18 de julio de 2011

PETER FALK MUERE A LOS 83 AÑOS

Podría ser uno de los actores más subestimados de la historia. Nuestros padres lo recuerdan de gabardina y con una libreta en la mano, siendo incisivo y molesto, con una gracia inusitada que hacía producir constantemente una carcajada en medio de la tensión de la trama. Columbo fue un éxito televisivo inusitado, la razón por la cual Peter Falk aseguraría su futuro monetario pero resultó la ruina de su carrera actoral. La gente ve a este descendiente de rusos y húngaros como si fuera el mismísimo detective, desaliñado y medio torpe. Pocos de los fanáticos de esta serie saben que Falk trabajó con maestros absolutos del cinematógrafo como Wenders, Capra o Robert Wise y que su muerte acaecida el pasado 23 de junio después de que el Anzheimer lo hubiera hecho quedar en ridículo en más de una ocasión, constituye un duro golpe para el cine. Se nos fue un testigo excepcional de la manera de trabajar del gran John Cassavetes.

Peter Falk fue uno de sus actores fetiches. Junto a él construyó dos personajes absolutamente reales y maravillosos. Su Archie de Husbands lleno de monólogos completamente improvisados, de un manejo del lenguaje audaz valiéndose de lo rocoso de su voz le demostró que en el cine podía conseguir los mismos resultados estéticos que buscaba en el teatro. Todo porque se dejó guiar, tomó la mano de Cassavetes y se dejó pintar. Una paleta lleno de colores, allá en la pantalla lo que se veía era un hombre confundido, con un matrimonio que detestaba que quería tomarse un lance con una oriental, tienen fama de complacientes en la cama y está en Londres solo, diez mil millas lejos de casa. El habla, no le importa si le entiende o no, tiene un dolor por dentro y necesita sacarlo, entonces se desahoga. La chica parece asustada, de él solo vemos una mata de pelo cayéndole en la frente y sus palabras atropelladas, de pronto la besa y el explota. Debe ser el recuerdo de su amigo recién muerto, de esa puta lluvia que no para de caer sobre el gris asfalto londinense, pero él como todos los hombres detesta esa indecisión femenina, esas ganas de mostrarse recatada mientras se está sola en el cuarto de un hombre de cuarenta años parcialmente soltero. Archie estalla y la oriental comienza a llorar y el llanto de ella no sosiega su furia, al contrario la enciende más.

La mujer oriental sale a la calle en medio de una torrencial y eterna lluvia. Arrepentido Archie trata detenerla pero ahora es ella la que está furiosa, la que lo empieza a insultar sin saber que coño le dice ya que habla el idioma de Atila. Archie tiene miedo, se siente como una basura, está mojado, insultado y lejos de casa.

Aunque el personaje estaba perfectamente delineado en la cabeza del director norteamericano llevarlo a la realidad hubiese sido imposible sin el trabajo de Falk. Cassavetes gran admirador del trabajo actoral se hizo muy amigo de él. En noches de borracheras ideaban películas que ambos harían. Lamentablemente eran historias muy íntimas, llevadas a cabo casi siempre por la tenacidad y locura del creador de Gloria. Se apoyó en su fama de actor y en la fama de Falk y Gazzara para poder tener algún acceso al circuito normal de distribución pero los resultados económicos fueron casi siempre catastróficos. La casi totalidad de los proyectos se disiparon en la resaca de la borrachera, pero el próximo trabajo, la segunda y última película que haría con Cassavetes sería un clásico absoluto, una obra maestra que todavía hoy, treinta y siete años después no ha tenido el reconocimiento absoluto que se merece.

Nick Longheti es un hombre trabajador que ama a su esposa. Lamentablemente las necesidades lo obligan a cumplir el horario que le exige esa mina de donde extraen carbón. Su mujer es una rubia muy hermosa, una ama de casa abnegada que tiene solo un problema. Está loca. Nick la quiere demasiado pero es un simple obrero, se siente confundido, no es tan listo como ella, no es tan lindo como ella, quiere entenderla para no tener que enviarla a uno de esos manicomios donde termina de joderse a la gente. Pero la situación se le sale de las manos, pobre Nick, con lo que quiere a Mabel, con lo luchador que es y ahora solo se tiene que sentar a ver cómo le ponen una camisa de fuerza y la sacan de la casa. Los hijos se acercan a él, le preguntan a donde se ha ido mamá. Son demasiado pequeños para entender, pero aún así el mas grandecito lo empieza a odiar. Pobre Nick tan solo tiene a su madre pero ella tampoco lo puede ayudar, es una mujer sencilla, casi tan simple como él.

En Una mujer bajo la influencia Gena Rowlands y Peter Falk dan una clase de actuación contenida, nada se desborda así las emociones nos perforen los nervios como pequeños alfileres. Una experiencia que estuvo al borde de obligar a la Rowlands de retirarse de la actuación, porque como le sucedió a Brando en El último tango en París, interpretar le dolía. Fue la película donde mejor le fue a Cassavetes en taquilla, incluso su esposa por el papel de Mabel recibió una nominación al Oscar, demasiado merecimiento de la Academia para una obra tan honesta.

Aunque siempre se buscaron nunca volvieron hacer nada. Después vino la fama desbordada e inesperada que obtuvo con Columbo, la cirrosis de Cassavetes que mermó considerablemente su producción en los últimos diez años de su vida hizo que se fuera al traste cualquier otro tipo de colaboración. Solo Wenders lo intentó sacar del ostracismo convirtiéndolo en un ángel caído en la tierra que para pasar su eternidad se entretiene interpretando a un detective llamado Columbo. Su papel en la fallida Tan lejos tan cerca está años luz de lo que pudimos apreciar en Husbands y en Una mujer bajo la influencia.

A los 83 la muerte a la que siempre esquivó se la ha cruzado en su camino. Deja el legado de sus películas, de su talento. Gracias a él muchas películas destinadas al olvido quedaron con un destello de gracia, de arte puro. Verlo actuar era un placer absoluto. En otras ayudó con su presencia a subirlas al pedestal donde solo descansan los grandes clásicos, las joyas de todos los tiempos. Con su único ojo mirará, con la tranquilidad del deber cumplido, lo que existe después de las puertas de la eternidad.

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