Si existe algún director de cine que ha bebido directamente de las fuentes del rock para constituir su obra ese es sin duda Martin Scorsese. Uno de sus primeros trabajos fue editar Woodstock, en 1969. El riff de una guitarra rabiosa se deja escuchar desde el principio en Malas Calles donde Robert de Niro hace su aparición mientras suena Not Fade Away; y en Los infiltrados Jack Nicholson comienza a narrar su pasado teniendo como fondo Gimme Shelter. Desde el principio hasta al final con los Rolling Stones o con el Rock, que es lo mismo.
Hace un par de años Scorsese pagó las deudas que tenía con Bob Dylan en el monumental No direction home recorriendo la vida del bardo norteamericano hasta el momento en que sufre el accidente en moto que parte en dos su carrera. Ahora mata otro viejo demonio haciendo no un documental sino filmando un concierto de la exitosa gira A Bigger Bang; tal vez el concierto más íntimo que haya dado Rolling Stones en años y con un escenario tan especial como el Beacon Theatre en Nueva York. Scorcese los respeta y los admira tanto que no contó una historia sino que mostró simplemente a la banda de rock más grande del mundo en plena acción.
De entrada hay que decir que no es una película de Scorsese sino una película de los Stones. Porque con ellos ni Godard pudo mostrar más que su trabajo; al fin y al cabo eso es lo único que justifica a un artista. Es lo más cerca que podemos estar de ellos. Gracias a la fotografía de Robert Richardson vemos las arrugas de los sexagenarios abrirse como surcos; abuelos hiperquinéticos que disfrutan lo que hacen, que ya, desde la tragedia de Altamont, no creen en que pueden cambiar el mundo y simple y llanamente se divierten. "Es sólo rock ‘n roll pero nos gusta".
En tiempos donde sólo los DJ’s llenan estadios programando en un computador los ruidos que piensan mezclar es reconfortante volver a los Stones, saber que están allí, millonarios y milenarios pero siempre inclaudicables y vitales. Muchos los critican, preguntan qué hacen esos “viejitos” tocando, pero esos viejos todavía son la vanguardia y a nosotros nos recordarán como los contemporáneos de los Stones y de los Beatles, así como recuerdan a los contemporáneos de Mozart y de Beethoven.
Un momento especial no sólo de la música sino del cine es cuando Keith Richards y Mick Jagger tocan después de cuatro décadas As tears go bye, su primera composición. La tocan con todas sus fibras y uno desde la butaca ve a dos amigos deteniéndose a mirar el camino que han cruzado y luego se encogen de hombros y sonríen ¡What the hell!
27 de septiembre de 2012
DE ROMA CON AMOR DE Woody Allen. Que se jubilen los viejos
Los críticos sueñan con jubilar a Woody Allen. Cada vez que
el resultado de uno de sus estrenos anuales no es una obra maestra empiezan a
soltar la retahíla de siempre: Que se está repitiendo, que su inspiración y talento
simplemente se han acabado. Con todas esas prevenciones fui al cine con la
intención de ver una película de Woody, que desde los créditos apareciera el
entrañable deja vu de mis días felices y todos esos sentimientos volvieron a
florecer.
De Roma con amor mucho
más que una buena película es un filme de su autor. ¿De que otra cosa se puede
hablar sino de uno mismo? Esa es la finalidad de un artista cuando plasma su
sueño. Allen se repite como lo hacía Dostoyevsky o Rosellini. Pretende ser
consecuente con sus demonios y lo consigue.
Las cuatro historias que conforman la película son muy
divertidas, alguna incluso utiliza el método prousiano del tiempo recobrado,
tan caro en el cine de Bergman, en el Cría
cuervos de Saura y sobre todo en la obra del propio Allen. Recuerden la
visita al viejo barrio de Alvin en Annie
Hall, a Juda volviendo a la casa de su niñez en Crímenes y pecados. Acá se le da otra variante porque al volver al
barrio bohemio de Roma Alec Baldwin se ve a sí mismo treinta años atrás
encarnado en el deliciosimo personaje de Jesse Eisenberg.
Te puedes morir de la risa dentro de la situación kafkiana
del hombre que se levanta siendo la celebridad más importante de toda Italia,
toda una reflexión sobre la premisa de Warhol de que todos tenemos derecho a 15
minutos de fama en la vida pero completamente potenciado por la imbecilidad de
los realities que se han apoderado de la televisión del mundo. La presencia del
gran Roberto Benigni refresca sin duda la pantalla.
Y bueno…. A reaparecido el cómico Allen, con un ojo bastante
apagado, a punto de quedar sordo (Como Buñuel), pero con la misma vitalidad de
siempre. A su lado la eterna Judy Davis, con su amor seco, negrísimo… irónico.
