La fui a ver recién salió en el
verano de 1999. Venía precedida de los mejores comentarios, incluso
en el afiche que ponen en la sala tenía el palmarés donde se
certificaba la distinción que había recibido en Cannes. Seguramente
no habré disfrutado demasiado de ella. Era una época donde me
importaba poco o nada una historia centrada en el dolor de una madre
por haber perdido a su hijo. El melodrama me parecía un genero digno
de desprecio, hecho expresamente para abuelitas jubiladas. Que tonto
y que soberbio era cuando tenía 20 años.
Hago este comentario porque anoche, 13
años después cuando la enganché en un canal de televisión empecé
a verla sin ganas, como quien llena una sopa de letras en un avión
esperando acortar el tiempo. Les juró que duró poco esa sensación.
Todo sobre mi madre es un viaje interno
a tus propios sentimientos. Se vive la película al filo de la
butaca. No puedes creer que exista un director con los cojones de
Almodóvar para que no le tiemble el pulso a la hora de comprometerse
con el exceso. En la peli hay de todo, el joven escritor en ciernes
con quien empezamos a identificarnos, a encariñarnos nos lo matan en
el primer cuarto de hora atropellado mientras con desesperación
persigue el auto de su idolatrada actriz. De entrada sabemos que
detrás de la cámara está un hombre que ama, siente y entiende el
cine. El homenaje duro, directo es para el más valiente de todos los
autores: John Cassavetes y su Noche de estreno. La niña que persigue
a Gena Rowlands es el mismo joven que escribe un relato sobre su
propia madre. Luego tenemos a la joven aspirante a monja Penélope
Cruz. Cuando empezamos a pensar que ha aparecido un santo en la
sórdida filmografía del realizador manchego, pum, viene el golpe.
La monja está mareada, vomita...está embarazada. Para acabar de
completar el cuadro el papá del niño es un travesti, el mismo que
engendró al hijo de Cecilia Roth. Como ven todo un culebrón que
incluye personajes con sida, con Alzaheimer, muertes, dolor, llanto y
tu no te indignas, al contrario vives la angustia con los personajes
y las lágrimas comienzan a cubrir tu rostro sin que te des cuenta de
a que horas te has convertido en una Magdalena.
El gran desafío de Todo sobre mi madre es
que a pesar de todos estos excesos el director nunca pierde el
control de su película. Nos imaginamos esto en manos de otro tipo
(incluso en manos del Almodovar actual) y se convertiría en un
culebrón insoportable. Estoy convencido que es el mismo amor al cine
el que ilumina a Pedro para hacer su mejor filme hasta la fecha. Todo
sobre mi madre es el melodrama más devastador, poderoso y poéticos
de los últimos veinte años, con razón que los críticos en su
momento llegaron a decir que era el Fassbinder español.
Su manejo de actrices solo es comparado
con el ya citado director alemán, con Bergman o Cassavetes. Cecilia
Roth logra el mejor papel de su carrera, de lejos. A diferencia de
otros momentos la argentina no se desborda en ningún momento. Todo
es controlado, mesurado...incluso el dolor de perder un hijo. Cuando
el dolor la supera sentimos como espectadores el nudo en la garganta.
Es una actuación que no recurre a las frases grandilocuentes del
peor cine argentino, no hay grandes reflexiones sobre la vida...tan
solo tiene la grandeza de una madre que ha vivido la peor de las
tragedias y que ha vivido para contarlo.
Y que me dicen de la inmensa Marisa
Paredes en su papel de Huma Rojo quien a la vez es Blanche Dubois.
Con su elegancia característica logra asimilar los dos papeles,
fusionarlos y darnos una soberbia lección de como se actúa en el
cine y en el teatro. Porque en ese sentido Todo sobre mi madre es
absolutamente vanguardista, es como exponer el reflejo de un espejo
sobre otro, la vida de las marionetas expuestas sobre otros autómatas
que a la vez están encajonados en una película.
Para soportar tanto dolor la historia
nos entrega a la magnífica Agrado. Pocas veces hemos visto un
personaje con tanta gracia “Me llaman Agrado porque me gusta
divertir a la gente” Este travesti espléndido refresca todo el
tiempo la narración. Transcribiré no más el monólogo que dice
para entretener al impacient público que ha ido a ver Un tranvía
llamado deseo
"Por
causas ajenas a su voluntad, dos de las actrices que diariamente
triunfan sobre este escenario hoy no pueden estar aquí.
