No, esto ya no lo soporta nadie. No me refiero solo a la
calidad sino a la falta total, absoluta de imaginación. Nadie quiere arriesgar,
mejor hacer un remake o tomar un cuento muy famoso y adaptarlo. Se acabaron las
ideas originales, no hay espacio para la experimentación. Algunos amigos me
escribieron y me hicieron saber lo inconformes que habían quedado después de
haber sido demasiado blandengue con Cloud
Atlas. Si, estoy de acuerdo que por momentos cada una de las historias
contadas allí rayan con la intrascendencia pero al menos los Wachosky habían
tenido la intención de crear algo diferente. El experimento resultó ser un
fiasco pero es mejor fracasar así que volverse millonarios haciendo estupideces
desmesuradas como Jack el cazagigantes.
Todo es previsible, machacado, entrar al cine hoy en día es
una experiencia parecida al deja vu. Una a una las películas se van repitiendo
cayendo inevitablemente en el lugar común. No le bastó a la industria hacer dos
adaptaciones de Blancanieves el año
pasado, o empezar en 2013 con Hansel y
Gretel, no, ahora buscan otro cuento de hadas buscando mostrarle al mundo
los últimos adelantos tecnológicos, destruir la historia y acomodarlo al
lenguaje al que están acostumbrados los jóvenes contemporáneos.
Y eso que de niño soñábamos con una película así. Los
guisantes subiendo hasta el cielo, como el puente vertical que nos lleva
directamente a la tierra de los gigantes. Por esa razón fui al cine, esperando
al menos ver a unos monstruos creíbles y no estas criaturas hechas con desgano,
donde ni siquiera el pelo se les mueve. No sentimos miedo ante estos seres que
no existen, ¿Si les quedaba tan grande hacer gigantes desde el programa de un
computador, porque no recurrir a otros métodos más artesanales, como por
ejemplo hacer trucos con gente real o recurrir al stop motion como lo solía
hacer Harryhausen? Porque en el cine de hoy nos está prohibido soñar.
Es una pena además ver cómo ha terminado un director del
talento de Bryan Singer haciendo productos donde apenas podemos ver algunas de
las obsesiones que marcaron el inicio de su carrera. La industria ya no
persigue a los rebeldes, tan sólo les deja un plato de frijoles en la entrada
de su castillo y después de una pataleta de dos días vendrán hambrientos a
tragar las sobras de los poderosos.
Uno de los pocos aspectos destacables de este esperpento es
la actuación del siempre maravilloso Ewan Mcgregor, verlo allí hace más
soportable las casi dos horas que dura este suplicio. Lamentablemente no
pudimos escuchar su extraordinario acento británico porque sumados a todos los
males del cine contemporáneo está el del maldito doblaje. Se anuncia para el
2015 que el 85 por ciento de las películas norteamericanas vendrán en nuestro
idioma, ¡Una absoluta catástrofe!
Jack el cazagigantes es
cine para ser consumido hoy y vomitar mañana. Su única virtud fue la acertada
estrategia publicitaria que ha llevado a la gente a las salas en masa. No en
vano hoy en día la industria gasta más promocionando la película que su misma
realización. En el cine nuestro de cada día es más importante un publicista que
el mejor de los directores.
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