral dejar de lado. Sin embargo esta labor pionera será más apreciado por los especialistas que por el público”.
Dreyer se equivocó, el público adoro y adora este filme inclasificable, raro y extrañamente alegre. El diablo es un fauno jueguetón, un ser inofensivo del bosque que de cuando en cuando le gusta cometer alguna travesura, como si fuera una liebre.
Gracias al interés de la empresa fílmica Janus, Haxan ha sido restaurada y vivirá tanto tiempo como el que lleva el Diablo viviendo entre nosotros y muchas veces alegrándonos la vida, haciéndonos olvidar los terremotos e inundaciones que su viejo archienemigo no deja de mandar contra los hombres.

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