El personaje de Woody es el de un jubilado de la industria musical que quiere
volver a trabajar como sea. Viaja a Roma con su esposa para conocer al
prometido de su hija. Él es un republicano radical que detesta Europa a quien
considera “Decadente” sin embargo descubre que su consuegro, un enterrador
cualquiera, canta como el mismísimo Caruzo cuando se está duchando. En una de
esas estrambóticas ideas que caracterizaron su carrera como productor musical
idea una ducha portátil para que cante como si estuviera en su propio baño y
descreste al exigente público romano.
Los críticos dicen que esa no es Roma, que ahora el senil
director se va a dedicar a fabricar postales para Lonely Planet, primero Paris
y luego la capital italiana. A mi me parece que ha sabido jugar con el paisaje,
con la arquitectura y la ha puesto en función de la narración. Sales de la sala
de cine creyendo que el mundo es un lugar mejor, una sensación bastante
parecida a la que sentía la gente después de ver una película de Capra.
Esperemos que estas postales maravillosas sigan saliendo de
su mirada. El mundo necesita más películas de Woody Allen así a los críticos
les moleste tanto que un maestro se niegue a jubilarse.
23 de septiembre de 2012
LA CARA OCULTA De Andrés Baiz. El enterrado vivo.
No existe nada más difícil que escribir un buen triller. Por
eso mismo son los guiones más caros, más codiciados por algún productor. La sensación
de desprotección que puede hacernos sentir una sala de cine a oscuras es única.
Por momentos La cara oculta logra ese
tipo de emociones. La mujer enterrada viva en las paredes de una casa viendo
como su novio puede seguir la vida sin él, consiguiendo un nuevo amor,
escuchando los jadeos del sexo puede enloquecer a cualquiera y sobre todo establece
con el espectador una identificación inmediata. ¿No existe una pesadilla más
terrible que la de ser enterrado vivo? Lean los casos que describe Poe en su
cuento o lean lo que dice Tod Browning de uno de sus primeros trabajos.
Lamentablemente esta claustrofobia no está completamente
lograda. El director apela a algunos efectos de sonido que buscan
desesperadamente asustarnos pero no lo consigue. Lo que si consigue asustarnos es la anorexia
de Martina García. Admiro profundamente al representante de la actriz bogotana.
La logró posicionar como un referente del cine colombiano a pesar de que no
tiene ningún tipo de talento. Para ella actuar es desnudarse. La publicidad es
un arma muy fuerte, de tanto verla en películas conozco amigos que dicen que
está muy buena. A mí en realidad me provoca invitarla a un banquete de
bienestarina.
El español Andrés Baiz conoce su oficio, la película es de
una factura técnica realmente envidiable. Tal vez el talón de Aquiles de esta
producción sean sus actores. Los españoles que actúan no despiertan ningún tipo
de emoción. Humberto Dorado parece un fantasma por ahí rondando y apareciendo
cada vez que puede en uno de los pocos espacios que le otorga la película.
Para mi el mejor momento es cuando Belén, la mujer que está
encerrada, logra comunicarse con la amante de su marido usando las ondas que
produce el golpear los tubos del drenaje, en el agua estancada del lavamanos.
Los que ya empezábamos a perder interés la logramos recuperar por este diálogo
extraño, desesperante. La secuencia tiene la altura de los grandes triller y
por ella sola es que vale la pena que los que no la han visto lo hagan.
Dicen que se piensa hacer un remake en Hollywood, de entrada
les digo que la idea será mejor aprovechada allá y básicamente porque ellos
tienen mejores actores y los defectos que pueda tener el guión serán remendados
con precisión quirúrgica.
La cara oculta es una película digna de ser vista.
20 de septiembre de 2012
EL ABSURDO CASO DE ALBERTO JUBIZ HAZBUN.
Hace pocos meses este país sin memoria se escandalizó por el
caso de Sigifredo López. Afortunadamente la presión pública fue tan fuerte y
las pruebas que presentó la fiscalía fueron tan ridículas que por más que el
fiscal quiso evitarlo, su arbitraria detención solo duró unas cuantas semanas. Dos
décadas antes de que ocurriera esta infamia ocurrió otras peor, más extraña y
absurda.
El 17 de agosto de 1989 el profesor de la universidad del
Atlántico y vicenconsul de Haití en
Barranquilla Alberto Jubiz Hazbún llegaba a la ciudad de Bogotá con el fin de
asistir a una capacitación sobre cultivos hidropónicos. Hazbún era químico de
profesión y a pesar de sus 53 años el hombre no paraba de estudiar. Se encontró
en la capital con viejos amigos y celebraron la vida con grandes cantidades de
ron.
En la noche su amigo Edgar Perea lo invitó a ver el partido
Millonarios- Junior desde la cabina de Caracol . Al salir del estadio,
apesadumbrado por lo que el Pájaro Juarez le había hecho a su amado equipo
tiburón se enteró de la noticia: En Soacha acababan de atentar contra el pre
candidato liberal, Luis Carlos Galán Sarmiento. Las informaciones eran difusas. Algunos medios decían que el
político solo había sido herido en un brazo y que en ningún momento había
perdido el conocimiento. Poco antes de llegar al hotel Hazbún se enteró por la
radio de la noticia: Galán había muerto.
