Jim Thompson conocía mucho de anatomía femenina. Uno de sus personajes solía amedrentar a sus chicas golpeándola con una toalla llena de naranjas “Esto puede ser más mortal que una cuchillada” la muchacha llora y confiesa que pasa necesidades, los vestidos y los peinados están cada vez más caros pero eso no le importa a su jefe.
En El asesino dentro de mi Lou Ford es el ayudante de un sheriff que trata de tener una vida normal, casi que campechana. Su acento lo denota. Está aferrado a su terruño en un pueblito pequeño y monótono al sur de Texas. Por las noches suele relajarse escuchando música clásica y leyendo pedazos de la Biblia o El Decamerón. Entre las páginas de su relectura encuentra fotos viejas. Una mujer posa desnuda mostrando su sexo. A pesar del rostro lleno de lascivia sus nalgas muestran severos moretones. Lou recuerda un poco su niñez, el soterrado velo con los cuales los adultos trataban de ocultarle el sexo. Mientras Lou quema esas fotos recuerda que el velo se lo arrancó de los ojos con una mueca histérica. Todas las mujeres del lugar querían ser golpeadas y cuando el niño se volvió hombre descubrió que no solo estaba mal golpearlas sino que ellas mismas se lo exigían.
Conoce a una prostituta en las afueras de la ciudad. Se enamoran a punta de golpes, él cree que se está enamorando, ella quiere salir de ese pueblito miserable, para hacerlo tiene un plan, el hijo del dueño de los pozos petroleros está perdidamente enamorado de ella, su padre quiere extorsionarla para que se vaya del lugar, podrían sacar una tajada de parte del hijo. A Lou Ford le suena la idea pero puede más su arraigo a esas cuatro esquinas, es más una idea comienza a crecer en su cerebro como un tumor: podría matar a golpes a la prostituta que ama y de paso asesinar al príncipe del petróleo local. Idea el plan que es perfecto se pone unos guantes y comienza a abofetear suavemente el rostro de la mujer amada hasta que a esos golpecitos los va acompañando con golpes cada vez más fuertes, puños devastadores que destrozan su cara “Nena, no te preocupes esto acabará pronto, no te olvides que te amo” “Yo también te amo” Le responde ella desde su limbo.
A mediados de la década del 20 las obras de Dashiel Hammet, William Irish y James Cain se convirtieron no solo en grandes sucesos de ventas sino en todo un acontecimiento literario. Directores de la talla de Luchino Visconti, Howard Hawks o Billy Wilder, decidieron adaptarlas y crearon el sugestivo género del cine negro. Jim Thompson no sabía que era escritor hasta que siendo Sheriff del condado de Caddo en Oklahoma tuvo que huir de la ciudad por culpa de las múltiples acusaciones que tenía por corrupción. En su desesperación encontró asilo solo en la escritura. Su obra excelentemente escrita y entre las que se destacan 1280 almas y la Huida (Adaptada por Sam Peckinpah) fue el bálsamo por el cual el sheriff Thompson encontró la redención. Nadie pensaba mucho en él como tantos otros escritores Pulp olvidados en los estantes polvorientos de las casas de libros usados hasta que al director inglés Michael Winterbotton le dio por adaptar Un asesino dentro de mí.
Una bocanada de aire fresco en esa alcantarilla que es el cine de nuestros días resultó siendo este filme coherente, duro, extrañísimo. Desde el guión la historia va saliendo poco a poco de manera que vamos conociendo a Lou a medida que el filme va avanzando. No sabemos sus intenciones y si bien vimos cómo le destrozaba con brutalidad el rostro a Jessica Alba podemos sentir cierta simpatía por este sicópata. La actuación de Cassey Affleck el hermano menor de Ben es todo un modelo de control, frialdad y concentración cinematográfica. No se le mueve un músculo y se nos hace definitivamente increíble que su acento no sea el que posea este ayudante de Sheriff campechano y culto, sensual y misterioso, tierno y brutal.
La novela es una excusa para que el creador de 24 hours party people pueda construir un filme único, original, casi que una anti película negra, satírica, corrosiva, perfecta. Necesitabamos que una película volviera a hacernos sentir sensaciones, fastidio, que por momentos nos confundiera, nos aburriera nos hiciera sentir vivos. El final a pesar de lo que han dicho las revistas es de las mejores cosas que nos ha podido suceder en 40 años, un final con un gran explosión como la que le exige el ganadero a Ed Wood cuando decide financiar su malograda película. Con una banda sonora espectacular y unas actuaciones realmente sobresalientes Un asesino dentro de mi es una pequeña obra maestra que por una especie de milagro o equivocación ha llegado a estas tercermundistas pantallas. Vayan a verla al cine antes de que tengan que resignarse a la estrechez del plasma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario