De eso no hay duda y si al frente está la máquina alemana
mejor para ellos, entre más grande sea el contrario más huevos y fútbol ponen
estos guerreros.
Argentina es el rival
que nadie se quiere encontrar en una final. La mayoría del periodismo deportivo
colombiano haciendo gala de la mezquindad propia del mal vecino, ha recalcado
que Argentina ha llegado al último partido gracias a un calendario que le resultó
más que favorable, desconociendo que en un mundial de fútbol no hay
contrincantes débiles. Suiza y Bélgica eran los equipos llamados a ser sorpresa
en este mundial y Argentina les ganó siendo infinitamente superior, así hayan
necesitado de la prórroga para derrotar a los helvéticos.
Contra Holanda jugaron un partido ríspido, duro, táctico y
aburridísimo. Sabella decidió esperar y contragolpear pero los de Van Gaal no
dejaron los espacios que el domingo darán los alemanes. El planteamiento
vertical y ofensivo de Joachim Low le viene como anillo al dedo a esta
Argentina, más cercana a la especulación de Bilardo que la fantasía de Menotti.
No hay nada más peligroso que enfrentar a un onceno
argentino cuando estos tienen la sangre en el ojo. Es que los Messi, Higuian,
Agüero y Mascherano tienen una deuda pendiente contra los germanos: el
humillante 4-0 recibido en el último mundial. Los gauchos no duermen bien desde
esa noche surafricana en la que Klose y Muller destrozaron el sueño de Maradona
de convertirse en el tercer hombre, después de Lobo Zagallo y Beckenbauer, en
levantar la copa del mundo como jugador y como técnico. Los dioses del fútbol
le han dado la oportunidad de vengar esa goleada sólo cuatro años después y
justo en una final.
Pero las ganas de revancha no sólo vienen de ahí. Hace 24
años, cuando los rioplantenses jugaron su última final, perdieron frente al
mismo rival del domingo y con un discutidísimo penal que decidió pitar el árbitro
Mexicano Edgardo Codesal. Argentina nunca ha perdido tres veces consecutivas
con un mismo equipo en la historia de los mundiales y esta no será la
excepción.
No creo que el 7-1 contra Brasil sea garantía de nada, al
contrario, uno podría argumentar que la fuente de goles de los paisanos de
Nietzsche se ha agotado. Pachorra tomó
nota y sabe que si se corta el circuito creativo que han establecido Kroos y
Khedira los teutones no llegarán con la facilidad que arrasaron a los defensas
del Scratch . Eso no será fácil para el jefecito y Biglia: ellos tienen media
hora de juego más que los alemanes, quienes, además, decidieron caminar el
segundo tiempo contra los anfitriones ya
que con el lapidario cinco a cero con el que cerraron la parte inicial habían
sentenciado la semifinal.
Es una final hermosa, qué duda cabe, una final en donde Alemania
podría convertirse en el primer equipo
europeo en ganar una copa del mundo en suelo americano. Por el lado argentino
buscan convertirse en tri-campeones justamente en el Maracaná, el templo más
venerado por sus tradicionales rivales de área. Un triunfo que haría aún más
doloroso el estridente fracaso brasilero.
El domingo a las tres de la tarde poco importará que la
albiceleste haya entrado a la final por la puerta de atrás, que Messi esté
mermado físicamente y que Alemania con su goleada a Brasil el pasado martes
haya partido la historia del fútbol en dos. No sería la primera vez que un
equipo débil en el papel derrote al más fuerte, Alemania es fiel testigo de eso
cuando, contra todos los pronósticos, derrotó a Hungría en el 54 y a la Holanda
de Cruyff 20 años después en Munich.
Una final antológica, maravillosa, el colofón que esta
maravillosa e inolvidable copa del mundo merecía. Una copa que estamos seguros
se quedará en el continente y que hará que Lionel Messi por fin haga parte de
la santísima trinidad del fútbol, dos puestos más abajo que Maradona y uno por
encima de Pelé.