El lunes 22 de
agosto, pocas horas antes de salir en un vuelo a su ciudad natal se reunió con
gente que había conocido en la capacitación y viejos amigos costeños radicados
en Bogotá. En medio de la reunión aparecieron unos hombres fuertemente armados.
Hazbún, acostumbrado a las celebraciones pantagruélicas, a las bromas
desmedidas creyó que era víctima del humor de sus propios amigos. El rostro le
cambió cuando los policías le mostraron
las armas que el supuestamente guardaba. El nunca había visto esa mini ingram
ni mucho menos las dos nueve milímetros.
Es más a Alberto ni siquiera le gustaban las armas.
Violando todo tipo de proceso, rompiendo en mil pedazos la
ley que lo protegía lo detuvieron. Pensó en llamar a la poderosa familia Char
de Barranquilla. Él trabajaba para ellos y podrían atestiguar “Además mírenme a
la cara y díganme si yo podría ser un asesino”. El policía no se inmutó, ni
siquiera lo miró, se limitó a exhalar un suspiro y a cerrar con llave la reja.
A pesar de haberse violado todo proceso, de que se
inventaron testigos falsos, de haber desestimado el testimonio de gente tan
influyente como Fuad Chard, Edgar Perea, el ex ministro Carlos Obando Velazco,
que alegaban la inocencia del barranquillero, Alberto Jubiz Hazbún nunca perdió la esperanza. Cuando el país lo había olvidado
y solo su hermano Wilson, un prestigioso abogado de la costa Atlántica
colombiana movía cielo y tierra para sacarlo del hueco, Alberto recibió la
visita de uno de sus victimarios. Se trataba del general Oscar Peláez Carmona. Allí
se mofaba de él y le decía que “Nunca vas a salir de acá”. Detrás de él estaba
Miguel Maza Marquez, Alberto Santofimio Botero y con esas dos fichas jugando en
contra de Hazbún difícilmente él podría
demostrarse su inocencia.
Tuvo que esperar cuatro años este juerguista inveterado,
este hombre bueno lleno de energía y de fe para volver a ver la luz del sol. El
5 de mayo de 1993, casi cuatro años después de haber sido detenido fue recibido
por tremenda parranda vallenata en el aeropuerto Ernesto Cortissoz. Después de
recuperarse de la rumba instauró una demanda contra el estado que ascendía a más
de 5.000 millones de pesos. En 1998 Justo cuando lo habían llamado a conciliar la demanda un
infarto lo sorprendió en su finca en Sabanalarga. La familia afirma que en esos
cuatro años de reclusión la salud de Alberto se deterioró.
El estado nunca ha reconocido su error. Es más esta es la
hora y no ha pagado un solo peso de la demanda, al contrario el monto de la
misma ha descendido a los 390 millones de pesos.
Lo de Sigifredo como pueden ver es un cuento de hadas
comparado con lo que sucedió con Alberto Jubiz Hazbún. En su afán por mostrar
resultados y sobre todo por proteger a los verdaderos autores del magnicidio
encontró en el farmacéutico costeño a su chivo expiatorio. Solo hacía falta un
poco de sentido común para ver que este hombre no podía matar a nadie, primero
porque no lo acosaba ningún tipo de necesidad económica y segundo porque estaba
en una cabina, al lado de relator de fútbol más popular del país en el momento
en que Luis Carlos Aguilar Gallego, alias el Mugre oprimía el gatillo de su
mini Uzi contra el cuerpo del líder liberal.
Si esto le pasó a Hazbún ¿Qué le puede suceder a un pobre
diablo como uno en este país? Por eso es que nos desaparecen, nos desmiembran y
nadie dice nada. Nadie dirá nada. Es deprimente. Estamos muy solos, muy
desprotegidos. En el país del sagrado corazón paradójicamente no existe Dios ni
ley.
17 de septiembre de 2012
CHOCO DE JHONNY HENDRIX HINESTROZA.
Así que por fin la región pacífica colombiana está mostrando
sus imágenes. Otro país, otra gente, otra forma de sentir y de llorar la
muerte. Otra forma de andar, la mujer contra el paisaje, la mujer contra los
monstruos de acero que traen el progreso destruyendo el paisaje. La lluvia, el
río, una madre y sus dos hijos, una mujer y su esposo vago, el músico borracho
que pasa las horas en la tienda del paisa, emborrachándose y jugando Dominó.
Chocó está sola. Tiene que caminar grandes distancias para
llegar a la mina y machacarse el cuerpo con el maldito mercurio. Jornadas agotadoras
por unos miserables granitos de oro. Con billetes de mil pesos no se compra
nada, ni siquiera una torta de cumpleaños para su hija. La humedad todo lo
pudre, la madera de las casas enqulenques, el alma de Chocó que ya ha dejado de
creer en todo, que lo único que quiere es que su hija pueda apagar las velas
sobre un ponqué de verdad.
