En seis meses habrá paz. El nudo más difícil de desenredar
ya está suelto. Hay un acuerdo sobre la tierra, para lograr este consenso la
guerrilla cedió demasiado, no es la reforma agraria que esperábamos pero en
algo va a servir para devolverle al campesino la tranquilidad que necesita para
seguir trabajando. Nunca habíamos estado tan cerquita y ahora es cuando se
viene la feroz arremetida del uribismo y todos esos sectores que se lucran con
la guerra. Hay que estar preparados para ver como cualquier escaramuza de los
grupos insurgentes será agrandada por la mirada de los medios de comunicación.
Esta semana después de lo sucedido en Norte de Santander una parte de la
opinión pública estaba pidiendo que se cancelaran los diálogos sin saber que
los que hicieron el ataque fueron el ELN y no las FARC. A la hora de disociar no
se distinguen las banderas. La campaña de desprestigio al proceso se siente en cada
noticiero, en El Tiempo, en un sector de la radio. Él sólo hecho de que el
cubrimiento de los diálogos en La Habana sea tan pobre es un indicio del
saboteo sistemático. Los medios están allí cumpliendo la labor de desinformar,
cuando lo que deberían estar haciendo es preparar a la gente para vivir en un
país en paz. El cambio va a ser bastante brusco porque son sesenta y cinco años
de conflicto y la gente inevitablemente ha creado una comprensible adicción a
las masacres, a los secuestros, al miedo. Pocos saben que al final los que
tendremos la última palabra para darle fin al conflicto somos nosotros mismos,
tendremos que votar en un referendo si estamos o no de acuerdo con la paz. Yo pienso
que si ese referendo se efectuara mañana la guerra ganaría ampliamente.
Los más pobres hablan de seguridad, de orden. La seguridad y
el orden significan dejar las cosas tal y como están. La labor de los medios ha
sido fundamental, ellos representan el ministerio de la propaganda que
prefiguró Orwell y que hizo realidad Hitler. Todas las noches emergen desde el
centro de la tierra las sombras que succionan nuestros recuerdos. No tenemos
memoria, el gol de Falcao o el hijo de Shakira elimina automáticamente el
comentario homófobo de algún concejal, el machismo de un alcalde, los actos de
corrupción de un gobernador, los crímenes de un ex presidente. Si va a haber
paz, dice el colombiano promedio, que esta surja de una aniquilación total de
la guerrilla, que bombardeen los campamentos, ya hay máquinas super modernas
que detectan el calor humano debajo de la selva más espesa, entonces ¿Qué están
esperando? Que si ellos tienen secuestrados pues que también los maten, al fin
y al cabo ya les lavaron el cerebro y forman parte de ellos… el síndrome de
Estocolmo muchachos, el Síndrome de Estocolmo.
De poco nos sirve una paz surgida de una ofensiva militar. Si
continúa la gran brecha entre ricos y pobres que hay en el país podrán acabar
militarmente con la subversión pero mañana serán otros los que se alcen en
armas. Paz sin justicia social no es paz.
El colombiano ignora las razones por las cuales surgió este
conflicto, en el colegio no nos hablan nada de esto, para un joven la guerrilla
surgió como por generación espontánea. Es gente mala que un día decidió
vestirse de traje verde y botas pantaneras y decidió robar, secuestrar, extorsionar
y traquetear por gusto. No hay nada que desaliente más a un niño en la
iniciación de la lectura que sus primeros profesores. El colegio está allí para
vetarte los libros, para que conocimiento signifique aburrimiento. Por eso si tuviéramos
una educación responsable lo primero que aprendería un niño en una escuela
sería la razón por la cual estamos en conflicto. Va a ser muy importante que el
presidente Santos le reconozca a la opinión pública que fueron precisamente
ellos, la clase dirigente de este país, la gran responsable de este conflicto
que hasta hace unos años pareciera no tener fin. Fueron ellos los que
traicionaron al campesino, los que mataron a los líderes surgidos del pueblo,
los que dejaron en la miseria a más de la mitad de la población de este país, los
que obligaron al campesino a defenderse, a internarse en la selva, a
organizarse y a envilecerse en una guerra que ellos nunca quisieron. Ojalá el
incongruente presidente se haga responsable de estas décadas de opresión, de
esta dictadura taimada que ha pisoteado a la gran mayoría de los colombianos.
La paz está más cerca de lo que pensamos y ya nadie la va a
poder detener, ni siquiera la gran mayoría de intoxicados que esperan cada
mediodía el noticiero para ver como la cifra de muertos aumenta cada vez más. Los
que compran el periódico solo para leer la página judicial, los que gozan con
cada decapitación, con cada palabra altisonante de cualquier político atarbán.
La paz con justicia social es tener salarios acordes con nuestras necesidades,
un sistema de salud y educativo dignos y con acceso a toda la población, paz no
es trabajar incansablemente sino tener tiempo para ver crecer a nuestros hijos,
para jugar con ellos, para ir al cine o leer un buen libro, paz es no ver a los
soldados en cada esquina con sus intimidantes fusiles.
Para esa paz estoy preparado, esa es la paz que quiero.
1 comentario:
Parece haber un problema de cronología, ¿no?
Si Orwell "prefiguró" el ministerio de la propaganda, supongo que con el ministerio de la verdad de 1984 (publicada en 1949), Hitler llevaba entonces por lo menos 3 años muerto y el Ministerio de la Ilustración Pública y la Propaganda del Reich por lo menos 15 años de creado (1933).
Incluso la Wikipedia es precisa en este tipo de datos históricos elementales y, una vez allí, puede ser útil consultar la falacia lógica de "reductio ad hitlerum".
Publicar un comentario