8 de octubre de 2010

LA MUSICA DE HOY, LA BASURA DE MAÑANA

Nunca antes en la historia de la humanidad se ha consumido tanta música. Los espacios virtuales (Algo que desafía a la física porque son espacios que no están pero nosotros estamos en ellos, como si un agujero negro nos hubiera chupado a todos) cada día expectoran cientos de grupos nuevos, cada uno con una nueva tendencia, los D.J’S están ahí afuera, con una servilleta guindando del cuello y cubiertos en cada mano esperando por devorar el nuevo sonido que sonó hoy, mañana por supuesto ese sonido se aniquilará en la papelera de reciclaje y el D.J se quedará con el sonido de uno solo. En la noche mostrará al pequeño monstruo ante una multitud empastillada y eufórica que quiere mover las caderas al ritmo frenético de lo que hizo un niño con la computadora de papá.
Y todos esos ritmos no son nuevos, son remexclas de canciones viejas, remakes computarizados de una horrenda canción ochentera. Ya la música que antes servía para escuchar, para enamorarse, para fumarse un porro ha dejado de existir. Yo entiendo que todos los ritmos evolucionan pero parece que internet ha puesto a la música en una carrera frenética a un desbarrancadero. El debate si el D.J es un verdadero músico o no se perdió hace rato, parece que esa figura llegó para quedarse. Es mas barato para una Disco pagarle a un guevón para que mezcle música a pagarle a una banda que tiene instrumentos de verdad, que hacen música ahí en vivo en un momento irrepetible. Yo no entiendo nada de lo que pasa en una de esas fiestas, me tengo que tomar una pepa para que el L.S.D cumpla la función de hacerme olvidar que estoy ahí, de sacarme de ahí porque si no me resulta absolutamente imposible aguantarme el ruido, los gritos de cientos de adolescentes histéricas.
Entiendo perfectamente que a los adolescentes esta música les guste pero lo que no soporto es ver a todos esos malparidos de la edad de uno regocijándose con la nueva mezcla que hizo el D.J Trippi, que agarró El baile del perrito y lo remezcló con una de los Pibes Chorros y luego le puso la Sweet Dreams de Marilyn Manson y dicen “Uy boludo que locura esto, me parte la cabeza” A mi me provoca agarrar un mazo y machacarle los sesos pero casi siempre estoy muy drogado asi que estiro mi pulgar y le digo que todo está bien. Y después se levantan con la tensión alta a prepararse una aguita de toronjil a buscar más cosas en My Space, a ver “Lo último que salió” para ser olvidado mañana, para ser desechado como una toalla higuienica mañana. La música pasa pero el que pone los discos queda.
Pero esto no es mas que un reflejo de esta época de mierda que nos tocó vivir. Yo estoy a favor de una música electrónica, me parece que Daf Punk, los Chemical Brother, Bassemant Jaxx, Prodigy, es música que se puede escuchar, es que sueltos se pueden escuchar pero no los mezclen man. Bueno y lo peor es tener que estar acá para ver como La cumbia villera, el reggetón y la champeta han tomado un status intelectual. Porque si, todos esos hijueputas que en los noventa escuchaban Nirvana y Pearl Jam ahora reniegan del rock y se van a abrazarse a esos ritmos cochambrosos y sirvientisticos. Y en ningún otra parte ese snobismo pulula tanto como en Buenos Aires, imagínense acá a esas fiestas de cumbia villera y champeta las llaman “Las fiestas Zizek” si, como el filósofo, solo para conseguir ese estatus tan anhelado “Somos tan abiertos” dicen los intelectuales “Que disfrutamos de estos placeres de la villa” Me imagino el desprecio que debe sentir un man de Fuerte Apache al ver a todos estos chetos intelectualoides moviendo torpetemente sus caderas al ritmo del Bombón Asesino, porque ese es ritmo de ellos, ustedes no lo pueden entender, no pueden comprender lo que es una bailanta, eso que hacen en sus clubes lujosos es tan absurdo como hacer una ópera en Manaos, como cantar vallenatos en inglés. Búsquense su propia música, díganle al D.J de turno que prepare una pócima mágica de anfetas, rock y porquería y bébansela y escúpanla mañana, escúpanla con todo el whisky y la nicotina que han invadido sus venas.
Tienes razón querido Lou, es mejor serenarse, esto forma parte de los últimos días. Ya el apocalipsis no se manifiesta en espadas de fuego surcando el cielo, el apocalipsis es esas pistas llenas de gente saltando y un idiota arriba con una gorra poniendo las canciones de hoy y la basura de mañana. Terminemos de hacer la maleta, metámonos en el Bunker, falta poco para el final.