¡Pobrecillas!... Así que se suspendela función. A los que quieran,
se les devolverá el dinero de la entrada, pero a los que no tengan
nada mejor que hacer -y para una vez que venid al teatro- es una pena
que os vayáis. Si os quedáis, yo prometo entreteneros contándoles
la historia de mi vida. (Algunas
personas se paran, especialmente unos ancianos).
¡Adiós, los siento!, eh. Si les aburro, hagan como que roncan..
¡Así! (imita un ronquido
exagerado). Yo me cojo enseguida y
para nada hieren mi sensibilidad, de verdad.
Me
llaman La Agrado,
porque toda mi vida sólo he pretendido hacerle la vida agradable a
los demás. Además de agradable, soy muy auténtica. ¡Miren qué
cuerpo! Todo hecho a medida... Rasgado de ojos, ochenta mil. Nariz,
doscientos mil...¡tirados a la basura!, porque un año después me
la pusieron así de otro palizón. Ya sé que me da mucha
personalidad, pero si llego a saberlo, ni me la toco.
(El
público ríe).
Continúo...
¿Tetas? Dos... porque no soy ningún monstruo. Setenta mil cada una,
pero éstas ya las tengo súper amortizadas. Silicon...
("¡¿dónde?!", pregunta un joven desde el público).
Labios, frente, pómulos, cadera y
culo. El litro cuesta unas cien mil, así que hechan la cuenta,
porque yo ya la he perdido. Limadura de mandíbula, setenta mil.
Depilación definitiva láser -porque la mujer también viene del
mono, bueno, tanto o más que el hombre-, sesenta mil por sessión.
Depende de lo barbuda que uno sea, lo normal es de dos a cuatro
sesiones... Pero si eres folclórica necesitas más, claro.
(El
público aplaude con estridencia).
Bueno,
lo que les estaba diciendo es que cuesta mucho ser auténtica,
señora. Y en estas cosas no hay que ser rácana... porque una es más
auténtica cuanto más se parezcaa lo que se ha soñado de sí
misma".
(Ovación).
Encarnado por la guionista, directora y
actriz Antonia San Juan Agrado es la más estrambótica y encantadora
de las chicas almodóvar.
Abordar Un tranvía llamado deseo y
adaptarlo a las necesidades narrativa de la película fue un riesgo
que asumió Almodóvar sin ningún tipo de miedo. El se amparó en un
guión perfecto, maravilloso. Un guión donde quedan retratadas como
nunca antes la mujer. Es una película sobre el sexo femenino. Si
habría que enseñarle a los marcianos algún día como son las
mujeres de la tierra tendríamos que proyectarles en la comodidad de
sus naves Todo sobre mi madre. No vayamos a otra galaxia para exponer
el ejemplo, los hombres de este planeta deberíamos verla para
entender de que va la cosa con ellas, su nivel de generosidad, su
entrega total, lo divertidas que son, la valentía de imponerse en un
mundo que las desprecia desde que existe la mismísima civilización,
el desparpajo que puede contener una conversación de cuatro mujeres
borrachas. Los hombres en Todo sobre mi madre son criaturas ausentes,
que han perdido completamente el rumbo. El muchacho que muere parece
ser el más puro e inteligente de todos pero apenas tiene 17 años,
es un niño. El actor que encarna a Kowalsky actúa en la obra
deliberadamente mal y cuando aparece es para pedirle una mamada a
Agrado. Lola es un hombre que se ha convertido en travesti y cuando
ama destruye todo a su paso.
Y están los homenajes a las películas
que seguramente idolatra Almodóvar. Por un lado la referencia
explicita a Todo sobre eva. Bette Davis despotricando contra los
cazadores de autógrafos en su camerino. La fan que se sabe de
memoria la obra y puede entrar a suplantar uno de los papeles más
importantes. La ya citada referencia a Noche de estreno de Cassavetes
y el hombre que sufre su nueva condición de mujer sacado
directamente de uno de los más brillantes y poco conocidos filmes de
Fassbinder: En un año con trece lunas.
Con Todo sobre mi madre, Almodóvar
llegó al pico de su creatividad. De ahí para adelante no podía
hacer otra cosa más que descender. Pareciera que todo su talento se
hubiese agotado después de esta obra maestra. En sus películas
posteriores se ha notado el desgano y la necesidad de repetirse.
Dificilmente volveremos a verlo en tan buena forma. Como consuelo nos
queda esta obra maestra que el tiempo mismo se ha encargado de
mejorar. Con cada año que pase sobre ella se irá entendiendo su
importancia, su inmortalidad. Véanla cada vez que puedan, visionenla
una y otra vez...no se cansarán de hacerlo.