Lo primero que bajaron del camión fue un piano inmenso que en ese momento era la cosa mas grande y brillante que había visto. El piano lo subieron por medio de una grua y la operación duró cerca de media hora así que no me pude enterar que otra cosa habían traído los nuevos vecinos. Lo que si vi con claridad fue la ambulancia y vi también a un hombre viejo ser bajado por unos enfermeros, tenía el pelo largo y un respirador. En ese momento pensé que sería un oscuro imitador de Howard Hugues.
La curiosidad se apoderó de mi ya que desde que tengo uso de razón la música ha sido mi único motor de vida. Lo primero que me regaló mi papá en navidad fue un acetato negro y brillante de Herbie Hancock, Maiden Voyage y tenía en la portada a un negro flaco de gafas sentado en un porche sacado de una novela de Faulkner, aletargado mirando fijamente un punto en el espacio. Era su quinto disco como lider y el mas decidido de todos sus discos a la hora de adentrarse en los caminos impresionistas, caminos que apenas se habían abierto en sus trabajos anteriores. Siempre he tenido un temperamento fuerte y decidido, esto se lo debo en parte al Jazz a la manía que he tenido desde ese primer disco de apresarlo todo de condensarlo todo en un gran solo de guitarra. Me propuse desde ese instante ha convertirme en un fanático incondicional de Hancock y dije que lo compraría todo de ese jovencito dicharachero. Lástima que Harbie se haya vuelto tan irregular, tan inclinado al cultivo de formas mas comerciales. Pero con Maiden Voyage empezó la pasión, esa que me ha convertido en un obsesionado por el jazz.
Por la época en que conocí a viejo ya superaba a Hancock y me metía en algo mucho más clásico, el del infaltable gordo sudoroso Louis Armstrong, y me refugiaba en esa isla tan segura que era Armstrong como si en An a Wonderfuld Word se resumieran ochenta años de historia del jazz. Que hubiese sido de mi vida si no hubiera conocido a Bela, ese vecino tenebroso que en la gris tarde de mi relato apenas veo ocupar la casa.
Sobre Bela se contaban las mas tenebrosas historias, los mas pesimistas decían que era un viejo vampiro expulsado de Transilvania por su perversa costumbre de tomar sangre de recién nacidos y de muertos aún calientes, los optimistas decíajn que solo era un viejo pervertido que le gustaba rodearse de niños para después abusar de ellos. Mi mamá y todas las mamás del barrio se preocupaban porque sus hijos no bordearan la reja de metal que guardaba la casa de Bela. Todos tenían miedo menos yo, que sabía que en una casa que tenga un piano no puede haber maldad alguna.
Poco a poco me fui acercando a la casa, parecía uno de esos simios de 2001 Odisea del Espacio aletargado con el imán gigante y que se acerca tímidamente hasta que por fin lo apresa con sus manos peludas. No tuve que colarme ni buscar una excusa para por fin conocer la vieja casa y a su dueño. Una noche después de la comida salí a rodear la casa y escuché desde afuera al piano una melodía profusa y electrizante que se expandía por el aire como un torrente. Arrastrado hacia la música corrí la reja y me adentré por el jardín hasta cruzar la puerta, una escalera de caracol y después una sala llena de arañas colgantes, y en el centro de la sala rebosante en mármol estaba el piano y detrás estaba el viejo con su pijama blanca, flaco y amarillo como un Quijote derrotado y sus ojos escondidos en los pelos que caían bruscamente sobre la cara, sus ojos puestos en los suyos. No pude dejar de sentir miedo.
_ Te estaba esperando- dijo interrumpiendo bruscamente su concierto al verme. Se levantó con gran trabajo y vino hasta mi. Puede ver sus uñas largas bamboleándose como navajas al mover sus piernas- Te he venido viendo todas estas noches cuando extrañamente bordeabas la casa. Al principio me alarmé pues creí que era uno de esos hampones que siempre me siguen pero después utilizando los biniculares pude ver en tus ojo el brillo de la pasión, la mas grande pasión que puede sentir un hombre que es la del jazz.
No me concentraba en lo que decía, me detenía era en su boca desprovista de dientes y en ese hilillo de babas que se le hacía al tratar de decir algo. A mi no me apasionaba el jazz ni quería saber mas, con Hancock y Satchmo como una isla confortante y segura.
- Esto lo tocaba especialmente para ti. Es Smokehouse Blues melodía que volvió famosa Jelly Roll Morton, acaso sabes joven amigo quien fue este pianista, por tu cara veo que te encuentras en un terreno desconocido, así que cuéntame que sabes de esta música, cuando compraste tus primeros discos, quien fue tu primer maestro.