7 de octubre de 2010

EL HAMBRE

Algún día tenía que pasarme eso de irme a la cama sin comer. Hace poco volviendo a ver Novecento casi lloro cuando el campesino que se cercena la oreja en señal de protesta porque el patrón le recorta a la mitad la paga debido a la mala cosecha, lleva un puñado de polenta a la casa, los hijos agarran una manotadita la mastican y luego le piden más, el campesino los lleva afuera y les dice “Les voy a hacer olvidar el hambre” Y se pone a tocar la flauta y los niños enternecidos miran con ojos de admiración al mutilado de su padre. Bueno, yo estoy peor que esos niños porque para distraerme tan solo tengo un televisor, es lunes en la noche, no hay un solo partido, tan solo propagandas, el hambre me hace ver la crueldad de la televisión, todo el tiempo te están haciendo dar antojos de comerte un jugoso pedazo de carne, o un helado o la mas deliciosa de las mujeres. Desalentado apago la televisión y me sumerjo de nuevo en los libros del pasado pero hasta ellos te abandonan cuando tienes hambre. No hay un momento en que estés mas solo que cuando tienes hambre.
Una serie de circunstancias me llevaron a experimentarla. Me alejé de todo el mundo desde hace varios meses, cansado del dolor que ya me producía Buenos Aires. Me vine a un pueblo a unas cuantas horas de la urbe, renuncié a todo y dije “Me internaré a escribir dia y noche” Bueno, uno puede vender artículos pero se demoran para pagar, se demoran como dos meses para pagarlos y para nadie es un secreto que no es que paguen mucho. Escribí muy bien dos meses y al tercero la depresión volvió a sacudirme, entonces decidí encerrarme todavía más y me metí en un cubo donde no entraban ni la luz ni las noticias, cuando decidí abrir el cubo encontré que mis arcas estaban completamente vacías. Me arrastré por el suelo como una sabandija y logré juntar dos pesos en monedas de diez centavos que se me vinieron regando en cada una de mis borracheras. Fui a la tienda y compré huevos y pan. Alguien trajo en días mejores un poco de café así que me dispuse a hacer la que sería mi única comida en dos días. Lamentablemente confundí el azúcar con la sal y tuve que tomar el café salado y los huevos dulces. Me reí de la desgracia y por fin con la poca fuerza que tenía me senté a terminar  Maestros Antiguos de Bernhard, un libro que sin duda no te ayuda para nada, que te hunde pero bueno, yo quería jugar al buso, quería palpar las algas que reposan en ese océano que es mi depresión.
Me gustan todos esos libros donde la gente pasa hambre, recuerdo que en Trópico de Cáncer Henry Miller odiaba a su compañero de cuarto porque disimuladamente bajaba a desayunar al restaurante de la esquina solo, mientras a él dos gatos le maullaban desde adentro del estómago, volvía Carl con su aire orondo, jugando con su maldito mondadientes y sacándose pedazos de carne que con gusto volvía a meterse en la boca. Pero era París en los años treinta man, donde todo el mundo era pobre y miserable  la guerra no había aplastado aún los sueños de la bohemia. Ahora no existe eso, ahora los bohemios han pasado a ser unos miserables indigentes, se necesita mano de obra barata loco, mano de obra y que sepas construir esos edificios de trescientos pisos que están haciendo a la orilla del río. Vendrán hasta tu casa, te arrancarán la camisa y te llevarán a latigazos a donde construyen los edificios de plata, no voltees porque te dolerá ver como queman tus libros, como el fuego carcome la madera de tu casa.
