Los problemas de Django
empezaron el 27 de septiembre del 2010 cuando fue encontrada sin vida al
fondo de un abismo Sally Menke, la legendaria montajista de Tarantino.
Contrario a lo que se piensa, lo mejor de sus películas no está en sus
enrevesados y a veces incomprensibles guiones sino en un concienzudo trabajo de
moviola que le daba a sus trabajos un ritmo único. Cuentan los que están cerca
del creador de Perros de la reserva que
acostumbraba a llegar a la sala de montaje con cientos de hora de metraje, los
dejaba sobre una mesa de metal y de allí se iba a una de sus fiestas
interminables. La pobre Menke, tenía que empezar a armar las piezas de este
interminable rompecabezas, sin tener ninguna guía que seguir.
Las primeras críticas hablaban de una obra maestra. Los fans
recibimos los comentarios alborozados, era mentira eso de que el Dios Quentin
necesitaba de una montajista para hacer de sus películas un festín audiovisual
único, un acontecimiento contra-cultural que no se vivía desde los 70 cuando el
cine norteamericano se convulsionaba como una serpiente epiléptica. Desde
siempre él había expresado su admiración hacia el spaguetti western. Su fervor
no sólo se restringía a las obras maestras de Sergio Leone sino a todas esas
películas imperfectas de Damiano Damiani y Sergio Corbucci. Precisamente de
este último tomaba el nombre de una de sus películas para hacer su particular
homenaje.
No es como se ha dicho un remake de ese clásico
protagonizado por Franco Nero (Quien acá hace una breve aparición) así al
principio en los créditos creamos que estamos viviendo un deja vú. En la
primera parte de la película los ingeniosos recursos de Tarantino (el chiste de
las capuchas del Ku Klux Klan, la manera en que el doctor Shulz ejecuta a los
bandidos) no son un obstáculo para que la película fluya. Creemos hasta acá que
estamos en presencia de un anti-western, de una declaración de principios en
torno al llamado “Género de géneros”. Pero después de la primera hora empieza a pasarle factura el hecho de que Tarantino confíe a ciegas en un guión inconcluso, hecho a
trompicones, creyendo que su inmenso talento puede salvar las enormes lagunas dentro
de una historia endeble y demasiado larga. Los defectos narrativos son
todavía más notorios cuando dejándose llevar por su ego alarga el relato
innecesariamente.
Aceptamos en Bastardos
sin gloria que destruyera el género
bélico y haya usado la Segunda Guerra Mundial como una excusa para hacer una de
sus películas- tributo. Acá intenta hacer lo mismo pero fracasa estrepitosamente,
no porque rompa los códigos del western sino porque Django Encadenado es el salpicón incongruente de un genio. Por ahí
hay destellos, Leonardo Di Caprio interpreta a un malo de antología, Cristoph
Waltz encarna a un dentista que cansado de no hacer plata se dedica a algo más
rentable: cazar bandidos y cobrar las jugosas recompensas. Un irreconocible Samuel Jackson
que logra acá una de las mejores interpretaciones de su carrera. Cuando ninguno
de ellos tres está recae el peso de la película en su protagonista, Jamie Foxx
y es ahí cuando nos damos cuenta de lo débil del relato,
soportamos las casi tres horas gracias a tres grandes actores, cuando se van
queda el vacío. Foxx representa un rotundo error de casting, no nos interesa
que vaya a buscar venganza en la plantación de Candie, no le creemos y a su
mujer menos, por mí que alguien los mate a latigazos y que me dejen salir de la
sala a ver otra película. La vida es demasiado corta para estar amarrado tres
horas a una butaca.
Lo que antes se arreglaba en la sala de montaje ahora no se
puede hacer porque Sally Menke ha muerto. Sus detractores van a estar
felices, los que dicen que sus películas han envejecido peligrosamente van a
salir a gritar “Se los dije”. Lamentablemente para ellos esto tampoco es así.
Dentro de Django hay momentos de
genialidad, muy seguramente con el tiempo se convertirá en una película de
culto. Le faltó una mano segura con unas tijeras, sacar de este filme larguísimo
el maravilloso western que está adentro sepultado entre tanto diálogo largo y
pretencioso, entre tantas secuencias hechas por capricho, para demostrar que él
conoce el género tan bien que puede destruirlo.
Por lo pronto en taquilla le ha ido bien, lo que garantiza que sus mentores, los hermanos Weinstein seguirán dándole toda lo que
necesite. Tarantino debería aprovechar mejor esa
libertad y dejar de dárselas de genio, detener por un momento su ambición de
recorrer todos los géneros y volver a esas historias sencillas y locas, a las
calles sucias de hampones comunes y corrientes que tan bien supo retratar al
principio de su carrera.
Django Encadenado es
un exceso, una indigestión de citas, guiños, homenajes que no debería volver a
ocurrir no solo para bien de Tarantino sino de este decadente cine nuestro de
cada día.
2 comentarios:
Viejo, me la vi,btoco x pates,bdmasiad larga; Pero deja muchas dudas....como asi q django despues de estar casi muerto x toda esa paliza aparece luego con tres o dos ingenuos vaqueros y este man los convence con esa historia tan infantil....."rescato la actuacion del negro jackson; bueno y la manera como tarantino le da ese status a un negro donde imperaba el racismo y la esclavitud"""
Viejo, me la vi,btoco x pates,bdmasiad larga; Pero deja muchas dudas....como asi q django despues de estar casi muerto x toda esa paliza aparece luego con tres o dos ingenuos vaqueros y este man los convence con esa historia tan infantil....."rescato la actuacion del negro jackson; bueno y la manera como tarantino le da ese status a un negro donde imperaba el racismo y la esclavitud"""
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