La uña larga del índice bailaba frente a mi rostro de una manera inquietante, claro que no sabía quien era Morton, no sabía que en realidad esto solo era un seudónimo pues su verdadero nombre era el de Ferdinand La Menthe, ni que había conformado ese grupo que volvió loco a mas de uno entre 1926, 1927 y 1928 los Red Hot Peppers. No, no sabía nada de eso, tampoco quería saber, mi único deseo era salir de allí, contarle a todo el mundo que era cierto todo lo que decían de el viejo, era un vampiro, un horrible brujo. Le di la espalda y salí corriendo, a mi espalda sentí su risa escurriéndose como agua helada.
Aquella noche la pasé en vela. No puse música ni leí, solo me quede un poco como Harbie Hancock en la portado de su disco, aletargado, perdido en un punto. La mañana me encontró sentado y apenas revolví un poco el desayuno que mamá me sirvió. Como era sábado la pasé todo el día encerrado y sabía que nunca mas volvería a esa casa. Pero en la noche pensé distinto, me empezó a punzar esa curiosidad que solo despierta lo desconocido, quien sería Jelly Roll Morton, que querían decir esos rostros de mujeres negras regados por todo el salón? A las ocho me salí por la ventana y sin que nadie se diera cuenta ya estaba en la calle. El olor a tierra mojada me alertó un poco sobre la posibilidad de lluvias. Cualquier gota caída del cielo producía en mi un efecto devastador, tenía un problema de respiración desde que nací lo que me convertía en un niño ensimismado poco dado a los amigos y a las grandes aventuras. Pero esa noche me poseyó un ímpetu hasta el momento desconocido para mi. No lo producía ni las uñas largas del viejo ni esa cara sucia y arrugada: la curiosidad me la produjo el jazz. La puerta estaba abierta y desde afuera se escuchaba como en la noche anterior el Smokehouse Blues. Entré decidido a confrontarlo, a vencer mi repugnancia y mi miedo (no desechaba la posibilidad de que en cualquier momento sacará sus garras, sus colmillos afilados de vampiro viejo) y me senté en una sillita que en la noche anterior no había visto y que estaba puesta allí para que yo me sentara. Esta vez el viejo no notó mi presencia. Cada sonido de una nota le dejaba los ojos sin orbitas, como si fueran rotos blancos. Terminó y me miró mandándome una sonrisa.
- Estuve esa noche cuando Morton tocó por primera vez esta melodía. Estaban todos tan jóvenes. Él era el mas joven todos, un criollo altivo e insolente. Conocí a Jeanne una mujer madura al cual el iguazo la había dejado en la calle. Su pasión por el piano solo era comparable con la pasión por el juego y por vivir de las mujeres. Fue el primer compositor de envergadura que tuvo el jazz aunque eso si, el tenía bastantes pretenciones para ser tan joven. Imaginate... como es tu nombre...
Yo me revolvía en el asiento entre temeroso e interesado. El sonido metálico de su voz contrastaba con la desolación de sus encías, tremulo le dije que me llamaba Santiago
_ mira, Santiago, este criollito de poca monta pretendía haber sido el creador del Jazz. Eso es como pretender ser una especie de Prometeo creador de fuego. Sin embargo y como pasa con esta música donde individuos con el coeficiente intelectual de un chimpancé logran convertirse en geniales compositores. El verdadero a porte de Jelly fue el de haber cristalizado la pluralidad musical de New Orleáns, principalmente el ragtime y el blues, pero también los aires de las cuadrillas, las marchas, los ritmos de habanera o, incluso, las influencias europeas, en una elaborada forma inequívocamente jazzísistica.
El viejo cerró los ojos como quien se concentraba en una lección aprendida hacía siglos. No tituteaba todo lo decía como si un ser invisible se sentara a su lado y le dijera todo lo que tenía que decir. Al abrirlos noto que si bien no entendía ninguno de los conceptos que el me había dicho si había desaparecido de mi rostro ese terror del principio.
-Tu sed de aprender es tan poderosa que luchas contra la propia repugnancia de venir hasta acá para escuchar de mis labios todo lo que se de Jazz. El viejo Bela recuerda y eso que son muchas las cosas que he visto, trataré de condensarlas para ti y dártelas como si fuera un zumo de frutas.
Me acomodé en el sillón lo mejor que pude. Un mayordomo tan antiguo como Bela le trajo una taza de cerámica despachando su contenido en un movimiento un poco felino para tener la edad que aparentaba, el mayordomo me preguntó si quería algo pero le dije que no así que nos cerró la puerta dejándonos en paz.
