No es gratuito que justo mientras el gobierno y las FARC se han sentado a dialogar en La habana se
estrene en Colombia una serie sobre los temibles hermanos Castaño. Los medios, en vez de
apaciguar los ánimos, de dejar de arrojarle leña seca a la hoguera de los
odios, cumplen con la tarea de exacerbarlos
aún más. Lo de anoche fue descarado,
vergonzoso. Cuando se hace una reconstrucción histórica es inevitable no caer
de una u otra forma en el anacronismo, en la imprecisión. Muchas veces este
error no es más que una licencia que se toman los creadores de una serie para
darle más interés dramático. La ficción por lo general es más divertida que la
realidad. Lo inaceptable es que se trastoque deliberadamente la historia con el
fin de manipular al público, de justificar un genocidio.
Eso es lo que convierte a Los tres caínes en una serie repugnante. Según los libretistas de
este esperpento los Castaño eran una próspera familia de campesinos
antioqueños que a fuerza de pulso y recursividad lograron mejorar su calidad de
vida. Fidelio, el segundo de doce hermanos trabajó muy duro para juntar platica, como se espera de todo paisa echado para
adelante. Con lo poco que juntó puso una gallera y una tienda en su natal
Amalfi. Su hermano Carlitos, el menor de
todos, vendía quesos para ayudar a su familia a sobrevivir. La guerrilla
hizo su respectiva inteligencia, engatusó al ingenuo niño que hasta vocación de
izquierda tenía y le hizo soltar la lengua. Gracias a la información obtenida
las FARC pudieron ir por el padre, sacándolo de la finca, encadenándolo a un
árbol, pidiendo diez millones de pesos al pobrecito del Fidelio.
A R.T.I. la productora a cargo del proyecto no le interesó
contar que en el año 1977, cuatro años antes de que ocurrieran estos hechos,
Fidel Castaño había consolidado su alianza con el ya poderoso narcotraficante
Pablo Escobar. Ya había vivido en Paris siendo un estrambótico comerciante de
arte. Dicen los expertos que la fama desmesurada de Fernando Botero se debe a las astronómicas sumas que pagaba Castaño por sus pinturas en
las subastas más importantes del mundo. Su odio hacia la izquierda no surgió como
dice la serie a una venganza por la muerte de su padre mientras estaba
secuestrado por la guerrilla. Ya en 1979 había creado Los tangueros un grupo de cuarenta hombres armados que tenían el
propósito no solo de defenderse de las células de las FARC que rondaban por la
zona sino que intimidaban y en algunos casos despojaban de la tierra a los campesinos del lugar.
Los guerrilleros pidieron 10 millones de pasos, Fidelio y
Vicente con su inquebrantable vocación de negociantes les mandaron 6 millones.
Las Farc respondieron ejecutando a su padre. En la serie no se narra la
especulación de los Castaño sino que los muestran como víctimas de un engaño.
Inmediatamente carlitos empezó a ver que todo eso que hablaba sobre la
izquierda no era más que un atado de mentiras, Vicente dejó su acostumbrada
mano blanda y Fidelio no tuvo más remedio que armarse para sobrevivir. Ellos
defenderían su territorio a rajatabla, no permitiría que estos hampones
asesinos siguieran atacando a los humildes hacendados locales.
Lo que termina de hacer de esta oda al paramilitarismo un
bodrio insoportable son sus pésimas actuaciones. De Gregorio Pernía no nos
extraña su absoluta incompetencia pero si sorprende ver tan perdido a un actor
con el talento de Elkin Diaz incapaz
siquiera de hacer un acento paisa creíble. Julián Román cayendo una vez más en
la exageración, convertido de nuevo en una triste caricatura de Carlos Castaño.
Igual no es culpa de
ellos. Los libretos escritos por el sobrevalorado Gustavo Bolívar no pueden ni
siquiera delinear a un personaje, los diálogos son de una precariedad absoluta,
más de un sainete de colegio que de una serie televisiva.Los encuadres son
rebuscados, la cámara se mueve, los colores son horrendos, la iluminación
deficiente, dando de nuevo ese tinte cromático tan característicos de R.C.N.
Creí que el punto alto que había dejado Escobar el patrón del mal iba
a exigirle a los productores de Los tres
caínes una mayor rigurosidad. El desprecio que ha demostrado tener este
canal por el buen gusto ha enfocado su búsqueda en tener un raiting alto, en
aplastar a la competencia. Seguramente se convertirá dentro de poco en la serie
más vista en la pobre historia de nuestra televisión. Tiene los dos ingredientes que más aprecian los
colombianos: Paramilitarismo y chambonería.
2 comentarios:
Se equivoca maestro y a la vez tiene la razón completamente.
Tiene la razón porque en esencia, la ideología de la serie es esencialmente derechista [aunque no me parece de-extrema en principio -pero tras apenas 15 minutos faltaría seguir viéndola -cosa q seguro haré por su culpa- para confirmar esto o ver si siendo cierto, se va extremizando poco a poco], con la prototípica visión del 'trabajador' infatigable en busca de la platica y el 'decentísimo' hombre de familia de excelentes sentimientos etc etc etc. [Y corríjame si en el capítulo de hoy, el doctorcito de pueblo q salió alabando a 'los muchachos' no viene siendo uribe vélez. Porque de serlo, qué mejor desenmascaramiento q el de simplemente ponerle un micrófono a semejante criminal en la intimidad de su despacho?].
De todos modos, excelente q proclame en el solo título, q es una serie de paracos y sobre paracos -no vaya a ser q más de 45 millones de estúpidos no lo entiendan así solamente porque no nombran esa palabra los inmundos de R[adio]C[asa de]N[arquinño].
Pero se equivoca y esto me parece grave, porque despreciar la calidad técnica de esa manera tan total no solo no le hace honor a la verdad -el nivel está muy lejos de ser ramplón y canalla, más bien mostrando la maestría sistemática q estos hideputas tienen para hacer una televisión prefabricada q en términos latinoamericanos es la más enganchadora de todas probablemente-, sino q nos quita la posibilidad de comprender al enemigo… el mismo q nos tiene sodomizados precisamente con el monopolio de la producción audiovisual y de los temas nacionales -y nos pone en cuatro a ver sus programas todas las noches mientras a él le importa un soberano culo lo q nosotros intentamos llevar críticamente a cabo.
De hecho me parece q la cocción CRUDA de sencillez técnica con ideología elemental q el programita de marras maneja resulta mucho más suculenta para saber de quién estamos rodeados, q la corrección política y la estilización técnica -ahí sí detestables- de Escobar El P Del Mal. [Pero repito q estoy escribiendo tras apenas 15 minutos de espectador y en caliente como lo podrás notar por la hora, corriendo los mismos riesgos q sumercé El Ateneista al momento de las evaluaciones directas].
En fin, Gallúbelo: parece ser ese su carácter -el de la eterna y absoluta contradicción [tener la razón y negársela al mismo tiempo]. Cosa peligrosa -pero muy muy interesante
Adenda:
Tiene toda la razón sobre el asqueroso nivel paramilitarista de Los Tres Paracos:
http://www.semana.com/opinion/articulo/las-ofensas-tres-caines/336282-3
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