27 de junio de 2014

LOS PECADOS DE SECRETO DE CONFESIÓN Por: Darío Monsalve.

Luego de un efectivo tráiler que dejaba en el ambiente la idea del arribo a las pantallas de un thriller poco menos que perturbador, Secreto de confesión (2013) se evapora, se pierde en el aire de sus propias inconsistencias.   

La cinta de Henry Rivero, en un orden casi que aleatorio, narra el descender (a regañadientes) del infierno al sótano de un grupo de personajes entre cuyas faltas para no merecer misericordia en esta tierra sombría que se menciona como Colombia está el inmiscuirse en un delito que incluye un coctel de políticos, sicarios, multinacionales y muchos millones.
En medio de estos elementos, que por poco no alcanzan a ser personajes, excepto en el caso del senador Ruiz, quien a través de Luigi Sciamanna logra transmitir la frialdad del corrupto empedernido, se encuentra la figura principal representada en el teniente Restrepo (Juan Pablo Raba).

Este policía lleva sobre sus hombros la responsabilidad de resolver la cadena de homicidios desatada desde el inicio, primero, como deber por su trabajo, segundo, como placer de su sentido de la justicia y, tercero, porque a lo largo del relato van surgiendo en el personaje motivaciones oscuras e inquietantes (desde alucinaciones con la imagen de su padre hasta el inconfesado deseo por una mujer, hija de una de las víctimas) que sacan a flote su verdadera naturaleza: Restrepo es un tipo violento y reprimido en busca de pretextos para reaccionar agresivamente.
La por igual atención prestada por el director a estas disímiles razones, así como un asfixiante trabajo de cámara sobre el rostro de los actores a lo largo del rodaje, constituyen los principales reparos para que el hilo conductor de la historia se convierta en una atropellada madeja cuyas vueltas no logran atrapar del todo la emoción de los espectadores.
Si a esto se suma que la película viene cargada de un componente religioso y moral que busca mostrarse a toda costa, como un gato que se ahoga, el sabor que deja Secreto de confesión es el de un archipiélago de subtemas en que en el paso de un valor a otro a veces naufragan escenas completas. Sólo por momentos, escasos de cualquier modo, las impostadas reflexiones del “justiciero” Enrique (Marlon Moreno) o la angustia del senador Ruiz hacen llevadera la asistencia a la sala.
Un conjunto cuyos aciertos de interpretación y técnica pueden apreciarse solo fragmentariamente y con pinzas, Secreto de confesión es un plato frío que para nada incita a saber de qué venganza se trata.


LOS PECADOS DE SECRETO DE CONFESIÓN. Por: Darío Monsalve.

Luego de un efectivo tráiler que dejaba en el ambiente la idea del arribo a las pantallas de un thriller poco menos que perturbador, Secreto de confesión (2013) se evapora, se pierde en el aire de sus propias inconsistencias.   

La cinta de Henry Rivero, en un orden casi que aleatorio, narra el descender (a regañadientes) del infierno al sótano de un grupo de personajes entre cuyas faltas para no merecer misericordia en esta tierra sombría que se menciona como Colombia está el inmiscuirse en un delito que incluye un coctel de políticos, sicarios, multinacionales y muchos millones.
En medio de estos elementos, que por poco no alcanzan a ser personajes, excepto en el caso del senador Ruiz, quien a través de Luigi Sciamanna logra transmitir la frialdad del corrupto empedernido, se encuentra la figura principal representada en el teniente Restrepo (Juan Pablo Raba).

Este policía lleva sobre sus hombros la responsabilidad de resolver la cadena de homicidios desatada desde el inicio, primero, como deber por su trabajo, segundo, como placer de su sentido de la justicia y, tercero, porque a lo largo del relato van surgiendo en el personaje motivaciones oscuras e inquietantes (desde alucinaciones con la imagen de su padre hasta el inconfesado deseo por una mujer, hija de una de las víctimas) que sacan a flote su verdadera naturaleza: Restrepo es un tipo violento y reprimido en busca de pretextos para reaccionar agresivamente.
La por igual atención prestada por el director a estas disímiles razones, así como un asfixiante trabajo de cámara sobre el rostro de los actores a lo largo del rodaje, constituyen los principales reparos para que el hilo conductor de la historia se convierta en una atropellada madeja cuyas vueltas no logran atrapar del todo la emoción de los espectadores.
Si a esto se suma que la película viene cargada de un componente religioso y moral que busca mostrarse a toda costa, como un gato que se ahoga, el sabor que deja Secreto de confesión es el de un archipiélago de subtemas en que en el paso de un valor a otro a veces naufragan escenas completas. Sólo por momentos, escasos de cualquier modo, las impostadas reflexiones del “justiciero” Enrique (Marlon Moreno) o la angustia del senador Ruiz hacen llevadera la asistencia a la sala.
Un conjunto cuyos aciertos de interpretación y técnica pueden apreciarse solo fragmentariamente y con pinzas, Secreto de confesión es un plato frío que para nada incita a saber de qué venganza se trata.