- Has de saber querido amigo que las primeras historias de jazz escritas en los años veinte por norteamericanos presentaban esta música como la semilla de la genuina cultura musical de su país. Esto en un intento de apropiarse de esta música que como el blues era el canto de los oprimidos. Pero ellos no podían negar que el concepto de cultura musical que encerraban se asimilaba por completo al de la música europea. De una búsqueda de sentido autóctono se pasó a todo lo contrario: se empezó a ignorar el concepto popular y lo consideraron superado y ennoblecido por la música de autores. Has de saber Santiago que los primeros interpretes de Jazz no eran los negros, bueno, al menos los que se conocieron en un principio pues existía el racismo que les quitaba protagonismo y los anulaba metiendolos en un guetto. Los autores no venían de lo popular, eran grandes compositores, estudiosos, músicos de salón. Es así como aparecen W.C Handy, Ferde Grofé, Irving Berlin, George Gerswin o Paul Whiteman. Hoy en día nadie discute que aunque estos hayan sido músicos incomparables la verdadera gracia no está en Rhapsody in Blue de Gerswin sino en un improvisado y absolutamente desquiciado Amorous tocado por Charly Parker. En los treinta se creía que la música blanca podía mezclarse con el Jazz y esta corría un grave peligro de contaminarse. Ya algunos manifestaron al jazz como esencia cultural de la etnia afroamericana. Todos estos libros que vez a mi espalda- el viejo me dio la espalda y yo pude ver sus huesos debido a lo roída que estaba la bata que lo protegía. Con sus bracitos enclenques descorrió una cortina y pude ver una biblioteca de dos metros de alto llenos de libros cuyos colores me hirieron el rostro- todo eso está escrito acá, yo fracasé como pianista pero por mas de sesenta años he comprado lo que mas he podido de libros, porque a veces la música se toca no con las manos sino con los ojos.
La boca se le puso seca como un estropajo, en ningún momento dejaba de mirarme, creí que le iba a dar un ataque así que halé el cordón que había halado la primera vez para llamar a su mayordomo y efectivamente apareció el mismo señor milenario, con la misma tacita y el mismo sorbo rápido de Bela
-Gracias Joseph, sabes como me cuenta recordar. La memoria se le va nublando a uno después de que lo que hemos visto aplasta un recuerdo tras otro. Quisiera Santiago que tuvieras mis ojos por un momento para que así pudieras ver lo que yo he visto. Puedes retirarte Joseph.
El mayordomo como un autómata obedeció al instante la orden. Los pocos colores que tenía el rostro de Bela volvieron a aparecer
-Según los libros- Dijo Bela como si solo hubiese tragado saliva y ningún mal pudiera aquejarlo- en la década del sesenta florecieron visiones de la historia que trazaban en términos políticos la distinción entre el jazz de los negros y el de los blancos, en los setenta el Jazz es una música mestiza y desaparece un poco ese racismo tan imperante en todas las actividades norteamericanas. Latin Jazz, Acid Jazz, todo no es mas que una falacia, el Jazz es único es la vida. Es increíble que entre los algodonales, entre tanto látigo y tanta sangre halla podido salir la música mas libre del mundo. Solo los condenados entendemos el jazz, los infelices que a pesar de tanto muerte pululando por ahí todavía hay algo que nos hace sonreír. Cuando el jazz salió fue como una irrupción, muchos dicen que el jazz nació en los años 20 pero se equivocan feo los que piensan así. eso que grabaron los Diexieland Jass Band ( ODJB, las zetas vendrían después, con los negros obviamente) eso que se dice como el inico del jazz no fue mas que una pálida imitación de lo que cantaban los negros en Nueva Orleáns en 1917. Eso que cantaban los negros en Nueva Orleáns ya se estaba incubando en Louisiana, en Nueva Orleáns durante el último cuarto del siglo XIX. Esta ciudad era el centro, el epicentro de ese terremoto compuesto de bajos, guitarras y saxofones. Nueva Orleáns tenía que ser el epicentro pues allí se dio el cruce de culturas y música, sabes que es el Ragtime, anoche hablé de él y tu pusiste una cara como de perdido.
Negué con la cabeza, nervioso no porque Bela fuera un monstruo sino por no quedar mal con el maestro.
