Davey es el chico que queremos ver después de las diez de la noche. En su chaqueta de cuero guarda los paraísos artificiales. Si tienes una rumba que amenaza con estar buena no es mas sino llamarlo a él y te resolverá todos los problemas.
Davey es el chico que queremos ser después de las diez de la noche. Tiene pinta, recursos. Las mujeres se mueren por el. A pesar de lo peligroso de su trabajo los distribuidores lo respetan, además ¿Quién se metería con el hermano del hombre más temido de la ciudad? Así Will ya no esté en Londres su leyenda es tan fuerte e imperecedera que los malos saben que si a Davey le tocan un pelo Will volverá del ostracismo con una espada en la mano.
A Davey eso de dormir no va con él. En la noche todos se derriten con su presencia. Sale de una fiesta donde le acaba de vender a una modelo un poco de heroína. Se sube a un taxi medio pirata. Dentro del auto suena algo de John Coltrane. Davey disfruta del viaje. El taxi así no tenga permiso es el mas divertido de Londres. Lamentablemente a las pocas cuadras sufre un desperfecto. “Tienes que llegar a tu destino a pie” Se baja del auto camina. A los pocos metros unos hombres de corbata le hacen una emboscada. Lo meten en un depósito perdido en un callejón, lo agarran fuerte de los brazos. De espaldas a él el gran Malcolm McDowell se baja los pantalones y penetra una y otra vez al divino Davey.
Tambaleando sale en la madrugada. Llega hasta su casa. El gran Davey ha sido follado por el ano. ¿Quién puede vivir con esa humillación? Llena la bañera, se mete con todo y ropa, agarra la navaja de papá, la abre y se pasa el filo por el cuello. En la mañana lo encontrarán bañándose con su propia sangre, como si fuera Erzhebet Bathory, completamente muerto, por fin dormido.
Dormiré cuando esté muerto es la décima película de Mike Hodges, un veterano director inglés que se hizo famoso a principios de los setenta con su Get Carter revelándose de entrada como un maestro del cine negro. Esas características que lo convirtieron en un director de culto vuelven a aparecer en este filme de 2003, cargado de actuaciones intensas como la de Clive Owen. De la mano de Hodges, Owen se convirtió en la estrella hollywoodense que es hoy en día. Llamó la atención de la crítica en la película del 2002 Croupier y acá haciendo de Will, el enigmático gangster que decidió retirarse del negocio y perderse en la provincia inglesa haciendo trabajos tan desgastantes y mal pagos como cortar árboles, Owen terminó de consolidarse internacionalmente. Y eso que Dormiré cuando esté muerto fue un fracaso de taquillas, una película que en países como Argentina llegó directamente a video. Will como uno de esos cantantes de blues malditos de los veinte decidió pagar sus culpas renunciando al Shampoo, a las mujeres, al lujo desmesurado que puede tener un mafioso en Londres.
Ahora que se ha quedado sin trabajo ha vuelto. Se ha encontrado con la noticia del suicidio de Davey. Él sabe que hay algo más, por eso obliga a una segunda autopsia y hay descubren que horas antes de morir el joven dealer ha sido sometido a una severa sodomía. El guion no da muchas vueltas para hacer que el protagonista descubra lo que nosotros vimos, que Malcolm McDowell fue el hombre que perpetró la violación. Will busca su traje elegante, se corta el pelo y la barba, le pone el silenciador a su nueve milímetros y busca en su lujosa mansión al sodomita. Con el arma apuntándole en la frente le pregunta ¿Por qué? Entonces aparece el Mcdowell que todos añoramos, el hombre que es capaz de manejar todos los músculos de sus rostros “ Me ofendía viéndolo ser el reino de la noche, follarse a quien quiera, traficar con drogas como si Picadilly circus fuera el patio trasero de su casa”. Will le dice que no lo matará ahora, que posiblemente volverá la próxima semana, en un mes. “Ahora tendrás que vivir con esa incertidumbre” Cierra la puerta. Mcdowell se queda llorando por su perro muerto. Will se arrepiente, se devuelve. El ángel de la muerte ha vuelto tan pronto que la puerta de metal no se había terminado de cerrar.
Con el maravilloso Jonathan Rhys-Meyers como el magnífico Davey y la enigmática Charlotte Rampling como la amante de Will, un silencioso y contenido Clive Owen y McDowell siendo un poderoso hombre de negocios, un padre de familia excelente pero que tiene la poco recomendable costumbre de impartir justicia con su verga, son dirigidos de una menera extraordinaria por un hombre que conoce su oficio a la perfección.
Dormiré cuando esté muerto es cine negro a pesar de que rompe con todos los estereotipos del género. No esperes Femme Fatales, ni detectives. Las reglas están hechas para quebrarlas y eso lo tiene claro un viejo sabio como Mike Hodges.
Para los interesados la película se está rotando este mes por Cinecanal.
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