Necesito más libros donde la gente pase hambre, ya me cansé de la historia de este crítico de arte millonario y amargado, viudito de mierda que te diviertes insultando a la gente que pasa de noche por el frente de tu balcón. Bernhard es un tipo insoportable un austriaco nazi más de los que el tanto dice odiar, una señora cancerosa que pasa sus últimos días en Mallorca no puede ser tan bravo como dice ser, lo enterraron por voluntad propia encima de un matrimonio, que locura Bernhard, que machote que eres. Al que le creo es a Celine, vivía en los suburbios de París, al lado de gitanos, de un caño que olía vísceras de rata, con sus perros furiosos que olían peor. Odiado por todo el mundo, de cuando en cuando algún escritor norteamericano iba a visitarlo a su cambuche a tomarse fotos con el gran Celine, él no decía nada tan solo abría la boca para darle la orden a sus perros de que atacaran al intruso. Y todos esos escritores americanos llegaban sin un pedazo de pan, sin saber si Celine tenía tiempo para ir al banco a reclamar el cheque que le daban sus regalías.
En todo eso me quedo pensando para ahuyentar el hambre. Ya al menos no hace frío si no estaría sepultado bajo un manto de escarcha, hace unas semanas la estufa ha dejado de funcionar. La había agarrado de cenicero y las muchachas si me decían que si seguía haciendo eso iba a tapar sus conductos pero yo no acostumbro a hacerle caso a las muchachas, mi vocación a la autodestrucción me lo impide. Si quieres ser feliz solo asiente a todo lo que ellas te dicen. Las mujeres nunca pasan necesidades a no ser que se dejen embarazar. Viven siempre bien, los gays también viven bien. El problema lo tenemos los hombres que somos demasiado brutos. Me gasté la plata comprando películas que no me voy a poder llevar y libros que nunca voy a leer. ¿Para que quería todo ese teatro de Euripides si ya después de ver la Medea de Pasolini no tenía necesidad de saber nada más de hechiceras? La bruja mayor, la que asesina a los hijos, la sicopata histérica y celosa, hecatea con una vulva golosa ¿No son todas asi? No dejes la casa sola que matarán a tus hijos, necesitan la sangre para hacer el conjuro. No hice caso y empezó a oler a quemado, al principio me olía un poco a marihuana creí que los viejitos de la finca de al lado les habían recetado la hierba para combatir el dolor del cáncer de páncreas, incluso me había puesto los zapatos para cruzar la cerca y amenazarlos con un cuchillo, quitarles toda la ganya y obtener la paz que necesito para poder dormir y olvidarme del hambre, pero no fue asi, era el calentador que se estaba quemando, lo entendí solo cuando vi que la casa se llenaba de un espeso humo negro.
Sin esperanzas consulté el estado de mis cuentas, en una podía sacar diez pesos pero lamentablemente en esta época de escasez mundial a los cajeros les había dado por ser exigentes y no soltaban sino cifras superiores a cien pesos. El tren que va de La Plata a Buenos Aires siempre lleva gente que carga algunas monedas, si pudiera falsificar alguna receta, algún certificado médico y decir que soy portador de VIH pero no era capaz. Me da miedo hablar en público, lo tuve que hacer en la ceremonia de graduación del colegio, estaba tan contento, tan agradecido de que me hubieran graduado a mis 23 años que tenía que dar ejemplo y subirme al estrado y decir todas esas cosas de las cuales me arrepiento. Pero de ahí a pedir monedas para hacerme un caldo..no se si podía hacerlo.
Me bañé y me vestí impulsado por el hambre. Al salir vi que todo era comida y eso es verdad por donde quieras que pasas ves comida, cascaras de naranja, gente comiendo apurada un pan con salchicha, media lunas exhibidas en las panaderías, perros peleando por un hueso de pollo. Cerré los ojos y aspiré hondo. Al frente estaba  la estación, tenía claro lo que iba a decir, el sarcoma que devoraba mi piel, la diarrea que no paraba, si me preguntaban porque aún estaba gordo les diría que era por los anabólicos que me había recomendado un acupunturista chino que al fin y al cabo me había estafado. Iba a subirme al tren cuando vi a un policía, entones temoroso decidí dar la vuelta y volver a la casa.
Y acá sigo, buscando colillas en el jardín, disolviendo el poco tabaco que tienen y haciendo nuevos cigarrillos con ellas. Queda suficiente café, esperaré en que alguien toque la puerta, las muchachas tienen que volver por sus peines, los han dejado. Ojalá se les haya olvidado mis ofensas.

