A mí me hace reír más Family
Guy que Los Simpsons. A los de
Matt Groening no le creo su crítica punzante al modo de vida norteamericano.
Igual son una familia y nada la va a disolver. Bart puede ser muy cansón y todo
pero nunca probará un bareto. Lisa es una muchacha brillante que cumple con el
precepto políticamente correcto de que de la noche a la mañana las mujeres son
sensatas y geniales. Los simpsons son ese espacio de crítica que necesita toda
democracia para demostrar que hay libertad de expresión, de que en Estados
Unidos todo el mundo dice lo que piense sin olvidarnos que detrás de Homero y su
familia está la poderosa Fox y Fox señores no puede correr esos riesgos.
En Family Guy el perro de la familia es un
escritor frustrado que se ha refugiado en el alcohol para no sufrir tanto. Está
enamorado de Louis, la esposa de su amo… perdón, de su mejor amigo. Peter
Griffin, el padre de familia protagonista de la historia detesta a su hija y
además tiene cazada una pelea con un pollo humano. Ver uno de sus capítulos es
sumergirse en un humor absurdo, iconoclasta, violento.
El genio que se esconde detrás de esta serie se llama Seth
Macfarlane un joven caricaturista, guionista, cantante y productor
norteamericano que acaba de firmar un contrato de 100 millones de dólares.
Pertenece a esa generación de cómicos encabezada por el gran Kevin Smith que
explotan la cultura popular norteamericana para hacer chistes con ello. Se sabe
de la pasión que le despierta la saga de Star
Wars.
La fama de este joven de 38 años ha crecido hasta el punto de que será el encargado de
presentar el Óscar el próximo año. Contrario a lo que se podría pensar
Macfarlane no se ha dejado permear por el éxito y el dinero, al contrario, sigue
manteniendo una postura absolutamente radical. Si no fuera así no hubiera
corrido los riesgos que corrió con su debut en el cine, Ted.
En el principio pareciera que fuera la manida y tierna
historia de un niño retraído, sin amigo al que Dios le concede un deseo: que su
osito cobre vida y lo acompañe en su soledad. El hecho despierta la admiración
de todo un país que se rinde ante el encanto de Teddy. Es portada de Time,
Rolling Stone y todas las revistas del mundo, es invitado constante de los
shows televisivos más emblemáticos de los Estados Unidos, se folló a las
mujeres más bonitas del país e igual, sin importar lo que sucediera cada noche
iba y se quedaba en la casa de su amiguito a cantar canciones para espantar el
miedo que le producen los truenos.
Pero el tiempo pasa y contrario a lo que se puede pensar los
osos envejecen. A los 34 años Teddy es un bribón dedicado única y
exclusivamente a fumar marihuana, masturbarse, tirarse putas y ver una y otra
vez junto a su entrañable amigo Mark Walberg la entrañablemente mala Flash Gordon. La voz que encarna al
muñeco es la misma de Peter Griffin y es que a Macfarlane le encanta darle vida
a sus propios personajes. No solo es
cuestión de darle voz sino de darle una humanidad. No importa que el osito tenga
sus momentos coprofílicos o solo viva pensando en la rumba, en el fondo no es
más que un tierno peluchito y vas a sufrir por su suerte… por más gamberro que
sea eso va a ser asi.
La película corre riesgos que sortea favorablemente. A pesar
de la referencia constante a las heces o
a los pedos no podemos decir que se caiga en lo escatológico, al contrario creo
que llega a ser solo una reflexión más sobre la condición humana, es decir no
somos más que una montaña de mierda andante. El tema de la amistad lo trata
como en ninguna otra película. Los hombres nos aferramos a los amigos de la
niñez con particular tozudez, sin entender razones ni regaños perpetrados por
las madres primero y las esposas después. Ojalá con Ted las mujeres puedan entender mejor el engorroso asunto de la
compinchería masculina. En lo particular hubiera preferido quedarme con el
osito de peluche que con Mila Kunis. Soy consciente de lo gay que sonó la
anterior frase pero…¿Qué le vamos a hacer?
En la sala me impresionó lo que la gente disfrutó la
película. Creí que iba a ser el único que se iba a reventar a carcajada pero no
fue así. El público es sabio y sabe cuándo una película es divertida. Muchos
gracias a Ted se volverán adictos a
las aventuras de Peter Griffin o Cleaveland. Se reirán con la misma intensidad que
lo hicieron en la sala de cine. Limpien sus computadores, descarguen desde ya y
gocen este puente de una maratón del nuevo genio de Hollywood, Seth Macfarlane.
No hay comentarios:
Publicar un comentario