Es el año 2077. Una invasión alienígena ha destrozado la
luna. Los hombres se han defendido con lo que tienen y no han dudado en usar
bombas nucleares. Sacrificaron la tierra para salvar a la raza humana. Los
pocos que quedaron se han mudado a Titán, una de las lunas de Saturno mientras
un puñado de hombres se ha quedado vigilando unos conversores gigantes que
extraen toda la energía de los océanos y mares.
Uno de los pocos que todavía deambulan por la tierra es Jack
Harper (Tom Cruise) un hombre que extrañamente recuerda a la tierra antes de la
invasión. Lo raro es que el nació después del 2017 y nunca conoció Nueva York,
ni miró por uno de los visores a la ciudad desde la altura del Empire States.
En sueños se le aparece una mujer ¿De dónde vendrán esos recuerdos?. Esos
enigmas se profundizarán más cuando se encuentre de frente, entre las ruinas
del planeta destruido a la mujer que aparece en sus sueños.
A pesar de su interesante argumento, de su impecable factura
visual, de sus innovadores efectos y de los espectaculares diseños que tienen
sus máquinas y construcciones, la esperadísima Oblivion naufraga en un conjunto de incoherencias que la convierten
en una de las grandes decepciones de la temporada.
La frialdad que había desplegado Joseph Kosinski en Tron: El legado acá vuelve a aparecer
con más fuerza acá. Sin duda que es un maestro para crear atmósferas y
construir maquetas pero empieza a ser recurrente en su breve filmografía la
incapacidad que tiene para dirigir actores, cayendo incluso en errores de casting muy graves como fue el de Olga
Kurylenko. Y es que a la actriz rusa parece quedarle como anillo al dedo sus
interpretaciones de chica Bond pero a la hora de encarnar un personaje con la
relevancia que implicaba ser la última
mujer que queda en la tierra vuelve a demostrar sus evidentes limitaciones.
Por ella no sentimos absolutamente nada, es más por momentos
su escuálida presencia resulta molesta y queremos que Kosinski nos muestre más
de esas máquinas temibles que destrozan
todo lo que ven. El realizador se siente más cómodo dirigiendo sus prototipos y
sus maquetas que a sus actores.
Tom Cruise está ahí, en cada uno de los fotogramas, llenando
con su eterna juventud y su enorme nariz las casi dos horas y media que dura la
película. Cuesta trabajo encontrar un actor con 30 años estando al tope de la
lista de los más cotizados. A mí en lo particular el poco respeto que se había
ganado con Ojos bien cerrados o Magnolia lo ha perdido en la última
década convirtiéndose en la marca oficial de cuanto éxito de taquilla salga
dentro de la industria.
Como amante de las películas de ciencia ficción sigo
esperando otro clásico, algo que rehabilite de una buena vez por todas un
género que desde Inteligencia Artificial de
Spielberg parece estar sepultado entre los remakes, secuelas o precuelas que
caracterizan el Hollywood de nuestros días. Creí que Oblivion iba a revertir esta tendencia, pero no fue así.
Te queremos de vuelta querido Ridley Scott.
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