Dago García es un hombre con una capacidad de trabajo
descomunal. Dicen que lo han visto en las oficinas de caracol mirando
concentrado un televisor. Está viendo una producción propia. Tiene en sus manos
un cuaderno y un lapicero. Allí va apuntando lo que no le gusta para poder
mejorarlo en el próximo capítulo. A Dago le interesa que sus productos vayan
claramente a un sector definido de la población colombiana, los estratos uno y
dos. Después de un profundo estudio sobre la sociedad nacional García ha
descubierto que al colombiano promedio le gusta la chambonería, el chiste
gratuito, un poco de sexo sugerido, la vulgaridad.
En mi Gente linda todos los planos son horribles
Por eso en su última película Mi gente linda mi gente bella ha perfeccionado su género y lo ha
llevado a un nivel que difícilmente podrá superarse. Ha renunciado de plano a
contar cualquier historia y ha empezado a hilvanar chistes, uno tras otro, con
la misma maestría con que Alí Humar dirigía sus episodios de Sábados felices. Dago es una especie de David O. Selznick
colombiano. El llama a un director y lo transforma en lo que él quiera. Esta vez
llamó a una marioneta que se dejara manejar sin chistar. En el pasado había
tenido problemas con un tipo brillante como Jorge Echeverri quien impidió que Pena Máxima fuera la bazofia que
esperaba su productor. Dago está curtido y ya no comete esos errores por eso
contó con la colaboración de un bobazo de la talla de Harold Trompetero para
que todo lo que sugiriera le fuera respondido con un cordial, “Lo que usted
diga patrón” “Como usted ordene patrón”.
La creación de personajes es tan profunda como la que
realiza un director de teatro de colegio para un sainete el día del idioma. Hay
un opita, un santandereano, una rola, un pastuso. Dago pretende retratar a
Colombia como él cree que es, o como nos la han impuesto los medios de
comunicación. Puros estereotipos. Llama a
los actores que saben son muy queridos por los televidentes. Está por un lado
el cada vez más insoportable César Mora, una especie de Danny De Vito criollo
desprovisto de cualquier tipo de talento y gracia, Sara Corrales que logra a
mucho honor una de los peores interpretaciones de las cuales este servidor
pueda tener recuerdo alguno y el resto son una pandilla de caricaturas que son
arrastrados por como diría Peter Capussoto “Los huracanados vientos de la
pelotudez”.
El maldito fantasma del 5-0 vuelve a ser usado de una manera vergonzosa
En un curso al que asistí en 1999 el entonces guionista
decía que cuando él tenía un bache creativo no lo resolvía partiendo de las
premisas de Robert Mckee o consultando que podía aconsejar Charlie Kauffman,
no, recuerden que Dago como pocos es hijo absoluto de esta tierra por eso
resolvía sus problemas a la manera colombiana, es decir “Rezándole al Divino
Niño”. Esa debe ser la razón por la cual en cada una de sus películas hay un
personaje devoto a esa divinidad.
A él no le interesa criticar nada, cada crítica o denuncia
que se trata de hacer en este país despierta la apatía del espectador. A la gente
le gusta ir al cine a olvidarse de los problemas y que mejor que mostrar la
historia de un sueco que viene al país porque se aburrió de vivir bueno en un
lugar donde hay justicia social, donde el trabajador es respetado, donde no hay
hambre, un país de donde han salido talentos de la talla de Ingmar Bergman o
Greta Garbo. Pero eso no es suficiente, ellos son aburridos, inferiores porque
no tienen el vallenato, ni las mujeres fáciles que se entregan sin chistar en
un baño. Allá no existe el aguardiente ni reinados de belleza ni tan la
cacareada malicia indígenas. Pobrecitos esos suecos…. Con razón que por allá
terminan suicidándose de la tristeza, dice una señora después de salir del cine…
nosotros en cambio somos el tercer país más feliz del mundo, por detrás de
Namibia y Vietnam.