_ --- Los rags, aunque se tocaban sobre toda clase de instrumentos, fueron esencialmente una especialidad de los pianistas. Su apogeo se sitúa entre finales del siglo pasado y las dos primeras décadas del siglo XX. S-e trata de una música de precedencia europea, con un estrecho parentesco con los bailes y marchas entonces en boga. En una época en la que aún no se había expandido el fonógrafo, los rollos de pianola sirvieron para difundirlo. En realidad no puede ser considerado como jazz.
Entonces yo pensaba y entonces que era el jazz?, no sabía todavía que el jazz iba a estar en manifestaciones culturales que no tenían que ver muchas veces con la música. La lectura de Cortázar por ejemplo me acercó a las improvisaciones de Charly Parker o Dizzy Gillespie y de ahí pasé a la guitarra que es por cierto mi gran pasión. Bela me escrutaba como si en vez de ojos tuviese esas uñas largas y mugrosas. Que era el jazz, Bela? Hubiese querido preguntarle y el responderme cosas, como si hablase desde adentro de una caverna.
- Sabes por que no eran considerados como jazz? Eso quiere preguntarme pero no te atreves. La timidez Valentín mío es una gran amiga de la estupidez. Si quieres salir de la ignorancia debes aprender a hablar a exigir que te entreguen todo el conocimiento. No eran jazz porque los rags estaban totalmente escritos y excluían la improvisación. Pero eso si, constituyeron un punto de partida para la aparición de los estilos pianísticos de jazz, en particular el stride. Después vino el blues, pero eso es otra historia.
Los ojos de Bela se volvieron a poner blancos y su palidez me hico pensar lo peor, con la poca fuerza que le quedaba alargó la mano hasta la cuerdita. Apenas sonó la campana apareció Joseph y como un autómata cargó en sus brazos el desvanecido cuerpo de su amo. Yo me quedé solo y no osé a moverme del sitio. Con la mirada recorría las fotos de todas esas cantantes que a la postre habían sido mártires de ese sonido del demonio que era el jazz. ¿entonces no había surgido de una explosión? ¿el jazz no era hijo del big bang? No, ni las Big Band vendría de allí. el jazz como todas las cosas hermosas había nacido de un murmullo apagándose. Cansado de estar sentado salí de la mansión. En la casa mi mamá me esperaba con la comida fría. No me lo dijo pero sabía que estaba brava conmigo.
II.
Con la llegada de las vacaciones toda preocupación se disipa. Creo que ya había dicho que siempre he sido un hombre solitario. No me gustan las multitudes, ni siquiera en mis propios conciertos. Prefiero el estudio de grabación, la sala de mi casa a ser adorado como si fuera una estatuilla sagrada en un pueblo pagano. Me encerré en mi cuarto y escuché todo Jelly Roll Morton y la obra completa de Joseph “King” Oliver. Estas fueron sus primeras grabaciones y de paso son los mejores documentos que contamos nosotros, los amantes de esta música, sobre las primeras formulaciones jazzistícas. Bela quien en ese momento de mi vida se convirtió en mi única y a la postre única escuela, me hablaba de King Oliver con aire desenfrenado, “el es el Homero del jazz, su Canal Street Blues viene a ser la Odisea y bueno la Iliada es sin ninguna duda I`m going away to wear you off my mind.”
En esas vacaciones no la temí a Bela aunque eso si sus bruscas interrupciones se acentuaban y casi todas las noches se repetía la misma escena, Bela cerrando la conversación con un desmayo. Entonces venía Joseph y la puerta se cerraba llevando en sus brazos al amo.
Los momentos en que Bela me recibía con su sonrisa desdentada los aprovechaba para bombardearlos con preguntas y el se rascaba la cabeza y contestaba como si un su mente reposara una enciclopedia, o peor aún como si sus ojos gastados de viejo eterno hubiesen estado allí, viendo tocar a King Oliver, “hablame un poco mas de él Bela”
_Oliver era un cormetista, y dejame decirte que tampoco era algo de el otro mundo. El no era un cormetista de técnica ni tesitura portenstosa, lo que lo hacía maravilloso era su estilo, oh, como extrañamos el estilo de el rey, era un estilo rotundo y de gran firmeza rítmica, ideal para conducir la improvisación colectiva, definitivamente impuso un modelo indiscutido en esa época.
Esa época eran los veinte, el viejo se movía cacique ridículamente, como si recordara desde su memoria un sonido desconocido para todos los mortales.