VARGAS LLOSA DIGNIFICA AL NOBEL

Estaba sentado en su despacho de profesor en Nueva York cuando sonó el teléfono. La otra voz parecía algo atribulada, confusa, emocionada. “Pensé que era una broma-Dijo el escribidor- Solo lo confirmé cuando otros amigos empezaron a llamarme”. Hacía años había dejado de esperar esa noticia, siempre candidato a un premio discutido, caprichoso, pero siempre deseado. Vargas Llosa piensa que el Premio Nobel le llegó muy tarde, que a sus 74 años la distinción tiene el mismo significado de uno de esos premios honoríficos que se les entregan a las viejas y anquilosadas glorias por toda su trayectoria. Sus mejores días como escritor hace rato que pasaron, desde La fiesta del chivo no hace nada notable, debió haber llegado hace diez años cuando todavía me importaba, debe pensar el escribidor, ahora ni siquiera tengo tiempo para hacer ese discurso. “Maldita sea, tengo que pensar en ese discurso”.
Pero Vargas Llosa tuvo suerte, el premio es como el beso de la muerte, abrir esa caja es destapar un cofre con demonios que te poseerán y te destruirán, sobre todo si no eres un hombre grande. Beckett o Faulkner eran demasiado grandes para ese premio, Sartre incluso lo rechazó, nunca perdieron la privacidad, siempre renegaron de los encuentros de escritores y mientras el irlandés se refugiaba en Berlín donde a nadie le importa que puede hacer un triste e impotente escribidor, Faulkner encontró cobijo en su Nueva Orleans natal, en una casita cochambrosa a la orilla del missisipi y arrullado por los viejos blues. La obsesión de estos endemoniados era escribir, darle duro cada tecla de la Olivetti, darle duro hasta reventarse los dedos. A Vargas Llosa el premio le llega justo cuando ya no tiene nada más que decir, sus días como escritor ya pasaron, ahora se pasea por el mundo dictando conferencias sobre Karl Popper y cuando le queda tiempo da un par de clases en Princeton sobre lo arduo y complicado que es ser escritor.
Vargas Llosa es un ejemplo de la constancia y de la decisión. Desde siempre quiso escribir y entendió que para ser escritor lo único que tenía que hacer era escribir y vaya si lo hizo. Cuenta Cabrera Infante que a mediados de los sesenta compartió apartamento con el peruano durante una temporada. Una tarde mientras Vargas llosa trabajaba en su máquina sonó el timbre con bastante insistencia. A pesar de que Mario estaba cerca de la puerta no atendía. Cabrera Infante tuvo que levantarse de su cama y abrir, una rubia despampanante preguntó por Mario. El escritor cubano le dijo que siguiera, luego para darle mayor privacidad a la pareja se encerró en su cuarto. Al cabo de unos minutos solo se escuchaba en el estudio el eterno teclear de Mario, después vino el silencio que solo fue cortado por las duras palabras del escritor. “Vistete, ahora no”, pasarían unos cuantos segundos cuando se escuchó un fuerte portazo. Después volvieron a escucharse, a un ritmo frenético los dedos de Vargas Llosa golpeando la Olivetti.