Los guionistas ni siquiera fueron capaces de inventarse chistes nuevos
Dago García y Gustavo Nieto Roa son los hombres con mayor
éxito en la historia de nuestro cine. Ambos se han ocupado de fijarse en los
gustos de la clase popular. Ellos sí que le saben sacar rédito a nuestra
estupidez. Nos ha reducido a todos en este país a los estratos culturales uno y
dos. Mi
gente linda, mi gente bella esa colombianada a llevado a las salas de cine
más de setecientas mil personas, un número impresionante apenas superado por
Alerta y Don Jediondo en Muertos del
susto. La gente acepta la caricatura reflejada en la pantalla. Me da
miedo de que Dago empiece a tener razón y resultemos siendo uno de sus
estrambóticos personajes.
La gente va al cine porque dice apoyar el cine nacional. Sin
embargo esfuerzos personales válidos, maravillosos, sinceros como La primera noche , El vuelco del cangrejo o Silencio
en el paraíso no tuvieron el mismo respaldo, es más tuvieron una
distribución absolutamente pobre. Afrontémoslo, este no es un país cinéfilo,
acá nos gusta es la recocha, la vulgaridad. Por algo Sábados felices cumplió este año 40 años.
Me dan risa todos aquellos chovinistas que critican las películas que hacen los gringos contra nosotros por dar una imagen provinciona y violenta de nosotros. Mi gente linda, mi gente bella es un insulto de proporciones monumentales. Afortunadamente nadie perderá el tiempo viéndola fuera de nuestras fronteras.
8 comentarios:
Lo más triste del caso es que esta película me la recomendó un ex-secretario de cultura municipal de Cúcuta...
Chambón, mediocre, amilanado, resignado, pobre, humillado, el pobre Colombiano feliz con lo poco, pero no siendo todo como que nos cansa los mismos artistas en las mismas peliculas Humberto Dorado, César Mora y ahora el genial Andrés Parra hasta en la sopa siendo que aquí hay más artistas del hambre que en Hollywood.
No se quién será el autor de este blog, pero he leído algunas de sus reflexiones, y esta vez debo decir que me encontré con un texto muy bien escrito, y que se lee con ganas de principio a fina. No he visto esa película, ni me interesaría verla, pero la crítica del Ateneista está tan bien hecha, que hasta provoca ver el filme sólo con el propósito de unirse a su indignación.
El autor del blog es un reconocido guionosta de la ciudad de Cucuta, respecto a la recomendacion hecha por un ex-secretario de cultura de Cucuta, pues que se puede esperar de un personajillo de aquellos que no valora ni hace nada por cuidar los patrimonios culturales de Cucuta
Lo que prueba una vez más que nos regocijamos con la cantidad del cine nacional sin pensar en la calidad; yo sin embargo no culpo tanto a Dago García, el hombre aprovecha la oportunidad de hacer plata fácil, como a los productores que no asumen su responsabilidad de formar público y le meten a este tipo de producciones el dinero que daría para media docena de proyectos más inteligentes.
país del sangrado corazón...
Yo pienso que hay que mirar las cosas desde el ángulo provechoso. Se me ocurre que Dago es el mesías que puede (con la ayuda del sagrado corazón, claro) llevar a Colombia al primer lugar y rebasar a Namibia y Vietnam. Para entonces también seguramente toda reelección de políticos pícaros en nuestro país será una realidad.
Ni Jorge Echeverry es tan brillante ni Trompetero tan bobo como dice. Si es uns película tan mala no sé por que se ocupa de ella, es ma´s pretenciosa su crítica que la película.
Si se las va a adar de crítico lea en contexto, es como pedirle a Truffaut que en vez de hablar de Tati o de Hitchcock hubiera hablado en sus cuadernos de cine de Edward Wood. Las comparaciones que usted hace son irresponsables, ingenuas y bastante pretenciosas.
Podría habernos hecho saber que a ud le gustó mucho la película sin necesidad de intervenir con el autor ni cuestionar su formación o ética profesional. De esta manera lo único que ud demuestra es que no tiene seguridad en el producto que defiende. Con mucho respeto le digo que so tono alcanza a ser bastante "facho".
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