La hermosa Chocó
En medio de la vulgaridad del cine colombiano Chocó es una bocanada de aire fresco.
Una historia maravillosa que se toma el tiempo para ser contada. Los escasos
diálogos contribuyen a hacernos una idea de la atmósfera, de la región. Es tan
sincera, tan honesta que en muchos momentos pareciera que estuviéramos viendo
un documental. Es un tono que muy pocos se atreven a elegir. Una historia
mínima pero cargada de muchísimo sentimiento. El orgullo de ser negro, de
pertenecer a una región olvidada, colonizada por la criminal pujanza paisa.
El genial Johnny Hendrix Hinestroza renuncia al chiste ramplón,
al oportunismo, a la mentira y habla de lo que él conoce. Va un paso más de lo
que hizo algunos años Oscar Ruiz Navia con su maravillosa El vuelco del cangrejo. A diferencia de esta en Chocó no se usa el paisaje para hacer
poesía sino que el paisaje se convierte en un personaje más. El puente como una
hamaca que amenaza con voltearse cada vez que alguien transita por allí, la
retroescabadora oxidada que como un animal mitológico ha muerto en medio de la
selva y que los niños usan como si fuera un juguete gigante, el río que
silencioso amenaza constantemente con crecer y llevarse a su paso con todo lo
que se encuentre.
El director Hendrix Hinestroza
Un ambiente difícil para cualquiera pero sobre todo para una
mujer con dos hijos y un esposo borracho. Lamentablemente es en la relación
entre Chocó y su esposo donde vemos que el director perdió un poco de control
en su película. Me parece que no había necesidad de mostrar el maltrato, las
vejaciones sexuales a las que son expuestas muchas mujeres cuando su
encabritado marido llega borracho a exigir las obligaciones maritales. Excesivo
el final, como de otra película, Chocó con sangre de su marido en la boca
mirando cómo se incendia su casa.
Pero sin duda son más las virtudes que los errores de esta
película por momentos preciosa, poética. Creíamos que Caracol solo iba a apoyar
todas esas producciones que lo único que buscan es terminar de lobotomizar al
colombiano promedio. Gracias a su apoyo ha tenido una distribución más que
digna.
Nosotros sabemos hacer buenas películas. Chocó es una prueba de ello. Ahora necesitamos
saber si los colombianos quieren ver buenas películas. Viendo los pobres
resultados que ha tenido la película en taquilla este humilde servidor lo duda.
CALLATE Y ESCUCHA de Javier Sguerra. El fin de las conferencias metafísicas.
Con una de las frases más pretenciosas que tengamos
conocimiento un afamado profesor universitario empezó una conferencia sobre el
cine en Cúcuta diciendo que “Esta es una de las conferencias mas metafísicas
que le había tocado dictar” El público, constituido en su mayoría por
estudiantes de colegio que fueron obligados a ir, porque igual es mejorestar en
el sofocante ambiente de una biblioteca que fumando marihuana en el parque, no
entendía muy bien que era lo que trataba de decir ese viejito quien está
convencido que el cine es un invento argentino y que Eliseo Subielo viene
siendo como George Melies.
Seguramente esos jovencitos considerarán para el resto de
sus vidas que el cine debe ser una cosa muy complicada y aburrida. En vez de
estar dándoles conferencias a las dos de la tarde y con personajes que usan la
jeringonza seudofilosófica para atrapar incautos y muchachas pendejas deberían
pasarles alguno de los trabajos audiovisuales que muchachos repletos de
ilusión, están haciendo en las calles de San José de Guasimales.
Uno de esos pioneros que están formando un ambiente
audiovisual en la ciudad es Javier Sguerra.
A diferencia de otros artistas cucuteños Javier no sabe que lo es. Por eso es que debe ser que
es de los pocos en el valle que no la montan de loco. Él va por ahí con su paso
silencioso, a veces acompañado por su hijo que más bien parece un hermano menor
o un discípulo. Lo cité en la universidad muy temprano, a eso de las nueve de
la mañana. Llegó fresco, sin guayabo a pesar de que era sábado.
Ante unas cincuenta personas presentó Cállate y escucha su corto ganador en el 2011 del INI regional. Lo había
visto en su estreno en la Biblioteca Pública, a principios de abril. Debo confesar
que las pésimas condiciones en las que se pasaron los dos cortos ganadores
impidió que pudiera disfrutar de esta peliculita sincera, honesta, hermosa.
En cada uno de los planos que la conforman, Cállate y escucha devela la mirada de su
director. Sguerra no se vale de esa verborrea tan común en los cortometrajes de
los principiantes, ni quiso posar de artista atormentado o cayó en la trampa de
los tarantinianos de mostrar masacres, marihuana y malas palabras. No, Javier
como si fuera un veterano mostró en su ópera prima un maravilloso manejo del
mensaje audiovisual.