Sobre su escritorio de trabajo reposaba un Atlas y la enciclopedia británica. Muchas veces sus novelas no son solo relatos de ficción sino tratados historiográficos hechos con todo el rigor y la metodología que puede aplicarse para reconstruir el pasado. El mejor relato de Canudos y la revolución cristera en el Brasil no se lo debemos a los historiadores sino a la fuerza de su pluma desplegada en la que debe ser la más monumental de sus novelas: La guerra del fin del mundo, y que decir de la manera en la que contó los últimos días de un dictador cruel, sangriento e impotente en La fiesta del chivo, siempre alternando dos historias a la vez, jugando con el tiempo, con los narradores, deconstruyendo el espacio…¿que más se puede decir sobre el Vargas Llosa escritor?.
De Arequipa a Piura, pasando por Canudos y Republica Dominicana, alternando París y Tahití, Vargas Llosa despliega sus historias como si fuera otra vez Napoleón y realizara el sueño de dominar el mundo. Todo a punta de trabajo, de años de lecturas y de investigación concienzuda. Sin duda que cuando realizó sus mejores relatos lo hizo vestido de overol.
Pero no sólo es trabajo, el componente emotivo que tienen sus discursos, sus ensayos. Mi primer contacto con su obra se lo debo al prologo que hizo para la versión castellana de los Miserables editada en 1982. Allí narraba como en sus días de servicio militar, cuando era un cachorro, sobrevivía al abuso castrense leyendo las aventuras de Jean Valjean “Entonces mis días eran menos miserables” Nunca fue un erudito, tenía demasiado corazón para serlo. A veces estaba más cercano a ser Pedro Camacho, el compulsivo, cursi y sucio escritor de radio novelas boliviano que ese caballero apuesto y elegante que divierte a las oligarquías hispanoamericanas con su particular manera de ver la política.
El monopolio intelectual de la izquierda, el mismo monopolio que le impidió ganar a Borges el Nóbel, cuando él como nadie hubiese honrado al premio y no al revés, hoy ve con resignación como se hace justicia. Después de Octavio Paz el premio se honra a si mismo entregándose a los brazos de un gran escritor. Desde 1990 venía regalándose, como una puta barata a los Gunter Grass o Pamuk del momento, reinvindicando causas perdidas, refugiados de guerra, perseguidos políticos o feministas frígidas. Por eso Vargas Llosa no entendía lo que le decían ¿Cuál Nóbel me gané? Habrá dicho. Tendrá que sacar unas horas de su apretada agenda para hacer un gran discurso y seguro disfrutará de las fiestas que le harán los viejos amigos que todavía sobreviven. Sus libros, para placer de los que no lo han leído se reeditarán otra vez y los niños peruanos entrarán en contacto con su obra, al menos ya no será en ese país aquel oligarca que perdió las elecciones con Fujimori.
Vargas Llosa vuelve a darle prestigio a un premio que venía perdiendo importancia.

