Si no tienes mucho presupuesto y buscas encantar a la
academia crea un personaje con alguna discapacidad, invéntate una historia de
amor y luego deja que el pobre hombre se convierta en un héroe. A la avejentada
academia le gustan las películas que dejan mensaje.
Esta certeza fue lo que me molestó tanto en la primera parte
de El lado bueno de las cosas, tenía
rabia y en mi cabeza desfilaban los nombres de Forrest, Rain-Man, Mi pie izquierdo y tantos otros filmes laureados
sólo porque había alguien con habilidades especiales demostrando que en América
cualquiera puede ser un gran hombre. Solo debes tener voluntad y saber
aprovechar las oportunidades.
Pat no es ningún discapacitado, sufre de un caso de
bipolaridad extrema que se ha exacerbado después de encontrar a Nicky, su
esposa, tomando un baño con su profesor de historia. Dejándose llevar por la
rabia tomó del cuello al hombre, lo puso en el piso y le reventó la cara.
Durante ocho meses estuvo recluido en un manicomio de donde su madre decidió
sacarlo. Pat tiene solo una idea en la cabeza, volver a como dé lugar con su
esposa. El problema es que ella no quiere saber nada de él, incluso flota entre
los dos algo más poderoso que una espada de Damocles; una orden de restricción
de la policía.
En plena recuperación conoce a Tiffany, una joven viuda que
trata de disipar su depresión acostándose con cualquier cosa que tenga
pantalones. Se fija en Pat y le sorprende que este sicótico no tenga ningún
interés de acostarse con ella. Todo el tiempo él está diciendo que quiere enviarle una carta a Nicky, que quiere saber de su vida, volver a como dé lugar.
La reticencia que tenía poco a poco se fue disipando. Dejé de
pensar en que esta era una de esas propuestas seudo independientes que
inexplicablemente había recibido 8 nominaciones al Óscar. Me acomodé mejor en
la silla, me libré de la presión y comencé a disfrutar de una comedia romántica
diferente, con momentos de manipulación extrema y otros brillantes, llena de
grandes actuaciones, así al principio creas que Bradley Cooper está muy
sobreactuado y que es mentira todo lo que han dicho últimamente sobre Jennifer
Lawrence. Además de que algo juega en contra de ellos; son demasiado lindos para ser una pareja de freaks. Pero después de la primera hora te encariñas con los personajes, sobre
todo cuando empiezas a ver que Robert De Niro ha vuelto de sus dos décadas
sabáticas y ha hecho un papel que nos ha recordado el gran actor que es.
Sobre los hombros de De Niro descansa el peso de la
película. Te encariñas y conmueves con ese viejo apostador fanático del fútbol
americano que no ha hecho otra cosa que mantener a su familia. Sería muy
gratificante para sus fans verlo recibir el premio después de 30 años, una
despedida digna para este monstruo que en los últimos años se había metido de
lleno y con éxito a crearse una carrera como comediante.
David O. Russell es un director competente. Célebre fue la
pelea que tuvo con George Clooney en la última escena que se filmó en Tres reyes, su mal genio es legendario y
casi da al traste con este proyecto cuando Mark Whalberg y Angelina Jolie, los
actores que iban a protagonizar en un primer momento la película renunciaron
después de escuchar el mal genio que acostumbraba a tener el director en el
plató. Esa bipolaridad explica por qué Russell se sintió tan cómodo en un
terreno como la comedia romántica que no es el suyo.
Cuando logras sobrepasar la náusea inicial y el prejuicio de
que tenga ocho nominaciones, te dejas llevar por la historia. Te encontrarás
con una comedia romántica entrañable, por momentos parecida a Mejor imposible o Cuando Harry encontró a Sally, ideal para los que todavía van al
cine a enamorarse.
A favor: Los fans
de De Niro la van a adorar, no precisamente porque aparezcan Gánsters, taxistas
o toros salvajes sino porque el gran actor ha vuelto magistralmente después de su temible Max Cady.
En Contra: Su falso
aire indie y el que Hollywood vuelva a manipularnos con otro enfermo mental.
1 comentario:
Mi Pie Izquierdo tiene lugar en Irlanda (no en "América") y es una coproducción irlandesa-británica.
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