El reto de que su historia girara en torno a una sordomuda lo
supo resolver muy bien desde la construcción del guión. Economizó hasta donde
mas pudo el diálogo. Sus personajes no caen en las patéticas frases
grandilocuentas de la cual están llenas las primeras obras de los directores
colombianos y solamente se limitó a mostrar. Para los que aspiramos a la
sencillez Cállate y escucha fue toda
una lección de cómo es que se debe hacer.
Para esto, señores, se necesita inteligencia. En vez de
llenar su corto con palabras Javier le apuesta al sonido, a la gran Sinfonía de
la ciudad. El rugido de los motores de los carros, la música de las busetas, el
murmullo de los estudiantes en la ciudad, el viento estallándose en las ramas
de los árboles, el nombre de Ana en boca de la protagonista, nosotros
escuchamos lo que ella no puede oír.
Cállate y escucha confirma lo que ya se puede bautizar como El
cine cucuteño. Todo comenzó a finales del 2010 con la quijotada de La pisina y se ha confirmado con El rostro de Alipio y sobre todo con la
producción de Javier Esguerra que me animo a decir es de lo mejor que se ha
hecho jamás en este miserable valle. Lamentablemente estas peliculitas (a
excepción de la Pisina) no han tenido la distribución que se merecen. Acá la
cosa no solo consiste en crear nuestro cine sino que también hay que mostrarlo.
Para eso tenemos que acosar a las autoridades, exigirles que queremos ver
nuestro reflejo en el espejo.
A principios de mes supimos la buena nueva, en un hecho sin
precedentes en nuestra incipiente cinematografía el corto de Javier Sguerra ha sido
seleccionado para concursar en el Festival de cine de Bogotá, una demostración
más de que las cosas se pueden hacer sobre todo cuando no se tienen ínfulas y
el trabajo parte de una necesidad real de contar una historia. Tenemos que
abordar nuestras historias y dejar de lado de una buena vez las poses de
artista. Si abrimos la boca es porque necesitamos contar, sino tenemos esa necesidad es mejor quedarse callado y escuchar
o mejor ver a un artista verdadero crear. Ojalá se le permita a Javier Sguerra continuar
consolidando lo que promete ser una magnífica filmografía.
6 de septiembre de 2012
LA SERIE DE PABLO ESCOBAR Y EL MAL EJEMPLO
Ahora resulta que todos los males de la sociedad colombiana
se deben a una serie de televisión. La razón por la cual los chicos van a
crecer siendo unos feroces asesinos no se lo deben a la marcada desigualdad
social del país, ni a la corrupción o a las pocas oportunidades de trabajo. No,
la semilla del mal se siembra porque los niños decidieron visionar después de
las nueve de la noche un trozo de la historia de este país.
Me llama la atención que la mayoría de columnistas
indignados por los “Falsos valores” que según ellos irradia la caja boba cuando
está al aire Escobar sean paisas. Claro,
deben ser los mismos que intentaron boicotear La
virgen de los sicarios solo porque mostraban asesinatos en el metro de
Medellín “Y eso en la vida real no pasa” ese era básicamente el argumento para
defenestrar la excelente adaptación de Barbet Schroeder de la novela de
Fernando Vallejo.
En su eterna prepotencia , la misma que ha llevado a poner al
país de rodillas ante Antioquia, dicen que los únicos que tienen derecho a
hablar de su terruño y de los hijos nobles que de él nacen son ellos mismos.
Que van a venir de Bogotá a contarnos como fueron los hechos de Pablo si
nosotros y sólo nosotros sabemos cómo es Medellín. Por eso apelan a la moralina
para descalificar una de las mejores series que se recuerden en la historia de
nuestra siempre precaria televisión.
Los que insisten en hablar mal de ella y en compararla con
otras narcoseries de ingrata recordación simplemente no la han visto… o son
ciegos. Que ingenuidad, querían ver un Pablo Escobar con cachos, cola y
trinchete. Lo realmente aterrador del personaje interpretado por Andrés Parra es que el tipo es un ser
humano que como el macabro Joe Pesci de Casino
siempre tiene tiempo para darle el desayuno a su hija o para jugar fútbol y
darle consejos a su primogénito. Básicamente
Escobar era como cualquiera de nosotros. Un hombre que quería lo mejor para su
familia, abnegado padre y esposo, buen hijo. Detrás de este tejido se escondía
la bestia, una bestia que todos llevamos dentro pero que en él creció con
desmesura y se comió al hombre.
Si vieran la serie con juicio seguramente se darían cuenta
de la transformación del personaje. Escobar ya no solo es el él tipo verraco echado
pa’lante (como creen los paisas que son) por el cual hacíamos fuerza muy a
pesar nuestro en los primeros capítulos. Ahora es una hiena sedienta de sangre.
Un tipo que contrario a lo que se había impuesto en el imaginario colectivo, no
tiene palabra, no respeta ningún código y que por plata es capaz de entregar a
su socio más querido y leal.
