Un hombre y una anciana están forzados a irse del lugar
donde viven, la angustia los invade, no tienen ningún lugar a donde ir, los
caminos se cierran, el abismo se abre ante ellos.
La pobre vieja le
suplica que haga todo lo posible para poder estar en ese sitio, él le promete
que no pasará esa vergüenza “Todo está resuelto”. En la noche llega con una
bolsa muy grande, abre la puerta del cuarto, toma una almohada y la pone sobre
su cabeza, la anciana intenta defenderse pero cada vez queda menos fuerza,
menos aire. Por un momento la mira, con los ojos cerrados parece dormida. Antes
de que la culpa y él arrepentimiento lo invadan saca de la bolsa de plástico un
galón de gasolina y comienza a rociarlo por la casa, toma una de las veladoras
con las cuales ilumina a sus dioses y lo arroja al líquido inflamable. En un
instante todo arde, todo desaparece.
En Arraigo el
cineasta norte santandereano Edwin Villamizar siguiendo los planteamientos que
esgrimieron en su manifiesto Dogma 95 los
realizadores daneses Lars Von Trier y Thomas Vinterberg donde promulgaban la
austeridad total convirtiendo las películas no en un acto estrictamente
profesional sino en un desafío que cualquier diletante estaría en condiciones
de asumir, realiza este cortometraje
sombrío, pesimista y sugestivo.
Su eficaz guion, escrito por él mismo, sirvió para que el actor Julio Cesar Herrera se interesara en el
proyecto y fuera el protagonista de esta historia que se centra en la horrorosa
sensación de saberse sin techo, sin tierra. Toda una metáfora sobre el
desplazamiento colombiano. En sus 15 minutos se nota el talento que tiene este
joven realizador para construir una atmósfera.
Lamentablemente este ejercicio no se conoce en la ciudad y
los que estén interesados en verla tendrán que recurrir al Youtube. Edwin es
uno de los muchos realizadores locales que están intentado forjarse una carrera
en el exigente y a veces elitista medio del audiovisual. El apoyo que han
recibido estos quijotes por parte del gobierno regional o de la empresa privada
es prácticamente nulo. Con el apoyo de unos pocos buenos amigos pudo llevar a
cabo el sueño de tener una productora, Carroñero Films quien se ha destacado en
Cúcuta por hacer los videoclips de destacados solistas o grupos locales. Llama
especialmente la atención el tándem que ha formado Carroñero con Ahiman, videos
como Las ovejas negras y sobre todo Lo que quise de pelao muestran una
madurez técnica y un profesionalismo bastante inusual en un lugar tan alejado
del mundo como este.
Su modestia y bajo perfil juegan en contra para la divulgación de su
obra. Es un hombre introvertido, de muy pocas palabras, sólo sus amigos más
cercanos y su novia le conocen el lado rumbero. Pero es alérgico al divismo y
por eso no le interesa alquilar el Teatro Zulima y mostrar en rotativo sus
documentales, sus cortos de ficción, sus videoclips, sus animaciones. Para eso
están las redes sociales, el voz a voz, la radio bemba. Por eso cada vez que
hay un evento público al que está obligado a ir Edwin se esconde en los
rincones, lejos de la verborrea
intelectualoide y estéril que caracteriza a tantos de nuestros “artistas”
locales.
Él sabe que las obras se construyen con trabajo, no en
tertulias o canelazos. El lugar del artista no está en una mesa llena de
cervezas sino en el taller, en el escritorio o en su caso en un set
improvisado, es desde allí donde se forjan los sueños, donde se curan las heridas.
Es por eso que su discurso está en sus potentes y hermosas
imágenes.
2 comentarios:
Realizadores daneses, ¡por favor!
"Sus padres y hasta sus abuelos
fueron vampiros de prosapia
y tras su leve mordedura
sangre libaban a su anchas,
pero éste en cambio era un vampiro
que apenas si sorbía agua
al mediodía y en la cena
de noche y en las madrugadas.
Abstemio de sangre
era la vergüenza
de los otros vampiros
y de las vampiresas.
Este vampiro tan distinto
osó crear una variante
proselitista de vampiros
anónimos y militantes
bajo la luna hizo campaña
con sus consignas implacables
"Vampiros sólo beban agua,
la sangre siempre trae sangre..."
Pero temieron sus colegas
que esa doctrina peligrosa
tentase a los vampiros flojos
que beben sangre con gaseosa.
Y así una noche de tormenta
cinco quirópteros de lidia
le propinaron al indócil
sus dentelladas de justicia.
El desafío del rebelde
quedó allá abajo en cuerpo y alma
con cinco heridas que gemían
formando un gran charco de agua.
Lo extraño fue que los verdugos
colgados de una vieja rama
a su pesar reconocieron
el buen sabor del agua mansa.
Desde esa noche ni vampiros
ni vampiresas chupan sangre
los hematíes son historia
y el agua corre Dios mediante.
Y como siempre ocurre en estos
y en otros casos similares
el singular vampiro abstemio
es venerado como un mártir."
Joan Manuel Serrat
(Mario Benedetti)
Publicar un comentario