2 de octubre de 2010

LA MAQUINA QUE HACE LAS NOTICIAS

Los periódicos son una porquería por la sencilla razón de que son el producto de una sociedad de porquería. Cada vez la ausencia de un columnista brillante se nota más sencillamente porque en el mundo de hoy ya no existen los grandes hombres. Particularmente los periódicos colombianos me deprimen. Independientemente de su postura política el periódico colombiano parece escrito por una máquina, por un sistema computarizado que procesa la noticia y entrega esa pastillita diaria, compacta y amarga que nos tomamos en la mañana para decir, bueno listo, ya estamos informados, ya salimos de esto.
Ya no leo periódicos, creo que desde la desaparición de El espectador en el 1999, la desaparición de el verdadero periódico, no este remedo que sale ahora y que habla con en miedo de una persona con una pistola en la sien. Era muy grato llegar a la hemeroteca, pedirlo y confrontarlo con el organismo oficial de la derecha, el conservador y mojigaro El Tiempo. Ahora que estoy fuera de el país pues me conformo con abrir la página y mirar titulares. Ya todo lo que dice la noticia está contenido en el titular, no pierdan minutos valiosos de su vida leyendo más allá del titular.
Que mal escritas que están las columnas y que aleccionadoras que son. La gran escritora Clarice Lispector tenía columnas donde impartía consejos de  belleza en los diarios de Brasil a mediados de los cincuenta y hay que ver las pequeñas obras maestras que pudo construir hablando tan solo de cómo se debería maquillar una mujer. No importa el tema, importa la forma y bueno uno no puede pedirle nada a un muchacho que sale de comunicador social de la pontificia bolivariana de Medellín donde muchos años fue decano Jota Mario Valencia.
Esto va mas allá de desinformarnos o no, va en la cuestión estética. Yo creo que nosotros necesitamos leer algo que esté bien escrito no esta basura automatizada, como si los periodistas fueran robots que tuvieran en su softwart el mismo modelo para copiar una noticia. Veo con preocupación además como revistas como Semana están perdiendo la costumbre de hacer reportajes y de que por supuesto la persona que escriba el reportaje sea un escritor de verdad. Recuerden que el venimos de un siglo donde el periodismo se convirtió de la mano de Dos Passos, Capote, Kapuscinsky o Hunter Thompson en un género literario, nunca antes el hecho real se había convertido en un material real para sacar de allí una historia haciéndose realidad lo que le decía Dostoyevsky a una joven aspirante de escritora cuando le preguntó de donde podía sacar material para hacer una novela “Abre la crónica roja muchacha- Le decía el autor de La casa de los muertos- y mira el último asesinato, allí encontrarás todos los elementos para hacer una gran novela”.
Desafortunadamente ese camino que empezaba a trazarse el periodismo fue cortado de tajo cuando los grupos económicos intentaron controlar la información. Entonces ya el objetivo no era informar sino manipular. En Argentina por ejemplo, el poder que acumuló el grupo Clarín es tan poderoso que tienen el control del papel prensa algo que el gobierno de los Kitchner a tratado de frenar con su oportuna Ley de Medios. Han pasado los tiempos donde creíamos que un buen gobierno era aquel que se preocupaba por hacer una reforma agraria, ahora un gobierno honesto debe ocuparse de la salud mental de los hombres. Y no puede ser sano un país que todo el tiempo está leyendo basura, que solo encuentra placer en la descripción de el degollamiento, un país que es capaz de creer que el derramamiento de sangre es la salida para una guerra atróz.
Uribe ha sido el presidente colombiano que mejor ha sabido manipular la prensa. No en vano puso a un periodista (Porque si hermanos, asi nos cueste reconocer que este subnormal lo sea) como vicepresidente y además un periodista cuya familia ha manejado la información del país durante años. Y los resultados están a la vista, a pesar de la destrucción total de la institucionalidad y la moral de Colombia, a pesar de la corrupción y el desempleo galopante, de haber entregado el 34 por ciento del territorio a las multinacionales y al ejercito norteamericano, a pesar de que pronto será buscado por la corte penal internacional por sus atroces crímenes Uribe salió con un 83 por ciento de favorabilidad, una locura, casi el doble de favorabilidad que tenía Roosevelt antes de morir. Todo por el papel que jugó la prensa en su momento, por la adhesión descarada que tuvieron canales de televisión como RCN o periódicos como El Tiempo.
Pero ni siquiera gente con cierto bagaje literario que asumieron un papel lambiscón como Plinio Apuleyo o Juan Gossain, pudieron hacer algo medianamente bien escrito por la sencilla razón de que ya no importa, no se tiene tiempo para el análisis, entre mas rápido se lea, entre más rápido se salga de eso mejor. Y la gente está conforme porque el año pasado la venta de periódicos se disparó considerablemente y los recientes “Gloriosos” golpes del gobierno de Santos seguro habrán agotado con las respectivas ediciones.
Hubo una diferencia enorme entre la muerte de Raul Reyes y la del Mono Jojoy y fue la unanimidad, esta vez todo el mundo estuvo de acuerdo en que fue un golpe magistral, perfecto, digno del gran general Rommel. Semana que se convirtió durante el régimen pasado en el único escampadero para los que buscábamos alguien que estuviera en contra ahora a adoptado una actitud casi que lambiscona con el gobierno de Santos. Eso si hay que decir que comparándolo con el gamonal anterior Juan Manuel se parece a Lleras Camargo.
Así que la mejor formula para burlar la desinformación es la imaginación, hay que pensar en el subtexto, en lo que no se dice y por supuesto cerrar los ojos para no leer las noticias que máquina del estado escribe en su monumental fábrica.