Es mentira también eso que dicen de que todas las víctimas
de Escobar fueron hechas a la carrera, sin agregarles demasiado matices,
condenadas a ser una triste caricatura. Si bien personajes como los de Lara y
Gaitán son verdaderamente odiosos, todo el tiempo hablando de leyes, de lo
mucho que les duele el país, haciendo que en realidad la vida de estos dos mártires
nos tenga francamente sin cuidado, hay otros personajes que se mostraron muy
sólidos y cuyas muertes nos dejaron devastados como fue el caso del Coronel
Jimenez y de Guillermo Cano.
Pero estos pequeños defectos no hacen óbice para que uno no
caiga rendido ante el ritmo trepidante, ante el milagro de que todo el tiempo,
en cada uno de los capítulos que hasta el momento hemos visto tengamos el corazón en la boca.
Por favor, nadie se fue contra Coppola en Estados Unidos
cuando hizo esa descarada apología de la mafia que es la saga de El padrino, nadie le endilga a Scorsese
que da un mal ejemplo porque los mafiosos de sus películas hagan chistes que
nos dan risa. Uno de mis géneros preferidos es el de gángsters y en un país de
mafiosos una serie como Escobar no solo se justifica sino que es necesaria.
¿Por qué no hablan del impecable trabajo que se ha realizado
desde el casting y posterior dirección de actores? La reacción de Escobar
después del carro bomba de Mónaco es realmente impactante. Se ve que hay un
estudio, una preparación sicológica para hacer veraz las emociones mostradas.
Cecilia Navia como la esposa del capo es entrañable. Pero la grata sorpresa de
la serie ha sido el actor mexicano Christian Tappan interpretando al hermano
del asesor presidencial de Uribe y primo de Pablo Escobar, Gustavo Gaviria. No
sabíamos la influencia que ejercía este personaje en las decisiones del capo. Él
es el poder detrás del poder. Aparentemente es más humano que el Patrón, pero
en realidad lo que lo recubre es una frialdad de ajedrecista que lo hace
sencillamente temible.
A mi me parecen mucho más peligrosas para la juventud las
violentas palabras de un ex presidente
energúmeno y matón que ve como una catástrofe para él país la posibilidad de un proceso de paz, me parece
peligrosísimo que se estigmatice y se use como un gancho para el rating a un
homosexual en los realities colombianos. Mal ejemplo es que desde el colegio y
la universidad se promueva la excelencia, la competitividad, el tratar de ser
mejor que el otro a como dé lugar, así sea aplastándolo. Mal ejemplo es que en
uno de los noticieros se muestre a los mendigos como despreciables y ociosos
millonarios que esperan quitarle las monedas de quinientos pesos a las
emperifolladas señoras que pasean sus perros en el parque de la noventa y tres.
Son mucho mas peligrosas para las nuevas generaciones las palabras de Sofia Vergara, una de las mujeres mas influyentes del país diciendo que ella antes de salir con un hombre debe mirar su billetera y su foto. Estas declaraciones fueron aplaudidas en todas las secciones de entretenimiento de los noticieros. Claro, como la quieren en Estados Unidos y es popular allí pues no se discute que tenga razón y que sus palabras deben ser tomadas completamente en serio.
Una serie que trata de reconstruir para las nuevas
generaciones una historia terrible y que explica la barbarie del gobierno
pasado cuando el narcotraficante número 82 buscado por la DEA instauró el sueño
de Escobar y Santofimio: Una narcodemocracia. Hecho terrible que se gestó desde
las montañas de Antioquia y que tenía como único fin usar a Colombia para
volver más grande ese departamento.
Además ¿Cuál es la preocupación? Uno de cada diez jóvenes está
viendo Escobar el patrón del mal los
otros nueve están o viendo el reality fascista de RCN o atracando. Dejen de
compararla con otras narcoseries y más bien disfrútenla. Desde el 91
cuando Carlos Duplat paralizó al país con Cuando
quiero llorar no lloro no se veía algo tan bueno en nuestra horrenda,
simplona y moralista televisión colombiana.
2 de septiembre de 2012
EL LEGADO DE BOURNE. Claustrofobia en una sala de cine
Soy un fanático de las películas de Jason Bourne y por eso
fui al cine con la ilusión de al menos pasar dos horas comiéndome las uñas. Mis
dudas aparecieron desde que vi el tráiler. No se puede concebir una película
más de la saga sin que estén dentro del proyecto los grandes artífices del
éxito, Paul Greengrass, su director y Matt Damon el hombre que encarnó al
asesino rebelde. La elección del talentosísimo Jeremy Renner resulta siendo apenas un mal
menor. El hombre de da todo de si por ayudarnos a olvidar a Damon, pero que va,
todo se queda en buenas intenciones, nadie nos hará olvidar a Jason Bourne.