9 de junio de 2014

AL FILO DEL MAÑANA. ¿EL FUTURO DEL CINE ES EL VIDEO JUEGO?

Los que vinieron del cielo en llamaradas de fuego  se han esparcido por Europa en lo que parece ser la invasión final. Ellos parecen conocer todo sobre nosotros: cuál será el próximo movimiento militar, que necesitamos para vivir, dónde están nuestras reservas, que pensamos, que somos. En cambio lo único que sabemos de ellos es que un día bajaron de las estrellas y que nada, absolutamente nada, los puede destruir. No más.
Todo eso cambiará cuando el más cobarde de los militares le dispare a las fauces feroces de un alienígena de ardiente cabellera destrozando su cabeza y de paso recibirá un baño de ácido que lo sumergirá en un bucle del tiempo. Él volverá cada vez que pueda, arrastrado por un remolino temporal, a ese campo de batalla, cada vez más valiente, más sabio, más fuerte y conociendo palmo a palmo los complejos vericuetos del juego.

Después de los fracasos que constituyeron La era del rock y Oblivion, Tom Cruise vuelve a protagonizar un apocalipsis alienígena. Si, por supuesto que él será el salvador de la especie, pero, a diferencia de la valentía mostrada en anteriores papeles, en Al filo del mañana se presentará como un mediático y cobarde oficial que por un afortunado accidente puede acceder a los poderes que se necesitan para vencer a una raza tan tecnificada y hábil que tiene la capacidad de manejar el tiempo a su antojo.
El reto para Doug Liman a la hora de adaptar la compleja novela All You Need Is Kill del japonés Hiroshi Sakurazaka, era hacer creíble, en la inmensidad de una pantalla de cine, el precepto nietzscheano del eterno retorno, aspecto que ya habíamos visto con acierto en El día de la marmota, con la que incomprensiblemente se le ha comparado. Si bien en la estructura podría tener un parecido a la joya de Harold Ramis, habría que buscar las influencias de esta película en los videos juegos.

Desde hace una década es bastante común que reputados guionistas de Hollywood, abandonados por la cruenta política de los estudios, hayan recaído en la industria del video juego, ayudando a que muchos  de esos programas tengan complejas tramas que desconciertan y entusiasmen a la vez a los jugadores. Al filo del mañana, en la adaptación libre que ha planteado Doug Liman, posee la rara cualidad de sumergirte en sus reinicios y, de cierta manera y gracias a su realista 3D, te hace partícipe del juego. A veces, mientras ves volver de la muerte una y otra vez a Tom Cruise, crees que tienes entre tus manos un control y desde allí diriges los movimientos de tu personaje.
Cine interactivo en donde tienes ante ti las variantes y perspectivas que puede presentar, como si fuera un Rashomon hipermoderno, las acciones de sus personajes. Para lograr la proeza de expulsar de la tierra a los invasores Tom Cruise estará acompañado de una hermosa y tenaz Emily Blunt. La química entre los dos es evidente y la joven y angelical actriz, logra hacer creíble la rudeza inclaudicable de su personaje.

Sin la publicidad que uno podría esperar de una película con un presupuesto descomunal y con un dos estrellas protagonizándola, Al filo del mañana es la propuesta más original que podemos encontrar en nuestra cada vez más intrascendente cartelera nacional. Es la oportunidad, además, de ver a Tom Cruise usando sus dotes actorales que creíamos perdidas para siempre, sorprendiéndonos al principio de su cobardía y luego, a medida que cada vez se reinicia el juego, admirar su destreza de avezado jugador.

No tardará el día en el que este tipo de películas las podamos ver con un control interactivo en las manos y nosotros dirigiremos los ataques, las estrategias, la duración de la película. Cada espectador de la sala del cine verá la trama que quiera y destruirá, a su gusto, a los monstruos que amenazan el mundo. Desde que cumpla con la sana función de divertirnos el cine estará salvado, así las películas se parezcan cada vez más a un videojuego.