A pesar de sus últimos descalabros siempre que se anuncia un
estreno de Tim Burton aparece la esperanza ¿Quién quita que al creador de
Eduardo Manos de tijeras le haya vuelto la inspiración? Su carrera, contrario a
lo que piensas sus seguidores más fanáticos, es absolutamente irregular. Puede
ser capaz de movernos el alma con Big
Fish y llevarnos al hartazgo con remakes defectuosos, innecesarios como Charlie
y la fábrica de chocolates.
El anuncio de que su ansiado proyecto Frankenwennie está a punto de lanzarse ha hecho que las
expectativas suban más de lo normal. Burton empezó su carrera haciendo un
cortico casero sobre este niño genio que incapaz de resignarse al ver a su
perro muerto decide volverlo a la vida usando los poderes de la ciencia. Desde
ya se augura que va a ser su mejor película desde Ed Wood.
Ayer precisamente por Max volví a ver por enésima vez las
vicisitudes de este hombre entregado completamente a la pasión de hacer
películas. Decir que fue el peor director de la historia es descabellado. Como
se nota que los gringos no saben mucho de cine colombiano. Pero la maestría de
Burton radica en presentarnos a todos estos freaks como seres humanos dignos de
respeto. Nunca cae en la tentación de burlarse de ellos, al contrario, se ve
que siente un especial cariño por Glenn o
Glenda o Plan 9 del espacio exterior.
Ed Wood es el director de cine por antonomasia, un hombre
que sería capaz de dar un brazo con tal de ver plasmada en 24 cuadros por
segundo su historia. En cierta medida fue uno de los padres del cine
independiente, al tipo no le importaba de donde salían los recursos con tal de
terminar sus proyectos. Con tal de no
depender de un estudio Wood aceptaba las condiciones que le imponían
carniceros, pastores evangélicos o cualquier otro individuo que decidiera
meterle plata a sus películas.
Cuando él dice que produce, actúa y dirige como Orson Welles
no está mintiendo. En esa época nadie asumía tantos riesgos. Y así como a
Welles le costó ocho años terminar de rodar su Otello a Wood le pasó lo mismo
con la que es considerada su mejor película (¿O la menos peor?) Plan 9.
Para Burton hacer un filme no es precisamente la cosa más sencilla del mundo,
por eso el respeto, el cariño con el que delinea sus personajes.
Ed Wood está a la
altura de La noche americana de Ocho y medio de las grandes reflexiones
sobre cómo se hacen las películas. No solo es un homenaje a un director o a un
género sino al cine. Una declaración de amor, digna y sincera al séptimo arte. Ed Wood es la razón por la cual uno no
entiende porque Burton haga estupideces como Sombras tenebrosas o Alicia
en el país de las maravillas. En un mundo donde los grandes maestros se han
ido protegemos y mimamos a los que aún viven. Desde ya tenemos la confianza de
que con Frankenweenie volveremos a
ver al Tim Burton vital e inspirado que alguna vez fue.
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