14 de septiembre de 2011

UNA CARA

Hay periodos donde uno es más elocuente con la boca cerrada. Lamentablemente uno de mis críticos tiene razón: sufro de incontinencia verbal. Entonces como no tengo nada que decir voy a hablar de nada. Lo curioso es que cuando no tengo nada que decir entonces empiezo a hablar de mi. Es un periodo bastante especial en mi vida pues dentro de ocho días me caso. No sabía que el matrimonio podía implicar tantas vueltas. Te pueden consumir los preparativos además de que te empiezan a interesar revistas como Caras o Cromos sobre todo en la sección de sociales. Por las noches no se duerme bien aunque sé que mi novia puede estar peor. Todo esa noche tiene que salir perfecto y ojalá que así sea aunque lo importante claro está y así suene manido es que estamos enamorados y felices y optimistas y jóvenes y ella es una hermosura.
Combato el estrés leyendo el libro de Edda Pilar Duque “La aventura del cine en Medellín” donde cuenta sabrosas anécdotas de los días en que Gonzalo Mejía, recién llegado de Europa donde dilapidó toda una fortuna tratando de hacer prototipos de aeroplanos decidió asumir otra empresa quijotesca, la de hacer cine en la bella villa. El resultado fue Bajo el cielo antioqueño, película de dos horas y media, el segundo gran éxito del cine colombiano después de la María de Alfredo del Diestro, un filme donde la crema y nata de la sociedad medellinense desfila por el “Lienzo” como le llamaban los tabloides a la pantalla a mediado de los veinte. Próximamente presentaré una pequeña historia del cine mudo colombiano, para eso también estoy leyendo a Martínez Pardo y las entrevistas que le hizo Salcedo Silva a los pioneros.
Releo también El imperio de Kapuscinsky para discutirle a un amigo mamerto con datos bastantes precisos sobre el genocidio estalinista. La relectura del Quijote absorbe mis días de asueto. Estoy en las sabrosas bromas que los duques le hacen a Alonso Qujina y a su fiel escudero. Al parecer Sancho tenía razón y Dulcinea está encantada. De tres mil azotes no te salvaras querido Panza si quieres volver a ver a tu señora convertida de nuevo en la flor más hermosa del Toboso.
Me preocupa demasiado que apenas ponga una película a las diez de la noche ya empieza a sentir el embate de mis agitados días. Tres días seguidos donde no puedo terminar la última película del día. Anoche fue con Tootsie película sumamente entretenida pero con una música fatal, recontra pasada de moda. Sigo con mi investigación sobre la historia de la universidad, levantándome muy temprano, leyendo los viejos libros y escribiendo por lo menos dos horas al día. Las noches de tragos han pasado a un segundo plano no por moralismo ramplón sino porque me cansé del tequila, vine a descubrir tarde que después de que se desocupa la botella lo que continúa no es más que un camino lleno de dolor y voy sacando de mi vida todo lo que me cause heridas. Ni masoquista que fuera pues.
En las noches veo un programa donde los cantantes quieren parecerse a otros cantantes. Al principio lo veía para mamar gallo pero ahora me está interesando y tal vez esté escribiendo para matar tiempo mientras empieza. Ojalá que no me empiece a comportar desde ya como un hombre casado, igual la primera en desilusionarse sería mi bellisima esposa quien tal vez el único atributo que pudo ver en mi es que todavía tenía el ánimo suficiente como no para ser un viejo pero las fuerzas querido luke cada vez están menos contigo.
Acaso debería volver a la cannabis sativa y su veneno mortal, dejarme la barba y el pelo largo y porque no volver a la vieja orgía con Rimbaud, pasar por el ridículo de querer parecerse a un poeta maldito con esta barriga descomunal y causar un escándalo en la entrada de esos templos de la tecnocracia en las que se han convertido las universidades. Todo eso lo pienso desde que abro los ojos en la mañana pero que va, el primer baño disipa esos pensamientos como quien se quita de encima la más asquerosa de las malezas.
Día a día se acumulan planes de escritura que nunca voy a realizar. El tiempo se acorta y la vida dará un vuelco completo que no solo estoy dispuesto a asumir sino que estoy ansioso y feliz de hacerlo. Sin algo me emparento con Cervantes es por la obsesión que tenemos ambos por el fracaso. No existe una sola obra plena, completa, sencillamente porque no existen vidas perfectas. Toda obra maestra esconde defectos, montones de ellos, eso me hace libre la conciencia de que estamos haciendo las cosas mal, la tranquilidad de que no importa el camino que escojas igual será el equivocado.
Brindo por la hermosa caminante que transitará conmigo el camino de la derrota y el fracaso. Es el único rostro que quiero ver en este mar de caras feroces.

1 comentario:

Sece dijo...

Ayer veía un documental, la historia de tres hombres que en una competencia llegaron a pie al polo sur; ¿y ahora que?...le preguntaron a uno de los hombre...ahora, una familia ,respondió. De verdad que muy pocos hombres asumen con seriedad este compromiso, muchas felicitaciones a usted y a la afortunada