Tenemos una mujer en la cabeza, queremos hacerla. No somos el rabino de Praga pero tenemos su misma obsesión. Agarramos un pedazo de barro, vamos moldeando la figura. El fuego del día derrite sus formas. Entonces pensamos en el Doctor Frankenstein pero ¿Estarías dispuesto a llevar a tu lecho a una mujer hecha con retazos de cadáveres?
Queremos tener la facultad de ser Dios por un segundo y formular el deseo pero ¿Has visto como acaban los que se han atrevido? Agarra el dolor de lo perdido, sale a la calle y escoge a una de esas lindas rubias que caminan por el malecón al mediodía. Concéntrate, si le das forma a las nubes, a las manchas de cerveza que hay en tu mantel podrás encontrar en ella a la que se carcome en la tumba. Síguela hasta el hotel de mala muerte donde se está quedando, abórdala, no le temas al rechazo, ella te sacará del foso donde te puso la muerte de lo que mas querías. Ella cederá, pon tu rostro en la luz, seguro que ella también te reconocerá.
Llevala al restaurante donde ibas con tu amada, ordenale que coma lo mismo que comía ella, no importa que lo rechace, la clave está en que la obligues. No te esfuerces en ser encantador, termina rápido la comida, llévala a comprar ropa y vístela de gris. Envuelvela en las telas que tanto te excitaron alguna vez, transformala en ella.
Tus invocaciones sirvieron, físicamente ha vuelto a estar contigo. Después querido Pigmalión fetichista debes enseñarle todo lo que sabes. Una mujer por lo general es un cuenco vacío que debes empezar a rellenar con mucho tacto, debes armarte de la paciencia de los que hacen barcos dentro de una botella.
En un año estará contigo la abnegada esposa que enterraste. A diferencia de ella se sentará a tu lado a escuchar todos esos horribles poemas que te gusta componer y no hará mala cara, al contrario aplaudirá y te pedirá más. No es como la Olimpia que una vez describió Hoffman, esa que está ahora a tu lado es de carne y rezumará amor por ti. Saldrá a recibirte cuando afuera caiga la nieve y te tendrá un baño caliente para desentumecerte del frío. No pensarás más en la que se murió, la despreciarás en el recuerdo, notarás que estaba llena de defectos e imperfecciones, igual no le eches la culpa al fin y al cabo no la habías hecho vos
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