13 de septiembre de 2011

GRANDES PELÍCULAS DEL ROCK. PAT GARRETT Y BILLY THE KID

William Boone fue el primer rock star. Demasiado joven para morir entregó su vida a una estela de muerte que lo marcó en su corta vida. Contemporáneo de Rimbaud vivió a placer la vejez de su adolescencia. Se entregó a todos los excesos, a los 18 tenía más muertos que años. Boone tenía una pandilla y con ellos cabalgaron por todo el desierto. Chisum, el ganadero cruel acaparaba todas las vacas, sumiendo a la región en la escasez en el hambre. Chisum es el capitalista despiadado y Billy es la rebelión del pueblo. Su mano vengadora no tiembla ante la injusticia. Pero un hombre solo no puede hacer revolución alguna. Cuando a su lado estaba Pat GarretT sus balas sonaban más duro, sus pasos se sentían en todo el oeste. Ahora GarretT se ha vendido ante la oferta que le ha dado el Gobernador Wallace y el establecimiento. Pat es treinta años mayor que Boone y además nadie lo sabe pero se ha casado. Un hombre casado tiene otras necesidades, una casa de dos pisos en el centro del pueblo, trajes elegantes e invitaciones a comer con gente distinguida. Pat ha dejado la banda para juntarse con un grupito de pop.
Tiene tres días para matar a su amigo. Chisum y el gobierno local están cansados de la justicia que Billy the kid quiere inculcar dentro de su territorio. En sus pasos se nota el cansancio, al venderse GarretT ha dejado de existir. Cada muerte que realiza es una afrenta a su pasado. Los días buenos se han ido para siempre. Billy como un artículo de museo sepultado en sus cuatro paredes esperando que por el polvoriento camino aparezcan entre la polvareda el grupo de hombres que acabará con su vida. Se lo toma con calma, toma un poco de Whisky y enciende un cigarrillo. Siempre será joven, un cadáver joven y hermoso, Pat no tendrá el mal gusto de dispararle en el rostro.
Sam Peckinpah está mas emparentado con el cine de Sergio Leone que con el de John Ford. América no es el lugar de las oportunidades y todos esos aventureros que fueron al Oeste huyendo de la hambruna y sedientos de oro eran descendientes directos de los bárbaros que llegaron de Europa a América anhelando el Dorado y arrasando todo lo que encontraba a su paso. Para vivir había que matar y eso lo entendió Peckinpah en el Hollywood donde le tocó trabajar. La lucha era despiadada, cruel pero él logró hacerse una voz entre los nuevos directores y entre todos esos viejos retrógrados enchapados a la antigua que todavía insistían en hacer western para hablar de lo coherentes y magníficos que eran los gringos. Si un hombre abre una ventana en una película de John Ford lo más seguro es que verá un magnífico horizonte donde el sol estalla en el cielo sus incandescentes rayos, en Peckinpah no, si abres una ventana una bala se incrustará en tu cerebro.
Los pistoleros de estas películas son hombres cansados, hombres que ven como la modernidad va aplastando sus viejos hábitos. Billy es un joven viejo, un niño que como Morrison solo quería morir. Esa tristeza está en toda la obra de Sam Peckinpah, la muerte se acepta como parte de la vida pero no por eso llega a ser un espectáculo festivo. La muerte por ser necesaria no deja de ser triste y toda esa música de Dylan acentúa más y más el fin de una época. Slim Pickens siempre ha soñado con tener una barca y perderse de esas regiones inhóspitas hasta llegar otra vez a las verdes praderas. Lamentablemente una bala le acaba de perforar el estómago y sus minutos están contados. Alcanza a arrastrarse hasta el río donde está aparcada una balsa, Kathy Jurado lo sigue y los acordes de Knocking on heavens doors de Bob Dylan comienzan a sonar. No existe una mejor pintura que esta para explicarle a los dioses lo que sentimos cuando nuestra alma se escapa por la rendija que ha hecho en nuestro cuerpo una bala. Pickens sonríe, su sueño de irse en una balsa lejos de la inmundicia del desierto nunca se hará realidad.
Toda la gente que ama William Boonie comienza a morir, ya vendrá el día hijo, la parca está en camino, ha encontrado tus pasos. No es común morir joven y mucho menos a manos de un hombre que fue como un padre para ti. Un polvo unos minutos antes un buen trago de Whisky lástima que se hayan llevado las guitarras y que el rapé se lo haya esnifado la noche anterior un obispo borracho, Pat Garreth está detrás de ti querido Billy, ha desenfundado el arma, no te dejará voltear, ya saben todos que si te volteas lo matarás porque nadie es más rápido que tú, apréstate a recibir, sin confesión y sin Dios el beso eterno de la guadaña.

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