3 de diciembre de 2009

EL FRUSTRADO "NAPOLEÓN" DE KUBRICK


Es normal que un ajedrecista consumado, un controlador compulsivo, un tipo que dirigía a sus actores como si fueran soldados quisiera hacer su Napoleón. Desde que estaba rodando The Killing podía ver los ejércitos, el fango, el olor a pólvora a sangre y a mierda. El problema es que era muy joven y nadie le daba bola. Para ese proyecto tenía que ganarse el respeto y diez años después con el éxito de taquilla y crítica obtenido por 2001, Odisea del espacio, Kubrick tenía a la Metro comiendo de su mano. Le pedían que se documentara, por Dios, tenía dos bibliotecas llenas con el tema, contrató un chef italiano para que le preparara los platos que más le gustaba comer a Napoleón ¿Es cierto que alguna vez él y sus hombres tuvieron que comer un burro asado que estuvo tan bien preparado que parecía pollo? Despertaba a su chef personal para hacerle preguntas como estas: ¿Cómo digeriría el emperador el burro? ¿Lo habría vuelto más fuerte, más sabio?


Sólo él podía tener ese tipo de obsesiones. Podía llamar a su guionista 15 veces una noche. El día que murió todos sus allegados dijeron haber recibido una llamada suya, es difícil que mientan. Ya vivía en su palacio de Abotts Mets en las afueras de Londres. No quería viajar más, los exteriores tenían que ser allí. “Este campo podría ser Austerlitz” y veía al emperador andando en su caballo, con la frente en alto y las piernitas escurriéndosele por la barriga del animal. Empezó a hacer casting, tenía al Napoleón perfecto, un joven y desconocido actor que tan sólo había tenido un pequeño papel destacable en La tiendita del horror de Roger Corman. Se trataba de Jack Nicholson. Se lo llevó a vivir a su castillo, largas charlas, discusiones interminables sobre la manera en que agarraría los cubiertos el emperador, sobre la manera de masticar, de caminar, etc. No quería recrear esa época, quería crear una máquina del tiempo y filmar desde allí. Si hubiera vivido un poco más lo hubiera logrado. Como Napoleón, su alter ego, no había nada imposible para él.


Pero los de MGM comenzaban a asustarse. La petición desmedida del director de contratar a diez mil hombres del ejército irlandés para formar el ejército napoleónico era imposible de realizar. Con él no habían opciones, o se cumplía lo que se pedía o se iba a la mierda. La Warner comenzaba a coquetearle. Era una época en que a las grandes compañías les interesaba tener entre sus filas a grandes autores, todavía creían en el prestigio y en los oscares por supuesto. Stanley Kubrick era un hombre joven, tenía 40 años y ya había hecho Senderos de Gloria, Espartaco y 2001, Odisea del espacio, películas de un alto presupuesto que en ningún momento se le habían escapado de su control. Súbitamente rompe con MGM y firma un contrato de exclusividad con la Warner BROS, compañía con la que trabajaría hasta su muerte. Entonces tenía todo el dinero a su disposición. En una época de proyectos locos a Kubrick le suena la idea de adaptar La naranja mecánica, Mick Jagger sería Alexander de Large. Napoleón podría esperar, Stanley podría jugar con la naturaleza, bajo su batuta se regía la vida de los hombres.

Filmaría la novela de Anthony Burguess como un ensayo para su soñado proyecto, hay algunas cosas que se han salido de su cause. Jagger rompe el contrato ya que sale de gira con los Stones, Burguess no está de acuerdo con el guión de la película y de pronto todo estalla, se quiebra, como esa tarde en Waterloo comienza a llover y todo se va al carajo: Dino de Laurentis anuncia el estreno de Waterloo, proagonizada por Rod Steiger y Orson Welles. La película se filma en secreto. El fracaso de taquilla obtenido por el filme hizo que la Warner viera que la gente ya no quería ver dramas épicos.

Kubrick lo intentó por todos los medios, adapta Barry Lyndon para probarle a sus productores que se puede hacer algo de época que guste a la gente pero a pesar de ser una de las mas hermosas películas jamás filmadas Lyndon resultó ser un fracaso de taquilla y de crítica, el único que tuvo en su carrera.

En 1975 Napoleón ya era un elefante blanco. Kubrick nunca abandonó ese proyecto, y aunque después hizo tres películas más, siempre soñó con filmarla. Será de las pocas cosas que se arrepintió de no haber hecho la noche en que la muerte lo sorprendió durmiendo.

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