Una de las grandes virtudes que tenía la trilogía era un
ritmo trepidante, seguido de un efectivo y casi que perfecto trabajo de
edición. Los diálogos eran precisos y servían para poner todavía más los pelos
de punta. Acá el ritmo es absolutamente fatigoso y después de muchísimos años
volví a sentir claustrofobia en una sala de cine. Creí que en cualquier momento
me iba a dar un infarto. Algo fallaba en el aire acondicionado, tenía calor y
sudaba copiosamente. La verborrea que destilaba la pantalla me conducía
irremediablemente a la náusea.
La edición no funciona. Esto es un punto bastante grave. En el
cine de acción un noventa por ciento del éxito que pueda tener una película es
responsabilidad del montajista. Es por eso que acá sentimos que lo mejor de las
peleas o persecuciones lamentablemente nos lo estamos perdiendo. No comprendemos
nada al menos eso me pasó a mi. Por lo que veo en las críticas a mucha gente le
ha gustado, a mi me ha parecido una completa basura. Solo en dos secuencias
podemos vislumbrar algo de grandeza de la saga. En la parte donde el científico
comienza a asesinar a sus colegas dentro del laboratorio y el interrogatorio
que le aplican a Rachel Weisz en su casa. Esto señores para una película que
tenga el sello de Bourne es muy poco.
Desde el primer plano ya sabía que hubiese sido mejor plan
revisitar la trilogía o meterme en la otra sala a ver Abraham Lincoln cazador de vampiros. Eso de ver a Renner salir como
un actor porno de un lago en la Antartida parecía sacado de otro contexto. Después
sale Edward Norton, para mi uno de los actores más inflados por la crítica. Tuvo
suerte al comienzo de su carrera y llegó a su pico creativo de la mano de Spike
Lee en Hora 25 pero nunca pudo
recuperarse. Se quedó para siempre con su cara de pollo envejecido. Acá es una
triste sombra parlanchina que deambula de un lado a otro con su fastidiosa
jeringonza que solo entendería un hombre del Servicio Secreto o un avezado
lector de Robert Ludlum.
Rachel Weisz está ahí haciendo lo que puede que es más bien
poco. En tu mente así trates de controlarlo sabes que no llega ni a los talones
a Franka Potente, la insegura y fea y brillante mujer que seduce a la máquina
de matar, la que lo humaniza, la que muere infamemente por culpa de un
francotirador nada más comienza la segunda parte de la película. Nada de esta
frescura tiene esta actriz que a mi en lo particular me resulta bastante
limitada siempre con esa cara de susto, sin ningún tipo de matices. Además las
científicas no están tan buenas… me consta.
Para evitar que el público se ponga muy exigente con aquello
de la verosimilitud le damos a Renner y a sus compañeros asesinos
características de terminators. Esta nueva generación de agentes tienen la
capacidad para aliviarse de sus heridas en unos cuantos minutos.
Su composición
genética es prácticamente inhumana, por eso los vemos escalando los edificios
como si fueran el mismísimo hombre araña. Las tan ansiadas persecuciones,
matanzas y peleas que vinimos a ver quedan aplazadas para el final, cuando ya
la cabeza te da vueltas después de tantas frases extrañas, de tantas
explicaciones innecesarias, de que desde el guión Tony Giroy haya recibido la
orden del estudio de tratar de hacer un resumen rápido de lo que trató la
trilogía que precede al bodrio no vaya a ser que se cuele un espectador que del
asunto no tenga ni idea como les pasó a los tres paracos que se sentaron
justamente al frente mío y que, contrario a lo que podía pensar al principio
salí compartiendo su opinión final, que la cinta definitivamente era muy lenta,
aburrida y que al final nos dieron un poquito de esas persecuciones que tanto
nos electrizaron en la trilogía y que acá quedan sepultadas por ese diálogo
pesado y asfixiante.
Sin Greengas ni Matt Damon cualquier cosa que tenga que ver
con Jason Bourne no es más que una imitación triste, barata y aburrida.
1 de septiembre de 2012
IN A LONELY PLACE DE Nicholas Ray. La ira como fuerza vital
Como casi todos los personajes de Nicholas Ray, a Dixon
Steele la furia le sale por los poros. No es que sea un energúmeno crónico, es
que el mundo está lleno de hijos de puta y uno no siempre tiene la paciencia
para hacer la fila y soportar el devenir monótono en el que transcurre la vida.
Es muy fácil ser histérico si eres un escritor encerrado por el sistema de
Hollywood. No importa lo que tu pienses, lo que importa es lo que quiere la
gente. Eres un esclavo de los gustos.
Desde la guerra Steele no saca nada que valga la pena. La buena
paga genera comodidad y cuando encuentras la fórmula del éxito pues tu carrera
puede estar al borde del desbarrancadero. Oprimes el piloto automático y tus
dedos masacran la máquina de escribir y casi que por un reflejo obtienes en una
cuantas semanas no EL GUIÓN sino un guión MAS. Los productores quieren adaptar
una novela de amor que ha resultado ser un Best Sellers. Dixon no quiere leerla
así que contrata por 20 dólares los servicios de una joven entusiasta que se
siente ya muy cerca de la máquina de sueños porque va a contarle el argumento
al afamado guionista.