1 de octubre de 2010

LAS HOJAS QUE CAYERON EN OTOÑO NO VOLVERAN CON LA PRIMAVERA

Tengo un amigo que está pasando una depresión terrible en Italia, es viernes y está solo. Mañana tiene que entregar un informe para su doctorado, problemas de la gente grande. La mujer se le fue con un músico a Barcelona, ¿Han visto lo que son los músicos? No dejan nada vivo y el man se levantó una vieja que justo vive en Barcelona. El lunes se tendrá que levantar muy temprano y tomará un colectivo que lo lleve hasta allá. Seguro después de coger con su nueva amante empezará a tener la necesidad de buscarla para seguir torturándose. Desde la distancia le aconsejo
-Francesco no sea marica, deje las cosas así como están, evite la ciudad donde ella está, vayase para Florencia guevón, no que le gustaba tanto la figura del condotierro.
Pero Francesco como buen piemontés es terco y perezoso y le da grima contradecir al instinto. Me dice que está solo y que es viernes y que lo mejor es salir y buscar una cerveza negra muy fuerte que hacen los monjes de la esquina.
Acá el invierno resiste a los embates de la primavera. La casa se llena de un frío de escarcha. Son las 7 y 30 de la noche y no anochece, yo tengo que ponerme una chaqueta y de tanto en tanto soplo los dedos para que no se congelen. No pienso salir, me lavo las heridas con Chet Baker y Cream, extraña combinación pero efectiva. Muchos me hablan por el chat informándome de las fiestas que harán hoy y mañana. Ya yo soy obsoleto, no entiendo mucho de D.J’s y admiro profundamente a esa gente de mi edad que supo dar el salto generacional. Mis hijos me verán con el mismo desprecio que veo a mis tíos sepultados en el inmundo recuerdo de Javier Solis. La madurez es la perdida de energía y de la capacidad de sorprenderme. Ya casi no veo fútbol y cada vez son menos las cosas que me gustan. Eso si tengo algunos gustos afincados que se apoderaron de mi cuerpo, uno de ellos es la cerveza y el maní. No me importa si estoy solo o si estoy deprimido, abro la conversación por chat con el gran Francesco, que me diga como va a ser su itinerario. Me dice que le chupan un guebo las ruinas romanas que el lo único que se quiere sacar “Es el recuerdo de el cuerpo de Laura” Quien te ha visto amigo y quien te ve, después de todas esas rumbas irresponsables que hicimos en el apartamento de la Universidad y ahora viene hablando de depresiones, de suicidios de esas cosas que uno intentó dejar atrás. ¿La vejez es esto men?, Acaso la vejez es el desprecio de una mujer.
Me cuenta que la cerveza está particularmente fuerte. Se la toma caliente como una sopa. Por esta época del año el calor comienza a amainar. Ya las primaveras se acabaron ahora es frío o calor extremos. Tiene los billetes exactos para llegar, necesita echarse ese polvo, será como llegar al Jordan y encontrar al Bautista, con un poco de tu agua habré de purificarme. Ojalá el dolor se fuera así de fácil, tomando un bus y perderse en las ramblas paralelas. Esas vuelven le digo, son renevantes, vistes, vampirezas que no descansan ni en la tumba. Debes cerrar los ojos y maldecirla Francesco, cada vez que el recuerdo te asalte maldígalas, solo así podrán ceder el dominio que ejerce sobre tu cuerpo. Igual hoy no se va a matar pero esa cerveza de los monjes parece que le ha caído mal al estómago por que me ha dejado hablando solo.
Solo estoy y tranquilo y para terminar de relajarme pongo el infatigable Tattou You. La misma música me decía mi ex “Y las mismas películas un viernes” Uno lucha mucho en la vida para ganarse una rutina que por cierto no tiene nada de malo. Yo hace rato que no leo un libro nuevo, me la paso releyendo y volviendo a ver todas esas películas que me gustaban de joven. Pero es que que se creen? Que viendo tan solo una vez una película ya la tienes apresada? Lo mismo con los libros…están todos locos o que?
Son tiempos crueles, todo se mueve muy rápido, cambia constantemente. Yo creí que solo pasaba en el fútbol eso de la velocidad pero no es así. Todos en trenes de una lado para el otro como si Dios jugara con nosotros a la papa caliente. La famosa rueda de la fortuna de la que tanto hablaba Ignatius Really se ha disparado y no hay números ganadores señoras y señores. Acá la casa siempre gana.
Franco permanece en silencio, esa cerveza tiene casi ocho grados de alcohol. Tengo un amigo que me la traía de Amberes, que cosa brava que es y te golpea duro si estás deprimido. El dolor purifica le digo a una amiga pero ella me dice con sabiduría “Yo para que quiero purificarme” Todavía pretendo la santidad. No en vano estudié toda mi vida con curas y los autores que amo son católicos fervientes. “Mi odio a la ciencia y mi desprecio a la tecnología me acabarán conduciendo a esta absurda creencia en Dios” Decía el sabio Buñuel en su Último Suspiro. Estos autopistas de hierro por donde ahora transitamos me hacen añorar los caminos polvorientos que nunca conocí, donde un viaje podía durar cuatro días y tenías tiempo de hablar con la persona que estaba a tu lado, era eso o morir del aburrimiento y del mareo. La vida era mas corta, es cierto pero los días eran mas largos y la cerveza mas fuerte y los hombres mas nobles.
Como pocas veces en la vida he renunciado a la acción. En la tarde cuando aparece el sol me acuesto en el patio y puedo ver a las aves de presa haciendo un círculo en el cielo, deben intuir que la autopista de plata dentro de poco pasará por acá destruyendo mi hogar, que esté blues que languidece pronto dejará de escucharse. Las hojas que cayeron en otoño no volverán con la primavera.

