18 de octubre de 2011

DETRAS DE LAS PAREDES De Jim Sheridan. El maldito lugar común

Los amantes del género esperábamos que las declaraciones dadas por Jim Sheridam donde comparaba a su película con clásicos modernos como Los otros o Sexto sentido fueran ciertas. Confiábamos porque hasta donde sabíamos Sheridam era el autor de obras sólidas como En el nombre del padre o The bóxer, además que fue el responsable de crear el mito de Daniel Day-Lewis. Esta esperanza se difumina después de la media hora cuando nos es develado el misterio y empezamos a pensar ¿Bueno y ahora qué? ¿Otra vez la casa grande y embrujada perturbada por un asesinato, por una esposa que aún ama y que está muerta? Pues si señores volvieron a aparecer los clichés y el lugar común. Porque Detrás de las paredes es una película cualquiera donde Daniel Craig y Naomi Watts vuelven a sus mismos gestos y los mismos rostros. Da pena que por ahí deambule como cualquier fantasma un actor con las características de Elias Koteas completamente perdido, como un vagabundo en las calles angostas y sucias de este filme.
Cae la nieve sobre una ciudad pequeña. A un tipo le pagan una buena plata para que se retire y pueda escribir el libro que dice tener en la cabeza. Se va con su esposa sus dos hijas y se pone a escribir, pero el tipo tiene un pequeño problema para escribir, pertenece a esa raza nueva de escritores que no escriben ni leen. Las niñas dicen asustarse porque en las ventanas suelen encontrarse con hombres que le hacen muecas su papá trata de hacerles tomar conciencia de que todo puede ser una alucinación pero no, pronto encontrará las huellas y confirmará que las niñas dicen la verdad, hay espías en el barrio.
Pareciera que Craig en cualquier momento se va a poner el smoking va a pedir un Martini y se pondrá a disparar su elegante pistola. Pero no, empieza a investigar, la casa que ha comprado fue escenario de un horrible crimen, detrás de las paredes se esconden las ánimas de los que no pueden descansar en paz.
Sheridan apenado habló en conferencia de prensa de que el filme no le iba a gustar a mucha gente porque tenía “Momentos de cine arte” y sobre todo “Mucho terror sicológico, los que van a verla pensando que es el juego del miedo saldrán decepcionados de la sala” el único momento de cine arte que tiene la película es cuando hace sus desafortunadas apariciones Elias Koteas, el resto es la misma película que vimos la semana pasada y ante pasada, los mismos fantasmas cursis y enamorados, las mismas niñas rubias, simplonas e inexpresivas. Hay que agradecerle a Sheridam al menos que no hizo una de esas famosas películas con cámara subjetiva seudo documentales que puso tan en boga La bruja de Blair y que cada vez a la sala convoca a los mismos tarados de siempre.
Lo triste es que el tan esperado regreso de Jim Sheridam resultó siendo un rotundo fracaso artístico aunque parece ser que en taquilla le ha ido bien. Esperemos que este logro eleve la confianza de los estudios y le den la libertad creativa que el merece. A veces para hacer una buena película debes exponerte a hacer cinco bodrios. El diablo con su elegancia y exquisitez nunca ha dejado de tentar a los hombres.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como lector habitual de su columna, me remito a usted, con todo respeto, para solicitar su opinión acerca de Michael Moore.