Boston le trae malos recuerdos a los Harmon. Si están un día
más allí lo más seguro es que el matrimonio se desintegre. No es fácil olvidar
una infidelidad, sobre todo si lo hacen en tu casa, a plena luz del día. Vivien
lo vio todo, su esposo de pie follándose a la alumna en su propio baño. Hay que
alejarse de los lugares oscuros y que mejor que cruzar el país para empezar de
cero.
En Los Ángeles todo brilla, el cielo está despejado y si
tienes suerte puedes encontrarte en el supermercado de tu cuadra a una estrella
de cine. Han encontrado una hermosa casa victoriana construida a principios del
siglo XX. La mansión está a un precio increíble y sin pensarlo dos veces
invierten todo lo que tienen en ella. La agente inmobiliaria les ha hablado de
su oscuro pasado, allí se han cometido asesinatos, suicidios, abortos.
Ben es un siquiatra con algo de prestigio. Por supuesto que
no cree en fantasmas, firma los papeles y se queda allí a pesar de las extrañas
voces que lo persiguen, de los ruidos que hace la casa como respirara, de que en la mitad del sueño se levante hasta la estufa a encender los fogones
como si quisiera quemarse. Vivien tampoco la pasa bien, a la aversión física
que siente por su marido después de la infidelidad se suma el
ambiente pesado de la mansión. Decían que en L.A. la alegría podía respirarse
en el ambiente pero nada de eso ha podido disfrutar. Cada día que pasa es más difícil
perdonar.
La única que parece disfrutar de que la casa tenga alma es
Violet, la hija adolescente del matrimonio. Influenciada por lo gótico a la
jovencita le apasiona vivir en una casa embrujada. El no tenerle miedo a los
espíritus la hace inmune a su perniciosa influencia. VIolet incluso se está
enamorando en esa tétrica mansión, hay un jovencito, un paciente de su papá por
el cual se siente atraída. Es algo raro, a simple vista podría calificarse como
un serio candidato a emprender una masacre en un colegio pero ella lo ha aprendido
a conocer y sabe que está lleno de sentimientos muy profundos, que tiene alma
de poeta.
La mansión es tan bonita, tan acogedora que por más que un
loco te degollé no querrás salir de allí, si no me crees baja en la noche al
sótano y siente como todos los muertos se levantan para volver a pasear por los
corredores a contemplar los vitrales, las finas lámparas traídas de París.
La primera temporada de American
horror Story cumple la primera y más importante regla del terror: te
asusta. Acá no puedes pensar, en cada capítulo la serie te asfixia, te acosa
como si fuera un ente maligno. En la mitad de la noche te despiertas lívido escapando de esos extraños sueños que ahora te persiguen. Lo que tanto
esperamos cada vez que vamos al cine a ver una película de terror lo estamos
recibiendo ahora de manos de una serie de televisión.
Sus creadores Ryan Murphy (increíble, el mismo de esa
imbecilidad llamada Glee) y Brad
Falchuck se arriesgaron a todo a la hora de construir esta primera temporada.
Acá cabe todo, desde referencias a El
bebé de Rosemary a El resplandor pasando
por el terror más elemental de la Hammer hasta los zombies de George Romero. La
serie es de un barroquismo parecido a la de la misma casa encantada. Hacen lo
que quieren, la muerte no es óbice para que un personaje desaparezca, si lo
hace dentro del terreno de la mansión tendrá mayor protagonismo. De pronto esa
era la mejor forma para crear terror, exagerar al máximo sin perder el realismo.
Contradicción difícil de aplicar.
Además tienen la ventaja de los tiempos que da una serie de
televisión. En el cine cuentas con solo noventa minutos para generar tensión y
luego trampear lo más que se pueda. Apariciones, sillas que se mueven, susurros
demoniacos… hora y media es muy poco tiempo para ver como los personajes se
transforman a partir de la influencia maligna de una casa. Nosotros podemos ver
la transformación de los Harmon, somos testigos de eso. Estamos clavados frente
al televisor no sólo por el placer culposo de ser espantados por una aparición
sino porque queremos ver como Ben es incapaz de salir del pozo de infidelidad
que el mismo se ha creado arrastrando consigo a su familia. Esto además es un
drama porque tal y como lo habíamos dicho en American horror story cabe todo y todo encaja a la perfección, lo comprobarás
a medida que vayas viendo los capítulos.
Me atrapó desde el principio, siempre con miedo de que me
fuera a decepcionar pero hasta el momento no ha sucedido. Dicen que la segunda
temporada es todavía mejor y que lo que pretenden hacer los creadores es una
antología del horror norteamericano. Un problema que tenemos para ver la serie
es que no hay un sitio donde se pueda ver bien, con imagen y sonido perfecto,
Cuevana es una opción pero baja muy lento y terminas amargado puteando a tu
compañía de internet.
De todas formas traten de verla en las condiciones que sean.
Se asustarán y se sorprenderán a medida que la historia en esta primera
temporada vaya avanzando. Las historias de terror han salido de sus ataúdes y
caminan de nuevo entre los vivos. No estaban muertas, tan solo estaban
durmiendo.
1 comentario:
Hermano, yo tengo las dos temporadas completas, pero no sé cómo te las pueda pasar. Si sabes cómo, responde acá cristancho5432@gmail.com
O déjame revisar si encuentro de nuevo la página de donde la bajé.
De resto, buen post; tienes razón. Las historias de terror no estaban muertas, estaban durmiendo.
Publicar un comentario