- El rey fue un priviligiado ya que en ese entonces era realmente jodido grabar. A pesar de ese primer éxito de la ODJB, las grandes compañías se desinteresaron del tema. Grabar jazz no era rentable. En 1920 Mamie Smith que no cantaba jazz sino blues vendió 100.000 en un mes de su Crazy Blues. Los negros también tenían voz y habían oídos blancos que querían oírlos. Sin embargo estos oidos de lebrel se veían duramente golpeados ya que antes de 1925 todas las grabaciones eran de una calidad realmente pésima. No obstante ese fue el marco en el que Louis Armstrong, a la cabeza de sus Hot Five y sus Hot Seven Hot Seven, consiguió que el jazz pasara a ser una música adulta, instaurando la preeminecia individualista del improvisador.
He ahí la grandeza del jazz, decía Bela con sus ojos encendidos, en el jazz como en casi ninguna música se destaca el loco, el diferente, el que rompe con el molde. Soy un músico suficientemente coherente como para comprender la magnificencia casi divina de La pasión según san Mateo pero también desprecio su precisión matemática. En el jazz todo orden se subvierte, se despedaza. En el improvisador está el rebelde, el hombre demonio.
Bela tenía en su espíritu las llagas del rebelde. Nunca las mostraba pero su peso se hacía sentir en el aire de sus palabras.
- Conoces a Satchmo?
Me preguntaba ese hombre de rostro pálido, no conozco a nadie Bela, y hoy cuarenta años después todavía busco las respuestas. Los pies se movían como si el coloso de Rodas de un día para otro hubiese deseado moverse. Pasos lentos, pesados pero no demoledores. El peso de los años, la levedad se endurece. De una vidriera de plata a sacado un cofrecito que recuerda siempre los hermosos cofres de música con una bailarina moviéndose al compás de la música. De entre sus manos aparece una cosa negra y redonda. Pesada y pequeña como él.
- este disco que suena es una de mis joyas mas preciadas Alligátor Crawl de Satchmo, curioso apodo para un negro gordo como era Armstrong. Como hablarte de Satchmo si nadie sabe de él?. Sus orígenes están envueltos por diversas leyendas que nunca terminaran de develarse, pero lo que si se ha quedado bien documentado es su evolución músical. Lo que se querido Valentín es que en su Nueva Orleáns natal se había ganado una reputación de genio precoz cuando King Oliver, antiguo mentor suyo emigrado a Chicago, lo llamó para tocar en su banda.
Hasta el momento la historia de Satchmo no me entusiasmaba mucho. Parecía la historia de un músico normal. Además me desulucioné un poco al escuchar que And a wonderfuld word era un tema menor en su basta discografía. Entonces, ¿qué diablos convertía a Armstrong en el más avanzado músico del momento?
- Sabía que ibas a preguntar eso, sin referirnos a sus extraordinariamente apropiadas dotes físicas, hay que enumerar los rasgos estilísticos que le condujeron a la disolución del modelo colectivista de Morton y Oliver, propio del jazz de Nueva Orleáns, dando un impulso definitivo a la figura del solista. En primer lugar poseía un sonido claro e intenso que en combinación con su amplio repertorio de vibratos y mordentes proporcionaba a su fraseo un inconfundible impulso interno. Fue uno de los primeros disolutos, un hombre demasiado brillante para pertenecer a un grupo.
Su voz se inflaba como si el viento entrase en todo su cuerpo gordo. Le quedaba viento hasta para tocar la trompeta como solo un endemoniado podría hacerlo. Solo los endemoniados pueden tener tanta furia. Ser un jazzmen era una suerte de misántropo, ¿cuánta tenía razón Groucho Marx al decir que el no podría pertencer a un club que le considerara su miembro? Yo no quiero pertenecer a un club que me acepte a mi como socio. Por eso Woody Allen lo cita en su epígrafe visual de Annie Hall Woody es un músico que en sus ratos libres. Las uñas me despidieron esa noche, como si las uñas fuesen lo único que me interesaban de ese hombre. Escuché los discos que me dio Bela y guardé tímidamente ese Gratest Hits que tenía por culpa de esas revistas que compraba mi padre. Hacía un año que conocía a Bela y estaba tan embebido en mi educación que no escuchaba lo que decían de mis continuas visitas a la mansión del viejo. Que el era un pederasta y yo era la tierna víctima que entre inocente y complaciente iba a visitarlo todas las noches. No me importaba, mi sed de conocimiento hacía que todos los murmullos los acallase mi necesidad. Necesitaba a Bela y sus consejos mi madre me regañaba, mi padre nunca estaba en casa. Como molesta el conocimiento, como incomoda en una sociedad como esta un hombre libre. En las noches de luna llena no aullaba Bela sino que sacaba unos tabacos de extraño olor yo fumaba con Bela y escuchaba tranquilo los sonidos del jazz. Fueron mis mejores vacaciones.
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