EXILIO EN ESTA MALDITA CALLE

Destapo la última cerveza y le hago el quite al hambre con una colilla de cigarrillo. Busco un libro para leer pero estoy mareado así que en el desorden de los discos miro cual puedo poner, un disco para que me saque de acá, un disco para gambetear la miseria, entonces lo encuentro y empiezo a evocar una vida que no es mía. Cierro los ojos y veo a los Stones.
Salían de un concierto y afuera estaba la policía con sus perros feroces. Tenían que aumentar la velocidad para perderlos pero siempre los alcanzaban. Los bajaban del auto y los esculcaban en busca de algo para incriminarlos. Todos querían una tajada. Y claro iban a la fija, en 1971 Keith Richards era un botiquín humano, desde qualuudes hasta Heroína pasando por la infaltable maracachafa. Además estaba el rollo con Allan Klein, su productor que les había robado hasta la última libra esterlina que habían ganado haciendo las mejores canciones que se habían podido escuchar en los sesenta.
De Richards fue la idea de que se autoexiliaran a Francia, Anita Pallenberg, su mujer, le había dicho que en Niza, al frente de la costa azul, había una hermosa mansión que podía servir de cuartel general al grupo. Volver a grabar como en las viejas épocas cuando tenían que convivir a diario. Volver al origen, hacer porque no un poco de blues, el viejo blues que los había unido.
Los Stones dejan Londres para exiliarse en Nellcote a grabar sin proponérselo en un húmedo e infecto sótano el disco mas rockanrollero de la historia. La grabación como es bien sabido estuvo rodeada de mil inconvenientes y ya forma parte de la mitología del Rock. Decían que Nellcote estaba embrujada porque allí había funcionado el cuartel general de la Gestapo en Francia. El rumor lo había comprobado el propio Richards ya que en el sótano había encontrado radiadores con la svástiva grabada en ellos. Muchos afirmaron sentir que un perro rabioso les rasguñaba la puerta de la habitación cuando dormían. Y es que Necoltte, como Boleskine House, tenía el prototipo de la casa embrujada. Nelcote era uno de los palacios más fabulosos de una región ya de por si llena de glamour “Una hermosa  y blanca villa al estilo romano que había sido construida en el siglo XIX por un excéntrico almirante británico que terminó lanzándose desde el tejado. La planta principal de Nellcote consitía en una serie de espaciosas y elegantes salas de recepción con altos techos y enormes chimeneas. Las preciosas ventanas al estilo francés daban a unas amplias terrazas bajos las cuales se extendían suntuosos jardines en pendiente” La descripción la hace Victor Bockris en su recientemente traducida Biografía no autorizada de Keith Richards. El guitarrista decidió acondicionar el sótano como estudio de grabación. A pesar de la inclemencia del clima (Dicen que habían días en que la temperatura llegaba a los cuarenta grados) de los excesos, de las cuarenta personas que diario iban a fisgoniar y a llevar drogas (“Las puertas de Nellcote nunca se cerraron” Afirma Pallenberg) los Rolling Stones pudieron grabar su último gran disco.
Cuesta trabajo comparecerse del exilio voluntario de estos multimillonarios músicos pero siempre es desagradable estar fuera de casa asi se esté en un palacio. Recuerda Jagger de las inclemencias del estudio “Grabábamos en el desagradable sótano de Keith que parecía una cárcel. A mí me gusta grabar en salas muy grandes. Había una humedad increíble. No podía soportarlo. En cuanto habría la boca para cantar, me quedaba sin voz. Era tan húmedo que todas las guitarras se desafinaban antes de llegar al final de la canción” Y ese caos se percibe todo el tiempo en este disco difícil, áspero, de sonido sucio que contrario a lo que sucedió con otros grandes discos de la época en su momento no pudo ser apreciado como debería. Si te fijas bien podrás escuchar el ruido de otras canciones que flotan dentro de otras melodías como si fueran los espectros que habitaban el viejo palacio. Exile on Main Street fue la confirmación de la genialidad de Richards, si los sesenta fue la década de Jagger y de Brian Jones los setenta sería la década del guitarrista. En una noche mientras el resto del grupo y su séquito estaban de juerga en la playa Keith compuso y grabó solito, sin ayuda de nadie Happy, una de las canciones visagras del rock. Se hizo en su casa y a su manera, a la manera desenfrenada y suicida, desesperada y fiestera que tiene él de afrontar la vida, porque tal y como lo dijo el propio guitarrista “Mick tiene que darle órdenes a la vida, para mi la vida es un animal salvaje” y Exile es un manual de cómo debes tratar a una bestia, a veces te pondrá Feliz porque crees que está de tu lado pero después la bestia te aplastará con un pesado Martillo y te fulminará con un Trueno.
Es una tarde de viernes en un país desconocido, lejos de toda la gente que quise, los pocos billetes que tenía los gasté en cigarrillos y cerveza. No sé que pasará mañana, no sé incluso si tendré todavía fuerzas para levantarme, lo que me mantiene en pie es escuchar este disco, ver como gira una y otra vez, como toda la magia de Nellcote impregna estas paredes miserables