Cómo estarán de mal las cosas en España que hasta a un
director de cierto prestigio como Gerardo Herrero se ha tenido que venir para
acá a filmar cualquier cosa con tal de trabajar, cualquier cosa, así sea una comedia que parece un triller o un
triller que parece una comedia.
Es que el cine también ha sido afectado por la profunda crisis
económica que azota a España, “Pareciera que hay una política de aniquilamiento hacía las artes
audiovisuales por parte del gobierno de
Rajoy” Dice un preocupado Carmelo Gómez, quien en la co-producción
hispano-colombiana (¿o viceversa?) Crimen
con vista al mar, dirigida por
Herrero, encarna al neurótico detective
encargado de averiguar el paradero de Maite, la turista española desaparecida
tres días atrás en Cartagena.
Aprovechando lo
barato que puede salir hacer una película en Colombia, el realizador y
productor ganador del Goya, se ha traído lo que ha podido salvar del naufragio.
Fueron más fuertes las ganas de volver a filmar que el evidente desinterés con
que el productor de La boca del lobo,
encaró este proyecto.
Herrero a la hora de hablar de la historia ha respondido con
amables eufemismos. Sobre el guión, escrito con evidente desgana por el
argentino Nicolás Saad, ha dicho que se tuvo que modificar casi todo y que esos
huecos narrativos que abundan en la historia se tuvieron que llenar desde el
montaje, agregarle humor, mostrar más
carne… salvarla del desastre. Eso explica un poco porque no sepamos mucho sobre
la pareja que en teoría deberían ser los protagonistas. No sabemos que robaron,
a que se dedicaban estos delincuentes tan chuscos, tan bien hablados. Un
botones de hotel que se ha venido mostrando como un personaje simpático, con
ganas de enlocarse en su despedida de soltero, resulta ser de la nada, un
vulgar ladronzuelo. Las españolas son un par de amigas que están ahí, bañándose
en el mar, con ganas de pasar la noche con un competente amante latino que le
tape la boca hasta ahogarla.
Por más heroica que pueda ser la labor del montajista no
podrá impedir que lo que se mueve en la pantalla no se vean como personajes
sino como marionetas; Lo que guión no da, montaje no otorga.
Ahora bien si al
frente tienes a un actor de la categoría y experiencia de Carmelo Gómez sabrás
que algo bueno saldrá de él. Por eso su aparición es lo único importante que
sucede en la dos horas que dura esta película.
Su presencia, lamentablemente no le favorece a nuestros actores
nacionales. Es imposible no comparar la personificación de este detective
impulsivo, cínico, maleducado y divertido con la sosa actuación de Jorge
Enrique Abello.
El popular Don Armando es la apuesta de los productores colombianos para que Crimen con vista al mar sea un éxito de
taquilla. Se ha publicitado esta película
como el debut del temible exigente profesor
de actuación de Protagonistas de novela. La
expectativa que había en torno a su estreno como actor cinematográfico era solo
comparada a la que hubo cuando Lee Strasberg decidió interpretar al gangster
judío Hyman Roth en la segunda parte de El padrino . Su notable actuación le valió una nominación al
Óscar. Lamentablemente a nuestro
Strasberg colombiano no le fue tan bien. Su personaje es un fantasma que deambula por
ahí, caminando quien sabe para dónde, sin que de su rostro pueda salir una
emoción. Lo suyo en esta película es en el peor sentido de la palabra una
no-actuación.
Por fortuna para el ex presidente de Eco-Moda está Ana
Bolena Meza, demostrando una vez más que cualquiera puede actuar en una
telenovela pero que muy pocos pueden hacerlo en el cine. Su mecanizada
interpretación roza peligrosamente con el automatismo. Hay que reconocer que
para una película de ciencia ficción hubiera estado perfecta; dorada y
artificial, como un robot diseñado para el placer
Imagino a un dubitativo y arrepentido Herrero, que en medio
del calor pegajoso de Cartagena habrá recordado con nostalgia las tardes en que
vio a Aristarain o a Tomás Gutierrez Alea
moverse en un plató. No le habrá bastado
mucho tiempo de rodaje para entender que Crimen
con vista al mar sería otra de las tantas películas olvidables en su ya
dilatada y cansina trayectoria.
Qué se le va a hacer… no todos pueden ser Jairo Pinilla.
Como estarán de mal las cosas en España que lejos de pensar
en irse y no volver más, Gerardo Herrero no tendrá más remedio que quedarse acá
y verse abocado a filmar una película en el eje cafetero, haciendo otra
trillada historia sobre trata de blancas y viéndose obligado de nuevo a
trabajar con las mediáticas y mediocres estrellitas nacionales.