Laurel.... porque te quiero te aporro
La trama es estúpida, un bacteriólogo que se enamora de una
mujer casada “Maldita basura” pensará Dixon. Escucha pacientemente hasta el
final mientras de refilón espía el balcón de la enigmática rubia que desde hace
unas cuantas semanas es su vecina. Despacha a la lectora y se sumerge en un
sueño profundo hasta que un policía, viejo compañero en la II Guerra lo
despierta a las cinco de la mañana, hora donde usualmente los escritores acaban
de acostarse, para que lo acompañe a la comisaría más cercana.
Resulta que acaba de ser encontrada su querida lectora. Ha sido
arrojada de un auto en movimiento. Al parecer el golpe contra el pavimento no
le hizo nada porque cuando la tiraron un brazo misericordioso y fuerte le había
destrozado la nuca. Lejos de demostrar cualquier tipo de perplejidad Dixon se
mantiene frío, con ganas de hacer bromas. Aunque sus continuos ataques de furia
le traen con regularidad problemas con la ley (trifulcas nocturnas, narices
rotas, camisas manchadas de sangre) dudan que pueda ser el asesino…. A lo sumo
será capaz de matar en sus historias macabras, pero en la vida real…. No sabemos
bien.
Nick Ray con el dolor en el alma dirigiendo a su ex- esposa Gloria Grahame
Llama a una testigo, la rubia enigmática que es su vecina. Ella
constata de Dixon despidió a la muchacha en la puerta aunque no está muy
segura. Laurel se llama y empiezan a verse y surge el amor y él vuelve a tener
la fuerza vital que lo hizo destacarse dentro de la industria y tiene ganas
incluso de transformar ese libro de porquería y convertirlo en arte y lo está
logrando, solo que su temperamento lo vuelve a traicionar y Laurel no está muy
segura de que él sea inocente, ya lo ha visto como golpea a un conductor solo
porque este decidió hacerle un reclamo, ya conoce de su temperamento dominante,
machista. En pocas semanas el amor se ha secado y ni siquiera la certeza de que
Dixon Steele no mató a su lectora hará que Laurel vuelva a amar a ese guionista
famoso que no es más en el fondo que un triste escritor, un pobre diablo.
De todas las historias de amor que se han contado en el cine
ninguna tiene la fuerza que In a lonely
place. Una de la razones por las cuales este film tiene esta hermosura
inusual que la mantiene inmune al paso de las décadas es que detrás de la
cámara estaba un hombre con un corazón sangrante. Nicholas Ray acababa de
divorciarse de Gloria Grahame cuando se inició el rodaje. La actriz se había
cansado del comportamiento dominante, absolutista del creador de Johnny Guitar y se había fijado en su
propio hijo. Ese despecho absoluto, ese dolor incesante lo vierte en una
película demoledora, toda una crítica absoluta al mundillo frívolo de Hollywood
donde no se respeta ningún talento, donde solo se vive de apariencia y oropel.
Este filme hubiera sido imposible de hacer si Bogart no se
hubiera interesado por el proyecto. Recuerden que Nick Ray es de los malditos
de Hollywood. La manera altanera con la que trataba a los productores hicieron
que el relativo fracaso de 55 días en
Pekin se convirtiera en la excusa perfecta para terminar con una carrera
absolutamente brillante. Para los que
quieran conocer más a fondo el final de uno de los mejores directores de la
historia véanse Relámpago en el agua de
Win Wenders.
La iluminación es maravillosa
Entonces Bogart decidió fundar su compañía Santana y llevar
el peso absoluto del proyecto en un esfuerzo sincero, solo porque al leer el
guión supo que estaba ante una historia impresionante y sincera, la de un
hombre que cae presa de su propia ira. Tomó y como no, el personaje principal,
Dixon Steele y le dio esa rara mezcla de vulgaridad y elegancia que lo han
convertido en un ícono indescutible del cine. La película por supuesto fue un
absoluto fracaso y gracias al esfuerzo de críticos como Jose Luis Guarner o
Guillermo Cabrera Infante la película salió del ostracismo así como la
totalidad de la obra del gran Nicholas Ray.
In a lonely place es
una historia de amor, pero a la vez es un triller que aborda sin contemplación
la podredumbre que rodea el sistema de hacer películas durante la edad de oro del
cine norteamericano. Si quieren ver una obra estupenda, lejos de ese glamour
perfeccionista que caracteriza a la mayoría de películas de las décadas
cuarenta y cincuenta, sumérjanse en la ira de Dixon Steele y sufran el calvario
de ver a un hombre autodestruirse. Al final respirarán tranquilos… al menos no
les pasó a ustedes.
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